La derrota militar de Israel en Líbano y la guerra entre "halcones" y "moderados" en Tel Aviv).
Lo que los halcones militaristas
israelíes están están buscando por estas horas, así lo marcan claramente las
evidencias, es que el Consejo de Seguridad, este lunes, decida "parar la
masacre", posibilitando su retiro de Líbano sin asumir la derrota
militar.
La conclusión también es clara: si la
aviación israelí masacró ya a más de 800 civiles en Líbano buscando un objetivo
militar ¿qué problema tienen los halcones israelíes para asesinar a más civiles
en la búsqueda de un repliegue sin asumir la derrota? Es cruel e inmoral, pero
la guerra no se maneja con cuestiones morales sino con resultados militares.
La derrota militar de Israel en
Líbano, en términos estratégicos, significa un giro de 180 grados en su política
de "disuasión" hacia el mundo árabe practicada hasta ahora en Medio Oriente:
presentarse como una superpotencia invencible.
Líbano le está costando al Estado
militarista judío, el fin de un mito: la superioridad militar de Israel.
Y la conclusión en este marco también
es clara: esta derrota de Israel a manos de Hezbolá, despertó al mundo árabe y
le va a costar al Estado sionista judío, además de un conflicto generalizado
en Medio Oriente, una derrota estrepitosa de sus aspiraciones hegemónicas
como gendarme del Imperio norteamericano en la región.
Atención al eje: Irán, Siria,
Rusia, al que se agrega ahora la Venezuela petrolera y "rearmada" de Hugo
Chávez.
Ayer en el mundo árabe, en sus medios
y corrillos de inteligencia, se hacían la siguiente pregunta: si la
alianza judeo-norteamericana no pudo doblegar a Hezbolá, una guerrilla de 5 mil
efectivos ¿que le va a pasar si deciden entrar en Irán donde hay una fuerza
preparada y entrenada de 150.000 combatientes de guerra de guerrillas?
Todavía no hay mensuramiento
estratégico de la derrota israelí en Líbano, pero hay algo en claro: la
resistencia árabe le "perdió el respeto" a su poderío militar y esto va a
tener una incidencia inmediata en todo el contexto de Medio Oriente,
principalmente en Líbano, Irak y Palestina.
El mito del Israel que "disuadía"
con el poder de su fuerza militar convencional estalló en mil pedazos.
Y también quedó en claro una
situación emergente: EEUU, la sede del lobby judío que controla el mundo, va a
tener necesariamente que acudir en auxilio militar de su "hijo menor", no
ya en carácter encubierto como en Líbano, sino a cara descubierta.
Lo que garantiza, a corto y mediano
plazo un conflicto generalizado en Medio Oriente, con Israel y EEUU como centro
de una ofensiva generalizada de la resistencia árabe e islámica,
cuyo desenlace es imprevisible hasta para un mago.
Esta vez, y en términos sencillos,
Israel "metió la pata", a sus estrategas militares se les fue la mano con la
impunidad de la que venían gozando, fueron derrotados (a pesar de la masacre de
civiles) en el teatro de operaciones militares por Hezbolá, no pudieron
cumplir con el objetivo de máxima: destruir a Hezbolá y apoderarse de
Líbano, y ahora presionan una salida estratégica profundizando la matanza de
civiles.
De cualquier manera, y mirando en
perspectiva, el panorama para los halcones del Estado sionista israelí no
resulta nada positivo.
Está claro que la derrota israelí,
acompañada de su campaña genocida en Líbano, obligó tanto a los potencias como a
los gobiernos árabes que fueron cómplices de la masacre durante 18 días,
a movilizarse para condenar a la agresión judía en términos abiertos.
Está claro también que el silencio
mediático de la masacre impuesto por el lobby judío que controla las grandes
cadenas (y también los emporios locales de la comunicación) , fue
rebalsado por la dinámica de los acontecimientos y en sus portadas empieza a
asomar la "tragedia de Líbano".
Parar la "tragedia de Líbano"
(u otros conceptos parecidos) es la nueva estrategia embozada que ya se puede
apreciar en las editoriales y titulares de las grandes cadenas mediáticas en
sintonía con las necesidades del Estado judío vencido en el campo de batalla.
"Parar la tragedia de Líbano",
"parar el derramamiento de sangre", significa, en términos estratégicos
reales, parar a Hezbolá para que el ejercito judío invasor regrese a casa sin
asumir la derrota.
Esa es la estrategia comunicacional,
claramente visible, que empieza a observarse en la pantalla de las grandes
cadenas, con la CNN a la cabeza, y que también está orientada a presionar un
cese al fuego en los términos que favorezcan a la posición de Israel y EEUU.
Y con la reunión del Consejo de
Seguridad, mañana lunes, se inicia otra maniobra estratégica del Estado israelí
y del lobby judío de Washington, para revertir su situación de derrota en
Líbano, presionando la votación de un Plan C, de apuro, que seguramente,
y a la luz de los acontecimientos de masacre precipitados por la aviación judía,
las grandes potencias no van a poder soslayar.
Pero será, de suceder, una
"victoria" a lo Pirro:
Hezbolá ya advirtió el sábado, antes
de la masacre, que no va acatar un cese del fuego, y advirtió que va a
incrementar la potencia y los radios de ataque sobre las ciudades del norte de
Israel.
Como dicen los expertos, la verdadera
pesadilla para Israel, recién comienza.