Se cansaron de matar en Gaza.
No fueron parados ni condenados por
nadie: Ni por las potencias, ni por los gobiernos (salvo Cuba, Venezuela y
Bolivia), ni por la "opinión pública mundial", se cansaron de matar en
soledad.
Durante 22 días y 22 noches
ininterrumpidos se cansaron de mutilar y desangrar impunemente cuerpos de niños,
de mujeres y de hombres palestinos en el medio de una ciudad fantasma.
Se cansaron de apretar el gatillo, se
agotaron de tanto derramar sangre humana indefensa en medio de la nada, y nadie
los juzga. Para ellos, los genocidas del pueblo palestino, no hay
Corte Penal Internacional, no hay orden de captura, no hay condena mediática,
nadie los recuerda, como ellos sí recuerdan a los nazis.
Y hay una razón de fondo que lo
explica: No es rentable meterse con el dominador.
Gaza, ya es el símbolo más patético
del absurdo y sin sentido de un imperio sionista criminal que ejecutó
impunemente, y ante la total indiferencia del mundo, un ensayo militar de
"solución final" con el pueblo palestino que empalidece la versión
oficial del propio Holocausto judío.
Después de Gaza, ya no existe la
ciencia ficción. El aparato militar y la tecnología imperial pueden convertir en
puré cualquier cosa que se le ponga al paso, incluido cuerpos vivos de seres
humanos.
No hay límites: Ni la vida ni la
justicia ya tienen quien los defienda. La lógica y el sentido común fueron
devorados por el individualismo y la indiferencia mundial nivelados
planetariamente como "ideología única".
Para Israel y los judíos universales, después de la masacre militar, el mundo
sigue andando.
El secreto, es el "silencio": seguir la vida como si nada. La
dirigencia, la sociedad israelí y las comunidades judías del mundo siguen
la misma dinámica de las potencias y de la prensa imperial: Gaza nunca existió.
La matanza de miles de niños, mujeres
y hombres palestinos, la destrucción de un país empobrecido, martirizado y en
catástrofe humanitaria, fue solo una
anécdota.
Ni Israel ni los
judíos hacen autocrítica sobre las ruinas de Gaza.
Así como ocultaron o manipularon la
masacre de Gaza para restarle impacto internacional y neutralizar las condenas a
Israel, de la misma manera hoy intentan hacer desaparecer la
derrota
del Estado judío presentando los 1400 muertos, los casi 6.000
heridos, y la destrucción de Gaza, como un emergente de la "violencia" y
no de los bombardeos israelíes ejecutados durante 22 días consecutivos (Ver:
Cómo los medios y las
grandes cadenas ocultan la responsabilidad de Israel en la masacre de Gaza).
Decenas de miles de casas y edificios
fueron
convertidos en escombros, la casi totalidad de la infraestructura administrativa
de gobierno destruida, centenares de mezquitas pulverizadas, vidrios
estallados por todos lados, el comercio y la actividad económica paralizados,
negocios, escuelas, hospitales, destruidos o semidestruidos, con las huellas de
los misiles o de las bombas israelíes marcadas con identidad indeleble.
En la Franja de 360 km2 donde se
amontonan un millón y medio de palestinos dentro de un régimen de apartheid, sus
habitantes carecen de todo.
En Gaza, como coinciden en afirmar
observadores y corresponsales, hubo un Apocalipsis, pero el
Apocalipsis no vino de la ira de Dios sino de la ira del Estado judío.
Y una cifra ilustra la desproporción de la masacre: Durante toda la operación militar murieron 10 soldados israelíes,
tres civiles, y no fue destruido ningún tanque o máquina de matar israelí.
Para el día después, para el regreso
sin gloria de los exterminadores de Gaza, Israel y los judíos del mundo
eligieron el silencio.
Luego del cese el fuego, a fines de
enero, en la Franja de 360 km2 donde se
amontonan un millón y medio de palestinos dentro de un régimen de apartheid, sus
habitantes carecen de todo: Ya casi no hay luz por falta de combustible,
la poca comida que queda sólo se la encuentra en los raleados depósitos de la
ONU y de las organizaciones humanitarias que fueron blanco de las bombas
israelíes.
Luego de la masacre y del fracaso
de la operación Plomo Sólido, la estrategia
judía consistió en cambiar los bombardeos por el cerco y seguir estrangulando a la
Franja con el bloqueo fronterizo para obligar a Hamás a negociar una tregua
duradera y garantizar el fin de los disparos de cohetes contra territorio
israelí.
Algo así como cambiar el exterminio militar por la profundización del
exterminio económico-social.
Desde entonces, las fuerzas israelíes terrestres
de elite
realizaron un repliegue táctico Gaza y permanecen en la frontera esperando
una nueva orden de ingreso, mientras la fuerza aérea y la marina completan
el dispositivo de control sobre la Franja.
Como sostienen observadores y
corresponsales en el área, la Franja de Gaza, destruida y con sus fronteras
bloqueadas, se ha convertido más que nunca en un campo de concentración
de Israel que digita quién ingresa y quién no a la Franja de 360 Km2.
Paralelamente, el Estado judío, como
método para seguir aislando y deteriorando a Hamás, controla e impide
cuando quiere el ingreso de
ayuda humanitaria, a tal punto, que la propia Unión Europea ya solicitó
varias veces la apertura de los pasos fronterizos de Gaza y que se permita la entrada de alimentos,
medicinas y agua, para una población que ya se encuentra en el límite de su
supervivencia.
Israel perdió la guerra por
una razón sencilla: Después de asesinar y masacrar a civiles indefensos durante
22 días consecutivos, no consiguió los dos objetivos centrales de la operación
militar de exterminio: Descabezar a Hamás y terminar con los arsenales y cohetes
de la resistencia palestina.
La estrategia para ocultar la derrota
es el silencio.
Y la reinvención de las denuncias de "campañas antisemitas" en el mundo con
las que el aparato de inteligencia israelí intenta neutralizar las críticas y
las reacciones a la masacre y destrucción en Gaza.
En las presentes
condiciones, el Estado judío se ve ante dos alternativas: A) Si
continua con la masacre militar, su imagen se sigue
desmoronando y afronta el peligro de un bloqueo internacional,
B) Si se retira de Gaza, le concede una victoria abierta a
Hamás.
En este escenario, la
cúpula israelí eligió una tercera opción: Seguir matando,
continuar con la masacre por otras vías, reemplazando a los
bombardeos con el bloqueo a la supervivencia de la moribunda Gaza.
Mientras tanto, en el cementerio abierto de la Franja, descansan
los cuerpecitos despedazados y mutilados de más de 400
niños palestinos que nunca entendieron el sentido de la palabra
"terrorismo".
Y ahora el
Estado judío no solamente tiene un problema inconcluso con la resistencia
palestina, sino que además se le agrega otro: Explicarle al mundo que quiere
decir la palabra Holocausto.
Pero también siguen exentos de dar
esa explicación: El mundo entero los
protege con su
indiferencia.
O con su miedo.
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