La teoría (que cambió el ordenamiento
mundial) post 11-S empalideció y perdió vigencia con el alejamiento de Bush: Lo peor no es ser "terrorista", lo peor es ser "antisemita".
La lógica políticamente "correcta"
del enemigo número uno del sistema capitalista "civilizado y democrático" en la
década del setenta se estableció en la figura del "subversivo rojo"
emergente de la guerra contra el comunismo "ateo" de la Unión Soviética.
Esa lógica -tras los atentados del
11-S en EEUU- se trasladó a la figura del "terrorista islámico" emergente
de la guerra contra el terrorismo exportado desde las raíces musulmanas del "eje
del mal".
En la década del setenta el
ordenamiento doctrinario de combate fue la "guerra antisubversiva",
y en el 2000 la "guerra contraterrorista" marcó el accionar contra el
"nuevo enemigo" de la civilización occidental.
Chávez llegó en el 98 y W Bush llegó
en el 2000: Ambos fueron los protagonistas mediáticos centrales de la "guerra
contraterrorista", desde trincheras opuestas.
Chávez no era Chávez, sino el
"gran desestabilizador terrorista" del patio trasero latinoamericano, y Bush
no era Bush sino el "gran cruzado antiterrorista" del mundo
occidental capitalista ordenado desde la Casa Blanca, el Pentágono y Wall Street.
Cuando Chávez comenzó a ganar
elecciones, vino el fracasado golpe para derrocarlo y a su figura de "terrorista
desestabilizador" se le agregó una categoría adicional: Dictador petrolero.
Resumido: Chávez utilizaba tácticas
"terroristas" de desestabilización para imponer con el poder del petróleo un
proyecto hegemónico de poder dictatorial en América Latina. Una tesis que
iluminó los mejores editoriales de las agencias, diarios y cadenas televisivas
imperialistas durante más de un lustro.
Se fue Bush, queda Chávez, y está
latente la posibilidad de que pueda ser reelegido en forma indefinida.
Se fue Bush, queda Chávez, pero algo
pasó en el medio: Chávez ya no es "terrorista-desestabilizador-dictador", ahora
es "antisemita" con la categoría agregada de "judeo-fóbico" anti-Israel.
Ahora Chávez ya no le vende fusiles a
las FARC ni desestabiliza la región con prácticas "terroristas" para acumular
poder, hace algo peor: Ataca sinagogas y alienta campañas antijudías,
según la versión de Washington y Tel Aviv.
Según el Departamento de Estado y el
diario The Washington Post, Chávez, tras la partida de Bush utiliza a los
judíos como el "nuevo enemigo". Y su modus operandi político ha pasado de
la "conspiración terrorista" a la "conspiración antijudía".
Y lo peor: Estas operaciones las
ejercita como estrategia para conservar el poder en la era post-Bush.
"Hay un asalto a la comunidad
judía de Venezuela, que parece haber reemplazado a George W. Bush como su
contraste favorito", señaló el Post en un editorial.
"Después de la ofensiva militar
contra la Franja de Gaza del mes pasado, el caudillo expulsó al embajador
israelí y describió las acciones en Gaza como un genocidio", señaló el
diario, agregando que Chávez reclamó a la comunidad judía de su país que se
pronunciase "contra esta barbaridad"".
Según el Post, los medios de comunicación afines al gobierno se sumaron
"rápidamente y a coro" a una "campaña antisemita".
El diario estadounidense destaca que un periodista televisivo oficialista
criticó a dos dirigentes estudiantiles opositores "por tener apellidos
judíos", mientras que un "sitio de internet chavista" (Aporrea) pedía
"enfrentar a cada judío" que encuentren los venezolanos y boicotear los
comercios de esta colectividad.
La editorial del Post hizo
escuela: El conjunto de la prensa imperial europea y estadounidense hizo
causa y bandera común con la editorial del diario estadounidense, a la que
también se sumaron diarios españoles y latinos como El País y El Mundo
de España, y el Nuevo Herald, tradicional bastión gusano de Miami.
En resumen: Chávez ya se graduó
oficialmente como el líder del "antisemitismo" en América Latina.
El Departamento de Estado, ahora en
las manos del "demócrata" Barack Obama, ya bajó la "nueva línea": EE UU criticó
en la Organización de Estados Americanos (OEA) a Venezuela por el ataque a
una sinagoga en Caracas, señalando que es una "desafortunada advertencia de lo
que puede pasar en un ambiente altamente politizado en el que se permite que
fermente la intolerancia".
"Nos sigue preocupando cualquier
tipo de actividad antisemita en Venezuela o en cualquier otro lugar del
mundo", señaló el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Robert Wood.
Se fue Bush, llegó Obama, y con el
pase de comando la "guerra contraterrorista" (aunque vigente en todas su
líneas
como estrategia de control militar y de conquista de mercados) perdió algo de
brillo y de espectacularidad.
¿Un nuevo capitulo de la guerra
Washington-Chávez en América Latina?
Seguramente que sí, pero con una
diferencia: Esta vez el presidente venezolano no se enfrenta a "Mister Danger"
Bush, sino a Obama, una pieza computarizada del proyecto de redefinición del
poder sionista a escala global que tiene como cancerberos tácticos a Hillary Clinton y a Rahm Emanuel, operadores de primera línea del "Gran Israel"
en el control de la Casa Blanca.
En otras palabras, Chávez, con su
dinámica contrainformativa de denuncia del holocausto palestino perpetrado por
Israel, ya cerró un ciclo y abrió
otro frente extremadamente peligroso de guerra contra Washington: Ya
no pelea contra la gerencia imperial de Bush, sino contra el lobby sionista
que depositó su continuidad por otras vías en la figura de Obama.
Pero Obama no es Bush, y el Imperio
necesita frenar la escalada de críticas y de rechazo internacional contra Israel
por la masacre de palestinos en Gaza. Y el "antisemitismo" surge como
la estrategia más funcional para criminalizar las criticas y las
protestas contra el genocidio militar israelí en Gaza.
Y el silencio cómplice de los
gobiernos, de los periodistas y de los intelectuales del sistema frente al
exterminio militar de civiles en Gaza, está indicando que la palabra
"antisemitismo" produce tanto o más miedo que la palabra "terrorismo".
Lo cual no deja de tentar y de
seducir a los estrategas del control político y social para instituir la "guerra
contra el anitisemitismo" en sustitución de la "guerra contra el terrorismo".
O sea, sustituir gradualmente
los ataques explosivos de Al Qaeda por los ataques con pintadas antijudías a
sinagogas como sucedió en Venezuela.
¿Una tesis demasiada conspirativa?
Para nada, en Venezuela (además de la
Argentina) ya se la está practicando. A full.
Y está comprobado: La calificación de
"antisemita" genera más terror y bocas cerradas que la calificación de
"terrorista".
La complicidad social y
política con Israel y el sistema sionista se nutre del miedo.
Y los controladores de cerebro
colectivo lo saben.