"En el siglo 21 prosperarán aquellas compañías y empresarios que tengan la
suficiente visión para adaptar sus ofertas a las necesidades de los
consumidores de bajos ingresos", dijo al comentar el informe del Banco
Mundial a la BBC.
El "banco para los pobres"
En 1944 las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial crearon en Bretton
Woods nuevas instituciones económicas para reordenar un sistema capitalista en
profunda crisis desde la Gran Depresión de los años 30 y agravado entonces por
el conflicto bélico.
De esos acuerdos para reordenar y reciclar el sistema capitalista nacieron el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
El Banco Mundial se constituyó formalmente como una organización para financiar
la reconstrucción económica posterior a la guerra y se convirtió rápidamente en
un importante prestamista para los países en desarrollo.
Hasta 1990 el Banco Mundial no declaró que la "reducción de la pobreza"
es uno de sus objetivos prioritarios.
Tanto el FMI como el Banco Mundial comparten el mismo objetivo: un modelo
basado en el "libre comercio", búsqueda de la mayor rentabilidad sin
restricciones, y la preferencia del negocio de la empresa privada sobre el
sector público.
Curiosamente, estas dos entidades representantes de las finanzas globales y de las
transnacionales capitalistas, son presentadas como una solución global a la
pobreza en el mundo.
Tanto el Banco Mundial como el FMI (su hermano complementario) están
controlados exclusivamente por los países ricos del Norte, impulsores y
beneficiarios del sistema de explotación capitalista impuesto como norma
aceptada y universal.
De esta manera, los 24 países de la OCDE controlan más de las dos terceras
partes de los votos del BM. Sólo los EEUU controlan el 19'6% de la capacidad
de decisión de la institución.
El Banco Mundial tiene como objetivo principal la concesión de créditos a los
gobiernos y se convierte de esta manera en fuente de financiación para el
desarrollo de los países empobrecidos.
Pero para conseguir acceso a los créditos del Banco Mundial, un país debe
comprometerse a seguir políticas económicas diseñadas por el FMI: programas de
estabilización y de ajuste estructural socialmente muy traumáticos, que colocan
al "libre mercado" y a la rentabilidad empresarial por encima de las
personas, y sólo benefician prioritariamente a las grandes empresas y
bancos transnacionales.
Los créditos del Banco Mundial son casi la única fuente de ingresos para los
programas sociales de ayuda de los países más pobres.
Pero el hecho de que estos países se vean obligados a seguir las reglas de libre
mercado y de rentabilidad capitalista impuesta por el FMI y el BM, les
obliga luego a recortar sus programas sociales para pagar la enorme deuda que
contraen con el BM y la instituciones crediticias internacionales.
El informe Meltzer, en febrero de 2000, realizado por una comisión internacional
de asesoramiento para las instituciones financieras internacionales, detectó y reveló que el 80% de los recursos del Banco Mundial no se
destinaban a los países más pobres, sino a los países en desarrollo con mayor
potencial de inversiones y rentabilidad garantizada.
En este escenario, no sorprende que el Banco Mundial haya sido el autor de un
informe para reciclar, con nuevos métodos gerenciales, el negocio con la pobreza
en el mundo.