Este tipo de amenazas incrementó el requerimiento de los medios
para que se apruebe una ley federal que proteja la
confidencialidad de sus fuentes.
Otro aspecto que también preocupa a la prensa estadounidense es
"la creciente práctica de etiquetar documentos públicos como
secretos o clasificados, por la cual funcionarios del
Gobierno que cooperan con la prensa están siendo investigados",
según recalcó Perez.
"Secretismo" y "buenas noticias"
A mitad de marzo de 2005, más de 50
organizaciones periodísticas de EEUU se sumaron a la "Semana de la Luz", una
campaña cuyo objetivo era luchar contra el "secretismo informativo" de la
administración republicana de George W. Bush.
Esos mismos periodistas y
organizaciones también denunciaron que la Casa Blanca utiliza fondos públicos
para producir ”noticias” falsas o manipuladas, y distribuirlas entre los
medios de comunicación, a pesar de las crecientes críticas de organizaciones de
defensa de la libertad de prensa.
Periodistas, activistas y expertos se
rebelaron contra lo que consideraban la "propagación encubierta de
propaganda" por parte de agencias gubernamentales o de usinas privadas que
pasan por "medios independientes". En febrero de 2005, un escándalo promovido
por un falso reportero excesivamente "condescendiente" con el presidente puso al
descubierto un sistema de corrupción imperante en la Casa Blanca, donde
periodistas y medios son sobornados para favorecer a las políticas de Bush.
A esa metodología desinformativa se
suma el retaceo de acceso a la información a los medios y periodistas que
no integran la troyka de divulgadores de "noticias oficiales" rentados de la
Casa Blanca.
"El secretismo que ha rodeado a los
prisioneros de Guantánamo -base militar estadounidense en Cuba- y los problemas
para documentar los abusos en Abu Graib -prisión en Irak-" ejemplifican, según
Theresa Medoff, presidenta de la Asociación de la Prensa de Delaware, los
nuevos tiempos que corren.
Medoff ha explicado que la política
de acceso informativo de EEUU sufrió un lamentable giro tras los atentados del
11 de septiembre de 2001.
"Antes del 11-S, la información
gubernamental era accesible, a menos que existiese un buen motivo para
mantenerla en secreto", apuntó Medoff, a lo que añadió que "ahora la
información gubernamental es secreta, a menos que se demuestre lo
contrario".