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La sangre facturada en números capitalistas

El "loco" Bush y el negocio de las "guerras simultáneas"

 
 

(IAR-Noticias)  13-Febrero-07

El carácter "mesiánico" de las "guerras de Bush" no hay que buscarlo en los sótanos de la psiquiatría,  sino en los sótanos del lobby judío de Wall Street (el "poder real" del capitalismo norteamericano) que se vale de Bush para seguir concentrando ganancia y propiedad privada con las políticas conquistadoras del Pentágono.

Por Manuel Freytas (*)

El "loco" Bush

Las andanzas de Bush en el terreno de la "guerra contraterrorista" sigue alimentando su leyenda psiquiátrica de "loco de atar" que le tejieron los que se concentran en su presunta "discapacidad mental" o en su "locura mesiánica", sin ver ni analizar los intereses de la trama del sistema de poder capitalista que se mueve detrás y se beneficia de sus invasiones.

Y está claro que al sistema sionista capitalista, que hace lucrativos negocios con la "guerra contraterrorista" de Bush, le conviene que la mayoría piense que todas las guerras y las calamidades de la humanidad -incluidas las catástrofes naturales- suceden porque Bush es el presidente de EEUU.

Y está claro también, que la leyenda del Bush  "fundamentalista religioso" sirve para proteger la trama de corporaciones (armamentistas, petroleras, financieras, tecnológicas y de servicios) que controlan el negocio de las "guerras contraterroristas" de Bush, y que lo seguirá controlando con cualquier otro que se siente en el sillón de la Casa Blanca.

Bush, de 61 años, acusado de "fundamentalismo religioso" por los intelectuales y analistas ignorantes, es el presidente de EEUU, la nación imperial más poderosa del sistema capitalista, cuya función no pasa por difundir la Biblia, sino por conquistar países para apoderarse de sus sistemas económico productivos y recursos naturales, y proyectarse cada vez más en el plano del control militar estratégico del planeta.

Las acciones militares criminales y conquistadoras de Bush no responden al "fundamentalismo religioso" sino a la voluntad y los intereses de los consorcios económicos (bancos, empresas, armamentistas y petroleras) que llegan detrás de los tanques, misiles y aviones, para apoderarse del petróleo y de los recursos naturales, y concretar fabulosos negocios con la "reconstrucción" de los países destruidos militarmente.

El carácter "mesiánico" de las "guerras de Bush" no hay que buscarlo en los sótanos de la psiquiatría,  sino en los sótanos del lobby judío de Wall Street (el "poder real" del capitalismo norteamericano) que se vale de Bush para seguir concentrando ganancia y propiedad privada con las políticas conquistadoras del Pentágono.

Se trata de un súper-negocio fabuloso (la sangre de la guerra negociada en números capitalistas) donde Bush, el "loco", el "religioso fundamentalista", es apenas la frutilla de la torta.

El negocio de las "guerras simultáneas"

Con las llamadas "guerras preventivas" iniciadas por los halcones tras el 11-S,  no solamente se conquista militarmente sino que también se abren nuevos ciclos de expansión y ganancia capitalista en los nuevos mercados sometidos con el argumento de la "guerra contraterrorista".

Los ataques y "guerras preventivas" agendadas para lo que resta de la gestión de Bush (Irán, Siria, en primer lugar), además de sus objetivos geopolíticos-militares, buscan que la "integración del negocio bélico" alcance cada vez a más consorcios privados y que las "guerras futuras" se conviertan en una empresa privada financiada por el Estado imperial norteamericano.

La conquista militar, a su vez, es la llave de entrada para un descomunal negocio capitalista "multifuncional y diversificado", donde el Imperio (a través de la "reconstrucción" de lo destruido) moviliza una maquinaria de ganancia financiera, se apodera de  recursos naturales (principalmente petróleo), vende armas, tecnología, servicios, y modela hábitos consumistas entre las clases ricas (altas y medias altas) cómplices de la invasión.

En su planificación de "guerras futuras" (también llamadas "guerras simultáneas") el Pentágono estudia extender el negocio a más áreas de la ocupación militar, y las corporaciones del Complejo Militar Industrial (armamentistas, petroleras y de  servicios) ya han comenzado a intercambiar información orientada a fusionar sus servicios en rubros determinados, a fin de competir con mayor posibilidad en el logro de próximos contratos.

En esa orientación, la leyenda de "loco de atar" de Bush se siguió alimentado, el martes pasado, cuando solicitó al Congreso  700.000 millones de dólares en gastos de defensa y seguridad, de los 2,9 billones de dólares que conforman el presupuesto federal de EEUU.
A su vez, y con el nuevo gasto militar pedido por Bush (equivalente al 24% del presupuesto federal), EEUU concentraría más del 60% del gasto militar total del planeta estimado en más de un billón de dólares.

¿Pero quién se beneficia de este negocio multimillonario de la guerra, que de terminarse haría colapsar a la economía capitalista?

La carrera armamentista nuclear, convencional y espacial (cuyo presupuesto hoy supera el billón de dólares) tuvo su punto de partida en Hiroshima y Nagasaki, y tiene en las armamentistas que contratan con el Pentágona a sus estrellas más fulgurantes.

Los estallidos de Hiroshima y Nagasaki más que por razones militares estratégicas fueron impulsados por los intereses comerciales de las multinacionales del Complejo Militar Industrial norteamericano, en especial las armamentistas, que cuentan con un lobby militar permanente en la Casa Blanca.

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki no fueron arrojadas para "evitar más muertes" ni para precipitar la "rendición" del Japón: fueron lanzadas para iniciar la carrera armamentista (y consecuentemente el incremento sideral de la tasa de ganancias de las corporaciones del Complejo Militar Industrial que financiaron el proyecto de bombardeo).

El genocidio aterrador de Hiroshima y Nagasaki le sirvió a los bancos y corporaciones capitalistas (amparados por el Estado Nacional norteamericano) para financiar y lucrar con  la carrera armamentista y la carrera espacial debajo de los acuerdos de "coexistencia pacífica" con la URSS que mantenía al poder nuclear solo como efecto "disuasivo".

La era "contraterrorista"

Tras el fin de la "guerra fría" con la URSS, el marco de la "guerra contraterrorista" de Bush tras el 11-S siguió alimentando la "industria de la guerra" (convencional y nuclear) cuyo presupuesto mundial hoy supera el billón de dólares.

Exceptuando Rusia y China, actualmente, EEUU matemáticamente supera por 9 a 1 en poder nuclear-militar  a todas la potencias capitalistas juntas del planeta y su capacidad de despliegue de tropas y de armamento convencional rozan los mismos porcentajes, mientras los números del negocio armamentista salen del presupuesto militar de EEUU.

En su último informe Project on Government Oversight (POGO, Proyecto de Supervisión Gubernamental), un grupo con sede en Washington que vigila el gasto militar, señaló que, entre enero de 1997 y mayo de 2004, sólo 20 grandes proveedores recibieron más del 40 por ciento de los contratos armamentistas del gobierno federal estadounidense.

Según "Executive Excess 2006" ("Exceso ejecutivo 2006"), un informe elaborado por el Instituto para los Estudios Políticos, de Washington, los 34 principales directores de estas empresas sumaron una ganancia de casi 1.000 millones de dólares tras la "guerra contraterrorista" desatada después de los atentados del 11-S que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington.

A nivel empresarial -según el informe Project on Government Oversight- entre los consorcios que se benefician en primer lugar de este multimillonario negocio se cuentan Lockheed Martin, la gigante aeroespacial Boeing, Northrop Grumman, contratista de la Fuerza Aérea, Raytheon, y General Dynamics.

Northrop Grumman también juega en grande en el área de buques de combate, pues son de su propiedad los astilleros de Newport News, en Virginia y Pascagoula, en Mississippi.
Los tres consorcios también obtienen fabulosas ganancias del proyecto de Bush para colonizar la Luna y enviar una misión tripulada a Marte, que conforman la base de la nueva carrera armamentista en el espacio.

Boeing y Lockheed Martin son las tres mejor posicionadas en el campo nuclear-espacial debido a los fabulosos contratos relacionados a lanzamientos espaciales, así como con el área de satélites y misiles, manteniendo ambos consorcios una sociedad para operar la Alianza Unida del Espacio (United Space Alliance), empresa conjunta a cargo del lanzamiento de los transbordadores espaciales.

Según un informe de la Fundación Legal de los Estados Occidentales, organización dedicada al desarme; EEUU cuenta con 10.000 armas nucleares tácticas, invirtiendo 40.000 millones de dólares al año en su arsenal nuclear y en el desarrollo de nuevos sistemas de destrucción, que van a las arcas de las multinacionales de la guerra nucleadas  en Complejo Militar Industrial norteamericano.

El consorcio Boeing fabrica el equipo de ataque directo conjunto (JDAM, por sus siglas en inglés), herramienta que puede convertir bombas "estúpidas" en "inteligentes". El JDAM se utilizó en tan grandes cantidades en las guerras de Irak y Afganistán que la compañía tuvo que activar turnos duplicados de fabricación para cumplir con la demanda de la fuerza aérea.

Las tres grandes corporaciones armamentistas (Lockheed Martin, Boeing, y Northrop Grumman) tienen conexiones con otras numerosas fuentes de contratación federal para todo, desde seguridad aeroportuaria hasta vigilancia doméstica, en nombre de lo que hoy la Casa Blanca nombra GWOT (Global War on Terrorism), guerra global contra el terrorismo.

En este negocio, y no en los salmos de la Biblia, hay que bucear el destino de los 700.000 millones de dólares para gastos militares y de seguridad, que el "loco" Bush acaba de solicitarle al Congreso.

                             ******

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica.

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