En cada uno de los países donde hoy la izquierda, minoritaria y soliviantada,
hace fe movilizadora del "anti-Bush militante", funciona regularmente, y
ya sin ninguna oposición, una "sucursal" estructurada y organizada (leáse
gerencia de enclave) del Imperio capitalista imperialista que,
eventualmente, preside Bush.
Esos grupos económicos superconcentrados y diversificados, que controlan en
su totalidad el comercio exterior y el sector económico productivo de
todos los países de América Latina, componen la columna vertebral económica del
sistema capitalista explotador representado (y protegido) en América Latina por
la bandera de 50 estrellas del Imperio de Bush.
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George W. Bush y
su esposa llegan a San Pablo |
Detrás del demonizado George W. Bush (y disfrutando del "anti-Bush
militante") se esconden, entre otras, American Express, AT & T,
Boeing Co , Caterpillar, Citigroup, Coca Cola, Dupont, Exxon
Mobil, General Electric, General Motors, Hewlett Packard, Home Depot,
Honeywell, IBM, Intel Corporation, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase,
McDonalds, Merck & Co, Microsoft, Pfizer Inc, Procter & Gamble,
United Technologies, Verizon, Wal-Mart Stores, y Walt Disney.
Se trata de las mismas corporaciones imperialistas, bancos, financieras y
petroleras que "hacen grande" al índice Dow Jones de Wall Street, y concentran
activos empresariales y multimillonarias ganancias, tanto en Brasil, como en
Venezuela, Argentina, México, Colombia y el resto de las 34 gerencias de enclave
en el continente.
Esas megaempresas (como todo el conjunto) del Imperio que representa Bush
cosechan multimillonarias ganancias y activos empresariales valiéndose de la
ausencia significativa de huelgas generales y de resistencia popular, por
parte de los gremios y de la izquierda, que hace del "anti-Bush" su causa
militante y "revolucionaria".
La "buena marcha" de los negocios del capitalismo transnacional protegido por
el Imperio de Bush, también ha derramado dólares por miles de millones en
América Latina.
El mexicano Carlos Slim ha logrado casi duplicar su fortuna en un año
y situarla en 13.900 millones de dólares, con lo que ha escalado al puesto 17
entre los riquísimos del mundo, a los que también pertenecen los brasileños
Josep y Moise Safra (4.700 millones) y el empresario de la Venezuela
"revolucionaria" de Chávez) Gustavo Cisneros (4.600 millones).
En las antípodas de tanta fiesta capitalista en América Latina, está la
realidad de los 210 millones de pobres y de más de 90 millones de indigentes que
viven en condiciones de extrema pobreza y arroja por el suelo la famosa teoría
del "derrame" capitalista, según la cual cuando la economía crece los beneficios
se "derraman" entre las clases más necesitadas.
Y hay que resaltar un detalle: Mientras la izquierda y las
"organizaciones populares" se desgañitan en las calles gritando contra la
presencia de Bush, estas corporaciones (la estructura económica del saqueo
capitalista que desangra y empobrece a América Latina y que subsiste con todas
las administraciones norteamericanas), operan normalmente, y durante las 24
horas, sin que nadie les haga manifestaciones en contra ni reclamos sociales.
Los analistas del sistema atribuyen esta "fiesta del crecimiento
capitalista" a la ausencia de conflictos sindicales, al funcionamiento pleno
de las democracias con elecciones periódicas, al alto precio de las materias
primas y del petróleo, y a una mayor demanda interna por efecto del crecimiento
económico (concentración desmesurada de ganancias y activos empresariales a
escala regional).
Y hay que recordar otro detalle: En la década del
setenta, cuando llegaba un presidente de EEUU a cualquier país de la región, la
izquierda (por entonces combativa) y los movimientos nacionales
antiimperialistas, no se concentraban en su figura, sino en los bancos y
empresas capitalistas (los intereses reales del Imperio) que eran sometidos
a todo tipo de ataques y atentados.
Hoy solo pequeños grupos (resabios de aquella izquierda combativa) siguen con
esta metodología, al margen de la protección financiera de los "gobiernos
progresistas", detrás de los cuales se encarama la nueva izquierda
político-electoral asimilada al sistema y despojada de todo contenido
revolucionario.
Y hay una explicación a este fenómeno: La izquierda político-electoralista ya
no pelea contra el sistema capitalista y sus corporaciones (el corazón de la
concentración de riqueza generadora de injusticia social) sino que pelea
contra Bush y la "derecha" del Imperio.
Es más, la mayoría de sus ideólogos están convencidos de que si "terminan
con Bush", van a terminar con la guerras y la injusticia social en el mundo.
Mientras tanto, y cuando pueden, cosechan cargos electorales, y organizan
foros y actos "anti-Bush" desde ONG financiadas por las transnacionales del
Imperio de Bush.
Las gerencias ocultas
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La Venezuela de Chávez : Primer socio
comercial de EEUU |
Curiosamente, los principales impulsores de las manifestaciones "anti-Bush",
que adornan la visita del presidente imperial a América Latina, son los
gobiernos "progresistas" y "populistas", como el de Chávez y el de Kirchner, que
albergan en sus países, y sin ningún cuestionamiento, a la estructura del
saqueo capitalista imperial representada (y protegida) por el Imperio
administrado por Bush.
Los recursos naturales y los sistemas económicos productivos de Argentina y
Venezuela están controlados por la misma estructura de saqueo capitalista
(bancos, corporaciones y petroleras) que se acogen bajo la bandera y la embajada
del Imperio estadounidense en todos los países de la región.
Está estadísticamente probado (cualquiera lo puede verificar investigando)
que las administraciones de los Estados de América Latina, más allá del discurso
de izquierda o de derecha de sus presidentes, no tienen poder real de
decisión sobre sus medios de producción y recursos naturales que se
encuentran en manos de corporaciones (las "cámaras") que hegemonizan las reglas
y el funcionamiento de sus economías.
Luego de las dictaduras setentistas, Washington sustituyó el
gerenciamiento militar del dominio por el gerenciamiento civil del
mismo, sin alterar para nada el proceso de control económico por medio del cual
los bancos y empresas transnacionales continuaron transfiriendo recursos y
ganancias a EEUU y a las metrópolis capitalistas.
En ese contexto, desde hace más de veinte años la estrategia de dominio de
Washington y del Departamento de Estado en América Latina consiste en impulsar
los regímenes y gobiernos electos en las urnas, más allá de que asuman o ganen
elecciones con discursos de "izquierda", "progresistas" o "neoliberales".
Cuando el sistema capitalista trasnacional con EEUU a la cabeza (mediante la
introducción del "libre mercado" y las privatizaciones de empresas
estatales en la década del 90) convirtió a los "estados nacionales" de América
Latina en "estados trasnacionales" con sus economías en manos del capital
privado, se revirtió la funcionalidad y la misión de la herramienta "estado" en
los países dependientes de la región.
En ese nuevo escenario de poder geopolítico-estratégico, legitimado por
gobiernos satélites elegidos en elecciones populares, Washington consolidó
su dominio regional en un teatro latinoamericano sin lucha armada, sin
estallidos revolucionarios, sin huelgas y con las organizaciones populares y de
izquierda participando como "opción de gobierno" en los países dependientes.
Quien se tome el trabajo de investigar comparativamente a las economías de
Argentina y Venezuela, va a llegar a la inevitable conclusión de que sus
comercios internos y externos, y sus sistemas económico-productivos están
controlados (en su mayor parte) por las mismas corporaciones que cotizan
acciones en el Wall Street del Imperio de Bush.
Esto no impide que Chávez (socio de Kirchner en la petrolera Enarsa) se
convierta este jueves en orador central y "líder conductor" del principal
acto organizado en la Argentina contra la visita del presidente imperial.
Es más, los cuatro lobbys mediáticos de Argentina (con el Grupo Clarín a la
cabeza) que concentran toda la torta publicitaria de las trasnacionales del
Imperio de Bush, van a trasmitir "directo" el acto "revolucionario" de
Chávez.
Se repite, en escala compulsiva, lo que sucedió en noviembre de 2005, durante
la cumbre de presidentes latinoamericanos en Mar del Plata, cuando Chávez, el
primer socio comercial de EEUU en la región, se convirtió en el líder
parlante de la resistencia al ALCA ( asociación de libre comercio) impulsado por
Bush y Washington.
Un verdadero carnaval de la esquizofrenia alienante "por izquierda", que
vuelve a repetirse con el nuevo viaje del "monstruo" a sus gerencias de enclave.