(IAR-Noticias) 06-Julio-07
El temor a los
"cuervos negros", comandos formados por oficiales israelíes y norteamericanos,
especializados en secuestros, torturas y "asesinatos selectivos", se expande
entre la población iraquí de origen suní que viene siendo la víctima
mayoritaria de una masacre programada como nunca se había visto en Irak. Las
denuncias de la complicidad de los sectores del poder chiíta que controlan el
gobierno iraquí con estos asesinatos, se multiplican, así como los cuerpos
mutilados y torturados que aparecen todos los días en distintos
barrios de Bagdad. A esta masacre selectiva y programada, que funciona durante
las 24 horas, Bush, la Casa Blanca, los gobiernos europeos y
la prensa internacional denominan "guerra sectaria".
Informe especial
S egún fuentes
oficiales citadas por la cadena BBC este jueves, el número de
cadáveres sin identificar hallados en las calles de Bagdad
se ha incrementado desde principios de año a pesar de la
presencia extra de miles de soldados ocupantes estadounidenses
en la capital de Irak.
La policía iraquí denomina "cadáveres
sin identificar"
a los cuerpos que aparecen
todos los días en distintos barrios de Bagdad mutilados o con signos de haber
sido torturados y lastimados antes de ser asesinados, presentando la mayoría
las manos atadas a la espalda.
Según fuentes policiales iraquíes, 540 cuerpos aparecieron en junio en toda
el área de la capital iraquí, y esto curre -según la BBC- a pesar de que la
reducción de los "asesinatos sectarios" era uno de los objetivos principales del
llamado "plan de seguridad" iniciado en febrero por EEUU y las fuerzas
colaboracionistas iraquíes.
A mediados de 2006, la cifra de
cadáveres aparecidos promediaba los 1.000 por mes.
A pesar de este "reforzamiento
militar", el número de cadáveres ha vuelto a crecer en los dos últimos meses
hasta llegar a un promedio de unos 20 al día en junio, señala la BBC citando
fuentes de la policía.
En tanto información recogida por
distintas agencias señalan que más del 80 por ciento de los
cadáveres amontonados en la morgue central de Bagdadl presentan disparos en la cabeza
y tienen heridas y quemaduras que denotan haber sido torturados y/o
lastimados antes de morir.
Las autoridades aseguran que se trata
de "venganzas" entre milicias chiíes y suníes, sin embargo la resistencia
suní y
personalidades religiosas, así como la delegación local de la ONU, sostienen que se
trata de escuadrones de la muerte que salen del ministerio del Interior
iraquí controlado por los chiíes.
Además también, medios y analistas árabes
atribuyen estos ataques a escuadrones de la muerte infiltrados (o
mimetizados) dentro de los cuerpos de seguridad manejados por el ministerio
del Interior iraquí, cuya operatividad esta controlada por las formaciones
confesionales chiíes de al-Dawa y del Consejo Supremo de la Revolución
Islámica en Irak.
En declaraciones a la agencia Associated Press, John Pace, quien renunció
a su puesto de director de la Oficina de Derechos Humanos de la misión de la
ONU en Irak, denunció que las ejecuciones extrajudiciales y torturas aumentan
vertiginosamente en el país ocupado por las fuerzas norteamericanas.
Señaló
específicamente como responsables a las
"milicias extremistas" chiítas que operan dentro de las filas del ministerio del
Interior, llamadas
los "cuervos negros" por el color de sus uniformes.
Los empleados de las morgues
judiciales reciben amenazas tanto de las milicias respaldadas por el gobierno
como de los rebeldes y sus organizaciones para que no investiguen las muertes
como es debido, dijo el ex funcionario de la ONU.
La situación se agrava debido a que
"milicias extremistas" chiítas operan dentro de las filas del ministerio del
Interior, dijo Pace a la AP, señalando a las brigadas especiales
chiítas enclavadas
en los servicios de seguridad y las fuerzas armadas del país.
Los suníes, que constituyen una
minoría en el país pero controlaron Irak durante la mayor parte del siglo XX
hasta el derrocamiento de Saddam Hussein, han denunciado que el funcionamiento de
asesinatos y torturas contra su comunidad cuenta con la tácita
aprobación de la alianza de chiíes y kurdos en el gobierno aliado de EEUU.
También desde fuentes de la
resistencia iraquí se alertó de una estrategia comunicacional para hacer pasar
esos asesinatos en masa de sunies como si fueran producto de una guerra
religiosa, cuando en realidad forman parte de un plan político de represión y
exterminio.
A esta masacre selectiva y programada, que funciona durante
las 24 horas, Bush, la Casa Blanca, los gobiernos europeos y
la prensa internacional denominan "guerra sectaria".
En tanto, la Comisión de Ulema
Musulmanes (CUM), máxima autoridad sunita de Irak, acusó el año pasado a las tropas de EEUU de "conspirar" para provocar un conflicto sectario entre
los sunitas y los chiitas iraquíes.
El portavoz de la CUM, también culpó a las fuerzas Al Maghauir, un
cuerpo de élite del ministerio de Interior, controlado por los chiitas,
de estar detrás de la ola de asesinatos y ataques sectarios que en la última
semana causaron más de 350 muertos, según fuentes del Gobierno.
"Está claro que los cuervos negros del ministerio de Interior están
implicados en una conspiración para eliminar a los suníes de Bagdad y allanar
el camino para la formación de un Gobierno pro estadounidense", dijo Al Kubeisi
en alusión a los integrantes de Maghauir, famosos por su uniforme negro.
La denuncia del portavoz del Ulema
coincidió con las de decenas de testigos que, la semana pasada, durante la
destrucción de mezquitas suníes, daban cuenta a las agencias y corresponsales de
la presencia de hombres vestidos de negro y encapuchados que se desplazaban por
las periferias de Bagdad secuestrando personas.
Las propias agencias internacionales,
Reuters, Europa Press, Associated Press, EFE, etc,
vienen confirmando desde el año pasado la aparición diaria de decenas de cadáveres de personas que habían sido
torturadas antes de ser ejecutadas.
La escalada de asesinatos y torturas
se inició tras el atentado a una emblemática mezquita chií de Samarra, el 22 de
febrero de este año, que luego desató una persecución encarnizada de
ciudadanos de origen suní por parte de grupos especiales que actúan con
total impunidad en los barrios de la capital, contando con zonas liberadas por
la policía y el ejército colaboracionista iraquí.
El modus operandi de los asesinatos
(ejecuciones) que se vienen produciendo hasta el presente recrea
la cacería y los secuestros de suníes desatada casi simultánea al estallido de los explosivos que destruyó parcialmente
la Mezquita Dorada, símbolo de los chiíes en Samarra, el 22 de febrero
de 2006.
Luego del atentado a la mezquita,
grupos operativos (escuadrones de la muerte) se camuflaron en las manifestaciones furiosas de chiíes movilizados
por los clérigos aliados de EEUU que integran la mayoría del gobierno iraquí
colaborador de EEUU.
Con vinculaciones directas con Irán
estos escuadrones, reclutados entre las milicias armadas chiíes y entrenados por
oficiales norteamericanos e israelíes, mantienen un conflicto armado de
vieja data con la resistencia de origen suní conformada por ex integrantes del
partido Baas y los cuerpos de seguridad del ex régimen de Saddam Hussein.
Esos cuerpos irregulares, comandos
especiales, también llamados "torpedos", fueron creados con la misión precisa de buscar y
exterminar "selectivamente" a los jefes, líderes y cuadros militantes de la
resistencia suní y el partido Baas, mediante operaciones clandestinas que
recrean tácticas operativas empleadas por el ejército israelí en Palestina y
Medio Oriente.
La imbricación con la CIA, el Mossad
y la inteligencia británica, de estos grupos es directa, y sus vínculos
provienen de la época de la resistencia iraquí en el exilio, cuando el
Consejo Supremo de la Revolución Islámica y otras organizaciones
confesionales chiíes operaban conjuntamente con la inteligencia judeo-norteamericana
para derrocar o asesinar a Saddam Hussein.
Su accionar está posibilitado por la
complicidad de la prensa internacional que presenta indiscriminadamente la
masacre programada como una "guerra civil", o una "guerra sectaria", sin
precisar quién es la víctima y quién el victimario, y mezclando en una "misma
bolsa" a los colaboracionistas y a la resistencia que lucha contra la
ocupación norteamericana.
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