(IAR Noticias) 15-Diciembre-07
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Presidente George W. Bush y Ehud Olmert, Primer Ministro israelí |
Este es el mundo real en el que vivimos, donde los intelectuales
occidentales y los héroes culturales han abdicado de sus responsabilidades de
desafiar a la la Configuración del Poder Sionista que actúa en nombre de un
aspirante a potencia colonial en Oriente Medio.
Por James Petras - Rebelión
(*)
"Lo más importante (sic) que tengo que decir de Bush es que si yo le hubiera
manifestado que me oponía a esa acción (la reunión de Annapolis), no se habría
embarcado en ella. Pude haber bloqueado ese impulso. Si no hubiera deseado
cooperar con él, Bush no me habría presionado… Le hablé al Presidente con
claridad meridiana sobre estas cuestiones (bombardeo de las instalaciones
nucleares de Irán) y mis comentarios fueron extraordinariamente bien recibidos;
sobre la libertad de hacerlo (bombardear a Irán) es algo que nos reservamos para
nosotros mismos, al igual que si lo llevaremos, o no, a cabo.”
Declaraciones del Primer Ministro israelí Ehud Olmert en Haaretz (29 de
noviembre de 2007)
Introducción
En el curso (así como inmediatamente después) de las reuniones de Annapolis
convocadas para discutir sobre la paz, Israel secuestró al presidente de la
asociación de estudiantes de la Universidad de Beir Zeit por disentir, lanzó
unos 50 ataques contra Gaza matando e hiriendo a 50 personas entre milicianos,
policía y civiles palestinos, puso en marcha un proyecto de un inmenso edificio
de nuevos apartamentos en la Jerusalén Este palestina, estableció nuevos puestos
militares israelíes permanentes en Cisjordania, rechazó cualquier límite de
tiempo u objetivos específicos en sus negociaciones con la OLP y manifestó un
virulento rechazo al informe más importante de la inteligencia estadounidense (National
Intelligence Estimate) sobre la no existencia de un programa de armas nucleares
iraníes.
La presencia de Israel en Annapolis no tenía nada que ver con la paz ni con la
promesa de negociar de buena fe: Su propósito era desviar la atención de sus
genocidas políticas trituradoras en Gaza y de su implacable campaña de
desposesión salvaje hacia los palestinos de cualquier territorio o remedo de
autonomía, cortando literalmente la energía y el agua a 1,4 millones de
palestinos que residen en Gaza. Desde el 11 de septiembre de 2001, el estado
israelí, los sionistas situados dentro del gobierno estadounidense y todos los
dirigentes de las Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes se han
dedicado con toda devoción a incitar a EEUU para que se meta, en nombre de
Israel, en una serie de guerras en Oriente Medio. En los preliminares de la
guerra de Iraq, los sionistas que ocupaban altos puestos estratégicos de toma de
decisiones en el Pentágono, en la Oficina del Vicepresidente, en la Casa Blanca
y en el Consejo de Seguridad Nacional diseñaron y ejecutaron una política de
guerra, inventaron pruebas, escribieron discursos presidenciales, organizaron
conferencias de prensa y la agenda del Presidente, purgaron a los críticos en el
ejército y en las agencias de inteligencia y alteraron los informes de
inteligencia para que se ajustaran a sus objetivos.
Sin embargo, el éxito de Israel y los zion-cons (1) en la destrucción de Iraq se
ha logrado a base de un enorme derroche en bajas militares estadounidenses,
desmoralización y mil billones de dólares (cifra que sigue aumentando) en costes
para los contribuyentes estadounidenses. Como consecuencia, la opinión pública
se puso radicalmente en contra de la guerra, a pesar de la intervención del
régimen israelí moldeando la opinión pública estadounidense a través de su
ejército de académicos de ‘Ante Todo, Israel’ y sus escribas periodísticos y
propagandistas que disfrutan de amplio acceso a los medios de comunicación de
masas estadounidenses.
Como señalé en un anterior artículo, los devastadores efectos que la guerra de
Iraq, promovida por los zion-cons israelíes, ha tenido sobre el ejército
estadounidense y las agencias de inteligencia, han ido creando una amplia
oposición dentro de EEUU ante las presiones sionistas-israelíes para empezar una
nueva guerra, ahora contra Irán. Esta lucha histórica en la política hacia Irán
divide a las altas instancias que diseñan las políticas en Washington. Por una
parte, los partidarios de ‘Ante todo, Israel’ controlaban e influían en la Casa
Blanca, en la mayor parte del Congreso y en los presidentes de los comités
claves en el mismo, en la financiación de los dos partidos políticos más
importantes, en los principales candidatos presidenciales y en el grueso de los
medios de masas. La oposición venía de antiguos oficiales jubilados y en activo
del ejército, respaldados por la gran mayoría de los oficiales de nivel medio y
tropas de tierra, especialmente de los reservistas. Todo el conjunto de altos
funcionarios de la inteligencia estaban disgustados con los seguidores de ‘Ante
todo, Israel’ en el Pentágono por las distorsiones que habían llevado a cabo en
sus anteriores informes y por las mentiras de ‘inteligencia’ a través agencias
recién inventadas y su dependencia de la desinformación israelí por encima de la
inteligencia estadounidense.
Este monumental enfrentamiento dentro del gobierno no se daba sólo en cuanto a
la política militar estadounidense hacia Irán (que es crucial) sino también
respecto a quién gobierna en EEUU, quién manda en el ejército estadounidense y
quién formula los informes de inteligencia que alimentan la política y, sobre
todo, a qué intereses se está sirviendo. El mando militar en Oriente Medio,
dirigido por el Admirante William Fallon, declaró públicamente que se oponía a
la política de la Quinta Columna israelí de bombardear Irán. Los comandantes en
activo fueron sumisamente apoyados por Robert Gates, que tiene más conchas que
un galápago, y, de forma clandestina (al principio), por los altos jefes de la
inteligencia. Los zion-cons se vengaron lanzando la Casa Blanca y el Congreso en
una cruzada para aumentar las sanciones económicas y ‘mantener la opción
militar’ sobre la mesa. Cada académico importante de ‘Ante todo, Israel’ y los
think tank dedicados a la propaganda siguieron con los planes de guerra israelí
a través de una oleada de editoriales, artículos de opinión y entrevistas en
todos los medios de masas sobre la inminente amenaza nuclear que supone Irán. El
Presidente, que no hace nada en contra de la opinión del Primer Ministro Ehud
Olmert (como clama a los cuatro vientos el mismo Olmert), lanzó un mensaje
apocalíptico al mundo en octubre de 2007 (seis semanas antes de que se publicara
el National Inteligence Estimate) proclamando el advenimiento de la ‘Tercera
Guerra Mundial’ a causa del programa de armas nucleares de Irán y de la amenaza
de un ataque nuclear (un ‘holocausto’) por parte de Irán contra los pueblos de
EEUU e Israel.
La Casa Blanca estuvo al tanto de los hallazgos del National Intelligence
Estimate (NIE, en sus siglas en inglés) sobre Irán al menos nueve meses antes de
que se hicieran públicos, como dejaron patentes las frecuentes intervenciones
del Vicepresidente Cheney, intentando alterar su contenido y conclusiones, y los
repetidos esfuerzos para retrasar su publicación ya que socavaba por la base
todas sus presiones para atacar Irán. El gobierno israelí y su Quinta Columna en
EEUU conocían muy bien la inminente publicación de los hallazgos de las
dieciséis agencias de inteligencia estadounidenses más importantes e hicieron
todo cuanto estaba en su poder para precipitar la guerra de EEUU contra Irán,
desde la publicación de relatos espeluznantes sobre las ‘amenazas existenciales
para la supervivencia de Israel’ hasta promover la guerra con arengas belicosas
del AIPAC (2) y de los dirigentes comunitarios sionistas y judíos.
Israel lanzó una guerra contra el aliado de Irán (Hizbollah) en el Líbano,
bombardeó Siria, que tiene un pacto de seguridad mutua con Irán, e incrementó
los ataques de los terroristas kurdos entrenados por Israel a través de la
frontera iraní para provocar, que no evitar, la venganza iraní. El AIPAC y sus
aliados en el Congreso, dirigidos por el Senador Lieberman, hicieron todo lo
posible y lo imposible para forzar un conflicto, aumentando las sanciones contra
banqueros y corporaciones que negocian con Irán e incluso etiquetando a las
fuerzas especiales del ejército iraní, la ‘Guardia Republicana’, de
‘organización terrorista’ ilegal, convirtiéndolas automáticamente de esa manera
en objetivo de los ataques del ejército estadounidense bajo la doctrina de la
‘Guerra contra el Terror’. La hiperactividad, los malintencionados ataques
militares, la estridente retórica contra todos los críticos de la opción militar
y la urgencia con la que actuaron los israelíes y sus partidarios en EEUU no se
debió a ninguna inminente amenaza nuclear iraní sino a un esfuerzo desesperado
para precipitar la guerra antes de que el informe del NIE estadounidense se
hiciera público y socavara toda su campaña de propaganda de guerra y
preparativos militares para el ataque.
Temporalmente, los hallazgos del NIE cerraron el libro de la Gran Mentira made
Casa Blanca-Sionismo-Israel de que Irán estaba implicado en el desarrollo de
armas para impulsar una guerra nuclear. El informe del NIE rechazaba sus propias
y anteriores conclusiones de 2005, que habían estado muy influenciadas por la
Casa Blanca y sus partidarios sionistas israelíes. El cambio total en las
conclusiones no se basó en ‘nuevos datos’ o en técnicas de información, como se
proclamó. La modificación fue consecuencia de un cambio espectacular en el
equilibrio de fuerzas dentro del gobierno de EEUU y, especialmente, en el
fortalecimiento de la elite del ejército estadounidense versus la Configuración
del Poder Sionista partidaria de la guerra, un cambio moldeado por las enormes e
inacabables pérdidas en Iraq y Afganistán.
Factores clave a la hora de conseguir que las agencias de la inteligencia
estadounidense rompieran con su anterior sometimiento frente a las
manipulaciones de la Casa Blanca y a las mentiras fabricadas por la inteligencia
sionista israelí fueron los repetidos fracasos y la increíble estupidez de las
agencias israelíes de inteligencia, que llevaron a una pérdida de credibilidad.
La inteligencia israelí metió la pata y se equivocó al calcular la fortaleza y
organización de Hizbollah, que provocó una debacle cuando Israel invadió el
Líbano en el verano de 2006. Las estimaciones israelíes sobre la capacidad
iraquí para resistir ante una invasión y ocupación exterior (tan ansiosamente
aceptadas y propagadas por los altos funcionarios sionistas en el Pentágono en
los prolegómenos de la invasión) han llevado a una guerra de desgaste en Iraq
que dura ya seis años y en la que no se vislumbra la luz al final del túnel. La
inteligencia israelí subestimó absolutamente la fuerza electoral de Hamas en la
época anterior a su victoria electoral sobre la OLP. La inteligencia israelí
sobrestimó la capacidad militar de la OLP para derrotar y destruir a Hamas en
Gaza.
La proclama israelí de que había detectado una instalación nuclear en Siria, que
bombardeó, fue una mala broma internacional, ¡ni siquiera Moses podía haber
destruido una instalación (ficticia) nuclear sin producir una mota de polvo
radioactivo! Conociendo la tendencia de las agencias israelíes de inteligencia a
inundar de desinformación a sus clientes del gobierno estadounidense para
fortalecer la situación hegemónica del Gran Israel a expensas de los intereses a
largo plazo de Washington, la comunidad nacional de inteligencia estadounidense
afirmó su independencia y publicó su informe rechazando todas y cada una de las
afirmaciones israelíes, sionistas y de la Casa Blanca sobre el programa de armas
nucleares de Irán y, sobre todo, retrotrayendo el fin de las investigaciones
[iraníes] sobre armas nucleares hasta el otoño de 2003.
Israel Rechaza el informe del NIE estadounidense
Aunque los gobiernos, las Naciones Unidas y los expertos de todo el mundo
reconocieron los métodos sistemáticos, rigurosos y exhaustivos utilizados para
recopilar los datos que sirvieron de base para elaborar el informe que declaraba
que Irán estaba libre de programas de armas nucleares, un Estado, sólo uno, tuvo
algo que objetar: El Estado Judío de Israel. Y dentro de EEUU, sólo una
configuración de organizaciones de ámbito nacional se negó a reconciliarse con
la ausencia de amenaza militar iraní hacia Israel (por no hablar de la amenaza
hacia EEUU, una consideración secundaria y lejana), que fue, como podía
esperarse, la Configuración del Poder Sionista y, específicamente, los
Presidentes de las Organizaciones Judías Estadounidense más Importantes.
Hablando en nombre del gobierno israelí, el Ministro de Defensa Ehud Barak, con
la predecible arrogancia y desdén con que los funcionarios israelíes tratan
cualquier análisis o declaración política estadounidense que no haya pasado por
su aprobación editorial y no se haya atenido a sus instrucciones, rechazó el NIE.
“No podemos relajarnos sólo por un informe de inteligencia que sale del otro
lado de la tierra (sic) aunque sea de nuestro mejor amigo’. (Guardian de
Londres, 4 diciembre 2007). Aunque el NIE pueda debilitar la deriva de la Casa
Blanca hacia la guerra, el hecho de que Israel rechace el informe significa que
sus preparativos para la guerra continúan y eso implica que toda su
Configuración del Poder Sionista en EEUU continuará persiguiendo los intereses
israelíes de destruir a Irán.
Siguiendo una lógica orwelliana, el AIPAC distorsionó el informe tratando de
encajar la impronta del rechazo de Israel (como siempre hace), defendiendo que
el informe del NIE refuerza los hechos que obligan a continuar con la
confrontación, beligerancia y aislamiento (Jewish Telegraph Agency, 4 diciembre
2007). De hecho, según el perverso argumento del portavoz del AIPAC Josh Block,
¡la ausencia de cualquier sombra de amenaza de armas nucleares iraníes provoca
que haya que aumentar las presiones sobre Irán!: ‘Con todo, (el NIE) es un toque
a rebato para nuevos y continuados (la negrita es mía) esfuerzos que presionen a
Irán económica y políticamente para que ponga fin a su ilícito programa
nuclear’. (Jewish Telegraph Agency, 4 diciembre 2007).
Una vez más, los seguidores de ‘Ante Todo, Israel’ –que se integran en todas las
organizaciones y consejos comunitarios sionistas más importantes- desafían
cualquier lógica, contraviniendo el informe de inteligencia más profundamente
empírico y exhaustivo de EEUU para seguir defendiendo la propaganda que emana de
las fracasadas agencias de inteligencia israelíes y del régimen israelí. En un
continuo aluvión de artículos y entrevistas televisivas, toda la Configuración
del Poder Sionista (ZPC), en sus siglas en inglés) enterró el informe del NIE,
tratando de centrar de nuevo toda la atención en cuestiones como ‘El programa
nuclear de Irán sigue siendo una amenaza’ (Daily Alert, 7 diciembre 2007).
Durante toda la semana (3-7 diciembre 2007), los Presidentes de las
Organizaciones Judías (sic) Estadounidenses Más Importantes –que abarcan toda la
gama de organizaciones judías financieramente poderosas en los EEUU- publicaron
una media de nueve artículos diarios (casi 50) difundiendo la línea israelí. Los
artículos desacreditaban, deformaban y rechazaban el NIE y continuaban
presionando en aras a la ‘opción militar’ (eufemismo del desencadenamiento de un
ataque masivo contra Irán) así como nuevas sanciones económicas para destruir la
economía iraní y los medios de vida de 70 millones de ciudadanos.
La euforia de los críticos de la guerra, que afirmaban que el informe NIE
enterraba la amenaza de una nueva guerra de EEUU con Irán, es prematura, como lo
es también su idea de que el ‘Lobby de Israel’ ha encajado un golpe decisivo. La
ZPC no ha perdido nunca el compás: el fanático zion-cons y seguidor de ‘Ante
Todo, Israel’ y Subsecretario del Tesoro de EEUU, responsable de terrorismo y de
inteligencia financiera, Stuart Levey, consiguió convencer a China para que
endureciera los créditos comerciales, dificultando más aún el comercio y
encareciéndolo para el sector privado iraní. (Financial Times, 6 diciembre 2007,
pág. 1).
A nivel internacional, el Secretario de Exteriores del Reino Unido, David
Millband –un partidario de siempre de Israel con estrechos lazos familiares con
el estado sionista-, siguió como era de esperar la línea ZPC-Israel-Bush en
todo, rechazando el informe NIE y recalcando la necesidad de ‘seguir presionando
a Irán’. Millband, que en su reciente viaje a Israel se negó incluso a dedicar
un pensamiento a las consecuencias del corte de electricidad y fuel a 1,4
millones de palestinos enjaulados en Gaza, pasó toda una tarde intercambiando
trivialidades con sus parientes colonos en Tel Aviv. Acusó a la no nuclear Irán
de ser una amenaza grave para la comunidad internacional porque produce lo que
llamó ‘material de fisión’ y ‘misiles’. Todos y cada uno de los países de tamaño
medio y grande del mundo producen uranio enriquecido y poseen misiles; imponer
una construcción siniestra contra los proyectos de defensa y civiles de Irán es
demencial (Financial Times, 6 de diciembre de 2007). Millband descartó como
fuera de control el aprovechamiento civil y repitió como un papagayo, palabra
por palabra, la línea de sus mentores israelíes sobre ‘programas escondidos’ y
otras propagandas sionistas sin sustancia. Según revelaciones recientes, la
financiación a gran escala y largo plazo sionista de las campañas electorales
del altamente endeudado Partido Laborista por magnates millonarios
autoproclamados ‘Amigos Laboristas de Israel’ (Independent, 6 diciembre 2007)
sugiere que la rápida ascensión de Millband a jefe del Ministerio de Exteriores
tiene poco que ver con su mínima experiencia en temas en internacionales y mucho
que ver con las ‘relaciones especiales’ entre millonarios recaudadores sionistas
y anteriores y actuales dirigentes del Partido Laborista como Tony Blair y
Gordon Brown.
En Francia, el Presidente Sarkozy nombró al fanático sionista Bernard Kouchner
(un ferviente partidario de la intervención humanitaria, incluida la invasión
estadounidense de Iraq) para encabezar el Ministerio de Exteriores tras diversas
‘consultas’ con las principales organizaciones judías francesas, que habían
rechazado un anterior candidato por no estimarlo suficientemente favorable a
Israel. Bernie Kouchner y Nicky Sarkozy se alinearon inmediatamente con las
tesis israelíes, rechazando el informe NIE y pidiendo nuevas sanciones
económicas aunque se haya averiguado que la justificación original (el supuesto
programa de armas nucleares de Irán) era una mentira. Nicky y Bernie pidieron
una nueva resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que añadiera
mayores sanciones contra Irán (AFP, 7 diciembre de 2007).
La lógica Israel-Bush-Millband-Kouchner marcha en paralelo con la lógica
nazi-estalinista: cuanto más demuestran los informes de inteligencia la ausencia
de programas de armas nucleares, mayor es la amenaza nuclear; cuanto menor es la
amenaza actual, mayor es la amenaza futura; cuanto menor es la amenaza
empíricamente verificable, mayor es la amenaza secreta. El informe NIE convierte
en embusteros a la Casa Blanca, a los demócratas del Congreso y a los
Presidentes de las Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes, que
‘conocían’ a la perfección, según ellos, que Irán tenía un programa de armas
nucleares. Y lo que es más revelador, demuestra que, para los mismos impulsores
de la guerra, las armas nucleares iraníes no son un motivo de fuerza en su
campaña para atacar Irán. Dejando a un lado el tema de las armas, está
rotundamente claro que atacar a Irán con sanciones y amenazas militares es algo
que está profundamente arraigado en la prioridad israelí de destruir a Irán como
adversario por su ansia de poder en Oriente Medio y para su asalto y desposesión
territorial de los palestinos.
Es probable que puedan rechazarse los esfuerzos de la ZPC, de Millband, Kouchner,
Olmert y la Casa Blanca de presionar para una tercera ronda de sanciones. El 4
de diciembre, el Embajador de China ante las Naciones Unidas, Wang Guangya,
anunció que el informe del NIE cuestionaba la necesidad de nuevas sanciones,
‘Creo que todos partimos de la presunción de que las cosas han cambiado ahora.
Creo que los miembros del Consejo tendrá que considerar ese hecho’ (Al Yasira, 5
diciembre 2007).
China, con sus 17.000 millones de dólares de comercio directo con Irán y sus
30.000 millones a través de Dubai, y con Irán como suministrador importante de
petróleo en Oriente Medio y sin lobby sionista que refuerce las presiones
diplomáticas israelíes, es libre para perseguir sus propios intereses
nacionales. Puede darse el caso de que Rusia, bajo el Presidente Vladimir Putin,
siga la posición de China y ponga objeciones a nuevas sanciones. Sin embargo, el
Congreso estadounidense y en particular los presidentes de los comités con
influencia continúan siguiendo ciegamente el pronunciamiento posterior al
informe NIE del Primer Ministro israelí Ehud Olmert: ‘Es vital que se prosigan
los esfuerzos en los Estados Unidos para impedir que Irán desarrolle una
capacidad como esta (sic)’. El fanático dirigente israelo-estadounidense en el
Congreso, Thomas Lantos, convocó una vista en la Cámara sobre el informe del NIE
e invitó a testificar a dos altos ex consejeros del gobierno y fanáticos
ultra-sionistas, David Wurmser y Martin Indyk.
Conclusión
No hay duda de que los grupos belicistas en contra de Irán en el ejército y en
las agencias de inteligencia estadounidenses han encajado un golpe serio
respecto a los actuales planes de guerra de la Casa Blanca, de Israel y de sus
agentes en la ZPC. El descalabro incluye una derrota temporal de su propaganda
masiva a favor de la guerra y su fabricación de una ‘amenaza existencial’ para
la comunidad mundial (Israel). Sin embargo, la publicación del NIE afectó tan
sólo unos cuantos días a los titulares, pronto siguió un aluvión de propaganda
hostil en todos los medios de comunicación de masas de EEUU cuestionando las
intenciones pacíficas de Irán e incluso distorsionando ciertas frases
probabilísticas a fin de contradecir los principales hallazgos.
Desde la posición estratégica de los estadounidenses que intentan liberar a su
gobierno y al pueblo estadounidense del tiránico monopolio de opinión de la ZPC
y de Israel, el Informe NIE supone una ayuda en contra de la credibilidad de la
Casa Blanca y de los portavoces sionistas en el Congreso, en el Consejo de
Seguridad Nacional, en la Seguridad Interior y en los Departamentos de Justicia
y del Tesoro respecto al supuesto programa de armas nucleares de Irán. Pero la
rapidez, profundidad y alcance de la respuesta israelí, especialmente
magnificada por sus representantes en los departamentos de asuntos exteriores
estadounidense, francés y británico, demuestran que los belicistas de Ante Todo
Israel están aún profundamente incrustados en puestos de poder político y siguen
estando dispuestos a desafiar al establishment militar y de inteligencia de los
EEUU. Sin vergüenza ni base alguna, con estallidos agresivos y habilidades
semánticas manipuladoras, la ZPC sigue avanzando en busca de nuevas sanciones, a
pesar de la sistemática refutación empírica de sus principales argumentos. Sólo
una lealtad ciega, irracional y étnico-tribal hacia Israel puede explicar el
previsto rechazo del informe NIE y el abrazo automático de las continuadas
mentiras de Israel.
Como en los años treinta, cuando los simpatizantes nazis en el extranjero
defendían las mentiras de Hitler sobre los comunistas incendiando el Reichstag y
los compañeros de viaje comunistas defendían las purgas de Stalin como procesos
judiciales ejemplares, nuestros sionistas continúan negando todos los informes
empíricos sistemáticos (como el del NIE) que contradice las mentiras y
fabricaciones de Israel sobre los programas de armas nucleares de Irán.
Más allá de la importante cuestión de las dobles lealtades (muy evidentes en la
respuesta de la ZPC al informe del NIE), está la reaparición de la cuestión de
una guerra israelí contra Irán apoyada por EEUU. La opción militar será apoyada
por un informe propagandístico de la inteligencia del ejército israelí
rechazando el NIE. Proclamará que hay programas secretos de armas nucleares
iraníes enterrados en algún lugar cercano al centro de la tierra y, por tanto,
aún no detectados por los informantes de la inteligencia estadounidense, por las
fotografías de satélite, por los inspectores de Naciones Unidas, por los
generales iraníes desertores (o secuestrados) o cualquier otra fuente
estadounidense.
Sólo las superiores agencias de inteligencia de Israel (que han fracasado en
Líbano, Iraq y la Franja de Gaza), basándose en su Pueblo Elegido (con su
inexpugnable línea caliente de inteligencia ante el “Omnisciente” –el mismo
“Uno” que hace la ‘Elección’) pueden tener razón, incluso aunque precisen, una
vez más, de ‘amañar los datos’ para poder presentar pruebas ante los no
iniciados.
El NIE y el ejército estadounidense han dado un golpe contra los planificadores
de la III Guerra Mundial. ¿Conseguirá esto alzar de sus rodillas al Congreso
estadounidense para encauzar finalmente los intereses del país en Oriente Medio?
¿Despertará de nuevo el actualmente moribundo movimiento pacifista, aterrado de
enfrentarse a los más virulentos y organizados belicistas? ¿Permitirá que el
Congreso y el pueblo estadounidense desafíen el poder absoluto de la ZPC en
relación con la política estadounidense hacia Oriente Medio?
¿Se atreverán a desafiar el pueblo británico y el movimiento por la paz al
gobierno Laborista y al Foreign Office comprado y pagado por los ‘Amigos
Laboristas de Israel? ¿Recuperarán el pueblo francés y los intelectuales de
París sus credenciales republicanas y rechazarán a ese régimen que defiende ante
todo a Israel?
Dos semanas después de la reunión de Annapolis, el Ministro de la vivienda
israelí Zeev Boim le dio a la Secretaria de Estado estadounidense Condoleeza
Rice el ‘pepino espinoso’ (un bofetón al estilo mediterráneo) cuando ella le
rogó que el Estado judío parara de construir nuevos asentamientos en la
Jerusalén Este palestina porque ‘eso no ayudaba a crear confianza’. Boim
continuó diciendo: ‘Habría que felicitar a la Secretaria de Estado Rice por sus
esfuerzos para relanzar el proceso de paz (sic)… pero eso no puede ir
constantemente vinculado al cese de construcciones en Jerusalén… No hay nada que
nos impida construir en cualquier lugar en Israel’. (Al Yasira, 8 diciembre
2007).
De la misma forma que el Estado judío puede obviar de un plumazo sus vagas
promesas al régimen de Bush sobre el supuesto ‘proceso de paz’, del mismo modo
Israel rechaza el informe NIE sobre la ausencia de un programa de armas
nucleares en Irán y se prepara para la guerra, apoyado por la ZPC al completo.
Sorprendentemente, no han sido los líderes de opinión izquierdistas o liberales
quienes han planteado cuestiones importantes relativas a los temas de la guerra
y la paz en Oriente Medio, las amenazas de la Casa Blanca y de Israel de empezar
la III Guerra Mundial. Han sido las agencias de espías en EEEUU y sus aliados en
el ejército estadounidense, los dechados de pasadas guerras y actuales campañas
de desestabilización (léase, Venezuela). Ironías de la historia. Pero
precisamente ese es el mundo real en el que vivimos, donde los intelectuales
occidentales y los héroes culturales han abdicado de sus responsabilidades de
desafiar a la ZPC que actúa en nombre de un aspirante a potencia colonial en
Oriente Medio. |