Tras ocho días de
movilizaciones continuas Hezbolá y la oposición prosiria libanesa reazlizaron
una gigantesca manifestación este domingo en Beirut orientada a provocar la
caída del gobierno pro-sionista de Fuad Siniora, apoyado por el eje Tel Aviv-Washington y sus
aliados europeos
Los partidarios del gobierno antisirio, que recibió nuevamente el apoyo de
Francia y Estados Unidos, y la oposición de Hezbolá, respaldada por Siria e Irán, parecen más irreconciliables
que nunca.
Cientos de miles (algunos hablan de más de un millón) de opositores al gobierno antisirio y pro-sionista del Líbano, encabezados por el movimiento Hezbolá, se
concentraron el en el centro de Beirut para reclamar la renuncia del primer
ministro antisirio Fouad Siniora y hacer un llamado a nuevas elecciones.
Según un portavoz militar, una marea humana "sin precedentes" se
concentró en las calles de Beirut el domingo.
De acuerdo con los observadores, fue la marcha más grande desde que
comenzaron las protestas, hace 10 días, y el Ejército (que se mantuvo pasivo
durante la masacre aérea israelí de 33 días) se movilizó y estuvo en alerta.
Con retratos de líderes de la oposición prosiria y consignas como "llega el
cambio", una multitud escuchó por altoparlantes un mensaje del líder de
Hezbolá, Hassan Nasrallah, quien desde la clandestinidad llamó a no abandonar
las calles hasta que no se forme un gobierno de unidad nacional.
Con el jeque Nasralá, en la clandestinidad desde la invasión de Israel en julio,
fue el vicesecretario general de Hezbolá, Naim Qasim, quien encabezó el acto:
"Han cometido un pecado mortal y destruido al país", arremetió, dirigiéndose al
gobierno de Siniora. Y acusó al premier de haber entregado el país a los
intereses estadounidenses.
Filas de ómnibus llegaron hasta el centro de la capital desde las regiones de
mayoría chiíta del sur y el este del país, y de las zonas cristianas del norte,
para participar de este gran movimiento de protesta que comenzó el 1º de
diciembre frente al Palacio de Gobierno, donde acampan decenas de miles de
manifestantes. "Ejerceremos nuestro derecho hasta que el gobierno caiga",
alertó Qasim.
El Ejército libanés, que nunca respondió a los ataques de Israel, se declaró en
alerta con 20.000 soldados desplegados en torno a las dos plazas
donde se reunió la multitud y en los alrededores del Palacio de Gobierno, que
fue rodeado por un imponente cordón de seguridad.
La oposición libanesa, liderada por Hezbolá y compuesta por una alianza de
partidos prosirios y cristianos y apoyada por Irán y Siria, prometió que en los
próximos días aumentará la presión sobre el gobierno.
El general cristiano Michel Aoun, jefe de un importante grupo parlamentario,
aliado de Hezbolá y del también chiíta y prosirio Amal, anunció a los
manifestantes que la oposición formará "en los próximos días" un gobierno de
transición.
"Si no se crea un gabinete de unidad nacional para reemplazar al de Siniora, ahora ilegítimo" -según Aoun- "el gobierno de transición deberá
preparar la celebración de elecciones legislativas".
El gabinete de Siniora es acusado, entre otras cosas, de corrupción, y de
falta de nacionalismo y de solidaridad con las milicias de Hezbolá que
lucharon contra Israel durante 34 días en julio y agosto pasados.
El primer ministro libanés, Fouad Siniora,acusó al líder de Hezbolá, Hassan Nasralá,
de "planificar un golpe de Estado".
Siniora pronunció estas palabras en la sede del Gobierno frente
a una delegación de decenas de seguidores provenientes de Sidón, 38 kilómetros al sur de Beirut, lugar de nacimiento del primer
ministro.
También señaló que "las amenazas de Nasralá, su retórica y su lengua se contradicen con
los principios democráticos en los que dice creer".
El jueves pasado, Hassan Nasralá, el jefe del poderoso Hezbolá chiita, prometió
que la oposición -una alianza de partidos prosirios y cristianos- continuaría en
las calles hasta vencer.
Desde el primer mitin, el pasado 1 de diciembre, miles de manifestantes
prosirios invadieron el centro de Beirut, donde cientos de tiendas de
campaña se enfrentan simbólicamente al palacio donde se encuentra la sede del
gobierno, rodeado por alambrados de púas y cordones de soldados.
El presidente de Francia, Jacques Chirac, un aliado destacado del sionismo judeo-estadounidense,
afirmó el viernes que hay que apoyar al gobierno "legal y legítimo" de Fuad Siniora.
Por su parte, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, reiteró
que el gobierno libanés "se encuentra bajo la fuerte presión de fuerzas
extremistas y exteriores, incluyendo a Siria e Irán, que parecen decididos a
tratar de desestabilizar a esta joven democracia".
El detonante de la crisis fue la renuncia, a mediados de noviembre, de seis
ministros prosirios, entre los cuales había cinco representantes de la comunidad
chiita, al gobierno surgido de la mayoría antisiria en el poder desde principios
de 2005.
Pero las causas reales del enfrentamiento se encuentra en la sumisión del
gobierno libanés a un plan para aislar y derrotar al movimiento prosirio y
anti-sionista encabezado por Hezbolá.