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En el centro, el rabino
Mordechai Eliyahu |
“Si [los palestinos] no se detienen una vez que hemos matado a 100, entonces
deberemos matar a 1.000”, y añadió: “y si no se detienen tras la muerte de
1.000, deberemos matar a 10.000. Y si siguen disparando, entonces deberemos
asesinar a 100.000, y si es preciso a un millón. No importa lo que sea con tal
de detenerlos”.
Por Ali Abunimah (*)
-La Haine / Socialismo o Barbarie
Traducido por Felisa Sastre
Hace unos días escribí un artículo titulado La Casa de los Horrores de Israel
[publicado en la edición del 10/06/07 de www.socialismo-o-barbarie.org ] sobre
las asesinas deliberaciones del Consejo de Ministros israelí. Cuando creía que
las cosas no podrían empeorar, he leído una noticia en la página en Internet del
Jerusalem Post, en la que el ex rabino jefe de los sefardíes, Mordechai Eliyahu,
uno de los más importantes dirigentes religiosos del Estado judío, “había
dictado una resolución por la que establecía que no existía prohibición moral
alguna para el asesinato indiscriminado de civiles durante una potencial
ofensiva a gran escala contra Gaza” (“Eliyahu advocates carpet bombing Gaza”,
The Jerusalem Post, 30 de mayo de 2007).
El Jerusalem Post informaba que Mordechai había dictado esta resolución en
una carta dirigida al primer ministro israelí, Ehud Olmert, apoyándose en
autoridades bíblicas. La carta se ha publicado en un semanario que se distribuye
en las sinagogas de todo Israel. El dictamen establece que “según la ética de
guerra judía, afirma Eliyahu, una ciudad entera tiene responsabilidad colectiva
por el comportamiento inmoral de sus individuos. En Gaza, todos son responsables
por no hacer nada para detener los ataques con cohetes Kassam”.
El hijo de Eliyahu, que también es rabino principal de Safad, amplió los
comentarios de su padre: “Si no se detienen una vez que hemos matado a 100,
entonces deberemos matar a 1.000”, y añadió: “y si no se detienen tras la muerte
de 1.000, deberemos matar a 10.000. Y si siguen disparando, entonces deberemos
asesinar a 100.000, y si es preciso a un millón. No importa lo que sea con tal
de detenerlos”.
Esta clase de odio genocida hacia los palestinos no es infrecuente en Israel. Lo
que resulta inusitado es que se hable de ello tan descarada y abiertamente.
Desde luego, sabemos lo que ocurriría si un musulmán o una personalidad
religiosa palestina hiciera una declaración semejante: hemos conocido las
protestas internacionales cuando el presidente Ahmadinejah de Irán clamó por la
desaparición de Israel. ¿ Se apresurarán ahora todos aquellos altos funcionarios
estadounidenses, que corrieron a condenar a Ahmadinejah, a tomar una postura
pública tan enérgica contra el ex rabino principal de Israel? ¿Pedirán que
Olmert rechace públicamente la carta recibida?
A un musulmán que hubiera hecho unas declaraciones parecidas sobre los judíos,
con toda seguridad, se le prohibiría viajar a Estados Unidos, y podría acabar en
Guantánamo por mucho menos.
Según la Convención para la Prevención y Castigo del Delito de Genocidio,
aprobada tras el holocausto nazi: “La incitación directa y pública a la comisión
de genocidio” es un acto punible, y uno se pregunta si el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas, que ha creado un tribunal internacional para investigar el
asesinato de un solo hombre en Líbano, va a dedicar alguna atención a las
declaraciones indiscriminadas y a las teocráticamente sancionadas matanzas de
palestinos por parte de Israel.
¿Dejarán por un momento Hillary Clinton (que continúa difamando a las escuelas
infantiles palestinas con las mentiras de que los libros de texto enseñan a los
niños a “odiar”) o algunos de nuestros complacientes candidatos de alabar a
Israel para condenar las declaraciones de Eliayahu? ¿Y qué decir de Oprah
Winfrey(**), quien está punto de emprender una visita “solidaria” a Israel por
invitación de Elie Wiesel?
Parece que no quedan en Israel restricciones éticas, por ello es justo y
razonable que se aísle- mediante el boicot, la retirada de inversiones y la
imposición de sanciones- a un régimen semejante, hasta que desista de sus
prácticas racistas, y potencialmente genocidas. Hay que celebrar que un número
cada vez mayor de personas e instituciones conozcan lo siguiente: ayer el
Consejo Directivo del sindicato de universidades y facultades del Reino Unido
aprobó abrumadoramente apoyar el boicot a los académicos israelíes. Y hoy,
UNISON, el mayor sindicato británico de funcionarios ha anunciado que votará una
resolución similar en su próximo congreso. De la misma manera que crece la Casa
de los Horrores de Israel debe hacerlo el movimiento para enfrentarse a ella.
Hay muchas esperanzas puestas en el boicot.
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(*) N.T.: Ali Abunimah es co-fundador de
The Electronic Intifada y autor de “One Country: A Bold Proposal to End the
Israeli-Palestinian Impasse”. Fuente: Electronic Intifada, 31 de mayo de 2007.
(**) Editora y filántropa estadounidense, célebre en su país por sus proyectos
de solidaridad.