Actualmente, objeto de acalorados debates es el tema relativo a la firma de
nuevos contratos sobre suministro de armas y ante todo submarinos, lo que imanta
especial interés de Estados Unidos considerando éste- y no se sabe porqué- que
su opinión habrá de ser tomada en consideración.
La administración washingtoniana tiene sobradas razones para sentirse molesta.
Los últimos años Rusia comenzó a desempeñar un papel tan notable en el mercado
de armas que muchos de sus participantes, incluido EEUU, cuestionan el liderazgo
norteamericano en el mismo. "Después de la desintegración de la URSS, Estados
Unidos comenzó a predominar en el mercado de armas convencionales altamente
competitivo, señaló en diciembre del 2006 el analista militar Richard F.Grimmett.-
Pues ahora la situación es distinta. Moscú muestra siempre más energía.
En realidad, muchos países, y no sólo sus compradores tradicionales, valoran
altamente la producción de la industria de Defensa de Rusia. Últimamente,
algunos ejércitos extranjeros decidieron cambiar suministradores habiendo
considerado que el material bélico de Rusia es más seguro, moderno y barato. Así
sucedió en Colombia, cuyas Fuerzas Armadas compraron 10 helicópteros militares
de transporte Mi-17 que no sólo superan por sus características técnico-tácticas
el "Black Hawk", sino que costaron $18 millones menos, hecho importante para ese
país que no figura entre los más ricos del continente.
Pues, cuando en marzo del 2005 Venezuela transfirió a Rusia 3,4 mil millones de
dólares US de su presupuesto militar por 100 mil fusiles AK-103, 23 cazas Su-30
MK2 y 38 helicópteros militares Mi-35, la indignación de Washington alcanzó el
más alto grado ebullición. Entonces Hugo Chávez recordó que Venezuela no tuvo
opción, ya que EEUU impuso embargo sobre la exportación de armas a su país
alegando cooperación insuficiente de Caracas con Washington en materia de
reducir el terrorismo. Entretanto, a diferencia de EEUU, Rusia suministra armas
a Venezuela sin presentarle condiciones políticas algunas y respetando la
soberanía de este país.
Tampoco surtió efecto el intento de EEUU de ejercer presión sobre Rusia. Al
principio hizo la declaración el entonces secretario de Defensa de EEUU, Donald
Rumsfeld, quien en modo alguno pudo comprender para qué Venezuela necesita cien
mil fusiles de asalto Kalashnikov. Más tarde, durante su visita a Moscú, la
Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, expresó preocupación con motivo del
mencionado contrato. En respuesta, el ministro ruso de Asuntos Exteriores,
Serguei Lavrov, dijo que la cooperación militar entre Rusia y Venezuela no está
en pugna con el Derecho Internacional. Al resumir los debates, el vicepresidente
del Gobierno ruso, Serguei Ivanov, dijo: "La revisión del contrato es
inadmisible... Los 24 aviones no son excesivos en un país tan vasto como
Venezuela para la defensa de su espacio aéreo... Venezuela no está expuesta a
sanciones internacionales algunas ni existen restricciones con respecto al
contrato".
La ruptura del bloqueo norteamericano por Venezuela constituyó el contagioso
ejemplo de desobediencia que, en últimas instancias, podrá causar considerable
daño a la influencia norteamericana en el continente. No es casual que el año
pasado al examinar la posibilidad de adquisición por Argentina del material
bélico ruso, su ministra de Defensa, Nilda Garre, declarara que Buenos Aires no
teme reacción negativa de EEUU. "La compra de armamentos es asunto soberano de
cada país que no puede provocar descontento de nadie".
En 2005, las exportaciones de armamento ruso totalizaron $6.126 millones.
Estados Unidos ganó casi dos veces más: 12.3 mil millones de dólares. En
general, como en el 2004, EEUU conservó el 33% que le corresponde en el mercado
mundial de armas. Pero su inquietud por la creciente competencia es siempre más
alarmante, ya que en épocas anteriores controló hasta el 50% del mercado. Lo que
Washington quisiera menos que nada es el afianzamiento de las posiciones de
Rusia en el mercado.
Para nosotros el aumento de la componente militar de la exportación lleva a
consolidar la posibilidad de seguir desarrollando el principal sector de altas
tecnologías de la economía rusa que los últimos dos años puso de relieve su
capacidad de desempeñar el papel de locomotora en otros sectores. Por suerte,
pasó para no volver la época cuando a la Industria de Defensa le aconsejaban
dedicarse a la producción de aspiradoras y cacerolas y no al diseño y
fabricación de nuevos tipos de armamento. Ahora ya está claro que los
bombarderos e interceptores modernos reportan ganancias mucho mayores. A este
respecto podemos mencionar la corporación Irkut, cuyo presidente, Oleg Démchenko,
comunicó en una rueda de prensa en Le Bourget que hacia el 2014 su compañía
suministrará al extranjero 242 cazas multipropósito Su-30 MKI por el valor de
casi $7.000 millones.
Procede señalar que en modo alguno esto contradice nuestra doctrina militar. Al
fin y al cabo, los habitantes de todos los países quieren dormir tranquilos. Y
para esto hay que sentirse seguros respecto a la impermeabilidad de sus
fronteras. El presidente Hugo Chávez anuncia su intención de crear un sistema
nacional de la defensa antimisiles "capaz de proteger toda la zona caribeña", de
efectuar el seguimiento de los blancos aéreos a distancia de 200 kilómetros y
batirlos 100 km antes de alcanzar ellos el territorio de Venezuela, Y tiene
derecho de hacerlo, sea por la mera razón que esto en modo alguno amenaza a la
seguridad de Estados Unidos.
Es prematuro aún hacer conjeturas respecto a la firma de nuevos contratos sobre
suministros de armas durante la próxima visita del líder venezolano. Es muy
posible que todo ese alboroto levantado por los medios de comunicación carezca
de todo fundamento y de lo que menos se va a tratar en las negociaciones va a
serlo el tema de la compra de submarinos. Pero en última instancia a quien ataña
ese problema es a Caracas y lógicamente a Moscú. Pero en modo alguno a
Washington que en estas relaciones sobra.