"Yo creo que los buenos códigos traen buena suerte", dice Yan,
quien pasa muchos días frente a una pantalla de transacciones
bursátiles de Shenyin & Wanguo Securities Co., una corredora de
bolsa en Shanghai. Las acciones de Jilin Yatai Co., la compañía
de cementos, se triplicaron rápidamente, y Yan ganó alrededor de
US$50.000. El inversionista atribuye el buen desempeño a los dos
"8", para él una combinación que trae buena suerte.
Parte superstición y parte profecía autocumplida, la numerología
es una estrategia de negociación bursátil básica en China. La
filosofía refleja una difundida creencia en la sociedad china
que los números contienen claves hacia la buena fortuna.
Es una de las fuerzas poco conocidas que contribuyen a impulsar
el auge de las bolsas de la cuarta economía del mundo. El
Promedio Compuesto de la Bolsa de Shanghai ha subido 56% este
año, y ha cuadruplicado su nivel con relación a mediados de
2005. Es un alza vertiginosa que ha alimentado los temores sobre
una posible burbuja.
El entusiasmo que muchos inversionistas exhiben a la hora de
tomar decisiones basándose en la numerología también ayuda a
explicar porqué Beijing no ha logrado enfriar la euforia
bursátil mediante medidas convencionales, como el alza de las
tasas de interés que el gobierno decretó la semana pasada.
Juegos de azar
Para los analistas profesionales, la confianza que los
inversionistas individuales tienen en el poder de predicción de
los números --en vez de analizar las perspectivas o ganancias de
las empresas-- es uno de muchos recordatorios sobre por qué
comprar en las bolsas de Shanghai y Shenzhen se asemeja a los
juegos de azar.
Las casas de corretaje están organizadas como casinos. Los
inversionistas toman té, fuman y conversan mientras hacen
operaciones en computadoras alineadas como máquinas
tragamonedas. La diferencia es que, en lugar de introducir
monedas, deslizan tarjetas de crédito o débito para pagar las
acciones.
"Sabe, somos inversionistas individuales. A menudo escogemos
acciones a ciegas", dice Chen Guoan, un inversionista de
Shanghai. Algunos ofrecen cigarrillos para felicitar a sus
amigos cuando ven que el precio de sus acciones ha subido.
En China, entre 60% y 80% de las transacciones bursátiles corren
por cuenta de los individuos, muchos de los cuales sólo tienen
un conocimiento limitado de los conceptos financieros. En otros
mercados, en cambio, las bolsas están dominadas por
inversionistas institucionales como Goldman Sachs Group, Merrill
Lynch & Co. y fondos de pensiones.
"Uno ve que ocurren cosas extrañas con las acciones, con los
números de la suerte y los códigos", dice Jing Ulrich, jefe de
acciones chinas de J.P. Morgan Chase & Co. "Es el reflejo de un
mercado muy inmaduro".
Muchas personas de la creciente clase media urbana de China
invierten en la bolsa. Existen casi 100 millones de cuentas
personales de corretaje bursátil y se abren cerca de 100.000 al
día. El gobierno ha advertido acerca de los peligrosos niveles
de especulación, en especial a medida que muchos inversionistas
financian sus compras de acciones con segundas hipotecas y
tarjetas de crédito. En las últimas semanas, el valor de las
transacciones bursátiles ha llegado a casi US$50.000 millones al
día.
El poder destructivo del 4
En la sociedad china, los homónimos de los números tienen un
significado profundo. Sobre todo, la pronunciación del número ocho --ba tanto en mandarín como en cantonés-- es parecida a las
palabras para "riqueza" o "fortuna". No es casualidad, por
ejemplo, la fecha y la hora del inicio de los Juegos Olímpicos
que se celebrarán en Beijing el próximo año sea el 8-8-2008 a
las 8pm. La aparición de un "8" se considera un buen augurio, ya
sea un dígito del precio de la acción o parte del código de
identificación de los valores. "En comparación con un número de
la suerte, no me importan unos centavos más o menos", se ufanaba
un inversionista en un chat de Internet tras pagar 8,08 yuanes (US$11)
por una acción.
Por otro lado, los inversionistas chinos se ponen nerviosos
cuando ven el número "4", ya que su pronunciación --"si"-- puede
significar "muerte". Como prueba de su fuerza desestabilizadora,
muchos señalan que las acciones chinas comenzaron a tambalearse
a principios de mayo cuando el Promedio de Shanghai comenzó a
acercarse por primera vez al nivel de los 4.000 puntos.
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