De esta manera, el dólar se viene
apreciando sobre el euro y ha vuelto a servir de refugio seguro para los
especuladores internacionales preocupados por el contagio de la crisis de
la deuda, tanto de EEUU como de la Unión Europea.
La cuestión se remite a un aspecto
central: Los especuladores internacionales (ante el embate de la nueva crisis
fiscal en la eurozona) compran deuda pública estadounidense garantizada por el
"refugio seguro" del dólar.
La opinión respecto al dólar
"cambió de forma radical", reconoce Claire Dissaux, directora de economía
global y estrategia de la firma londinense Millennium Gobal Investments.
La crisis fiscal, señala
The
Financial Times, "Comenzó en Atenas y se extendió a Lisboa y Madrid, pero
sería un grave error creer que la crisis de deuda soberana afectará solamente a
las economías más débiles de la eurozona.
Para el financiero británico,
cualquier decisión sobre Grecia puede repercutir directamente sobre Portugal,
España y seguramente otras economías, y es probable que la solución no
llegue de forma inmediata.
El euro, que durante meses mantuvo
una escalada y había desplazado al dólar, sigue cayendo ante la huída
masiva de los especuladores hacia la compra de activos más "seguros" en moneda
estadounidense.
La situación vuelve a repetirse con
la crisis de deuda regional que crece y se propaga por toda la eurozona, con
epicentro en Grecia, mientras se agigantan los temores de los especuladores a
una insolvencia de pago generalizada y a un derrumbe en cadena de las
economías más débiles encabezadas por España.
Para The Financial Times,
España marca el centro de la "incertidumbre" y nuevas bajas de calificaciones de
su economía podría detonar finalmente un derrumbe financiero encadenado de los
países que se mantienen en la "línea roja" de la insolvencia para afrontar
los compromisos de sus deudas públicas.
En general, la sombra de una
insolvencia de pago generalizada (producida por los déficit y la baja de
recaudación fiscal) hace temer un rebrote de la crisis financiera, y
sigue favoreciendo la embestida del dólar contra el euro..
Ante esta situación, y más de una
década después de activarse la divisa que unió a doce monedas nacionales como la
peseta española, surge un debate sobre continuar o no con
el euro en el seno de la UE.
La discusión sobre un potencial
desmembración (parcial o total) del euro se ha extendido en las últimas
semanas sobre muchas economías europeas y, en particular, sobre las más débiles.
Países como España, Italia o Portugal
han visto como frente a la crisis económica y financiera carecen del arma
principal que les ayudó en el pasado a salir del pozo: la devaluación de su
divisa, que consigue ajustar los desequilibrios económicos adquiridos (déficits,
salarios, competitividad..) en periodos de bonanza.
Su pertenencia al valor
inmodificable del euro impide la utilización de este recurso macroeconómico
utilizado en tiempos de crisis por los países de la región.
Los países más débiles de la eurozona
están ligados y son dependientes de los más fuertes como Alemania o Francia a
través de la Unión Monetaria, señala Paul Donovan del banco de inversión
UBS.
Para el
UBS, las consecuencias de un hipotético abandono del euro para un país
consistirían en denominar la deuda pública viva en la nueva-antigua divisa, un
cambio tan radical de las condiciones del país emisor que se igualaría al de
una bancarrota o suspensión de pagos.
La agencia
de calificación S&P advierte que si se opta por mantener la deuda en
euros, la profunda devaluación de la nueva divisa multiplicaría el valor real
de la deuda mantenida en euros, con lo que la capacidad de repago y el
acceso a nuevas fuentes de financiación quedarían en una misión casi imposible.
Según los
analistas de UBS, "A pesar de que pensamos que el euro se ha conservado intacto
es evidente que, en términos económicos, el euro no funciona. Es decir, hay
partes de la eurozona área que hubieran ido mejor económicamente si nunca se
hubiesen unido. Esto no es un argumento para apartarse [del euro], pero
plantea preguntas acerca de los factores que construyen el éxito económico en
las uniones monetarias y que ocurre cuando estos factores no aparecen".
El espaldarazo (solo "declarativo") de
la UE a Grecia representa un reconocimiento implícito de que el bloque cambiario
necesita resolver lo que algunos consideran su principal debilidad: la
ausencia de una política fiscal coordinada. Bajo el sistema actual, el Banco
Central Europeo (BCE) tiene la facultad de implementar la política monetaria del
bloque, pero tiene escasa influencia sobre la política fiscal de los países
miembros.
La decadencia en números
José
Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, presentó hace dos
semanas a los dirigentes de los 27 miembros de la Casa Europea un informe que
muestra las debilidades de la UE en números concretos.
La economía de la UE cayó en 2009 4%, es el peor dato desde la Segunda
Guerra Mundial.
La producción industrial se desmoronó un 20%, conduciendo a la estructura
industrial europea a la situación que se encontraba a mediados de los 90 del
pasado siglo.
Actualmente hay 23 millones de europeos sin trabajo, 7 millones más que
hace 20 meses, y la desocupación seguirá creciendo según todas las estimaciones.
Un 8% de la población europea tiene un empleo que no le permite salir de la
pobreza, y 80 millones viven justo en el umbral que marca la pobreza.
No
obstante los anuncios de "recuperación", la productividad económica es famélica
y hace que el crecimiento estructural europeo sea dos tercios menor que el
estadounidense.
Los
déficits públicos regionales ya alcanzan una media de 7% del PBI contra el
límite de 3% que había impuesto el Tratado de Maastrich. Y la deuda sube hasta
el 80%. Los bancos, siguen sin prestar dinero como antes de la crisis,
impidiendo el funcionamiento normal de las empresas.
En cuanto
a las exportaciones, las exportaciones se reducen año a año ante el empuje de
las potencias emergentes. Alemania pelea con China el lugar como segundo
exportador mundial, pero el 60 por ciento de las exportaciones alemanas se hacen
a la Eurozona.
Menos de
un tercio de los europeos entre 25 y 34 años tiene un título universitario. En
EEUU esa franja de la población alcanza 40% y en Japón 50%. Uno de cada siete
niños deja el sistema escolar sin título alguno. Europa necesitará, en 2020 ,16
millones de trabajadores altamente cualificados, que a este ritmo no creará,
pero sigue cerrando puertas a la inmigración.
Sólo trabaja el 66% de los europeos en edad para ello, frente al 70% de EEUU y
Japón. Entre los mayores de 55 años, ese porcentaje cae al 46%.
Estos
números ilustran más que nada sobre el declive y la decadencia en la que
parece haber ingresado la Unión Europea.