Este fin de semana el gobierno de
Irán decidió aplicar un principio básico de la estrategia de la guerra: La
identificación del enemigo.
La identificación del enemigo es un
paso esencial, dado que permite apreciar la estrategia y el objetivo que guía la
acción a partir de separar el comando central (la estrategia y el
objetivo del golpe) de las piezas operativas (la estructura funcional del
golpe dentro de Irán).
En este caso -dice Teherán- las
piezas operativas están en Irán, pero la estrategia y el objetivo están en el
extranjero.
Y el régimen islámico nacionalista
que controla Irán le puso nombre y apellido al comando central del golpe:
EEUU, Gran Bretaña, Alemania y Francia, en ese orden.
Curiosamente (y no tanto) fueron esas
cuatro potencias con EEUU a la cabeza las que, a partir del resultado de las
elecciones en Irán, expresaron abiertas críticas al fraude y lideraron
la operación internacional con los pedidos de anulación de los comicios.
Obama, Merkel, Sarkozy y Brown (en
ese orden) lideraron las declaraciones solicitando al régimen de Teherán que
"transparenten" las elecciones y escuchen los reclamos contra el "fraude".
Pero eso no es todo: Quién busque
correctamente en Google podrá verificar que en todos los procesos electorales
(ex países soviéticos, Gaza, Venezuela, etc) donde pierden los candidatos
pro-EEUU-UE se producen denuncias de fraude y revueltas populares en las
calles.
Y que, indefectiblemente, son el
presidente de EEUU (ayer Bush, hoy Obama) y los mandatarios de Gran Bretaña,
Alemania y Francia quienes lideran las denuncias y los reclamos en el plano
internacional.
Y tampoco es casualidad que sean
Merkel, Sarkozy y Brown los aliados europeos estratégicos de EEUU e Israel
en la guerra contra el "terrorismo islámico" que tiene a Irán como su objetivo
principal a derrotar.
En 2002 Irán fue incluido, junto con
Irak y Corea del Norte, en el "eje del mal" del entonces presidente
estadounidense George W. Bush, y son Gran Bretaña, Alemania y Francia los que
impulsan junto con EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU las sanciones
contra el plan nuclear iraní.
La otra situación (tampoco casual) es
la identidad política del denunciante del fraude: Mir Husein Musavi
es el dirigente "reformista" que más relaciones cultiva con las usinas
del Partido Demócrata que hoy gobierna en Washington, además de ser el
político que más ha viajado a EEUU en los últimos tiempos.
Durante su campaña electoral Musavi
centró el eje de su campaña electoral en el restablecimiento de las
relaciones con EEUU e Israel (que no cuentan con representación diplomática
en Teherán) en oposición a la política de enfrentamiento sustentada por Mahmud
Ahmadineyad.
Y hay un dato central definido por
los protagonistas de las protestas "reformistas" y por los seguidores del
gobierno: Los "sublevados" pro-occidentales queman imágenes del ayatola
Jamenei y de Ahmadineyad, mientras que los militantes del gobierno
queman banderas de Israel y EEUU.
La división social también es
matemática y tajante: Un tercio de la sociedad iraní (enriquecida y opulenta)
apoya el golpe, y el resto (los sectores mayoritarios empobrecidos) apoyan el
régimen islámico con Ahmadineyad como presidente.
Señala James Petras: "Los medios
occidentales no prestaban atención a la composición de clase de las diferentes
manifestaciones, sin percatarse de que el candidato presidente recibía el apoyo
de la mucho más numerosa clase trabajadora pobre, los campesinos, los artesanos
y los funcionarios, mientras que el grueso de las manifestaciones de la
oposición estaba formado por estudiantes de clase media y alta y miembros de la
clase profesional y de negocios".
El punto central de la estructura
interna del golpe "reformista" se nutre de un principio: No hay un Irán, sino
que hay "dos Irán". Uno es el "Irán de los pobres y de las clases
medias bajas", ese es el Irán nacionalista y antiimperialista de Ahmadineyad
que ganó por el 64% en las urnas. El otro es el "Irán de los ricos y de las
clases medias altas" ideologizadas en pautas de consumo occidental que
quieren al país totalmente integrado al sistema de mercado capitalista
"occidental". Ese es el Irán liberal de Musavi que sacó un 34% en las urnas.
De manera tal, y para tener en claro
el cuadro de situación: El comando central del golpe (EEUU, Gran Bretaña,
Alemania y Francia) opera con una estructura funcional (la estructura montada en
Irán) sobre un porcentual aproximado de una tercera parte de la población iraní.
O sea que, Musavi, cumple
el mismo rol que Abbas en Palestina, con la diferencia que Irán no es
Palestina sino una potencia antisionista que juega un papel central en la guerra
por el petróleo y los recursos energéticos del eje Eurasia-Medio Oriente.
Hasta ahí avanzó el proceso de
infiltración social desarrollado desde que la revolución iraní de Komeini
echó a EEUU de Irán y lo despojó del control de su petróleo en 1976.
Por lo tanto, el objetivo del golpe
"reformista" no es otro que el de derrocar a la revolución iraní de los ayatolas
y restaurar el dominio "occidental" sobre la economía y el petróleo iraní
utilizando, a modo de "caballo de Troya", no ya a la dictadura de un Cha
de Persia, sino a una tercera parte de la sociedad iraní colonizada
mentalmente con la sociedad de consumo capitalista.
Ese es, en esencia el eje del
conflicto, y define la identificación del enemigo realizada el sábado por el
gobierno iraní cuya clientela electoral abreva en el sector mayoritario y
empobrecido de la sociedad iraní.
Y por si algo faltaba en el tablero
de identificación del "comando central" del golpe interno en Irán, este domingo,
el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, consideró que es posible que
vuelva a haber relaciones pacíficas entre su país e Irán, si cambia el
gobierno en la República Islámica, donde desde hace cuatro años gobierna
Mahmud Ahmadineyad.
"No hay ningún conflicto entre la población iraní y la israelí, y bajo un
régimen diferente las relaciones pacíficas que existían en el pasado podrían
ser reestablecidas", explicó Netanyahu en una entrevista concedida al diario
alemán Bild.
El otro actor central de la
sublevación -de acuerdo con el gobierno de Irán- es la prensa internacional.
En este sentido, también el
desarrollo de los acontecimientos fue claro: Los primeros señalamientos de
"fraude" en los titulares salieron de diarios, cadenas televisivas y
agencias de EEUU, Gran Bretaña, Alemania y Francia.
Y la operativa del gobierno iraní
también fue clara: No queda ningún corresponsal de medios de esas potencias
en la republica islámica.
Los refugios del golpismo
El domingo, luego de Irán
identificara a EEUU, Gran Bretaña, Alemania y Francia, como el comando central
del golpe "reformista", el Gobierno iraní convocó a los embajadores y
representantes de los 27 países miembros de la Unión Europea para advertirles
oficialmente que no se entrometan en los asuntos internos del país, según
informó el Gobierno de la República Checa, que ostenta la Presidencia semestral
de la UE.
Como segundo punto, el régimen
de Teherán les solicitó que no reciban en calidad de refugiados a los
militantes y dirigentes de la revuelta callejera que escapan de los
procedimientos para detenerlos.
El gobierno sueco fue el
primero en informar que varias embajadas europeas en Teherán están
recibiendo e-mails donde se les pide que reciban en calidad de asilados a los
manifestantes de la oposición.
El comunicado de la diplomacia
sueca, señala: "nuestra Embajada en Irán ha recibido algunos e-mails pidiendo que abra
sus puertas a los manifestantes, pero tampoco es una avalancha".
Francia también confirmó la recepción
de los mensajes, y Austria dijo que varias ong's contactaron con su ministerio
de Exteriores y su vocero dijo que "toda persona herida encontrará, por
supuesto, asistencia en la embajada, aunque nadie se ha presentado".
Según trascendió en la prensa internacional, en Internet circula una lista de
embajadas en Irán, que estarían dispuestas a acoger refugiados políticos,
figurando en primer término las de Gran Bretaña, Alemania y Francia.
¿Cierra la identificación del comando
central del golpe "reformista"?
La realidad indica que sí.