Durante
un desfile donde se mostró el impresionante poderío militar nuclear y
convencional de Rusia, el presidente Dimitri Medvedev previno el
viernes contra las "temeridades militares" y afirmó durante la
celebración del Día de la Victoria en la plaza Roja de Moscú que Rusia
"defenderá firmemente sus intereses".
Durante su alocución, y en velado
mensaje a la OTAN, Medvédev no ahorró críticas para las
"aventuras militares" de algunos países, en clara alusión a Georgia, a la
que Moscú acusa de agresión contra la región separatista georgiana de Osetia del
Sur.
Este martes fuerzas de la
alianza atlántica iniciaron maniobras militares en Georgia, un enclave
estratégico de "occidente" rodeado por un dispositivo militar ruso desde
agosto del año pasado.
Los casi treinta días de duración de
los ejercicios de la OTAN, en una región altamente militarizada y con las
dos flotas navales posicionadas una enfrente de la otra en el Mar Negro,
preanuncian un creciente estado de tensión en el Cáucaso.
La
OTAN inició el martes 5 en Georgia maniobras militares conjuntas en la que
también participan varios países no aliados y que ya han generado el
rechazo frontal de Rusia y las repúblicas separatistas Osetia del Sur y Abjasia.
"Cualquier agresión contra
nuestros ciudadanos recibirá la debida respuesta", dijo, repitiendo la
excusa utilizada por Rusia en agosto pasado para desplegar sus tropas en Osetia
del Sur -la mayoría de los surosetas son ciudadanos rusos- y expulsar al
Ejército georgiano.
Medvédev, que recibió hace un año el maletín con el "botón nuclear", que le
permite controlar los mandos del arsenal atómico de Rusia, también rindió
tributo a los 8,6 millones de soldados rusos caídos en la Gran Guerra Patria,
como se llama en este país el capítulo soviético (1941-45) de la Segunda Guerra
Mundial.
"Nuestra victoria sobre el fascismo"
en la Segunda Guerra Mundial "es un gran ejemplo y una gran lección para todos
los países, una lección que sigue estando de actualidad hoy, cuando una y otra
vez aparecen quienes consienten las temeridades militares", dijo Medvedev al
comienzo del mayor y más espectacular desfile militar que se ha realizado
con motivo del Día de la Victoria en la Rusia moderna.
El discurso de Medvedev estaba
dirigido a Georgia (y por tiro de elevación a la OTAN) , país con el que Rusia
libró una breve guerra el pasado agosto. Moscú intervino en la región
secesionista georgiana de Osetia del Sur para defender a sus fuerzas de paz y a
sus ciudadanos cuando Tiblisi intentó recuperar el control de este territorio
por la fuerza.
En el desfile, varios guardias de honor llevaban el Estandarte de la Victoria
en la plaza Roja mientras una orquesta de 1.000 músicos tocaba marchas
militares. Ésta fue la bandera que se izó en el edificio del Reichstag, el
Parlamento alemán, para marcar el fin de la que se conoce como la Gran Guerra
Patriótica de la antigua Unión Soviética.
El desfile, en el que participaron 9.000 efectivos de las FFAA, constituyó una
demostración del poderío nuclear y convencional de las Fuerzas Armadas
rusas.
Ante el Kremlin pasaron los últimos
tanques de combate T-90, vehículos blindados y cañones. Además de sus enormes
misiles nucleares estratégicos Topol-M y los lanzacohetes múltiples Smerch
(Tornado), Rusia mostró por primera vez su sistema antiaéreo S-400 Triumph
(llamado Growler por la OTAN).
Unos 70 helicópteros y aviones de
combate -más del doble de los que participaron en el desfile del año pasado-
sobrevolaron la plaza Roja a sólo 300 metros de altura.
Asimismo, se estrenó el helicóptero
de ataque Mil Mi-28 (conocido como Havoc por la OTAN), que se puede utilizar de
día y de noche y en las condiciones meteorológicas más adversas. Por último, los
rusos pudieron observar el mayor bombardero del mundo, el Tupolev Tu-160 (Blackjack,
según la OTAN), de la época de la Guerra Fría.
Medvédev presidió el desfile, el
mayor desde 1990, junto al primer ministro, Vladímir Putin (el poder en las
sombras de Rusia), quien decidió reanudar los grandiosos desfiles de la era
soviética, y el ministro de Defensa, Anatoli Serdiukov, que pasó revista a
las tropas.
Como el año pasado, cuando se
reanudaron las paradas con armamento pesado, las "estrellas" del desfile del Día
de la Victoria fueron los misiles balísticos intercontinentales Tópol-M,
el arma más temible del arsenal ruso que lleva una ojiva de un megatón de
potencia.
También se exhibió otra pieza que es considerada el orgullo de la industria
militar rusa: los cohetes táctico-operativos Iskander-M, capaces de superar
el escudo antimisiles de Estados Unidos.
Además, los presentes y los millones de rusos que siguieron la parada por
televisión pudieron ver las baterías de defensa aérea con cohetes S-300 PMU "Favorit"
y S-400 "Triumf" y las lanzaderas de misiles Smerch -las más potentes del
mundo-, Grad y Uragán, empleadas por el Ejército ruso en Chechenia.
Entre el armamento convencional, el más esperado fue el tanque "volador" T-90,
capaz de saltar desde un avión en marcha y alcanzar una velocidad de unos 70
kilómetros por hora.
También sobrevolaron la plaza cazas
Su-25, Su-27 y Mig-29, bombarderos estratégicos supersónicos Tu-160, que pueden
alcanzar velocidades de hasta 2.230 kilómetros por hora, y helicópteros Ka-50 y
Mi-28.
Medvédev considera que un nuevo
acuerdo de seguridad debe ser la alternativa a la OTAN, cuya expansión al
Este es considerada por Moscú una amenaza para su seguridad, y el "euroatlantismo",
que el Kremlin considera anacrónico.
En las maniobras militares de la OTAN
que se están realizando en el Cáucaso,
participan 650 militares de 20 países aliados y socios, incluidos nueve
Estados miembros (España, Estados Unidos, Canadá Grecia, Turquía, Reino Unido,
Albania, Croacia y Hungría), otros diez países socios de la Alianza (Georgia,
Ucrania, Armenia, Azerbaiyán, Bosnia y Herzegovina, la Antigua República
Yugoslava de Macedonia, Serbia, Moldavia, Kazajistán, Suiza y Emiratos Árabes
Unidos.
Según interpretan analistas rusos, se
trata de una peligrosa reedición de "escalada militar" en un escenario
internacional dominado por una crisis recesiva de difícil pronóstico y
desenlace, que le suma a EEUU otro peligroso frente abierto en una región
petrolera marcada por los conflictos en Pakistán y Afganistán.
Paralelamente, las relaciones entre
Rusia y la OTAN experimentaron un brusco giro de tensión que dejó sin efecto
las conversaciones bilaterales que habían iniciado tras el conflicto
armado desatado en la región en agosto del año pasado.
La respuesta del Kremlim a los
movimientos militares de la OTAN en el Cáucaso consistió -además de mostrar
su poderío militar en el desfile- en una serie de anuncios relacionados con su
carrera armamentista.
Esta semana el presidente ruso
anunció que a partir de 2011 Rusia comenzará el rearme y modernización a gran
escala de sus Fuerzas Armadas, que en 2012 tendrán más de un millón de
efectivos.
El ministro ruso de Defensa, Anatoli
Serdiukov, informó el viernes que la versión enmendada del presupuesto militar
no prevé recorte alguno en el apartado de las fuerzas de disuasión nucleares.
"Todo se mantiene inalterable. No hemos tocado casi nada: ni la investigación,
ni los prototipos experimentales, ni la modernización y los pedidos. Todo ello
ha sido y sigue siendo nuestra prioridad", afirmó Serdiukov en declaraciones a
Rossiyskaya Gazeta.
Rusia planea gastar más de 1,5 billones de rublos en programas de investigación
y desarrollo, reparación y adquisición de material bélico en el período de
2009-2011.
El desarrollo de misiles Topol-M, RS-24
y Bulavá, así como de los respectivos vectores como submarinos estratégicos de
la clase Yuri Dolgoruki (Proyecto 955 Boreo) se define como objetivo
prioritario en el ámbito de las fuerzas de disuasión nucleares.
En los últimos días, Rusia, que ha
instalado poderosas bases operativas en la región del Cáucaso además de tener emplazada su
flota naval en el Mar Negro, reforzó sus líneas militares en la frontera
entre Osetia del Sur (epicentro del conflicto) y Georgia.
La
nueva demostración de fuerza en Moscú, y los anuncios de ratificación de su
carrera nuclear se orientan como factor disuasivo y de advertencia al eje EEUU-OTAN-UE,
en una región clave en la disputa
estratégica por el control de los recursos energéticos de Eurasia que ya
tuvo su primer desenlace armado con la llamada "guerra de Georgia" en agosto
pasado.
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