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Una de las
victimas del atentado a las Torres Gemelas. |
Terrorismo y teorías conspirativas
La experiencia es clara: Cuando hay
atentados con bombas, hay un objetivo político detrás que los guia.
En todo atentado "terrorista"
siempre hay un autor, una victima y un beneficiario. De estos tres actores, el
que siempre queda en las sombras es el beneficiario y, consecuentemente, el
objetivo que guía el ataque nunca se conoce.
Un técnica recurrente a la que acuden
siempre los expertos (no oficiales) para ubicar el objetivo, consiste en
detectar al beneficiario. Si se conoce el beneficiario, se conoce el
objetivo y viceversa.
Y hay datos históricos: En los
prolegómenos de las invasiones militares a Irak y Afganistán, hubo cadena
atentados terroristas en varios países comenzando por el 11-S en EEUU.
Posteriores ataques, con epicentro en
el 11-M en España, tuvieron como escenario procesos electorales o coyunturas
particulares de crisis de la Casa Blanca con Bush en la administración.
Ya más cerca del presente, cadenas de atentados (y también de amenazas) con el 7-J en
Londres como epicentro, tuvieron como escenario la aprobación de planes y
legislaciones antiterroristas tanto en EEUU como en Europa, que a su vez,
produjeron un reverdecer de la industria bélica con la "guerra contraterrorista".
Indefectiblemente, y tal cual lo demuestra el proceso histórico, los ataques
terroristas, sucedan donde sucedan siempre tienen algún hilo de conexión con
el todo. Y las redes de ese todo, siempre terminan en Europa o en la Casa
Blanca.
A esta altura de la democracia y el
pacifismo muchos creen que la CIA (compuesta por decenas miles de agentes desplegados por todo el planeta y financiada por miles de millones US$)
es un invento de los escritores de espionaje que se agotó con la Guerra Fría.
LaCIA, el resto de las agencias
estadounidenses, los servicios europeos, el Mossad israelí, con sus formidables
estructuras y poder financiero e informático existen. Operan las 24 horas,
y no precisamente haciendo turismo por el mundo.
Oficialmente revelado por primera
vez, el Gobierno de EEUU gastó US$ 43.500 millones en
el rubro "inteligencia" en el año fiscal 2007. La cifra equivale al 10% del
gasto total de Defensa, a un 1,6% del presupuesto total de EEUU, y de ese monto,
la CIA, la agencia mayor, insume U$A 27.000 millones.
De ese porcentual, más de un tercio
es dedicado a operaciones encubiertas de la Agencia por todo el planeta.
Las operaciones encubiertas, en
consecuencia, no son obra de las imaginaciones "conspirativas": Son
parte esencial del funcionamiento de esas maquinarias espeluznantes que
conforman los
servicios de inteligencia, que se llevan una de las tajadas más importante de los
presupuestos armamentistas a escala mundial.
Y como en el mundo nivelado por el
sistema capitalista prácticamente ya no se derrocan gobiernos por la vía armada
ni se asesinan dirigentes ni presidentes (el objetivo principal de las
operaciones encubiertas de la Guerra Fría) hoy la misión esencial de las
operaciones encubiertas se desarrolla dentro del rubro "terrorismo".
Más allá de su demonización, el
terrorismo es antes que nada un arma de guerra política-psicológica.
A diferencia del teatro de la Guerra
Fría, hoy el arma "terrorismo" no se utiliza para "desestabilizar" o
derrocar gobiernos (para eso están los nuevos mass media) sino para crear y
nivelar conflictos a escala mundial.
La "magia mediática" (a través de la
imagen globalizada) hace que una explosión "terrorista" sucedida en
cualquier lugar remoto del planeta sea percibida con la misma intensidad
emocional por los habitantes del planeta a escala global.
Todo el proceso de "terrorismo
mediático" con Al Qaeda y Bin Laden, desde el 11-S en adelante, se
desarrolló en los medios de comunicación, principalmente en las cadenas
televisivas, que trasmiten en vivo las imágenes de destrucción que a través de
un ida y vuelta -feed baack- generan masivamente la psicosis terrorista a escala planetaria.
Por lo
tanto, el arma "terrorismo" se ha convertido en una herramienta esencial
para desatar conflictos y orientar conducta colectiva a través del miedo
utilizado como estrategia de control político y social.
Los analistas del sistema, ignorantes
vocacionales de las técnicas y estrategias de guerra psicológica que vehiculiza
el rubro "terrorismo", califican a priori como "conspirativa" cualquier
hipótesis que profundice en los objetivos políticos-imperiales de los
actos terroristas, a los que consideran como obra exclusiva de "locos
fundamentalistas".
De esta manera, Bush y la CIA
pudieron tapar el verdadero hilo conductor de los ataques del 11-S que
fue estudiado por varios expertos y revelados en informes considerados y
clasificados como "conspirativos" por la ignorancia de la prensa oficial y
convencional.
Precisamente, calificar como
"conspirativas" las investigaciones sobre causa y efecto de las
operaciones terroristas, es una metodología más que efectiva para esconder el objetivo y el beneficiario de las mismas y atribuirlas al "fundamentalismo
fanático".
Si se
investigaran oficialmente las operaciones "terroristas" a escala global como se
investigan los crímenes comunes, empezando por la búsqueda del beneficiario,
ya estaría en claro la vinculación de la "guerra contraterrorista" lanzada por
la Casa Blanca con las operaciones del "terrorismo" a escala global.
Los
estudios e informes alternativos (ignorados y descalificados por la prensa
oficial) sobre el atentado del 11-S revelan con claridad que ese hecho dio
origen al uso del terrorismo como estrategia de Estado (imperial), que se
demostró claramente con las invasiones de Irak y Afganistán como su
consecuencia más inmediata.
Desde
que la estrategia oficial del lobby sionista neocon (que controla a Bush y a la
Casa Blanca) lo convirtiera en el "enemigo número uno" del planeta tras el 11-S,
Bin Laden, una leyenda oscura de la CIA, siempre concita la atención mediática y
genera adrenalina "conspirativa" en el público masivo.
Muchos
expertos -dentro y fuera de EEUU- lo consideran como una "carta en la manga" que
tiene siempre lista la Casa Blanca para distraer a la opinión pública y
seguir alimentando la "guerra contraterrorista".
Cada vez
que el nombre de Bin Laden (y su "red Al Qaeda") se hace presente en la prensa
internacional, los especialistas ("conspirativos") comienzan a escudriñar que
se traen entre manos Bush y los halcones de su entorno.
Pero Bin Laden y Al
Qaeda, son sólo las "estrellas máximas" de la constelación "terrorista",
de la que se alimentan y retroalimenta una red de grupos "fundamentalistas
islámicos" (controlados por la CIA y los servicios "occidentales") que actúan
a escala global.
Las "coincidencias"
fortuitas, mantienen activas a esas células operativas del "terrorismo" que
aparecen siempre en el momento y el teatro situacional adecuados.
Como ayer lo fueron
Irak y Afganistán, hoy el teatro de operaciones está situado en Irán.
Y más allá de las
coincidencias "fortuitas", la realidad cantante y sonante indica que el tablero
iraní está al borde de un desenlace.
Esa es la lógica que
emparenta y junta en un mismo escenario a Obama, la Casa Blanca, Israel, la
Unión Europea y la OTAN.
El objetivo es
Irán, y la herramienta del desenlace como siempre es el "terrorismo"
(que hoy se pasea por la India, Irak y Turquía, en las puertas mismas de
Europa).
Tiro de
reglaje y "preparación de terreno" para operaciones militares en alta escala,
según los expertos de la contrainformación.
Pura "teoría
conspirativa", según la prensa del sistema.