(IAR-Noticias)
26-Nov-05
La publicación del texto, que
niega que Jerusalén sea la capital eterna e indivisible de Israel, fue vetada
para que no coincidiera con la apertura del paso de Rafah.
Por J. Cierco - ABC
Una patada en la espinilla. Esa es, a buen seguro, la sensación de Israel
tras haber conocido el contenido de un informe "secreto" realizado por los
cónsules europeos en Jerusalén sobre la política de Tel Aviv respecto a la
Ciudad Santa.
Cuando mejor parecían estar las relaciones entre la UE e Israel, las
conclusiones del informe -texto de consulta de 11 páginas- vierten un jarro de
agua fría en lo que sin duda ya no es una luna de miel entre dos amantes
permanentemente desconfiados.
En el durísimo documento, al que ha tenido acceso ABC, se señala que dicha
política hebrea hace muy difícil la ansiada solución para el sempiterno
conflicto de dos Estados, uno palestino, otro israelí, viviendo el uno junto al
otro en paz y seguridad.
De hecho, los redactores del texto, apadrinado por la presidencia británica de
la UE, aseguran que dicha política de hechos consumados (expansión de los
asentamientos en Jerusalén Este y alrededores; construcción en la zona de E1 en
Maale Adumim; edificación del muro que se come grandes barrios de la Ciudad
Santa) puede radicalizar a los ciudadanos palestinos de Jerusalén Oriental y
provocar un estallido violento.
La UE habla incluso de «política deliberada» de Israel, contraria a la Hoja de
Ruta y a la legislación internacional, que busca la anexión completa de
Jerusalén Este, ocupada desde la guerra los Seis Días, en 1967.
Así, en opinión de los expertos europeos, será imposible la creación de un
Estado palestino con Jerusalén Este como capital, condición imprescindible para
que los palestinos acepten cualquier acuerdo de paz definitivo.
Contactos con los palestinos
Para dejar aún más clara su posición sobre Jerusalén oriental, el informe, que a
buen seguro levantará mucha polvareda en los próximos días, sugiere a los
dirigentes de la Unión y a los ministros de Exteriores de los países que la
componen que retomen sus contactos con los representantes políticos palestinos
en el Este de la Ciudad Santa, algo que desde antes del comienzo de la Intifada
de Al Aqsa denunciaba Israel.
De ahí, por ejemplo, el cierre en su día de la Casa de Oriente, sede semioficial
de la OLP en Jerusalén, donde muchos ilustres visitantes europeos rendían cortés
pleitesía a sus anfitriones palestinos, con el fallecido en Kuwait en 2000,
Faisal Huseini, a la cabeza.
También de ahí la amenaza, que a buen
seguro sería recuperada ahora, de no recibir en la oficina del primer ministro
israelí, ahora Ariel Sharón, o del jefe de la diplomacia hebrea, hoy Silván
Shalom, a los ministros europeos que dieran ese paso y mantuvieran esos
contactos.
La UE también podría, como medida de presión, prestar asistencia jurídica y
ayuda económica a los palestinos víctimas en Jerusalén Este de la demolición de
sus casas, práctica que sólo en 2004 se triplicó por orden del Ayuntamiento de
Jerusalén.
Las autoridades municipales justifican sus demoliciones por construir los
palestinos viviendas sin la autorización del ayuntamiento. Problema: salvo en
contadas ocasiones -basta desde hace meses con los dedos de una mano-, esas
autorizaciones nunca son concedidas a los residentes árabes y musulmanes de la
Ciudad Santa, y sí en cambio a los judíos.
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