Datos nuevos de la
Agencia Internacional de Energía muestran que el consumo de
petróleo en los 30 países miembros de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) descendió un 0,6%
en 2006, señala este viernes el diario financiero The Wall
Street Journal.
Aunque la disminución parece pequeña, es el primer descenso anual en
más de 20 años entre los países de la OCDE. Éstos suelen
consumir más de 58% de los 84,50 millones de barriles de
petróleo que el mundo quema cada día.
El descenso en el uso del petróleo en el mundo industrializado
es una señal de que las empresas y los consumidores, desde
Estados Unidos a Alemania y Japón, han reaccionado al alza en
los precios del crudo. Es posible que marque el inicio de un
ciclo en que estos países consumirán permanentemente menos
crudo, puntualiza el Journal.
Hay otros indicios -señala- tanto económicos como
psicológicos, como el descenso en la demanda por vehículos
todoterreno de alto consumo de combustible y el auge en la
inversión y las ventas de combustibles alternativos como el
etanol. Incluso el gobierno de George W. Bush se ha comprometido
a reducir la dependencia de EE.UU. del crudo.
En general, la demanda global de petróleo aumentó 0,9% en 2006,
impulsada por el crecimiento de China. Pero esta cifra es más
baja que el aumento de 3,9% en 2004 y de 1,5% en 2005.
Según el Journal, Muchos analistas están comenzando a revisar a
la baja sus pronósticos de precios para este año, aunque muchos
aún creen que el crudo repuntará para situarse cerca de US$60
por barril. El barril de crudo a contrato futuro de un
mes cayó US$1,76 y cerró en US$50,48 en Nueva York.
Algunos inversionistas también apuestan a que el barril se
estabilizará en US$60, afirma el diario financiero
neoyorquino:
Esto proviene de la creencia de que US$60 es el precio
que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)
pretende defender, aunque el líder de facto del cartel, el
Ministro de Petróleo de Arabia Saudita Ali Naimi, sembró dudas
al respecto esta semana.
Pero otros vaticinan que el auge del precio del crudo, que ya
lleva cuatro años, está llegando a su fin, señala el
Journal.
Una caída permanente en los precios del crudo generaría una
profunda redistribución de la riqueza en todo el mundo.
Por un lado, pondría más dinero en los bolsillos de los
consumidores y los accionistas de las aerolíneas.
Por otro,
pondría fin a la bonanza de la que han gozado las petroleras y
sus inversionistas, así como los países productores como
Venezuela e Irán, concluye The Wal Street Journal.