as
oscilaciones en el discurso público de Ahmadineyad pueden pasar de considerar a
EEUU como el "peor enemigo de Irán y de la humanidad", a invitar a
Washington a buscar juntos salidas de "diálogo" y de negociación para aliviar
las "tensiones mundiales".
De la misma manera, Bush hoy amenaza
al "terrorismo iraní" con una operación militar, y mañana habla de la
necesaria "salida diplomática" al conflicto.
En la misma línea se mueven los
funcionarios de Washington y de Teherán, para quienes "amenazar" y "negociar",
simultáneamente, no son incompatibles con la realidad, sino parte de una
estrategia convergente.
No se trata de locura o de "doble
discurso", sino de estrategias opuestas y convergentes de presión militar
y de negociación diplomática que operan simultáneamente desde ambos lados de la
trinchera.
Tanto en el Estado islámico de Irán
como en el Estado imperial de EEUU, lo que se juega en el tablero no son las
"oscilaciones personales" de Bush o de Ahmadineyad, sino complejos intereses
estratégicos que subsistirán más allá, incluso, de la estadía de ambos
presidentes al comando de sus naciones.
No se trata de "juegos personales"
o de internas partidarias ("halcones" vs. "moderados") , como quiere hacer
creer la prensa imperial, sino de intereses estratégicos económicos,
geopolíticos y militares entre Estados, que trascienden a los presidentes y a
los partidos políticos.
En forma permanente, el Departamento
de Estado y la Casa Blanca, así como el gobierno teocrático de Teherán, juegan a
dos estrategias opuestas y convergentes: escalada de presión militar y
negociación diplomática, ejecutadas combinadamente.
Las dos estrategias opuestas y
convergentes de Washington con Irán tienen dos líneas claras: Despliegue
militar (presión) y lenguaje bélico de extrema dureza, combinados con
ofertas permanentes de negociación diplomática (diálogo).
Tanto Washington como Teherán se
valen de esos dos instrumentos simultáneos (la estrategia de presión militar y
la negociación diplomática) para dirimir complejos intereses económicos,
geopolíticos y militares en juego, cuya permanencia en el tiempo superan a las
personas o a los partidos en el gobierno.
Esos intereses concretos, y no
la "personalidad" o la "locura" política de Bush (halcón) o de Ahmadineyad
(halcón), son los que definen el conflicto y su desenlace, más allá de
que se utilice la diplomacia o la presión militar para dilatar la resolución del
conflicto.
En el tablero del conflicto, tanto
Irán como EEUU se valen de la "disuasión militar": EEUU desplegando
tropas, bases militares y unidades de ataque aeronaval frente a las costas de
Irán, en tanto que Teherán alimenta la presión militar mostrando todos los días
su formidable ejército, el más poderoso de la región, y las nuevas armas y
misiles de tecnología militar sofisticada adquiridas a Rusia.
En resumen, "amenazar" (disuadir) o
negociar (dialogar) son instrumentos alternativos y de aplicación simultánea que
utilizan tanto Washington como Teherán para evitar una confrontación militar
abierta que -inevitablemente- va a surgir cuando los intereses estratégicos
en juego superen a la negociación y a la disuasión.
Pero.... ¿Quién determina que EEUU
ataque o no a Irán? ¿O quién determina que Irán continúe con su programa nuclear
pese a la posibilidad de un ataque militar?
La resolución de un ataque militar de
EEUU a Irán no está determinada por el "capricho" de Bush o por el
"fundamentalismo religioso" de Ahmadineyad, sino por una compleja trama de
intereses en los que se mezclan el petróleo y recursos estratégicos de
supervivencia, tanto para EEUU como para Irán.
No se trata de un culto a la
personalidad de ambos presidentes, sino de un choque de intereses vitales y
estratégicos entre ambos Estados.
En resumen: Bush (en este particular
contexto) ejecuta y habla en nombre del Estado imperial norteamericano y del
interés estratégico de sus empresas y bancos transnacionales, y Ahmadineyad
habla en nombre de la supervivencia y los intereses económicos, geopolíticos y
militares de Irán como potencia hegemónica en el mundo islámico.
Y si, en vez de Bush y Ahmadineyad,
en la Casa Blanca y en Teherán estuvieran un demócrata y un "reformista", en
nada variaría el escenario de los intereses estratégicos en juego.
Para saber si EEUU, con el gobierno
en manos de Bush, atacará a Irán, o si Ahmadineyad y los ayatolas van seguir
adelante con su programa nuclear y su carrera armamentista, hay que empezar por
donde empieza siempre el capitalismo antes de emprender cualquier plan de
negocios: Evaluar la relación costo/beneficio.
Las tres razones estratégicas
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EEUU: Impresionante
movimiento aeronaval frente a Irán |
En la escalada del enfrentamiento
entre EEUU e Irán hay tres ejes centrales predominantes que van a determinar -a
la larga o a la corta- una resolución del conflicto:
A) Irán es
una pieza clave en el gran tablero de la guerra por el control geopolítico y
energético mundial entre EEUU y Rusia: Frente a sus costas del
estrecho de Ormuz transita diariamente cerca del 40% de todo el petróleo que se
consume en el mundo. Esta situación define a Irán como un aliado privilegiado
para Rusia, ya que se convierte en opción válida para el tendido de oleoductos
que lleven el petróleo y gas rusos, y el de otras ex Repúblicas Soviéticas del
Asia Central (Tayikistán, Uzbekistán, Kazajstán y Turkmenistán), hasta puertos
del Golfo Pérsico y desde allí hasta los sedientos mercados mundiales. Irán
posee la cuarta mayor reserva de petróleo en el mundo detrás de Venezuela,
Arabia Saudita e Irak y las segundas reservas gasíferas del planeta después de
Rusia. La asociación estratégica Irán-Rusia, es la carta decisiva de Putin en su
guerra comercial-energética con el eje EEUU-Unión Europea.
B) Irán es
una llave estratégica para el dominio y control militar de la región del
Golfo Pérsico y del llamado "triángulo petrolero" (Mar Negro-Mar
Caspio-Golfo Pérsico): Por su posición geopolítica respecto del
estrecho de Ormuz, Irán juega un protagonismo esencial para el dominio y control
geopolítico militar de esta estratégica y vital región. Irán convertido en
potencia nuclear, y con su poder militar convencional incrementando con
tecnología rusa de última generación, representa el mayor peligro existencial
para la hegemonía de dominio militar e intereses de EEUU en el Golfo Pérsico y
en todo el Medio Oriente.
C) El
surgimiento de Irán como potencia nuclear-petrolera-islámica pone en peligro
la supervivencia del Estado de Israel y la hegemonía del control
imperialista del lobby sionista EEUU-Israel-Unión Europea en Medio Oriente:
El régimen de Teherán, convertido en potencia nuclear y con un ejército
movilizado de 2 millones de efectivos, con misiles de largo alcance (a los que
se les podría agregar una cabeza nuclear) que pueden alcanzar Tel Aviv y
cualquier ciudad israelí, es una espada de Damocles para la existencia futura
del Estado de Israel.
El desenlace
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Irán:ejercicios militares en el Golfo Pérsico. |
En suma, el conflicto existencial
de Irán con el eje EEUU-Israel no es de naturaleza "religiosa", sino de
estricta supervivencia y de resolución de intereses en el plano
económico, geopolítico y militar.
La cuestión se resume en una
ecuación: El desarrollo nuclear-militar de Irán es directamente proporcional a
una amenaza a la existencia del Estado de Israel y a la supervivencia de
los intereses capital-imperialistas de EEUU en la región.
En las antípodas, la renuncia de Irán
a su programa nuclear y desarrollo armamentístico, equivaldría al fin de su
hegemonía como nación líder del mundo islámico y a la sumisión al dominio
económico-militar del eje sionista capitalista en la región.
El Estado de Israel, no es cualquier
Estado: Es la "madre patria" del capitalismo sionista que controla tanto
la Reserva Federal de EEUU como los bancos centrales de Europa, incluidos el
dólar, el euro y el yen.
O sea, Israel es la "tierra
prometida" de los que controlan los resortes claves de poder en el planeta
globalizado, desde la bolsa de Wall Street y el parque informático de Silicon
Valey hasta el complejo militar industrial de EEUU.
La existencia del Estado de Israel es
como la existencia misma del sistema capitalista, que se encuentra por
encima de republicanos o demócratas, de halcones o de moderados, y es como la
casa de todos.
En este escenario estratégico, el
crecimiento económico-geopolitico-militar de Irán y su posicionamiento como
potencia hegemónica del mundo islámico lo convierten en la principal "amenaza"
no solamente para Israel sino para todo el sistema capitalista imperialista
representado en el eje EEUU-Unión Europea.
En resumen, y de acuerdo a las tres
principales razones estratégicas enumeradas, EEUU-Israel, con el apoyo de las
potencias capitalistas-sionistas, van a precipitar, a corto o mediano plazo, un
desenlace militar para terminar con el programa nuclear y la escalada
militarista de Irán.
Que el régimen de Teherán se avenga,
o no, a una "negociación directa" con EEUU, no implica que desaparezcan
las contradicciones y el choque de intereses vitales en juego. Sólo se tratará
-en caso de suceder- de una dilatación temmporaria del conflicto, no de su
desaparición.
La inevitable confrontación armada
EEUU-Irán detonará como producto de una resolución de intereses estratégicos
y de supervivencia, y no de un capricho temporal de eventuales
administradores o partidos políticos en el gobierno.
Con Bush y los republicanos, o con
los demócratas, en EEUU; con Ahmadineyad y los conservadores, o con los
"moderados" o progresistas, en Irán, el desenlace militar como resolución
del conflicto es irreversible.
Se trata de una evaluación
costo/beneficio, donde tanto Irán como EEUU, tienen más para ganar que para
perder en un conflicto armado.
Se trata, en definitiva, de vencer o
morir.
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(*) Manuel Freytas es
periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica.