Por
Manuel Freytas *
manuelfreytas@iarnoticias.com
El lobby "por derecha"
Cuando se refieren al lobby judío
(al que llaman lobby pro-israelí) la mayoría de los expertos y analistas hablan
de
un grupo
de funcionarios y tecnócratas de la derecha fundamentalista, en cuyas
manos está el diseño y la ejecución de la política militar norteamericana.
A
este lobby judío (de derecha conservadora) se le atribuye el objetivo estratégico permanente
de imponer la agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del
gobierno y el Estado de Israel en la política exterior de EEUU.
Como definición, el
lobby es una
gigantesca maquinaria de presión económica y política que opera
simultáneamente en todos los estamentos del poder institucional estadounidense:
Casa Blanca, Congreso, Pentágono, Departamento de Estado, CIA y agencias
de la comunidad de inteligencia, entre los mas importantes.
Como objetivo
estratégico permanente, el lobby judío orienta sus acciones a imponer la
agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado
de Israel en la política exterior de EEUU, valiéndose de funcionarios y
lobbystas que operan sobre las estructuras del Estado norteamericano.
A través del lobby
judío ("por derecha") el Estado militarista de Israel consigue imponer sus propias
estrategias en la agenda exterior norteamericana, principalmente en el
Consejo de Seguridad de la ONU, donde se mimetiza con las posiciones oficiales
de la representación de Washington en ese organismo clave de la política
internacional.
Con esa misión el lobby tiene
instalados funcionarios claves en los centros de decisión de la Casa
Blanca, el Congreso, el Pentágono y el Departamento de Estado y las redes y
agencias de la comunidad de inteligencia estadounidense.
Según Petras, el poder del lobby
pro-Israel, que incluye al AIPAC, la Conferencia de Presidentes, los PAC y
cientos de organizaciones locales formales e informales, se ve incrementado por su
influencia y
hegemonía sobre el Congreso, los medios de comunicación de masas,
las instituciones financieras, los fondos de pensiones y las
organizaciones fundamentalistas cristianas.
Los tecnócratas del lobby (neocons) provienen
principalmente del lobby sionista
de Israel, la derecha
cristiana, los think-tanks, las
fundaciones y los grandes consorcios mediáticos -diarios
y cadenas televisivas y radiales- que integran la logia
empresarial contratista del Complejo Militar Industrial.
El lobby judío en EEUU adquirió
fuerza y gran capacidad de influencia en la política norteamericana hacia
Oriente Medio tras la guerra árabe-israelí de 1967, cuando se creó el American-Israel
Public Affairs Committee (AIPAC)
y la doctrina Nixon convirtió a Israel en el gendarme regional del poder militar
estadounidense en la región.
Entre los integrantes más sobresalientes
del lobby (nucleados alrededor de las figuras políticas
del vicepresidente Dick Cheney, y del secretario de
Defensa Donald Rumsfeld) sobresale el ex
secretario adjunto de defensa,
Paul Wolfowitz
(hoy presidente del Banco Mundial)
para muchos el verdadero "cerebro".
Otros miembros destacados del
grupo son
Douglas Feith, el ex número tres en el Pentágono, Lewis "Scooter" Libby,
ex jefe de
gabinete del vicepresidente Dick Cheney, John R. Bolton,
embajador de EEUU en la ONU, y Elliott Abrams, a cargo
de la política de Medio Oriente en el Consejo Nacional de Seguridad.
También son integrantes destacados
James Woolsey,
ex director de la CIA, autor de la
operación que intentó vincular a Saddam Hussein con
el 11-S y con las cartas con ántrax en EE.UU;
y Richard Perle, que renunció a su
cargo de asesor del departamento de Defensa tras
un escándalo empresarial.
Una vez que
abandonan sus cargos en la administración estadounidense
pasan a desempeñarse en los think-tanks
(gabinetes
estratégicos)
como el American Enterprise Institute (AEI), y el
Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en
inglés), desde los cuales siguen operando ideas y negocios
para el lobby desde la función privada.
El dinero para la financiación de las estructuras
operativas del lobby ("por derecha") proviene de
las megacorporaciones, petroleras, armamentistas, tecnológicas,
financieras, que hacen negocios tanto con el Complejo
Militar Industrial como con Wall Street, y también
de fundaciones conservadoras al estilo de Bradley y Olin
que utilizan las fortunas legadas a tal
fin por magnates que ya dejaron este mundo.
El mayor vínculo entre los think-tanks conservadores y el lobby de Israel es el
Instituto Judío de Asuntos de Seguridad Nacional (JINSA, por sus siglas en
inglés) de Washington, que apoya al Likud, y que
involucra a muchos expertos no-judíos de Defensa, quienes hacen
constantes viajes a Israel en carácter de consultivos de
los halcones de los gobiernos sionistas de turno en el Estado de Israel.
El Instituto
Judío para Asuntos de la Seguridad Nacional (Jinsa), que fue fundado en 1976,
fue fusionado con otro grupo, el Centro para la
Política de Seguridad (CSP), y posee una impresionante junta directiva que incluye
al vicepresidente, Dick Cheney, y los neoconservadores Paul Wolfowitz, Richard
Perle, el subsecretario de Estado, John Bolton, el subsecretario de Defensa,
Douglas Feith, Michael Ledeen, la antigua embajadora en las Naciones Unidas
Jeanne J. Kirkpatrick, Stephen Bryen, Joshua Muravchik, Eugene Rostow y el ex
director de la CIA James Woolsey, además de varios generales y almirantes
retirados.
El grupo de funcionarios y tecnócratas del lobby "por derecha" se apoderó de la administración Bush hijo por
medio del vicepresidente Dick Cheney, una especie de tutor político de W.,
cuando éste estaba a cargo
de la transición presidencial (el período entre la elección en noviembre y el
acceso al poder en enero).
Cheney, asesorado en las sombras por su socio y amigo el ex
presidente George Bush, padre de W., se valió de esa
circunstancia para colocar en la
primera línea de administración republicana a los más
reputados intelectuales y tecnócratas del lobby judío "por derecha".
Desde ese espacio
clave empezaron a construir las nuevas coordenadas de la política exterior del
Imperio y diseñaron la nueva estrategia colonizadora del Estado norteamericano:
las guerras preventivas contra el "eje del mal",
plasmadas en el papel por la halcona negra Condoleezza Rice.
En esa
orientación estratégica el lobby ("por derecha") empezó a construir
las teorías
conspirativas sobre Bin Laden y el "terrorismo amenazante" que sirvieron
para justificar la invasión a Afganistán tras el 11-S, y luego la invasión a
Irak.
Las teorías e
hipótesis de conflicto justificatorias de esa invasiones
fueron elaboradas por el lobby judío en la Oficina de
Planes Especiales (una estructura paralela a la CIA y a los organismo de
inteligencia) , en
vinculación directa con el equipo conducido por la entonces asesora en Seguridad Nacional
de Bush, Condoleezza Rice, que componían junto con Cheney y Powell
(hoy retirado) la
primera línea de influencia en la Casa Blanca.
Desde allí el lobby construyó
las principales teorías legitimadoras de la nueva invasión a Irak en base a
informes falsos
como lo fue, por ejemplo, la información provista a Bush sobre las armas
químicas de Saddam, y sus presuntas vinculaciones con la organización Al Qaeda
de Bin Laden.
Experiencia que le valió
el
mote de "fabrica de
mentiras" con que
se conoce a esta oficina invisible del lobby en el Pentágono.
Actualmente el lobby
neocon con sus jefes políticos, Dick Cheney y Donald Rumsfeld,
incrementa su
presión sobre la Casa Blanca para que ordene acciones militares puntuales contra
Irán y Siria, básicamente bombardeos "selectivos" como los
realizados en Irak antes de la invasión.
El lobby judío ("por derecha") impulsa abiertamente la
intervención militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la
amenaza árabe a Israel", y sostiene que Israel y
Turquía son los únicos verdaderos Estados-naciones de la región y han estado
pronosticando la desintegración de algunos Estados árabes desde la primera
Guerra del Golfo.
Su "biblia"
funcional se condensa en un documento del año1996 titulado "Un cambio nítido:
una nueva estrategia para asegurar el territorio nacional," escrito por
el
grupo JINSA para aconsejar al entonces primer ministro entrante israelí
Benjamin Netanyahu.
Este documento abreva en las raíces de la "teoría de los bolos" del
Oriente Medio, según la cual un golpe dirigido contra Irak podría derribar
varios regímenes árabes del Medio Oriente.
La misma teoría la repiten ahora poniendo en el centro a Irán y Siria, y a las
organizaciones radicalizadas
árabes que combaten a la ocupación militar de EE.UU.
en Irak.
Hasta aquí, hemos descripto
resumidamente al lobby judío "de derecha" como
un grupo estratégico de funcionarios y tecnócratas "ultraderechistas" que
(infiltrado en la administración Bush, y desde el 11-S) orienta sus acciones a imponer la
agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado
de Israel en la política exterior de EEUU.
Pero esta versión del lobby (recreada por los expertos) está
incompleta, le falta un capítulo.
El lobby
"por izquierda"
Curiosamente los expertos,
tanto de izquierda como de derecha, (salvo
James Petras) sólo se ocupan del lobby judío neoconservador de la
administración Bush, sin ninguna mención de otras administraciones
anteriores, como la del demócrata Clinton, por ejemplo.
¿Acaso el lobby judío es un
invento exclusivo de la derecha fundamentalista que hoy controla la Casa
Blanca?
¿Porqué cuando se habla del lobby
judío en "versión conservadora" se omite, aunque sea como referencia
complementaria, su "versión liberal" implementada durante las
administraciones demócratas, principalmente de Carter y de Clinton?
¿Acaso con las administraciones
demócratas se detiene la acción del lobby judío sobre la Casa Blanca y las
estructuras institucionales del poder estadounidense?
¿Acaso con las administraciones
demócratas se detienen las invasiones militares de EEUU por conquistas de
mercados y apropiación de recursos naturales, como las realizadas por Bush y su
administración en Irak y Afganistán?
Al liberalismo de los demócratas, en
EEUU, se lo denomina "izquierda". Y al lobby judío que opera durante esas
administraciones (complementarias de la derecha conservadora) habría que
llamarlo, por lógica consecuencia, lobby judío "de izquierda".
O por lo menos hacer una referencia,
cuando se habla del lobby judío "de derecha", que el mismo lobby que hoy
opera con la derecha conservadora de Bush (con otros nombres) opera
simultáneamente tanto en las estructuras del Partido Republicano como del
Partido Demócrata, y de sus respectivas administraciones cuando llegan a la Casa
Blanca.
Por ejemplo: ningún analista se
preguntó que hacia Samuel Berger, el jefe político del lobby judío que se
movía en la órbita de la administración Clinton, como principal asesor del
candidato demócrata John Kerry en la última elección presidencial .
Berger,
un sionista liberal "de izquierda", fue
asesor de
seguridad nacional durante la presidencia de Bill Clinton, pero hasta ser
descubierto robando papeles secretos se desempeñaba como principal consejero en
temas de seguridad del candidato demócrata John Kerry.
Samuel Berger, William Cohen y Madeleine Albright
cumplieron, durante la administración de Bill Clinton, las mismas funciones para
el lobby judío liberal "de izquierda" que hoy cumplen Dick Cheney, Donald
Rumsfeld y Condoleezza Rice en la administración Bush.
Pero de eso los analistas no hablan,
solo se ocupan de los funcionarios halcones de Bush que hoy representan al lobby
"por derecha".
Desde
sus puestos en la Casa Blanca los sionistas judíos "de izquierda" Berger,
Albright y Cohen,
tuvieron una participación
clave en los bombardeos y posterior invasión de EEUU a Yugoslavia lanzada por la
administración Clinton con la complicidad militar de la OTAN, en marzo de 1999.
El trío también fue el
impulsor principal de las operaciones aéreas anglo estadounidenses sobre
la llamada "zona de exclusión" de Irak,
las que causaron miles de muertos por las bombas y por los
efectos colaterales de la radiación con uranio empobrecido entre la población
civil.
Esta hoja en su prontuario no les impide
a los sionistas "por izquierda", Berger y a
Albright, presentarse hoy
(sin ningún cuestionamiento de los analistas y de la prensa del sistema ) como opositores
"democráticos" acérrimos a las
prácticas militaristas "unilaterales" de Bush
en territorio iraquí.
Experto en contraterrorismo,
Berger fue una pieza clave en la "aportación
de pruebas" para las denuncias sobre "irregularidades" cometidas por
la administración Bush durante los atentados terroristas del 11-S formuladas por
Richard Clarke, las que fueron utilizadas mediáticamente para complicar
electoralmente al actual presidente de EEUU.
La administración de Clinton
invadió países y asesinó a tanta o más
gente que Bush, y sin embargo la prensa imperialista lo presenta hoy como un inofensivo play boy, o
como un moderno cruzado (algo cholulo) de la democracia americana
ocupado en escribir libros para chicos o presentar sus memorias con un éxito editorial millonario.
Según James Petras, " Bajo el presidente Clinton, el imperio estadounidense
se
expandió mucho más allá de las fronteras de cualquier otro presidente desde Harry Truman. Desde los países bálticos a los Balcanes, siguiendo hacia la parte
meridional de lo que antes era la URSS, EE.UU. ha establecido una cantidad de
estados clientes, que son o nuevos miembros de la OTAN o "Asociados por la Paz"
(clientes en espera)".
Para Petras, "El estilo de construcción del imperio de Clinton combinaba la
penetración económica abierta y el reclutamiento de nuevos clientes políticos
con la intervención militar y de inteligencia encubierta.
"Este último método fue
utilizado sea para reforzar la influencia sobre regímenes en desintegración o
para socavar a regímenes independientes, o para vencer en la competencia contra
competidores europeos o japoneses, usando el espionaje económico de alto nivel,
el llamado Proyecto Echelon", señala Petras.
A este caballero, Bill Clinton, la
socialdemocracia "progresista" internacional, aliada de los demócratas y del
lobby judío "por izquierda, presenta como un estereotipo "democrático" a Bush.
Los demócratas y el
lobby judío "liberal" de la era Clinton fueron los inventores de
los bombardeos
"quirúrgicos", término con el que se definió el uso intensivo de misiles y bombas
"inteligentes" dirigidos por
sistema láser, con
el que se inició la era de la
supremacía de los ataques
aéreos como método de conquista militar, cuyo módulo experimental fue Yugoslavia.
Durante la gestión
de Clinton comenzaron las primeras operaciones encubiertas de la CIA para asesinar o derrocar a Saddam Hussein, utilizando a los mismos funcionarios títeres que hoy gobiernan para Bush en Irak, y que entonces se presentaban en Londres y en Washington como la "oposición a Saddam en el
exilio".
Tras la aprobación en 1998 por
el Congreso de EEUU de la denominada Acta de Liberación de Irak, la
Administración Clinton se dedicó a "fabricar"
pruebas de inteligencia falsas y una oposición al
ex líder iraquí, con el propósito de destituirlo o de legitimar una invasión
militar y un cambio de régimen interno en el país.
El lobby judío, a
través de Samuel Berger junto con el
secretario de Defensa, William Kohen, fueron firmes impulsores
tanto del grupo terrorista de Iyav Allawi (ex primer ministro de Irak)
como con el de Amhed Chalabi, quienes consiguieron cuantiosos recursos del
Pentágono y de la CIA para asesinar a Saddam Hussein y preparar el terreno para
la invasión militar.
El lobby judío de
Clinton
El Washington Institute for Near East Policy (WINEP),
creado en 1985 bajo la responsabilidad del que hasta entonces había sido el
director del AIPAC,
Martin Indyk, desempeñó, durante la administración Clinton el mismo rol de "think tank"
del lobby neoconservador que hoy desempeña
el Instituto
Judío para Asuntos de la Seguridad Nacional (JINSA) en el gobierno de los
halcones de Bush.
Ambas son una rama de AIPAC,
la organización de presión sionista más poderosa de EEUU y de todo el planeta
capitalista.
Y como dato relevante indicador de la
función complementaria de ambos lobbys judíos (el de derecha con los
republicanos, y el de izquierda con los demócratas) baste mencionar que el
director fundador de WINEP, Martin Indyk, había sido antes director de
investigación del
Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (AIPAC).
Como ya habíamos dicho y como
señalara Petras, el poder del lobby pro-Israel, que lidera el AIPAC, la Conferencia de Presidentes, los PAC y
cientos de organizaciones locales formales e informales, incrementan su influencia y
hegemonía sobre el Congreso, los medios de comunicación de masas,
las instituciones financieras, los fondos de pensiones y las
organizaciones fundamentalistas cristianas.
En 1993, tras adquirir la ciudadanía estadounidense, Indyk se
convirtió en asesor especial del presidente
Clinton
y director para Oriente Medio del Consejo de Seguridad
Nacional. Más tarde fue nombrado embajador en Israel y subsecretario de
Estado para Oriente Medio y el Sudeste Asiático.
El WINEP hoy es dirigido por Dennis Ross, que actuó como coordinador del presidente
Clinton
en el proceso de paz de Oriente Medio. Entre los investigadores y el personal
que comparte con otros institutos neoconservadores se encuentran Robert Satloff
(director de política), Patrick Clawson (director de investigación), Michael
Rubin y Martin Kramer.
Fue el
WINEP
quien impulsó la concepción estratégica norteamericana de Israel como gendarme
del Medio Oriente y aliado imprescindible
de EEUU contra la "expansión del
islamismo" y de los Estados "terroristas" en el mundo árabe.
Los operativos del lobby judío de
la administración Clinton fueron los adelantados de las teorías y
estrategias para el Medio Oriente que luego pusieron en práctica los
halcones sionistas de la era Bush hijo.
Los tecnócratas y funcionarios del
WINEP
estaban entre los consejeros más próximos al presidente
Clinton en la cumbre que negociaba la paz entre palestinos e israelíes,
en Camp David, en julio de 2000.
La delegación norteamericana seguía
al pie de la letra las posiciones del primer
ministro israelí Ehud Barak, sin ofrecer propuestas independientes para la
resolución del conflicto, tal como hoy lo hacen los integrantes del lobby neocon
que controla la política exterior de Bush en Medio Oriente.
Además, el lobby sionista de la era
Clinton impulsó el caso de mayor abuso de poder en la historia estadounidense
con el perdón presidencial otorgado
para Mark Rich, un multimillonario fugitivo en la lista de los Más Buscados del
FBI, que había renunciado a su ciudadanía estadounidense antes de pagar los
impuestos que debía.
El gobierno de
Clinton,
influido por el lobby de presión sionista inició los bombardeos preventivos
contra Irak desoyendo el llamado de quienes pedían que cesaran
las sanciones económicas que mataban a seis mil niños cada mes.
Estas precisiones y evidencias
históricas prueban, entre otras cosas, que el lobby judío no es propiedad ni
creación "exclusiva" de los halcones de Bush, sino que responde a dos líneas
convergentes del sionismo capitalista trasnacional que proyecta su influencia en
la Casa Blanca, tanto con administraciones demócratas como republicanas.
La catedral del poder
sionista
(O la madre de todos los lobbys)
A los analistas (escandalizados por
el lobby judío derechista de Cheney y Rumsfeld) no les mereció ningún comentario
el hecho de que la candidatura del demócrata Kerry fuera impulsada por el
lobby judío liberal "de izquierda", encarnado por la crema de empresarios y
financistas de Wall Street, entre los que se contaban, entre otros, George Soros, David Rockefeller y Warren Buffet, el segundo hombre más
rico del planeta después de Bill Gates.
Todos ellos notables integrantes de
la Comisión Trilateral, histórico bastión del lobby judío liberal "por
izquierda".
La Comisión Trilateral,
fundada por iniciativa de David Rockfeller
en julio de 1973, consolida la alianza entre el poder de las
trasnacionales, el de las finanzas y el de la política,
gracias a una red de influencias cuyas ramificaciones se extienden a los
principales sectores de la sociedad estadounidense y mundial.
Entre sus
principales "cerebros" fundadores se encuentra
Zbigniew
Brzezinski,
articulador estratégico de la política exterior de Carter, gurú "ideológico" del
lobby sionista que acompañó a Clinton, y mentor doctrinario en las sombras de la
campaña electoral de Kerry.
La
Comisión
Trilateral
(CT) representaba la síntesis
del
proyecto que venía a terminar con los residuos ideológicos del capitalismo
conservador tradicional, destinado a morir a plazo fijo junto con la
Guerra Fría y la URSS.
El
"nuevo orden"
trilateralista (paradojalmente impulsado por los viejos
consorcios
del imperio norteamericano) estaba delineado por la nueva clase dirigente de la
era nuclear y espacial.
Bill Clinton, como
James Carter y el
resto de los presidentes norteamericanos de las últimas cinco décadas, salieron
de las entrañas del
Council on Foreign Relations (CFR)
, la Comisión
Trilateral y el Bilderberg Group, columnas vertebrales
del poder sionista capitalista trasnacional.
El Council on Foreign Relations (CFR)
conforma una poderosa organización centralizadora del capitalismo trasnacional a
nivel planetario, de muy bajo perfil público, y de alta efectividad, integrada
por unos 3.600 miembros del más alto nivel, prestigio e influencia en sus
respectivas disciplinas y ámbitos de poder, tanto en EEUU como en Europa.
Integra en su seno
una red
vertebradora del capitalismo sionista trasnacionalizado expresado en
el
dominio abrumador de un reducido número de empresas transnacionales de
dimensiones gigantescas, mayores que Estados, sobre la producción, el comercio y
las finanzas mundiales.
La concentración del capital mundial en estos mega-grupos o
mega-compañías, en una proporción aplastante, que implica modificaciones de todo
tipo, en la economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc.,
es seguramente el aspecto más definitorio de la globalización impuesta por el
poder mundial del capitalismo imperial sionista.
Este capitalismo
transnacional "sin fronteras" asentado en dos pilares fundamentales: la
especulación financiera informatizada (con asiento territorial en Wall Street )
y la tecnología militar-industrial de última generación (cuya expresión máxima
de desarrollo se concentra en el Complejo Militar Industrial de EEUU) se expresa
totalizadamente en la estructura funcional
de Council on Foreign Relations (CFR)
El objetivo central expansivo de
este capitalismo sionista trasnacionalizado es el control y el dominio de
recursos naturales y sistemas económico - productivos, que sus defensores
y teóricos llaman "políticas de mercado".
El capitalismo transnacional, a
escala global, es el dueño de los estados y sus recursos y sistemas económico- productivos, no
solamente del mundo dependiente, sino también de los países capitalistas
centrales.
Por lo tanto los gobiernos
dependientes y centrales son gerencias de enclave ( por izquierda o derecha) que
con variantes
discursivas ejecutan el mismo programa económico y las mismas líneas estratégicas de
control político y social.
El lobby judío de Washington (por
izquierda o por derecha) planifica todo el
nivel de las operaciones del capitalismo trasnacional, pero el diseño de la estrategia está en la
cabeza de los grandes charmans y ejecutivos que se sientan en el cónclave del Consenso de Washington,
instancia ejecutiva del "poder real".
Bush y sus halcones
militaristas, como lo fueron Clinton y su troupe bancaria , son
operadores circunstanciales de las necesidades estratégicas de este capitalismo
sionista trasnacionalizado que, más allá de sus falsas competencias internas
entre "halcones" y "moderados", entre lobby de "derecha" y lobby de "izquierda",
funciona en una interacción económica - científica - tecnológica - militar
totalizada.
Clinton, Rubin, y el Consenso de Washington lanzaron (en la década de los 90)
la "burbuja financiera" de libre mercado y capitalismo sin fronteras, con
el "sistema democrático" estandarizado como estrategia de dominio en todo
el planeta, principalmente en el patio trasero latinoamericano.
Pero también
(utilizando la cara "militarista" del Imperio) la administración demócrata de
Clinton lanzó la invasión militar a Yugoslavia con el objetivo de
expandir el capitalismo hacia los ex países comunistas de Europa del Este.
El Council on Foreign Relations, como
ya se dijo, conforma la red vertebradora central de este capitalismo
trasnacionalizado y "sin fronteras".
Sus redes se expresan a través de una
multiplicidad de organizaciones dedicadas a promover el actual modelo global,
entre las que se cuentan principalmente:
The Hudson Institute, The RAND Corporation,
The Brookings Institution, The Trilateral Commission, The World Economic Forum,
Aspen Institute, American Enterprise Institute, Deutsche Gesellschaft für
Auswärtigen Politik, Bilderberg Group, Cato Institute, Tavestock institute,
y el Carnegie Endowment for International Peace, entre otros.
Todos estos think tanks o
"bancos de cerebros", reúnen a los mejores tecnócratas, científicos y estudiosos
en sus respectivos campos, egresados de los las universidades de EEUU, Europa y
de todo el resto del mundo.
Su función táctica y estratégica
consiste en identificar amenazas y
oportunidades del entorno mundial, evaluar las fuerzas y
debilidades de los intereses agrupados dentro del CFR, y realizar
amplios planes estratégicos, tácticos y operativos en todos los ámbitos
donde opera la estructura del capitalismo trasnacional.
El CFR nuclea a los más
altos directivos de instituciones financieras, colosos industriales y medios de
comunicación social, a investigadores y académicos,
a oficiales militares de máxima jerarquía, y a
políticos, funcionarios públicos y decanos de universidades, facultades y
centros de estudios.
Los distintos niveles operativos del
sionismo capitalista trasnacional, desde tecnócratas, ejecutivos y grandes "charman"
del Consenso de Washington (expresión máxima del poder capitalista real)
con asiento en Nueva York, están contenidos y expresadosen el
Council on
Foreign Relations.
Son miembros del
CFR una parte mayoritaria de los presidentes,
gerentes y accionistas de las empresas Fortune 500
que en su conjunto manejan casi el 80% de la economía
estadounidense, emplean a más de 25 millones de personas, y tienen un
valor de mercado que equivale a dos veces y media el PBI de los Estados Unidos.
Las
“Fortune 500” son las 500 mayores empresas de los Estados Unidos
de acuerdo al
ranking que anualmente publica la revista “Fortune”.
Desde su fundación, en 1945, el
CFR tuvo como vocero a la publicación internacional más prestigiosa e
influyente en materia de análisis geopolítico: Foreign Affairs.
Los expertos sostienen que "lo que hoy se publica en “Foreign
Affairs” se transforma mañana en la política exterior oficial de los Estados
Unidos".
En el CFR se concentra todo el poder
mediático del lobby judío sionista (por derecha y por izquierda):
CNN, CBS, NBC, The New York Times, The Daily Telegraph, Le
Figaró, The Economist, The Wall Street Journal, Le Monde, The Washington Post,
Time, Newsweek, US News & World Report, Business Week, RTVE, etc,
todos en manos de redes empresariales que
integran el CFR.
En términos
operativos el
CFR
conforma un poderoso centro de análisis y planeamiento geopolítico y estratégico
del capitalismo imperial sionista en sus fase trasnacionalizada y globalizada.
También son
miembros integrantes del CFR las
grandes universidades y facultades como Harvard,
MIT Massachussets Institute of Technology, Columbia, Johns Hopkins, Princeton,
Yale, Stanford, y Chicago, entre otras, desde donde egresan
la mayoría de los profesionales que cubren
los 150 puestos clave de la administración
estadounidense, incluyendo los cargos más
relevantes en sus fuerzas armadas.
Como ejemplo del poder "totalizador"
del CFR, se puede citar algunos miembros destacados
del mismo como David Rockefeller, Henry Kissinger,
Bill Clinton, Zbigniew Brzezinski, George H.W. Bush, la ex-secretaria de
estado Madeleine Albright, el especulador sionista
George Soros, el juez de la corte suprema Stephen Breyer, Laurence A.
Tisch (presidente de la cadena Lowes/CBS), el ex
secretario de Estado Colin Powell, Jack Welsh
(presidente de General Electric Company), W. Thomas Johnson (presidente
de CNN y hoy director de Aol/Time-Warner), Katherine Graham (fallecida
presidenta del grupo Washington Post / Newsweek / International Herald Tribune),
Richard Cheney (vicepresidente de EE. UU., ex-secretario de defensa de
George Bush (padre), y ex-presidente de la petrolera Halliburton), Samuel
“Sandy” Berger (ex asesor del presidente Clinton
en seguridad nacional), John M. Deutch (ex-director de la CIA del
presidente Clinton), Alan Greenspan (ex presidente
del Banco de la Reserva Federal), Stanley Fischer (ex-director gerente
del Fondo Monetario Internacional y actual director del CitiGroup), Anne
Krueger (ex vicedirectora del FMI), James D.
Wolfensohn (ex presidente del Banco Mundial),
Paul Volcker (presidente del CS First Boston Bank y ex-gobernador de la
Reserva Federal), John Reed (director y ex-presidente de CitiGroup); los
economistas Jeffrey Sachs, Lester Thurow, Martin Feldman y
Richard N. Cooper,
el ex-secretario del Tesoro, ex-presidente de Goldman Sachs y actual co-Chairman
de CitiGroup, Robert E. Rubin, el presidente de IBM, Louis V.
Gerstner, el diputado republicano, Newt Gingrich, y la asesora del
presidente Bush en seguridad nacional, Condoleeza Rice, el representante
comercial de Bush Robert Zoellick, Elliot Abrams, William Perry, Mark Falcoff,
Paul Wolfowitz (cerebro del lobby judío "de derecha" y actual
presidente del Banco Mundial) , Richard N. Perle, y
Richard Armitage, entre muchos
otros.
Los citados personajes conforman las
"dos caras" del lobby judío que controla las estructuras operativas y
estratégicas del capitalismo sionista trasnacional que hegemoniza los recursos
naturales y los sistemas económicos-productivos a lo largo y a lo ancho del
planeta.
Para
quien quiera investigar su existencia real, puede
visitar
la sede
del CFR
en la residencial Park Avenue
esquina calle 68 de la ciudad de Nueva York,
donde
podrá obtener un ejemplar de su Memoria y Balance en el que figuran
descripciones oficiales de sus actividades y la nómina de sus más de 3.600
miembros.
En
síntesis:
El llamado
lobby judío (por "derecha" y por "izquierda) esta conformado por una
estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas,
militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro
puntos cardinales del planeta.
El lobby judío no responde solamente
al Estado de Israel (como afirman los analistas de la "cara derechista" de los
neocons) sino a un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de
Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus
recursos naturales y sistemas económico-productivos.
El lobby no solamente está en la
Casa Blanca sino que abarca todos los niveles de las operaciones del
capitalismo trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los
grandes charmans y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington
y se reparten el planeta como si fuera un pastel.
Este diseño del poder mundial,
interactivo y totalizado, se concreta mediante una red infinita de
asociaciones y vasos comunicantes entre el capital financiero,
industrial y de servicios que convierte a los países y gobiernos en gerencias de
enclave.
Ni la izquierda ni la derecha hablan
de este poder "totalizado" por la sencilla razón de que ambas están
fusionadas (a modo de alternativas falsamente enfrentadas) a los programas y
estrategias del capitalismo trasnacional que controla el planeta.
Mientras no se articule un nuevo
sistema de comprensión estratégica (una "tercera posición" revolucionaria del
saber y el conocimiento) el poder mundial que controla el planeta seguirá
perpetuándose en las falsas opciones de "izquierda" y "derecha".
Y el lobby judío de "derecha" de Bush
y los halcones republicanos será sustituido -como está previsto- por el lobby
judío "de izquierda" de los demócratas liberales en una continuidad estratégica
de las mismas líneas rectoras del Imperio sionista mundial.
Y el mundo (de no mediar un viraje
estratégico del sistema de comprensión) seguirá como hasta ahora: alienado y con
el cerebro dividido.
-----------------------------------------------------------------------------------------
(*)
Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica, y entre sus últimos trabajos publicados se cuentan,
entre otros:
La
estrategia por izquierda y por derecha