Luego del fracaso de su invasión
armada a Gaza el 26 de junio, y después de asesinar a más de 370 palestinos, y
sin poder derrotar militarmente a Hamás, el eje sionista Washington-Tel Aviv
resolvió cambiar de estrategia y apostar a la división y al enfrentamiento
interno.
Mientras, la tensión era extrema el
domingo 17 en los territorios palestinos, especialmente en Gaza, militantes armados
de Hamás, atacaron la residencia del presidente de la Autoridad Palestina,
Mahmud Abbas, en
respuesta al intento de asesinato de su ministro de Exteriores,
Mahmud Zahar, ocurrido pocas horas antes, informó el mismo domingo la prensa
internacional.
Abbas se encontraba en Cisjordania en el momento de los disparos.
La guardia presidencial de Abbas, formada por unos 4.000 miembros
y respaldada por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa,
un grupo extremista leal al movimiento Fatah de Abbas, tomaron los ministerios de Agricultura y Transportes,
administrados por Hamás, mientras se desplegaban para cubrir una
gran franja del centro de Ciudad de Gaza alrededor de la
residencia de Abbas.
Enfurecidos por la iniciativa pro-sionista de Abbas, fuerzas
leales a Hamás intercambiaron disparos con la guardia
presidencial que estaba situada sobre los tejados.
El primer ministro palestino, Ismael Haniyeh, afirmó el domingo
17 de diciembre que el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás, no participará en las
elecciones anticipadas convocadas por el presidente Mahmud Abbas, una decisión
que ha calificado de "anticonstitucional", ya que a su gobierno le falta tres
años para expirar su mandato.
Hamás rechazó de plano el anticipo de las elecciones y
tildó el anuncio del presidente Abbas de "un golpe de estado contra un
Gobierno elegido democráticamente".
La misma operación que en Líbano
Repitiendo el mismo esquema que utilizó tras su derrota en Líbano (enfrentar a
Hezbolá con el gobierno libanés) el eje sionista apeló a su vieja alianza con el
presidente palestino, Mahmud Abbas, para conseguir un enfrentamiento entre
Hamás y Al Fatah, las dos estructuras armadas oficiales palestinas.
La crisis política y los enfrentamientos armados entre las dos facciones tocaron
un "pico" hace unos días cuando Hamás acusó a Abbas de intentar "derrocar" a
su gobierno elegido en las urnas.
En la sintonía de Washington y Tel Aviv, el
presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, anunció el sábado 16 el
llamado a elecciones anticipadas en los territorios palestinos y culpó a
la organización radical Hamás de la crisis interna que afecta a la Franja de
Gaza.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, brindándole el apoyo a Abbas
dijo que las nuevas elecciones ayudarán a "poner fin" a la violencia en
los territorios palestinos.
Israel, por su parte, en abierto apoyo a Abbas, aseguró a través de un portavoz
oficial en la radio pública, que el llamado a elecciones del presidente es
una "oportunidad para erradicar el terrorismo (Hamás) y reanudar el proceso
de paz" entre ambos pueblos.
Utilizando el bloqueo económico (que ya ha causado, según la ONU una catástrofe
humanitaria en Palestina) el eje Washington-Tel Aviv-Unión Europea aprovecharon
para lanzar una estrategia de división y de enfrentamientos con peligro de
guerra civil, para luego esgrimir un "alternativa democrática" con el llamado a
elecciones por Abbas.
La maniobra para muchos analistas árabes está clara: Abbas, apoyado por Israel y
EEUU, quiere aprovechar la debilidad del gobierno de Hamás que enfrenta
el bloqueo del eje sionista Washington-Tel Aviv-Unión Europea para llamar a
elecciones en un contexto desfavorable a la organización de resistencia que no
reconoce a Israel.
Ehud Olmert, a través de portavoces oficiales, recibió con
beneplácito la ruptura de Abbas con Haniyeh y Hamás que ya ha causado
enfrentamientos armados entre ambas facciones.
La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, solicitó
al Congreso,
durante la semana
pasada, una partida de dinero para fortalecer a las fuerzas de seguridad
de Abbas y la ANP, la mayoría de cuyos miembros pertenecen a Al Fatah.
Rice tiene previsto reunirse separadamente con Abbas y con Olmert en la segunda
quincena de enero próximo, y no se descarta una "cumbre" entre ambos líderes,
sin la presencia del gobierno de Hamás..
Poco después del anuncio de Abbas, varios funcionarios de Hamás rechazaron el
llamado a elecciones y algunos lo calificaron de "golpe", y resaltaron el
objetivo de Abbas y los suyos de promover un "golpe" y de buscar una
guerra civil.
Abbas siempre fue acusado de "doble agente sionista" por Hamás y el resto
de las organizaciones de resistencia armada palestinas, y sus posturas sobre la
consecución de la "paz" y la "derrota del terrorismo" son coincidentes con los
planteos del eje Washington-Tel Aviv-Unión Europea.
Con el triunfo electoral de Hamás, a principios de año, el poder de Abbas quedó
desgastado, y sus tesis de "negociación" con Tel Aviv quedó desdibujada
frente al planteo de continuar la lucha armada contra los invasores y
de no reconocer la existencia del Estado de Israel.
La derrota electoral de Abbas y de su
gobierno, y el acceso de Hamás a la nueva administración palestina, hizo añicos
el llamado "plan de paz" y convierte al territorio palestino
en un infierno anunciado de conflictos cuyo desenlace ningún analista se
anima a pronosticar.
La cuestión Palestina, tanto como Siria, el Libano e Irán son cuestiones
estratégicas centrales para el lobby judío que controla la Casa Blanca, tanto
con republicanos como con demócratas. El triunfo electoral de Hamás produjo un
flanco de debilidad en la estrategia de remodelación del Medio Oriente de
los halcones ultraderechistas de Washington y el Pentágono.
Imprevistamente, el demoledor triunfo electoral de Hamás modificó el tablero y
las relaciones de fuerza: Hamás, por imperio de su victoria en las urnas,
pasó de ser minoría "extremista" a "mayoría democrática" en el territorio
palestino conquistado por los tanques israelíes.
Con Hamás en el gobierno palestino, y su decisión de "no negociar" se desmorona
la estrategia de dominación que tenía como actor central a la relación ANP-Al
Fatah con el eje Washington-Israel, que se proyectaba como "modelo a imitar"
en todo el espectro del Medio Oriente.
Cuando el eje sionista internacional Washington-Tel Aviv-Unión Europea
decretó el embargo económico contra el gobierno palestino de Hamás,
aclaró que el mismo solo sería levantado si se reintegraban las "negociaciones
de paz" sobre la base del reconocimiento del Estado de Israel por parte de Hamás.
Posteriormente, todas las negociaciones para conseguir un "gobierno de unidad"
fracasaron por la negativa de Hamás a reconocer a Israel, y eso fue creando una
fisura y un enfrentamiento interno creciente.
>Desde el triunfo electoral de Hamás,
la situación palestina gira
indistintamente de las masacres perpetradas por las tropas israelíes, a la
"guerra interna" por el poder que mantienen Hamás y el presidente de la ANP,
Mahmoud Abbas, que estructura su poder a partir de la fuerza militar controlada
por Al Fatah.
Decenas de miles de seguidores y militantes del movimiento islámico
tomaron durante el sábado y el domingo las calles de la ciudad de Gaza en una multitudinaria
manifestación para protestar por la decisión del presidente Abbas, que Hamás
califica de "intento de derrocamiento".
Durante la protesta se produjeron enfrentamientos armados entre los militantes
de Hamás y fuerzas de seguridad palestinas.
En Gaza y Jan Yunes se registraron la mayor parte de los heridos, por piedras,
palos y disparos de bala, y fue secuestrado un agente de la policía.
Coreando eslóganes en contra del presidente Abbas, y de Mohamed Dahlán, asesor de
seguridad de la ANP y un dirigente de Al-Fatah que mantiene estrechos
vínculos con EEUU e Israel, los manifestantes partieron de distintas
mezquitas y se concentraron frente a la sede del Parlamento palestino.
"CLP (como se conoce al Consejo Legislativo Palestino o Parlamento), vamos,
vamos, aguanta unos cuatro años", profirieron los concentrados, mientras que
otros grupos afirmaban: "Abbas y Dahlán, son espías de los americanos".
En la noche del domingo 17, Hamas y Al Fatah dijeron alcanzar un acuerdo de alto
el fuego para restaurar la calma en la Franja de Gaza después de otro día de
duros enfrentamientos entre ambas facciones.
Sin embargo, la violencia continuaba en las calles, según informaban las
agencias internacionales.
Analistas y observadores destacaban la precariedad y la ruptura de los acuerdos
anteriores entre Hamás y Al Fatah por sus posturas irreconciliable frente al
Estado judío invasor.
La Al Fatah de Abbas quiere un "acuerdo de paz" con reconocimiento del Estado de
Israel, y Hamás descarta toda negociación que contenga el reconocimiento del
Estado judío.
Por otro lado, solo la continuidad del enfrentamiento
arrojará rédito para los planes de división y control del eje Washington-Tel Aviv, que busca
conseguir por medio de la guerra civil lo que no consiguió con la invasión y
masacre militar.
Gaza es un ejemplo calcado de Líbano.
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