No es gratuito que
Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, FEMSA (vinculada a Gustavo
Cisneros y el poderoso Grupo Monterrey), British Petroleum,
Citicorp y Novartis, sólo por mencionar algunas, patrocinen este
centro estratégico para la balcanización de México,
disfrazado de centro de negocios internacionales.
Qué no daría
Novartis para apoderarse de la riqueza biogenética del
sureste mexicano, o Chevron para construir un gasoducto
que transportara el recurso desde Bolivia hasta las refinerías
de Halliburton en Texas.
Ni que decir de
Citicorp, que anhela “administrar” las pensiones de los
mexicanos y convertirnos en un territorio libre para la
especulación bursátil al estilo George Soros. O FEMSA, para
quién la salud de los mexicanos es lo de menos con tal de
incrementar las ganancias por venta de Coca-Cola hasta la
estratosfera.
Recordar el
escándalo, “debidamente” ocultado por la administración foxista,
del avión propiedad de la Comisión Nacional del Agua [CONAGUA]
que aterrizó en suelos mexicanos con un cargamento de más de una
tonelada de cocaína proveniente de Venezuela.
Por cierto, el
director de CONAGUA es Cristóbal Jaime Jáquez, quien al inicio
del sexenio panista entregó los principales ríos y lagos
mexicanos a la Coca-Cola (http://www.ecoportal.net/content/view/full/45361).
Otro miembro
importante de la CONAGUA y que al unísono trabaja para el COMEXI
es Heidi Strosberg. Tal parece que el reparto de los principales
recursos naturales ha quedado en manos de los gerentes de las
corporaciones del crimen.
Tal y como lo había vislumbrado el articulista, Leo Zuckerman,
ligado a varios miembros prominentes del COMEXI, quien en su
columna de la semana pasada (Excelsior 06/10/24), anticipa el
caos que vendría pocos días después, e incluso llega a
comparar la situación de Oaxaca con la de Darfur, capital de
Sudán, un país que, al igual que México, se ubica en una
zona rica en petróleo y que es, al igual que México, codiciada
por las corporaciones energéticas del establishment
neoconservador.
Resulta altamente
sorprendente la claridad con la que, para los ojos avezados en
geoestrategia imperial, Zuckerman disecta la realidad mexicana y
la inscribe en un contexto de caos planificado que recorre la
famosa zona del arco de inestabilidad desde las yacimientos
mexicanos y venezolanos hasta las reservas del Mar de China.
Quién mejor para saberlo que un destacado integrante del grupo
que firmó la militarización de México en el ya citado ASPAN.
Las comparaciones son
útiles en este momento, así lo comprende Zuckerman, para quien
Ulises Ruiz se convierte en una especie de villano favorito al
que hay que defenestrar por el bien de la democracia.
Esto nos recuerda el
discurso bombardeado una y mil veces desde las usinas mediáticas
de guerra de cuarta generación controladas por Washington, para
poner en la picota al ex presidente de Yugoslavia, Milosevic.
Al final de cuentas,
las corporaciones de la droga y las armas se apropiaron de la
estratégica región de los Balcanes europeos que luego, en el
espacio post 11-S, serviría como punta de lanza para invadir
Afganistán y sus preciados y terribles campos de amapola.
Recordemos que en las
postrimerías de la invasión, Henry Kissinger jugó un papel
determinante en las negociaciones para construir un oleoducto
que transportaría el petróleo y gas de Asia Central y que
pasaría por Afganistán (Mary Pat Flaherty, David Ottaway y James
Grimaldi, Wahington Post, 01/11/05). Sus contrapartes del
Talibán no aceptaron los leoninos términos del contrato y poco
después Afganistán sería invadido.
Por cierto, algunos
miembros del COMEXI mantienen íntimas relaciones con Kissinger.
¿Será que quieren aplicar el modelo balcánico al Istmo de
Tehuantepec y trasladar la maquinaria mediática de guerra de
cuarta generación hacia el sureste mexicano para, tal como lo
hicieron contra el ex presidente yugoslavo, satanizar al
gobernador de Oaxaca hasta derrocarlo y provocar la implosión de
un estado soberano, con todas las trágicas consecuencias que
acarrearía ello, desde la separación territorial hasta una
guerra civil en la zona más estratégica del país y la más
codiciada por las mismas corporaciones que destruyeron la unidad
de la ex Yugoslavia?
No bien los miembros
del COMEXI, que laboran para los medios de comunicación más
importantes del país, lanzaban consignas para restituir el
“estado de derecho” en Oaxaca y exterminar del mapa político
al gobernador de esa entidad, circulaban propagando el terror
los ya conocidos escuadrones de la muerte, que sembraron por
cientos de miles de cadáveres el suelo de Centroamérica y que
ahora prestan sus “servicios” en Irak, Afganistán, Yugoslavia y
en todas aquellas naciones que están en la mira de Halliburton y
compañía.
Maestros degollados a
la usanza mercenaria y que luego son atribuidos al gobierno
estatal. Como si no conociéramos los métodos del Irán contras y
de los neoconservadores que, desde los años 80, desparramaron la
muerte en Nicaragua, Guatemala, Belice y El Salvador (http://www.voltairenet.org/article123921.html).
Esos mismos
neoconservadores que hoy gobiernan y despachan desde la oficina
oval de la Casa Blanca, el Pentágono, la CIA y las cárceles
clandestinas al estilo Abu Grhaib. Ellos mismos ahora
importan la muerte como la más preciada mercancía, como la
puerta de entrada para apropiarse del Istmo de Tehuantepec. En
México, lo consiguieron a través del ASPAN y de su caballo de
Troya, el COMEXI.
Quizás Oaxaca se
resista a jugar el rol de paria de la globalización, a “licitar”
los bienes públicos, como ocurre en Sonora con el gobernador y
amigo íntimo de George Bush, Eduardo Bours Castello o, como
sucede en varios municipios del Estado de México, donde la
seguridad ha sido entregada a las corporaciones trasnacionales,
ni que decir del DF, paraíso de la especulación financiera e
inmobiliaria, o de Monterrey que ha sido convertido en centro de
reunión de los emisarios y representantes de las corporaciones
globales y en cuna del grupo empresarial-global conectado a esos
mismos intereses. (http://www.razonesdeser.com/vernota.asp?d=31&m=8&a=2005&
notaid=22294)
Tal vez ese sea el
pecado de los oaxaqueños, cuyas máximas riquezas naturales
deberían estar en manos de Halliburton, según el manual del
neoliberalismo radical.
Seguramente,
Oaxaca debe ser despedazada por no inscribirse dentro de las
metrópolis cosmopolitas que generan colosales ganancias
bursátiles cada segundo para beneficio de un puñado de
agiotistas globales, a costa de millones de empleos arrojados a
la basura, de cientos de miles de deudores desposeídos por la
banca extranjera, y de la estabilidad y la tranquilidad social.
Tan sólo por eso, Oaxaca debe ser balcanizada según el manual de
Madeleine Albraigth y Zibgniew Brzezinski.
Frente a semejante
panorama caótico no es de extrañar la disposición del senador
Santiago Creel quien, durante la más reciente reunión de
carácter binacional con los congresistas estadounidenses,
ofreció a la Casa Blanca la apertura y consolidación de un
“polígono de seguridad”, que en realidad inscribiría a
México dentro del área de operaciones del Comando Norte y
pondría al ejército bajo el mando del Pentágono (La Jornada
06/10/24).
El mismo Creel, firmó
en el año 2000 el tratado de Fronteras Inteligentes con el
entonces zar de la seguridad Tom Ridge para endurecer el control
migratorio y permitir que fuera desplegada en la frontera un
sistema electrónico-militar de alta tecnología, durante una
conferencia sobre el tema en Monterrey.
En el mismo tenor,
resulta ampliamente significativo el artículo redactado por
Rossana Fuentes Berain (El Universal, 01-11-06), otro miembro
distinguido del COMEXI, para quién el caos desatado en Oaxaca
podría desatar una crisis de seguridad nacional y despertar en
nuestros vecinos del norte la inquietud por fortalecer el cerco
policiaco-militar instaurado después del 11-S, pues “no puede
darse por sentada la estabilidad política en México y por tanto
la seguridad de la frontera sur”.
Los malos augurios
que expresa Rossana llegan al extremo de mencionar la terrible
posibilidad de que en México tengamos “mil oaxacas”.
Quizás los
prominentes miembros del COMEXI estén pensando en un México
convertido en mil yugoslavias, en mil timores y en un millón de
iraks. Lo cual convendría y se ajustaría a los planes de
dominación global de Halliburton, Bechtel, Coca-Cola y compañía.
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* Centro de Estudios
Estratégicos y Geopolíticos (CEEG)