(IAR-Noticias) 25-Octubre-06
La semana
pasada en círculos de inteligencia de Washington se comenzó a hablar de un
"tercer plan" (luego del fracaso del "plan militar" y del "plan democrático")
que el gobierno de Bush tendría agendado para escapar de la trampa de Irak sin
asumir su derrota.
Informe especial
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Féretros con soldados de EEUU muertos en
Irak. |
E l fracaso de la estrategia militar norteamericana, estadísticamente
demostrada con su falta de control en regiones claves de Irak, como el
triángulo suní y otras regiones, está aceptada (menos por Bush y sus asesores) por el
conjunto de los comandantes en terreno, quienes se ven impotentes para enfrentar
a los rebeldes en la modalidad de la guerrilla urbana y ataques explosivos.
El portavoz del
ejército estadounidense, general William Caldwell, dijo la
semana pasada que los
atentados en Bagdad aumentaron 22% durante las tres primeras
semanas del Ramadán -el mes de ayuno musulmán que concluye en
los próximos días- en comparación con las tres semanas
anteriores, incremento que el general calificó de
"descorazonador".
Mientras las estadísticas oficiales arrojan que, desde la invasión en marzo de 2003,
murieron más 2.750 soldados de EEUU en Irak, cifras proporcionadas por el Instituto
Anatómico Forense indican que en los primeros cinco meses del 2006, se han encontrado
6.002 cadáveres de iraquíes (la mayoría ejecutados tras ser torturados) a un promedio
de 1200 por mes, y 40 por día.
La situación se hace intolerable
para Bush y los republicanos de la Casa Blanca quienes deben
enfrentar, en menos de dos semanas, unas elecciones legislativas
claves donde pueden perder la mayoría que hoy detentan en ambas
cámaras del Congreso estadounidense.
Para EEUU la "opción militar", intento de control por medio de ataques
militares en gran escala, tuvo su entierro en Faluya, donde los tanques,
aviones y marines de EEUU, pese a convertir en ruinas la ciudad, no pudieron
terminar con la resistencia que emergió más fortalecida de los ataques.
Por otra parte, la "opción democrática iraquí",
intento de control por medio de un gobierno títere electo en la urnas y con el
aparato de seguridad mercenario iraquí reemplazando a las fuerzas
norteamericanas, también fracasó estrepitosamente con la falta de unidad para
formar
gobierno,
la exclusión de los suníes, y la impotencia de la policía y el ejercito
iraquí para controlar a la resistencia.
Mientras ya se habla
del "sindrome Vietnam" para definir la debacle
norteamericana en Irak, Bush y sus funcionarios comenzaron
a hablar la semana pasada de un "cambio de estrategia" sin
renunciar a los objetivos, y sin retirar a las tropas
norteamericanas como pide la oposición demócrata.
Sin embargo, y
también la semana pasada, en círculos allegados a los
republicanos se comenzó a hablar de un "tercer plan" que el
gobierno de Bush tendría agendado para escapar de la trampa
de Irak sin asumir su derrota.
Según las versiones que circulan en Washington, la administración Bush ya
tendría previsto para después de las elecciones de noviembre convocar a una
sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para debatir una
"intervención internacional"
en Irak argumentando el "descontrol, la violencia y la guerra civil"
en que ha ingresado ese país ocupado.
De acuerdo con las mismas
versiones, los republicanos se abstuvieron hasta ahora de convocar al organismo
a la espera de los resultados electorales en las urnas, que les jugarían en
contra si reconocieran -antes de los comicios- que Irak se ha vuelto
"incontrolable" para las fuerzas ocupantes norteamericanas.
Aduciendo el "caos" y el "peligro de disolución del Estado iraquí"
(con su petróleo y economía hoy en manos de trasnacionales estadounidenses y
europeas) el lobby diplomático estadounidense impulsaría la intervención
militar de la OTAN, tal como está sucediendo en Afganistán donde las fuerzas
militares de la alianza remplazaron a las norteamericanas en la represión
de la resistencia talibán.
Como se sabe, y a diferencia de Afganistán donde la alianza colaboró con la
invasión, hasta ahora las potencias europeas se negaron a dar luz verde para que
la OTAN participe militarmente en Irak, y en la última reunión de la alianza
atlántica, el año pasado, la Unión Europea solo accedió a que sus fuerzas
cumplieran la función de entrenar a las fuerzas policiales y militares iraquíes.
Esta vez Washington presionaría a
la Unión Europea y al Consejo de Seguridad argumentando que sólo una
intervención internacional a través de la OTAN podría detener la
guerra "interreligiosa" en que está inmerso el país y que amenaza con
desestabilizar a todo el Medio Oriente.
Frente a un
Irak desangrado y en caos por una "guerra civil" (y como ya sucedió en
Haití) ni Francia, ni España, ni Alemania, hoy países "críticos" a la política
militar de ocupación de Irak, podrían negarse a integrar una "coalición de paz",
aún sabiendo que detrás de ella se encuentra la mano de Washington y del
Pentágono.
En ese
escenario, con la guerra civil como telón de fondo, Bush y los halcones
seguirían controlando la administración, el petróleo, y los negocios de Irak,
mediante un gobierno títere y la supremacía de su fuerza militar sobre la OTAN y
las potencias "aliadas".
Una paradoja, matemáticamente
posible, del invasor convertido en "fuerza mediadora" con la OTAN y la ONU, que
se abre para Washington con chiíes y suníes desangrándose en una guerra civil
En dirección a ese objetivo se
inscribirían las recientes declaraciones de altos jefes del Pentágono y del
mando militar en Irak admitiendo que la resistencia iraquí incrementó sus
ataques y efectividad destructiva en forma notable en los últimos meses.
La estrategia de la "guerra civil"
En diversos informes el año pasado,
IAR Noticias puntualizó que, en un contexto de derrota militar
estratégica de EEUU en Irak, con el país en anarquía y con sus tres
comunidades principales enfrentadas entre sí por razones políticas, religiosas y
económicas, la CIA estaba infiltrando a grupos de la resistencia con la
finalidad de profundizar el enfrentamiento entre chiíes y suníes.
El año
pasado, el líder espiritual de Irán, el ayatolá Jameini, acusó a la CIA (quien
cuenta con una estación local compuesta por 600 agentes) de estar detrás de los
atentados a mezquitas y secuestros a extranjeros junto con los británicos y los
servicios israelíes en Irak.
Solamente entre julio y agosto 6.599 civiles
iraquíes murieron víctimas de ataques, atentados y de escuadrones de la muerte
de acuerdo a un reporte de Naciones Unidas divulgado a principios de octubre.
Las cifras representan un promedio de más de 100 muertes diarias, la gran
mayoría (5.106) sucedidas en Bagdad.
En los últimos meses se contabilizaron 1.129 víctimas civiles en abril, 2.669 en
mayo, 3.149 en junio, 3.590 en julio y 3.009 en agosto.
Medios e inteligencia árabes vienen
atribuyendo esta masacre programada a escuadrones de la muerte infiltrados (o
mimetizados) dentro de los cuerpos de seguridad manejados por el ministerio del
Interior iraquí, cuya operatividad esta controlada por las formaciones
confesionales chiíes de al-Dawa y del Consejo Supremo de la Revolución
Islámica en Irak.
Esas organizaciones se encuentran
bajo el liderazgo de los clérigos y dirigentes chiíes que controlan el gobierno
colaboracionista, caso del gran ayatolá
Sistani, que colaboraron con la invasión norteamericana, y hoy conforman la
mayoría del gobierno iraquí elegido en las urnas.
Con vinculaciones directas con Irán
estos escuadrones, reclutados entre las milicias armadas chiíes y entrenados por
oficiales norteamericanos e israelíes, mantienen un conflicto armado de vieja
data con la resistencia de origen suní conformada por ex integrantes del partido
Baas y los cuerpos de seguridad del ex régimen de Saddam Hussein.
Esos cuerpos irregulares, comandos
especiales "torpedos", fueron creados con la misión precisa de buscar y
exterminar "selectivamente" a los jefes, líderes y cuadros militantes de la
resistencia suní y el partido Baas, mediante operaciones clandestinas que
recrean tácticas operativas empleadas por el ejército israelí en Palestina y
Medio Oriente.
La imbricación con la CIA, el Mossad
y la inteligencia británica, de estos grupos es directa, y sus vínculos
provienen de la época de la resistencia iraquí en el exilio, cuando el
Consejo Supremo de la Revolución Islámica y otras organizaciones
confesionales chiíes operaban conjuntamente con la inteligencia judeo-norteamericana
para derrocar o asesinar a Saddam Hussein.
Sus bases operativas y logísticas
funcionaban simultáneamente en EEUU y en Londres, y sus jefes más sobresalientes
eran el ex ministro Allawi, el ex "preferido" del Pentágono, Chalabi, y el
propio gran ayatolá Sistani.
Hoy la función y misión de esos
grupos, reciclados en escuadrones de la muerte, se orienta a la cacería y
exterminio de combatientes suníes y a la preparación del clima de "guerra
civil" mediante atentados a instituciones y centros religiosos chiíes que
luego son atribuidos a la resistencia suní.
Con ese objetivo, dotados de
impunidad y de zona franca por las fuerzas norteamericanas y el aparato de
seguridad iraquí, esos escuadrones de la muerte actuaron por primera a la luz
del día, el 22 de febrero pasado, tras la destrucción de la mezquita chií, realizando una
inédita operación relámpago de exterminio de sunies que incluyó el
secuestro y la tortura.
Estos comandos especiales,
financiados y entrenados por la inteligencia judeo-norteamericana, cumplen para
el Mossad y la CIA la misma función que cumple Al Qaeda con el "terrorismo
explosivo". En Irak, son los activadores operativos de la "guerra civil".
Es
decir, que la inteligencia militar ocupante controla los dos procesos esenciales
para el detonante de una guerra civil entre chiíes y suníes con
implicación de los kurdos, que también integran los "escuadrones de la muerte".
Una "guerra civil" -a su
vez- le sirve a
Washington para concretar una intervención extranjera tipo Haití en Irak,
y de esa manera sacar a sus tropas del primer plano mediático y fusionarlas en
un "ejercito de paz" aparentemente conducido por la ONU y la OTAN, como se sabe,
títeres de los objetivos de EEUU.
Medios y analistas árabes, así
como autoridades comunitarias y líderes religiosos, vienen sosteniendo desde
hace meses que EEUU quiere enfrentar a los chiíes con los suníes para quebrar
el frente de la resistencia armada que diezma a diario su ejército de ocupación.
Una guerra civil para EEUU, tal como está funcionando hoy en Irak, significa la salida maquiavélica de "dividir para reinar", en un
país que, de cualquier manera, ya se encuentra en la anarquía y en un
enfrentamiento de "todos contra todos" y donde ya se registra la presencia
activa de combates armados entre chiíes y suníes.
Con suníes y chiíes matándose de
puerta en puerta, con la muerte indiscriminada de civiles por parte de ambos
bandos, Irak de hecho ya ingresó técnicamente en la calificación de "país en caos".
En este escenario, y en el contexto
del "tercer plan" que la administración Bush tendría encarpetado para después de
las elecciones, EEUU propondría la intervención de las fuerzas de la OTAN en
reemplazo de las fuerzas norteamericanas como en Afganistán.
Sin asumir la derrota, y tal como
hizo Israel en Líbano, el mando militar norteamericano dejaría
actuar las "fuerzas internacionales de Paz" de la OTAN, y con
el Consejo de Seguridad de la ONU legitimando la nueva ocupación.
En eso resumidamente consiste lo que
algunos ya bautizaron como un "plan de fuga encubierto" de Irak, que tiene su
columna vertebral en la guerra civil y en la masacre desatada por la CIA y los
escuadrones de la muerte a partir de febrero de este año.
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