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Presidente Alan García Pérez |
Un supuesto informe de “inteligencia” descubrió que se preparaba un
“complot” para asesinar al presidente peruano Alan García Pérez. La prensa de
este país, acostumbrada a segundar los circos oficiales, publicó en grande la
noticia salida de palacio de gobierno.
Por Luis Arce Borja
Jorge del Castillo, presidente del
consejo de ministros que desde hace años es una especie de Sancho Panza de
García, salió ligero para anotar con cara de exaltado que la versión del
atentado “contra el Presidente es auténtica y no se trata de una cortina de humo
propiciada por el gobierno”. La ministra del Interior Pilar Mazzetti dijo que
había ordenado reforzar la seguridad presidencial para impedir cualquier complot
que ponga en riesgo la vida de García.
Por su parte el embajador de Estados Unidos en Perú James Curtis Strubble, dijo
a la prensa peruana que después de haberse enterado de esa noticia, preocupado,
“debía transmitir ese informe de inteligencia” a su gobierno. Algunos
articulistas peruanos, tan “objetivos” como aquellos monjes que hace algunos
siglos decían que el mundo era cuadrado, no se han hecho esperar, para decir que
un posible asesinato de Alan García llevaría al poder al marino Luis Giapietri
“activamente ubicado a la derecha” del gobierno” (Mirko Lauer, diario La
Republica).
Sobre este montaje publicitario, que convierte a García Pérez de victimario en
victima, hay que anotar dos criterios fundamentales:
Las operaciones psicológicas constituyen parte del engranaje que utilizan los
grupos de poder para controlar la población civil. Tiene un objetivo político
estratégico. Se aplican en épocas de agudas crisis económicas y de fragilidad
del Estado opresor. Es decir, cuando el hambre, la miseria, la desocupación, el
subempleo, la extrema miseria aumentan en forma vertiginosa, cuyos efectos
acelera la lucha de clases.
Su propósito primordial es frenar las explosiones sociales o simplemente
preparar el terreno para liquidar posibles brotes de organizaciones
revolucionarias que pretendan ir “más allá de los marcos legales de la sociedad
oficial”, y que se plantean seriamente la vía violenta como único camino para
cambiar la dramática que viven las masas pobres de este país. En el caso actual
del Perú, dos décadas de lucha armada (1980-2000), han enseñado a los militares
y a los expertos en lucha contrainsurgente, que el hambre y la miseria del
pueblo son ingredientes (causas objetivas) de primer orden en cualquier proceso
de lucha armada.
La CIA americana ha sido la primera en aplicar en gran escala operaciones
psicológicas en los países latinoamericanos. Estas acciones, tratándose de la
naturaleza política del régimen se califican; “desestabilizadoras” o
“estabilizadoras”. Estas operaciones, cuando están dirigidas a sostener un
régimen pro yanqui como en el caso del Perú, se llaman “estabilizadoras” en
tanto buscan paliar la crisis que envuelve a dicho gobierno. Las campañas
sicológicas son variadas, y se adaptan a la coyuntura política, a las creencias,
y características culturales de la población.
En algunos casos pueden ser de naturaleza religiosa, y en ese caso se fabrican
milagros y santos, y hasta se hace aparecer a la virgen en pleno lloriqueo. En
otros casos, se toca el tema estrictamente político, y ahí se fabrican
“atentados terroristas”, “golpes de estado”, “invasión extranjera”, “complot
asesinos” como el que acaba de publicitar Alan García Pérez. Aquí el objetivo es
poner bajo amenaza todas las fuerzas sociales organizadas con posibilidad de ser
un peligro de desestatización del Estado y el gobierno.
En cualquiera de los casos, así se trate de operaciones psicológicas de tipo
religiosas o políticas, el objetivo es perturbar y crear zozobra en la mente de
la población, y mediante la mentira, la fantasía y la distorsión de la realidad,
hacer que la gente diluya su conciencia respecto al drama social que lo envuelve
cuyo responsable es el gobierno y los políticos. De esta manera, lo esencial de
su existencia: comer y vivir como ser digno y respetable, queda a un segundo
plano.
Estas operaciones se fabrican, al interior de los servicios secretos del Estado.
En su estructuración participan expertos en psicología de masas, sociólogos,
curas corrompidos y otros especialistas en la materia. Su aplicación se hace con
la complicidad de los grandes medios de comunicación del país, los diarios,
revistas, la radio y la televisión cumplen un papel de primer orden, sin ellos
las campañas sicológicas no tendrían ningún efecto.
América Latina es prodigiosa en este tipo de campañas. En Perú según los
cronistas de la Corona Española, la primera aparición milagrosa fue en 1535
precisamente cuando los conquistadores iniciaban sus planes de extermino de la
población indígena. De ahí para adelante ningún gobierno sátrapa ha dejado de
recurrir a este método psicosocial para bajar la temperatura social.
Durante el régimen de Alberto Fujimori (1990-2000), apareció una virgen que
lloraba, y que le pedía a los peruanos paciencia que el “redentor estaba por
llegar”. Como se sabe este “milagro” fue fabricado por el siquiatra Sigifredo
Luza, Vladimiro Montesinos, algunos altos jerarcas de la iglesia Católica, y un
grupo de asesores de la CIA americana. Durante la dictadura militar de Velasco
Alvarado (1968-1975), se hablaba cada día de “golpe de estado”, y hasta de una
invasión americana”, mientras la dictadura reprimía violentamente al movimiento
obrero popular y hacia grandes negocios con las grandes transnacionales
americanas, que decía combatir.
¿García Pérez, de derecha o de ultraderecha?
Es una absoluta fantasía señalar que un complot para asesinar a García Pérez
podría provenir de la “ultraderecha” o de otras fuerzas políticas de los grupos
de poder y del imperialismo. ¿Para qué matar a la gallina de los huevos de oro?.
No tiene sentido que los grupos de poder y el imperialismo pretendan liquidar un
personaje que como ninguno defiende sus intereses económicos y que es capaz de
asesinar a la mitad de la población para proteger el Estado mafioso del Perú. Un
complot contra este individuo megalómano, no vendrá del terreno político y del
poder, sino mas bien del seno del mismo partido Aprista (APRA) que como se sabe
funciona como agrupación de mafiosos.
En ese partido los problemas internos se resuelven a tiros. Señalar que García
podría se atacado por la “ultraderecha”, es conferirle al mismo García un lugar
fuera de los grupos políticos mas reaccionarios y derechistas del Perú. El APRA,
el partido de García, desde sus orígenes ha actuado en combinación con los
grupos de poder y al imperialismo, y en esa representación política adquirió
caracteres de derecha o ultraderecha. La misma historia de Víctor Raúl Haya de
la Torre (fundador del APRA) es un largo ramillete de traiciones, corrupción y
arreglos políticos con los peores gobiernos militares o civiles del Perú. Que
García se proclame demócrata y partidario de los derechos humanos no cambia su
catadura de gobernante antipopular, reaccionario, mentiroso, y criminal.
De otro lado, en los países desarrollados con sistemas demoliberales más o menos
bien asentados, el concepto de ultraderecha sirve para designar grupos o
partidos políticos que difieren ideológicamente de otras agrupaciones de la gran
burguesía. Existe una diferencia muy marcada entre un partido de ultraderecha
(nacionalista, racista y fascista) y los demás partidos que se reclaman de la
democracia burguesa y liberal.
Ese criterio sociológico no tiene aplicación correcta en las republicas
bananeras como el Perú, donde los partidos que representan a la gran burguesía y
terratenientes (las dos clases que detentan el poder del Estado), actúan bajo
una sola ideología y sus planes políticos son simplemente una continuación del
gobierno anterior. Dependiendo de la situación concreta pueden tener matices
diferentes, pero en lo fundamental (resguardar el orden y cuidar los intereses
de los grupos de poder y del imperialismo) son iguales y se guían por una misma
matriz ideológica y política.
Así se vera por ejemplo, que el gobierno de Alan García Pérez, es apenas la
continuación del régimen de Alberto Fujimori que muchos calificaron no solo de
mafioso sino también de ultraderecha. Es por ello que José Carlos Mariátegui,
entre burla y en serio, hablaba de los “fascistas criollos” para referirse a la
extrema derecha latinoamericana, y anotaba que éstos eran burda copia de sus
mentores europeos.
¿Quién en Perú es extrema derecha o de derecha simplemente?. En un caricaturesco
país como Perú, esa conceptualización no tiene sentido. Como lo prueba la
experiencia cotidiana un ridículo partido que se presenta como respetuoso de la
democracia y los derechos del pueblo, resulta por sus hechos un recalcitrante
partido ultraderechista, o simplemente de derecha.
Un ejemplo es el gobierno de Accion Popular (1980-1985), cuyo fundador y líder
Fernando Belaunde Terry, es presentado por los políticos peruanos como
estandarte del “sistema democrático peruano”. El régimen belaundista fue el
iniciador de los crímenes masivos contra la población civil del Perú Durante
este gobierno se registraron los más abominables crímenes contra la población
civil. Fue este régimen quien oficializó la criminalización de la lucha social,
y quien otorgó a las Fuerzas Armadas licencia y carta abierta para secuestrar,
torturar y asesinar clandestinamente.
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