El reclamo de Verdad y Justicia por los familiares frente a los responsables de
la tragedia, a las autoridades y a la justicia, es innegable y es una necesidad
en un país tantas veces marcado por la impunidad jurídica, castigado por la
violencia de diversos signos a través del tiempo. Su historia tiene fuertes
contrastes y muchos de estos contrastes permanecen en la oscuridad y la
impunidad; podríamos señalar las tres últimas décadas.
Otros hechos aún esperan justicia: los atentados terroristas contra la embajada
de Israel y la AMIA, crímenes aún sin resolver. Y continúa la lucha y
resistencia de las familias y organizaciones sociales para encontrar a los
culpables y lograr que sean juzgados.
La "democracia formal", no ha logrado superar la impunidad policial del "gatillo
fácil". Recordemos lo ocurrido en General Mosconi, provincia de Salta, contra
los trabajadores de la ex YPF que fueran dejados cesantes por REPSOL, al
privatizarse la empresa estatal. La venta indiscriminada de tierras a empresas
extranjeras, desalojando violentamente a las comunidades indígenas. El aumento
de la desocupación y la pobreza, la privatización de las empresas del Estado,
todo esto marca la situación actual que vive el país.
Los organismos de derechos humanos han luchado en estos 30 años para lograr la
nulidad de las leyes de impunidad, la lucha es dura tanto durante la dictadura,
como con los gobiernos constitucionales. Los hechos trágicos vividos por el
pueblo son muchos y las diversas experiencias pueden ayudar a encontrar nuevos
caminos hacia la verdad y la justicia.
La tragedia ocurrida hace un año en el recital de Callejeros en Cromañon, el 30
de diciembre del 2004, debe llamar a la reflexión a toda la sociedad para
encontrar el camino para encontrar justicia y la justa reparación.
El camino debe ser a través del derecho, no el camino de la venganza y el odio.
La vida de los 194 jóvenes no es posible recuperarla, pero si la memoria, los
valores, sus ideales y el sentido profundo del amor y la permanencia en los
seres queridos.
Los jóvenes, hombres y mujeres a quienes la tragedia y la irresponsabilidad de
algunos, truncó sus vidas y sus ideales, no deben quedar en la impunidad y el
olvido, pero tampoco signados por la venganza. Son semillas de vida y darán su
fruto en el pueblo.
Por ello no es posible ignorar hechos preocupantes, algunos de ellos marcados
por el dolor que permanece y por los reclamos legítimos a los que el gobierno,
poder judicial y la sociedad deben responder. Lamentablemente un grupo de
familiares de las víctimas han condenado al Jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, Aníbal Ibarra, acusándolo de ser responsable de la tragedia y de
"asesino, corrupto, etc.". Todas las broncas contenidas se descargan sobre el
jefe de gobierno de la Ciudad de Bs. As.
Las fuertes presiones de algunos familiares y la decisión de los legisladores de
diversos partidos políticos, han logrado que fuera suspendido en sus funciones
para ser llevado a juicio político. Algunos familiares han recurrido a las
amenazas contra los fiscales y legisladores y a "los escraches". Otros
legisladores discriminan a familiares que no están de acuerdo con esos
procedimientos y que denunciaron en reiteradas oportunidades las amenazas a
Ibarra y a su familia y al empresario Chabán.
Otros recurren a presiones para evitar que sectores políticos y sociales
establezcan contacto con Ibarra, como lo ocurrido con el ex intendente de
Rosario. La intolerancia marca las acciones generadas por el miedo. En este
cuadro de situación no faltan las especulaciones de sectores políticos con el
dolor de las familias de las víctimas y de los sobrevivientes.
Si bien Ibarra tiene la responsabilidad general por ser Jefe de Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, la misma deriva en otras instancias y responsabilidades
tanto de funcionarios como de instituciones, inspectores, los bomberos, la
policía. El empresario Chabán debe tener las habilitaciones correspondientes
para desarrollar sus actividades comerciales y garantizar la seguridad y el
correcto funcionamiento de su establecimiento.
También el grupo musical Callejeros por el uso de bengalas en sus recitales,
quienes deben dar explicaciones y rendir cuenta de lo sucedido.
El juicio político a Aníbal Ibarra está marcado por serias contradicciones e
intereses políticos, en particular del Macrismo. Con gran hipocresía su
dirigente, Mauricio Macri, dice que no le interesa si Ibarra es condenado o no.
Es preocupante que un dirigente político tenga tan poca responsabilidad. Y es
preocupante el silencio intencionado del ARI, que busca especular y se niega a
pronunciarse sobre la situación y el juicio político a Ibarra.
No es saludable para las familias, ni para la democracia, que se busque un
"chivo expiatorio", para descargar broncas, culpas y condenar al Jefe de
Gobierno. El día después del juicio político a Ibarra, si es condenado o
absuelto, cualquiera sea el resultado del mismo, dejará a la sociedad con un
sabor amargo y a las familias de las víctimas insatisfechas.
Los partidos políticos continuarán haciendo sus cálculos de los réditos del
juicio, pérdidas y ganancias, y los jueces a solas con su conciencia pensando si
el camino tomado fue el correcto, si cedieron a las presiones, si tuvieron el
coraje de mantener los valores y la ética frente a la situación.
Es necesario preservar la memoria de los jóvenes víctimas del incendio en
Cromañon, buscar los caminos de esclarecimiento y determinar las
responsabilidades a través de la Verdad y la Justicia y hacer valer el Estado de
Derecho. No es a través del odio y el revanchismo como se preservará la memoria
de las víctimas, de los sobrevivientes que cargan día a día con el dolor y con
las secuelas de los momentos vividos.
Es necesario que no vuelva a repetirse nunca más una tragedia como la provocada
en Cromañon. También debe ser un fuerte llamado de atención a los padres, a sus
responsabilidades y tener claro que no se puede delegar la responsabilidad en
terceros.
Las autoridades deben redoblar los esfuerzos y controles sobre los lugares
públicos, teniendo en cuenta que el incendio en Cromanón no es el único, que
otros accidentes fatales similares se han producido en el país y que es
necesario tener en cuenta esos hechos. La sociedad no puede ser indiferente y
pensar que "eso" les pasó a "los otros".
La tragedia nos pasa a todos y no a sólo a algunos Y la solidaridad y apoyo a
las víctimas y a las familias nos debe unir, como pueblo, en la búsqueda de la
Verdad y la Justicia.
La sociedad debe tener claro esos objetivos, y reitero: para que otros Cromañon
no vuelvan a repetirse.
(*)Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nóbel de
la Paz 1980.