(IAR-Noticias)
24-En-05
Por Jorge Altamira - Partido Obrero
Verbitsky
ha salido en apoyo a la nominación de Juan José Alvarez para la Secretaría de
Seguridad del gobierno de Ibarra con el argumento de que el susodicho nada tuvo
que ver con los asesinatos del 26 de junio de 2002 en Puente Pueyrredón.
Alega
para sustentar su posición que Alvarez se había enfrentado poco antes de esos
hechos con el pampeano Rubén Marín y el salteño Juan Carlos Romero, que exigían
que el gobierno ‘hiciera de goma’ a los piqueteros. Alvarez, insiste Verbitsky,
formaba parte de una minoría del gobierno de Duhalde que se ‘oponía’ a la
represión. Verbitsky no repara siquiera en el contrasentido de sus propias
palabras, pues ningún ministro de Seguridad, en ningún lugar del mundo, podría
ser un opositor a la ‘represión’. ¡Para qué diablos, cree este intelectualoide,
existen los ministerios de Seguridad!
Los
coqueteos casquivanos de Verbitsky con el marxismo, no le han alcanzado para
dotarlo de un mínimo de lucidez. De acuerdo a los ‘parámetros’ de Verbitsky, el
gobierno de Kirchner, por ejemplo, no es de ningún modo represor, a pesar de que
tiene a veinticuatro piqueteros y obreros detenidos y a cinco mil luchadores
procesados. Lo que hace Kirchner no es ‘reprimir’ sino ‘hacer cumplir la ley’ y
‘dejar que actúe la Justicia’, o sea garantizar la vigencia del ‘estado de
derecho’.
Sin embargo, si las cosas fueran como las describe Verbitsky, las fechorías de
Alvarez serían aún más graves que las que se le atribuyen. Ocurre que en los dos
días subsiguientes a los crímenes del puente, Alvarez fue quien con más énfasis
sostuvo que las muertes debían ser atribuidas a los piqueteros que, según él,
iban armados, y no a la ‘Bonaerense’.
Es decir que cometió el peor de los crímenes, que es el de encubrir al asesino y
el de obstruir la justicia. Basta imaginar lo que cualquiera pensaría hoy de
quien tratara de suprimir las pruebas que incriminan a Chabán, para obtener la
caracterización política exacta de Alvarez. Cuando se conocieron las fotografías
que señalaban la responsabilidad de la Policía en los crímenes contra Kosteki y
Santillán, el ‘estado de derecho’ y su cultor quedaron expuestos como simples
patrañas.
Añadamos lo siguiente: al día de hoy los responsables materiales se encuentran
sin juicio ni condena y los políticos fueron ascendidos a la presidencia del
Mercosur, unos, y a delfines bonaerenses de Kirchner, otros, como es el caso del
gobernador Solá.
Pero Verbistsky no se gana la distinción de idiota por desconocer o disimular la
historia reciente más elemental. Es un idiota porque, incluso si sus mentiras y
distorsiones no fueran tales, Alvarez llega al gabinete de Ibarra no por su
calificación de técnico en seguridad. No llega como el ministro impoluto de la
‘minoría’ del ex gobierno de Duhalde sino como agente del propio Duhalde, o sea
de la ‘mayoría’ de aquel gobierno.
No como el representante de la represión ‘por derecha’ sino como el peón de la
derecha represora. Viene acompañado por otro experto, su sub-secretario, que no
es otro que el asesor de Macri en materia de seguridad. A Verbitsky no se le
escapa, por idiota que sea, que Macri ha reclamado en numerosas oportunidades
que es necesario ‘hacer de goma’ a los piqueteros.
Pero ¿se puede aceptar el calificativo de ‘idiota’ aplicado a una posición
política, como ocurre en este caso con Verbitsky? Por regla general, no. Pero
cuando se asiste al desagradable espectáculo de ver todos los domingos a un
periodista censor de otros periodistas, en la tarea de defender a Kirchner como
alternativa a Duhalde, o de presentar a la Cristina del primero como el ‘arma de
destrucción masiva’ de la portadora del apellido del segundo, es inevitable
concluir que sólo un idiota puede saludar el copamiento del gobierno de Ibarra
por Duhalde y por Macri.
Los Verbitsky son los ‘idiotas útiles’ de la política argentina que,
pretendiendo defender la democracia con los Ibarras y los Bielsas, concluyen
aceptando siempre el copamiento de la derecha como un ‘mal menor’
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