14Dic03 (IAR-Noticias) - Por Rodrigo Guevara
Mario
Pontaquarto, natural del partido de
Luján, provincia de Buenos Aires, es un antiguo militante de
la Unión Civica Radical.
Había llegado a ser una de las figuras centrales del Senado,
un hombre "clave" en la relación de los
bloques UCR-PJ, entonces presididos por José Genoud y Augusto
Alasino, respectivamente. Fue una especie de "nexo" para los
"arreglos de votación de leyes" y el "sistema
de cobros" que habían establecido ambas bancadas para
repartir el dinero.
En 1998, el entonces vicepresidente de Menem, Carlos
Ruckauf lo ascendió al cargo máximo de secretario
administrativo de la Cámara. Cuando
arribó Alvarez al Gobierno, Pontaquarto conservó la secretaría parlamentaria, y
continuó como
contacto de la Alianza con el bloque de senadores del
PJ, encabezado por Augusto Alasino.
Siguió ejerciendo esas funciones hasta que la
"estructura" se desmoronó con
la denuncia de coimas durante el tratamiento de la
ley de reforma laboral.
Las autoridades del bloque UCR que lo habían amparado y
sostenido habían sido desplazados de las posiciones de poder que ocupaban, y su
principal protector, José Genoud se hallaba retirado y enfermo.
Fue exonerado de su cargo en el Senado por
la no devolución de viáticos que retiró de la Tesorería para realizar un
viaje que nunca concretó, y por presuntas irregularidades
en sus funciones. Estuvo suspendido casi un año, hasta que
el actual vicepresidente Daniel Scioli, cuando asumió la
presidencia del cuerpo, lo expulsó de la Cámara.
En 1983
había ingresado al Congreso junto con el ex diputado Daniel
Bravo (hijo del fallecido legislador,
Alfredo Bravo), que jugó el papel de contacto principal
entre el Gobierno de Kirchner y Pontaquarto en los
acuerdos previos que precedieron a su denuncia ante el juez Oyarbide.
Primero trabajó de
asesor
con el bonaerense Marcos Di Caprio, y luego estuvo
relacionado con el diputado Federico Storani. Junto a Daniel
Bravo (h) (con quién estableció una férrea amistad)
trabajaron al principio con el senador
entrerriano Luis Brasesco. Su ascenso en la línea jerárquica de
la Cámara recién se acentúa desde 1996,
cuando fue designado prosecretario parlamentario, y en
1998 cuando Carlos Ruckauf lo eleva al cargo máximo de
secretario administrativo del Senado.
En sus momentos de gloria, la presencia de Pontaquarto en la SIDE (Secretaría de
Inteligencia del Estado) era habitual, tanto durante la gestión de Hugo
Anzorregui como
en la de
su sucesor, Fernando De Santibañes. Cuando el Gobierno
de De La Rúa necesitaba "negociar" en el Senado alguna ley exigida por el
FMI, Pontaquarto se reunía en el quinto piso del edificio de la SIDE, en la
calle 25 de Mayo, con José Genoud, con el entonces ministro de Trabajo, Alberto
Flamarique, y el director del organismo, Fernando De Santibañes.
Reuniones de las cuales también solía participar eventualmente el titular
del bloque PJ en el Senado, Augusto Alasino.
Cuando saltó el escándalo de las coimas en el Senado durante la
gestión de De La Rúa, Pontaquarto desapareció de la escena. Algunos
elucubraban que estaba ocupando un cargo
en el consulado argentino en Francia,
conseguido sobre el final del gobierno delarruista.
Sin embargo
Pontaquarto, utilizando un bajo perfil, seguía desempeñando tareas en el
Congreso conservando parte del sueldo y el rango que había obtenido.
Por vía de Bravo (h), se había
contactado con el jefe del gobierno porteño, Anibal Ibarra, y posteriormente
recaló -vía Ibarra- por el despacho del jefe de Gabinete, Alberto Fernández,
quién lo empezó a utilizar -vía Bravo- como una de las "fuentes
de información" entre la
Rosada y el Senado.
Esa fue la razón, y no el asunto del
dinero de los viáticos, lo que detonó el "cortocircuito" con el vicepresidente
Daniel Scioli y su posterior expulsión del Senado. La función de Pontaquarto al
servicio del gobierno de
Kirchner consistía en elevar
a Fernández información periódica sobre los movimientos del "menemismo" en la
Cámara.
Enterados de esa
maniobras, y con Eduardo Menem a la cabeza, los senadores menemistas le
pidieron a Scioli que lo expulsara.
La ruta
secreta de la denuncia
Cuando lo echaron
del Senado a Mario Pontaquarto le invadían dos cosas: conseguir dinero rápido
y vengarse de los menemistas que lo echaron del Senado.
Un veterano de la
Cámara nos dijo: "El menemismo cometió un error garrafal con su expulsión del
Senado. El tipo es el que más conoce de los manejos
de "venta de leyes",
estuvo en todas, los conoce a todos, sabe como operan, cuanto se llevan, sacarlo
de encima es como echar al chofer o a la mucama con cama adentro: te mandan en
cana".
Al contrario de lo que dice el
vocero oficial
de la SIDE de Kirchner, el diario
Página 12,
Pontaquarto no
venía "madurando
la decisión desde hace un año", sino que la empezó a negociar
con el Gobierno de Kirchner -vía Anibal Ibarra- desde que dejó de pertenecer
al Senado.
Tampoco lo hizo por "daño moral" ni por sentido de culpa, lo hizo por
dinero, platita fresca de la SIDE "kirchneriana", que es lo único que puede
calmar su ansiedad de "venganza". Como en los tiempos de De La Rúa.
La "información" en posesión
del ex secretario de la Cámara no le resultó
útil
al Gobierno de Kirchner hasta hace dos semanas. El desencadenamiento del
conflicto con el sistema de poder "duhaldista" de la provincia de Buenos Aires y
la pelea con los piqueteros "duros", fueron de alguna manera los "ejes motrices"
de la aparición de
la denuncia
de Pontaquarto ante el juez Oyarbide.
La pelea con los jefes
piqueteros -cuyo
pico se produjo la
semana pasada con las declaraciones
condenatorias
de Kirchner- puso muy
"nerviosos"
a los integrantes de la plana mayor gubernamental.
Y algo precipitó aún más ese
estado de tensión: los mensajes de "alerta" que recibieron de algunos espías de
la SIDE respecto de "algún armado" que andaban haciendo algunos caudillos
duhaldistas con sectores de los piqueteros "duros" que participan de su sistema
"clientelar".
Había disturbios posibles en el horizonte de aquí al 20 de diciembre.
Por otra parte -en el curso de la semana pasada- el Gobierno había
recibido informes de inteligencia de la Policía Federal en los cuales se decía
que la escalada de robos en Villa Urquiza y localidades aledañas a la
Avda General Paz, están siendo organizados por oficiales superiores de la
policía bonaerense en respuesta a las campañas en su contra lanzadas por los
medios afines al oficialismo.
Otro punto que arrojó más
leña sobre la caldera gubernamental, fueron los mensajes que recibieron de
"gente amiga"
del establishment económico (y casualmente también de la embajada
norteamericana) interrogándose "si Néstor (Kirchner) no había equivocado el
rumbo dándole palos a los piqueteros".
Una
medición acelerada
encargada al consultor Artemio López, durante la fase más
caliente
del enfrentamiento con los piqueteros, arrojó que una porción de los sectores
medios "no mira con buenos ojos" la violencia verbal generada entre el Gobierno
y las organizaciones de desocupados.
Están
totalmente en desacuerdo con la metodología de cortes de calle y la presencia
constante de los piqueteros en la ciudad,
perosienten
temor de que -de seguir así- las cosas lleguen a mayores.
Si bien nadie admitió ni se
animó a decirlo - en el entorno
de La Rosada- que el Presidente había equivocado el rumbo,
comenzaron a pensar en alguna estrategia alternativa
para salir del paso.
La decisión de
promover
la denuncia sobre las coimas
del viejo Senado, se produjo después de una reunión que mantuvieron, el jueves
de la semana pasada,
Anibal Ibarra,
Alfredo Bravo (h) y Alberto Fernández,
en el domicilio particular del jefe de Gabinete. Por la tarde Kirchner lo
aprobó, y el viernes
pasado
se dio curso a la operación mediática de la denuncia
conducida por Alberto Fernández.
El
"gran sorprendido"
resultó ser el
propio Mario Pontaquarto quien fue informado el mismo jueves por Bravo de lo que
había decidido la plana mayor de Balcarce 50.
Al
contrario de lo que pueda suponer una mente
conspirativa,
los hechos sucedieron "naturalmente". Hace dos semanas Bravo hijo le había
comentado a Anibal Ibarra -jefe del gobierno porteño- que Pontaquarto había
decidido
motorizar
su denuncia a través de un reportaje, negociado a cambio de dinero, con la
revistaTXT, para lo cual necesitaba alguna
"cobertura oficial".
Ibarra
-antes de que arreciaran los fuegoos pirotécnicos entre Kirchner y los
piqueteros- se lo trasmitió a Alberto Fernández, tal vez pensando en algún
uso
que se le pudiera destinar en los medios de comunicación. La pelota quedó
picando, hasta que -en plena efervescencia del conflicto con los desocupados- el
jefe de Gabinete lanzó la "noticia" en el entorno presidencial.
No se sabe de "quién nació la idea" pero, entre el martes
y el miércoles, ya estaba la
decisión tomada,
la que cobró cuerpo definitivo en la reunión del día jueves en la casa de
Alberto Fernández.
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