(IAR-Noticias) 03-Julio-06
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Un soldado israelí prepara la
artillería en el sur de la franja de Gaza. (Foto Reuters) |
Ehud Olmert está decidido a que Gaza se llene de ojeras. Los vuelos rasantes de
los «F-16» israelíes provocan, de noche y de día, unas explosiones sónicas
descomunales que hacen temblar los cimientos de los edificios y las camas de sus
habitantes y les impiden conciliar un sueño que nunca acaba por estos lares en
los brazos de Morfeo.
Por Juan Cierco -
Corresponsal de ABC en Gaza
A
que pase un poco de sed. No mucha.
Ayer se abrió durante cinco horas el paso fronterizo de Karni para permitir la
entrada de combustible, imprescindible para alimentar a los generadores que
producen la energía suficiente para bombear los pozos; una vez fueron
destrozados a misil limpio los seis transformadores de la central eléctrica de
Gaza.
Una central construida con capital
sueco y estadounidense, asegurada por una compañía norteamericana que ahora
tendrá que abonar en concepto reparador 48 millones de dólares. No sólo pierden
en este caso los civiles palestinos.
A que pase un poco de hambre. Ya lo
dijo Dov Weisglass, el anterior consejero político de Ariel Sharón, quien apostó
por aplicar una dieta a los palestinos para que adelgazaran.
A que no puedan conducir sus coches.
La gasolina que ha entrado en la Franja no será suficiente para todos los
conductores. A que no puedan ducharse todos los días; a que no puedan ver por
las noches más que con linternas o velas; a que no puedan mantener fresca toda
su comida; a que los hospitales no puedan trabajar, son enfermos no piezas de
recambio, a pleno rendimiento.
«Yo soy el responsable de lo que
sucede en Gaza. He ordenado al Ejército que nadie pueda dormir allí ni de noche
ni de día para que padezcan las mismas incomodidades que padecen nuestros
ciudadanos en el sur de Israel.
Nadie muere por culpa de las
incomodidades pero sí se muere por los Qassam», dijo el primer ministro israelí
tras dar luz verde a sus fuerzas militares y de seguridad para que utilicen
todos los medios a su disposición, «pero todos», para liberar al soldado hebreo
secuestrado hace una semana, Guilad Shalit, y para acabar con las
infraestructuras terroristas del Gobierno de Hamás, tanto en medios materiales
como personales.
Medios que pasan, entre otras cosas,
por el bombardeo de la oficina del primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, en
plena madrugada; por el lanzamiento de más de 1.200 proyectiles sobre la Franja
en sólo unos días, frente a la decena de «Qassam» caídos sobre Sderot; por la
detención de los 8 ministros del Gobierno de Hamás (ya reemplazados); por unos
números, facilitados por la organización israelí de derechos humanos, Betselem,
que llaman de manera poderosa la atención: en los dos últimos meses, 85 muertos
palestinos, más de 40 civiles inocentes; contra cuatro hebreos, entre ellos un
colono y dos soldados.
Crímenes de guerra
Declaraciones y amenazas que salen
también de bocas palestinas. De la de Mahmud Abbas: «Los crímenes de guerra
israelíes vienen uno detrás de otro».
De la de Abu Ubaida, portavoz de las
Brigadas de Ezedín al-Qassam, brazo armado de Hamás, quien lanzó dardos
envenenados y algo más en forma de posibles ataques terroristas contra escuelas,
instituciones y plantas eléctricas dentro de Israel en respuesta a las
operaciones del «Tsahal» en la Franja mediterránea.
Infraestructuras (puentes,
carreteras); instituciones políticas y de seguridad; universidades;
instalaciones deportivas; campos de cultivo bombardeados en la Franja por
tierra, mar y aire dentro de una lista de cerca de 45 objetivos que Israel pueda
ampliar en cualquier momento. Ya sea de día. O de noche. Palabra de Olmert hacia
una Gaza con ojeras.
Una central construida con dinero
sueco y estadounidense fue destruida. Precio: 48 millones de dólares.
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