En el escenario mundial hay ocho
procesos de inevitable desenlace a corto o mediano plazo: La resolución
social de la crisis económica global (con epicentro en EEUU y Europa),
ataque militar a las usinas iraníes, conflictos encadenados en Medio
Oriente con Siria como detonante, nueva escalada en Afganistán y
en Irak, conflicto militar con Pakistán, acciones militares y
operaciones desestabilizadoras contra gobiernos no dóciles en Eurasia y África,
nuevos conflictos armados en el Cáucaso y en Eurasia (como parte del
teatro de la guerra fría EEUU-Rusia-China), y un ataque "terrorista" (o
varios) similar al 11-S en Europa o en EEUU.
En todos los casos, el "terrorismo"
(un arma estratégica de la Guerra de Cuarta Generación) va actuar como
elemento desencadenante y fusionante de los acontecimientos que se avecinan
en el teatro de los conflictos internacionales por la preservación del orden
imperial regente.
El orden de esos acontecimientos a
suceder será determinado por las necesidades coyunturales que tenga el
Imperio USA-UE en el marco de sus relaciones globales económicas, geopolíticas y
militares estratégicas.
Los movimientos traumáticos (sean
económicos, militares o "terroristas") en el tablero mundial no están marcados
por caprichos personales de eventuales gobernantes sino por necesidades
estratégicas de supervivencia inmediata que tienen los Estados imperiales
y el sistema capitalista.
En ese sentido, Bin Laden y Al Qaeda
fueron una valiosa carta que la CIA y los servicios estadounidenses y
europeos siempre se reservaron para resolver cualquier "salida" imperial
(económica o militar) que requiriera consenso internacional. Bin Laden
murió, pero Al Qaeda sigue viva.
Bien empleada, la herramienta
"terrorismo" (un arma que combina la violencia militar con la Guerra de
Cuarta Generación) tiene como objetivo central: Generar una conflicto
(o una crisis) para luego aportar la solución más favorable a los
intereses del que la emplea.
Por ejemplo: El 11-S (activado
por la CIA infiltrada en los grupos islámicos) en EEUU fue el detonante del
conflicto, y la "guerra contraterrorista" posterior, y las invasiones a
Afganistán e Irak, fueron parte de la alternativa de solución.
Las denuncias de Obama y los líderes europeos sobre
complots "terroristas islámicos" en marcha, las detenciones masivas de
"sospechosos" en EEUU y Europa, son piezas operativas del lanzamiento (y
aggiornamiento) de una nueva fase de la "guerra contraterrorista" a
escala global..
El reciclamiento contínuos de las "amenazas de
Al Qaeda" (además de alimentar un nuevo ciclo expansivo de ganancia para las
armamentistas y las petroleras), sirve como argumento permanente para justificar nuevas
escaladas militares en Medio Oriente, Africa y Eurasia .
En una versión degradada (marcada por
la decadencia del Imperio), Barack Obama recita casi textualmente la
"doctrina Bush" de las guerras preventivas contra el "eje del mal" como
estrategia de apoderamiento de mercados y de recursos estratégicos que el
Imperio y sus corporaciones necesitan para renovar sus ciclos de expansión
capitalista.
Terminado el marketing electoral, con
un Imperio USA colapsado por la crisis económica y las contradicciones internas,
el presidente negro despues de asumir su primer mandato, aplicó a rajatabla la "guerra contraterrorista" como
estrategia imperial de Estado en el marco de la política exterior.
El "terrorismo islámico",
convertido desde el 11-S en única hipótesis válida de conflicto internacional (y
como justificativo de base para intervenciones militares), es multifuncional
en sus búsqueda de objetivos: Un atentado "terrorista" detonado a distancia (y
por control remoto) multiplica planetariamente sus efectos de "miedo mundial"
por medio de la manipulación mediática de las imágenes de destrucción que
realizan las grandes mediáticas del Imperio.
Y la interpretación del hecho
"terrorista" por los grandes medios del sistema y sus analistas no es
racional sino emocional: Al "terrorismo" no se lo analiza como un arma
político-militar (con objetivos y beneficiarios políticos-económicos) sino que
se lo presenta como un hecho "monstruoso y criminal" con un fin demencial
y una resolución irracional en sí mismo.
En este escenario de ocultamiento de
las causas y los fines inteligentes y planificados del "acto terrorista" (un
arma de guerra para conseguir objetivos, tan efectiva y mortal como cualquier
otra), quien avance hacia la búsqueda de explicaciones y de posibles
beneficiarios es tildado inmediatamente de "conspirativo".
Así la CIA y los servicios
estadounidenses y europeos consiguieron (además de entronizar la
ignorancia) "nivelar el miedo" y utilizar indiscriminadamente al
"terrorismo" (como arma de manipulación política y social) con la complicidad
manifiesta de los grandes medios y comunicadores masivos que sólo se limitan a
contar el "terrorismo" de acuerdo con las "fuentes oficiales".
Los testeos con las "amenazas"

Como cualquier experto en
inteligencia sabe, hay un primer movimiento en las técnicas "terroristas" que se
denomina "testeo". Está técnica consiste en generar "efectos
colaterales" de miedo sin llegar al atentado "terrorista" real, y su
principal campo de acción son las "amenazas" y el "descubrimiento" (antes de que
sucedan) de supuestos planes de ataques y atentados que son presentados a
la prensa.
En ese sentido, son ejemplos
paradigmáticos los "comunicados" de Al Qaeda y las apariciones
históricas del fenecido de Bin
Laden en los clásicos videos y grabaciones, así como las también constantes
revelaciones y denuncias de "planes terroristas" por parte de EEUU, Gran
Bretaña y los gobiernos de las principales potencias europeas.
Tanto Washington como las potencias
de la Unión Europea han mantenido históricamente denuncias constantes de
"ataques terroristas islámicos" en planes de ejecución, pero que
efectivamente no han sucedido, desde el 7 de julio de 2005, fecha del atentado
terrorista al metro de Londres.
Mediante estas operaciones de "testeo"
(y de mantenimiento de la psicosis del miedo) los planificadores del
USA-terrorismo del Estado imperial (disfrazado de "terrorismo islámico") mensuran
el impacto emocional y seleccionan los posibles "blancos" de los ataques
terroristas reales, principalmente en EEUU y Europa.
Mediante estas operaciones, los
estrategas y planificadores "testean" en diferentes escenarios (Europa, Asia,
África o EEUU) el clima de "miedo" existente, o lo reactualizan para mantener
activas las condiciones de manipulación con el "terrorismo".
Decenas de operaciones de "testeo"
con amenazas y descubrimiento de "planes terroristas" son realizadas anualmente
tanto en Europa (principalmente Francia y Gran Bretaña) y EEUU, donde los
"blancos" se sitúan (últimamente) preferentemente en el sistema de transporte de
Nueva York.
Esos ensayos les permite a los
planificadores evaluar posibles reacciones sociales y políticas frente a un
atentado real.
En este escenario, se reactualizan
las operaciones psicológicas para involucrar a grupos y organizaciones islámicas
asiáticas y africanas dentro de un plan "terrorista" común para vulnerar la
seguridad de EEUU y Europa.
El eje
Irán-Afganistán-Pakistán-Europa

Evidentemente, las operaciones de
testeo con las amenazas y planes "terroristas" siguen concentradas en el eje
asiático India-Afganistán-Pakistán-Yemen, en Medio Oriente, en los países
islámicos del cuerno de Africa, y en el marco de las potencias europeas que
tienen tropas en Afganistán, donde los talibanes están exterminando a los
soldados de EEUU y la OTAN y ya controlan más del 70% del territorio afgano.
Como se sabe, los gobiernos europeos,
ante el enorme costo político y social que les acarrea, son cada vez más
renuentes a mantener su alianza militar con EEUU en Afganistán (hasta ahora la
guerra de ocupación más costosa y problemática para el Imperio) y algunos de
ellos ya están pensando en retirarse de sus acuerdos militares con Washington.
Las mismas potencias europeas, a su
vez, tienen en su manos la "resolución final" sobre el programa nuclear iraní
en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde el fin de la "opción
diplomática" podría desencadenar a corto o mediano plazo acciones de endurecimiento
económico y hasta nuevas y más duras sanciones militares contra Teherán.
Las seis potencias del grupo "5+1" (EEUU,
Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) ya acordaron con varios países
árabes celebrar consultas sobre posibles "acciones" a emprender contra
el programa nuclear de Irán.
Israel y EEUU, por su parte,
esgrimiendo informes (de la AIEA) donde se consigna que Irán ya está en
condiciones de fabricar ojivas nucleares, siguen presionando para embarcar a la OTAN y a
las potencias europeas en acciones militares inmediatas contra Irán.
Estos dos conflictos estratégicos
centrales (el ataque a Irán y el desenlace en Medio Oriente) son
los que básicamente alimentan las operaciones con el "terrorismo", tanto
en Asia EEUU, como en las metrópolis europeas.
Las "amenazas" (con las posibilidades
siempre latentes de un "atentado real"), siempre se orientan a dos objetivos
principales:
A) Ablandar la masa de resistencia
de los socios europeos nucleados en la OTAN para que continúen su alianza
militar en las operacione de conquista de mercados y de recursos estratégicos.
B) Preparar y crear las
condiciones para acciones militares y de bloqueo económico contra Irán,
antes de que este país alcance a desarrollar ojivas nucleares que pongan en
peligro la supervivencia del Estado de Israel (la madre patria del imperio
capitalista que controla el mundo desde Washington y Nueva York).
Para ello es imprescindible generar
un contexto asiático y europeo amenazado no solamente por el "terrorismo
islámico" de Al Qaeda, sino también por el "peligro nuclear
iraní" que puede expandirse por Europa y EEUU.
Esto explica sucintamente el eje
Asia-Africa-Medio Oriente-Europa de las actuales operaciones "CIA-terroristas"
que
siguen extendiendo su estela de nuevas amenazas tanto en la región como en las
metrópolis de EEUU y Europa.
Resumiendo:
El "terrorismo" no es un objeto
diabólico del fundamentalismo islámico, sino una herramienta de la Guerra de
Cuarta Generación que la inteligencia estadounidense y europea vienen utilizando
para justificar sus
operaciones de conquista militar, dividir al mundo árabe musulmán y controlar
Medio Oriente, mantener y
consolidar la alianza USA-UE en el campo de las operaciones para derrotar a los
talibanes en Afganistán, consolidar la división y la ocupación de Irak, ocupar y
controlar Pakistán, lanzar operaciones militares de nuevas conquistas en África
y en Eurasia, justificar acciones militares contra Irán antes de que se
convierta en potencia nuclear, alimentar la "guerra fría" intercapitalisa por
mercados, petróleo y recursos estratégicos con el eje Rusia-China, y
generar un posible segundo 11-S para distraer la atención de la crisis económica
global que ya ha derivado (por medio del desempleo) en crisis social tanto en
EEUU como en Europa.
Dentro de esta línea directriz, se
van a enmarcar los distintos acontecimientos de "amenazas" y "descubrimientos de
complot terroristas" que se irán desarrollando de ahora en más en
Europa y EEUU como en Asia Central, Medio Oriente y la región del cuerno africano.
El punto "nebuloso" de estas
operaciones reside en precisar en que momento los estrategas del "CIA-terrorismo"
van a implementar el escenario de otro atentado real en alta escala (que
aparece como potencial) en objetivos de Europa, Asia, o EEUU.
El "blanco", como ya se
precisó más arriba, seguramente va a estar determinado por el resultado y la
evaluación de los "testeos" con las "amenazas" y los "complots terroristas" que
vayan denunciado EEUU y las potencias europeas.
En el momento que EEUU decida atacar
a las usinas nucleares de Teherán, o lanzar operaciones nuevas operaciones militares en
Eurasia, Africa y Medio Oriente, va a necesitar imperiosamente de uno o varios
atentados terroristas reales para ablandar la resistencia de los aliados y
conseguir consenso internacional para nuevas ocupaciones.
Precisamente, esas son las funciones
claves que viene cumpliendo el "terrorismo islámico" (como arma de guerra
imperial) controlado por la CIA desde el 11-S hasta aquí.
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores
más difundidos y referenciados en la Web.
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