La guerra y el dominio
La historia de la humanidad, es
la historia de la conquista y de la dominación del hombre por el hombre
en distintas etapas y grados de evolución transformacional que transcurren de
lo simple a lo complejo.
El control del oponente
es la base del dominio, a nivel del hombre y su entorno primero, y de los
sistemas (políticos, económicos y sociales) que rigen las sociedades, después.
Cuando el primer hombre
primitivo controló y dominó por medio de la fuerza a otro, estaba estableciendo
el principio de la dominación del hombre por el hombre que rigió el
desarrollo de todas las civilizaciones imperialistas conocidas hasta ahora, y
cuya máxima expresión de desarrollo estratégico se da con el sistema
capitalista.
La búsqueda del control y del
dominio, a su vez, definen el carácter imperialista de las distintas
civilizaciones (incluida la capitalista) que fueron marcando la evolución y
el trazado de la historia humana a partir del dominio hegemónico.
Las distintas "civilizaciones"
a lo largo de la historia no fueron producto de la libre creación del espíritu y
de la mente humana, sino un emergente de estrategias y políticas orientadas a
la conquista (militar, económica, política y social) de las clases más
poderosas sobre los estamentos más débiles de la población humana.
La guerra, el uso y el control
del poder militar, la capacidad de destrucción masiva, fue el factor primario
que posibilitó (por medio de la conquista) que grupos reducidos de individuos
(las "clases dominantes") impusieran su voluntad sobre las mayorías y las
condenaran a la servidumbre y el esclavismo.
Desde la antigüedad, pasando por
Grecia y Roma hasta el "sistema capitalista", las guerras fueron herramientas
estratégicas (claves) para la construcción de los distintos sistemas de dominio
basados en el control masivo de poblaciones para concentrar (por medio de
la explotación del trabajo social) poder y riquezas económicas.
Históricamente, los "ricos" (la
concentración del poder económico) no nacieron de un repollo, sino que son el
emergente evolutivo y transformacional de un sistema de dominio del hombre por
el hombre (el control y el dominio sobre los "pobres") que descansa en última
instancia en la concentración del poder militar y en la capacidad para hacer
la guerra.
Si EEUU no contara con la
maquinaria nuclear militar del Pentágono, cinco flotas (aviones, barcos y
submarinos) con poder nuclear y 800 bases militares distribuidas por todo el
planeta con capacidad de destruir varias veces la tierra, su poderío imperial
económico financiero no hubiera podido existir.
El dólar no es la "moneda
patrón" del sistema capitalista por méritos propios, sino porque detrás suyo
se encolumna el poderío nuclear militar de EEUU que oficia de gendarme armado
para el sostén del sistema.
En un escenario siempre mutante
y constante, las guerras (imperiales) evolucionaron de la colonización militar a
la colonización de cerebros, sin perder su objetivo primario de conquistar y
controlar para dominar.
Por eso la dinámica funcional de
la historia humana (en todos sus estadios) se rige por las estrategias de
control y dominación desarrolladas por medio de las guerras imperiales.
Y contrariamente a lo que
predican los modernos "pacifistas" a ultranza, las guerras no se hacen para
matar sino que se hacen para controlar y dominar. Las masacres
militares no son un objetivo a priori, sino un resultante del objetivo de la
búsqueda del control y del dominio militar.
O sea que, en primer lugar, y
según lo que surge como comprobación fáctica y estadística de cualquier estudio
estratégico, las guerras imperiales no se hacen para matar, sino para
controlar y dominar.
En segundo lugar, la destrucción
material y los genocidios humanos que producen las guerras (de conquista
imperial) vienen como consecuencia de la búsqueda de control y dominio sobre
un oponente que resiste, y no al revés.
Por lo tanto, las guerras (de
conquista imperial) no se planifican para matar, sino para apoderarse de un
objetivo estratégico siguiendo la motivación imperialista central de
controlar para dominar, y su concepto de aplicación va desde territorios hasta
sociedades y hombres.
Toda acción de dominación del
hombre por el hombre (implícita en la guerra de conquista imperial) se rige por
un axioma estratégico: para dominar, primero hay que controlar por medio de
la guerra.
El que planea una guerra de
conquista no lo hace para destruir, sino que lo hace con un objetivo
estratégico de controlar y dominar blancos de apoderamiento trazados de
antemano, sean territorios (guerra militar), recursos económicos y mercados
(guerra económica), países y sociedades (guerra social), o mentes (guerra
psicológica).
Al contrario de lo que cree la
mayoría, el resultado exitoso de las guerras no se mide por la destrucción
militar, sino por la consecución de los objetivos con el menor costo de
destrucción física o de vidas humanas.
Vale como ejemplo la operación
militar Plomo Sólido que Israel lanzó sobre Gaza, en enero de 2009,
que fue lanzada para controlar y/o exterminar a Hamás, pero terminó en una
derrota y en un fracaso internacional para el estado judío por la masacre de
civiles inocentes y la destrucción de infraestructura en la que derivó.
La
guerra total
Desde la prehistoria hasta la
actualidad, todas las civilizaciones dominantes se valieron de la guerra
imperialista para controlar y dominar:
A) Territorios (conquista territorial) = Control político
B) Recursos naturales
(conquista de recursos) = Control económico
C) Sociedades (conquista
de las sociedades) = Control social
D) Individuos (conquista
de las mentes) = Control ideológico
Los imperios antiguos (Grecia,
Roma) sólo habían llegado a la conquista territorial (guerra militar) y a
la conquista de recursos (guerra económica), y apenas habían tocado el
primer estadio de la guerra social (conquista de la sociedad),
imponiendo sus idiomas o sus creencias religiosas en los territorios
conquistados (caso del latín con Roma, o caso de la religión católica con
los imperios de la Edad Media).
Con el Imperio del sistema
capitalista, la guerra por el dominio y el control completa el ciclo
evolutivo con la guerra social (conquista de las sociedades) y la
guerra psicológica (conquista de las mentes).
Esta instancia de guerra por el
control y el dominio de las sociedades y de las mentes, se posibilita por el
advenimiento de la Revolución Industrial en
el siglo XIX, que luego condujo a la Revolución Tecnológica e Informática
del siglo XX.
Es decir que la guerra por el
dominio y control de las sociedades y de las mentes, sólo se produjo a partir de
la interacción funcional de la tecnología mediática (medios de
comunicación) y de la informática (electrónica y computación) orientada a
un objetivo de control y dominio mediante una estrategia comunicacional.
Esos tres factores (medios de
comunicación, electrónica y computación, y estrategias comunicacionales)
posibilitaron que la guerra por el control y el dominio imperial capitalista
tocara su máximo estadio de desarrollo estratégico: la Guerra de Cuarta
Generación.
Porqué
el capitalismo no puede prescindir de la guerra militar
El desarrollo tecnológico e informático, la
globalización del mensaje y las capacidades para influir en la opinión pública
mundial, convirtieron a la Guerra Psicológica mediática en el arma
estratégica dominante de la
4GW (Guerra de
Cuarta Generación), a la
que se agrega una variante "contraterrorista" tras los ataques explosivos
del 11-S en EEUU.
De esta manera, y a partir del
11-S norteamericano, la "Guerra Psicológica" (con su variante la
"Guerra Contraterrorista") conforma la columna vertebral estratégica de la
Guerra de Cuarta Generación, con los Medios de Comunicación
convertidos en los nuevos ejércitos de conquista.
La Guerra Psicológica
define el estadio superior de las estrategias de control y dominación ensayadas
hasta ahora por los sistemas imperialistas (dominación del hombre por el hombre)
que se fueron sucediendo hasta llegar al sistema capitalista.
¿Y porqué en este estadio
avanzado del control social sin el uso de las armas el capitalismo no puede
prescindir del uso de la guerra militar?
Por tres razones precisas que la
justifican:
A) Las guerras y los conflictos
militares alimentan a los complejos militares y la industria bélica (con
facturación billonaria) constituida en la pata complementaria de la rentabilidad
capitalista trasnacional.
B) Los conflictos
intercapitalistas por petróleo y recursos estratégicos esenciales para la
supervivencia futura de la potencias sólo se resuelven en última instancia (y a
nivel de desenlace) por la guerra militar.
C) Solamente el aparato y el
arsenal militar nuclear garantizan efectivamente la supervivencia del Estado
imperial y de las potencias centrales, que sin la supremacía del poder
militar serían engullidos y destruidos por el resto de los países que integran
el sistema a nivel planetario.
Esta realidad fáctica, entre una
multiplicidad de factores interactivos, explica porqué el capitalismo (hasta su
desaparición) está centralmente determinado por la guerra militar como factor
primario de dominio y de preservación de su sistema económico de explotación del
hombre por el hombre.
En este escenario, marcado por
las leyes y contradicciones de su propia supervivencia, el sistema capitalista
está condenado a vivir en la "guerra permanente", y, consecuentemente
solo hay "paz" en el microchip instalado en el cerebro de los colonizados
mediáticos que alimentan la rueda del dominio sin el uso de las armas.
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores
más difundidos y referenciados en la Web.
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