(IAR
Noticias)
17-Agosto-2011
En el actual escenario internacional, la confluencia de una nueva suba del
precio del petróleo y de los alimentos, combinados con la especulación
financiera y los conflictos políticos y militares en las zonas calientes del
planeta (como África y Medio Oriente) alimenta un cóctel explosivo cuyo
desenlace a nivel planetario nadie puede prever o estimar.
Por
Manuel Freytas
(*)
manuefreytas@iarnoticias.com
Informe especial
E l
Banco Mundial acaba de revelar en un informe que en lo que va del año 2011 el
precio de los alimentos escaló a niveles récord, y se teme una
repetición agravada de los estallidos sociales que se propagaron por Asia,
África y América Latina en el 2008.
A su
vez, los disturbios en el Medio Oriente y en África y la escalada militar
en el Golfo Pérsico generan tensión internacional y, como efecto de la
especulación financiera con la energía, se vuelve a disparar el precio del
petróleo en los mercados mundiales.
La especulación financiera en el
mercado de los alimentos y la energía, alimenta a su vez los temores de que se
repitan los estallidos y protestas sociales masivas en contra de los aumentos,
como sucedió en 2008.
En lo
que va de año 2011, según el organismo, los precios mundiales de los
alimentos aumentaron en un 33%, en comparación con julio de 2010, llegando al
nivel máximo alcanzado en 2008, mientras que las reservas mundiales de
alimentos se encuentran en niveles alarmantemente bajos.
El
aumento explosivo de los precios de los alimentos siempre afecta primero, y de
manera más dura, a los pobres que gastan una parte proporcionalmente mucho
mayor de su dinero en la compra de alimentos. La trágica consecuencia es que
si hace tres años había en todo el mundo 800 millones de personas que padecían
hambre, esta cantidad ha aumentado entre tanto a 1.000 millones, según datos del
Banco Mundial.
Según el
informe, durante el año pasado el precio promedio del maíz aumentó un 84%, el
azúcar un 62%, el trigo un 55%, el aceite de soja un 47% y el petróleo crudo un
45%.
En 2008,
en varias partes del planeta, los aumentos explosivos de los precios de los
alimentos se habían convertido en una peligrosa bomba social. Hoy, toda
esa situación parece estar repitiéndose, aunque ahora los escenarios se llaman
Argelia, Túnez y Jordania. ¿Estamos en vísperas de una nueva oleada de protestas
a escala planetaria?
No faltan las señales de advertencia. Ya en octubre pasado, el Banco
Mundial había reactivado su fondo de emergencia creado en respuesta a la crisis
de 2008. También la ONU dio la voz de alarma: el índice de los precios de los
alimentos básicos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) subió en diciembre a un nivel récord.
Hace pocos días, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos revisó a la
baja sus previsiones de las cosechas mundiales. "Estamos llegando a una zona
de peligro", advirtió en una entrevista el economista jefe de la FAO,
Adbolreza Abbassian.
En su informe, el Banco Mundial señala que en los países del Cuerno de
África, más de 12 millones de personas necesitan ayuda alimentaria de
emergencia. Los precios de los productos básicos de los residentes, como los
cereales y el maíz son ahora superiores a los máximos de 2008.
“El hambre en la región también se debe a la larga sequía y a los conflictos”,
señala el documento.
Según
los expertos del banco, también en las regiones que no padecen de hambruna, se
observa que muchas clases de la sociedad son afectadas por el crecimiento de
los precios de los productos.
“Los gobiernos deben equilibrar todos los factores sociales y políticos, para
desarrollar una política que ayude a proteger a las clases sociales más
vulnerables, en largo plazo”, señaló el informe.
"Las consecuencias van a ser importantes, trátese de protestas o de un aumento
del número de personas que pasan hambre", asegura Richard Henry, economista jefe
especializado en agricultura de la Corporación Financiera Internacional (IFC,
según sus siglas en inglés), una institución afiliada del Banco Mundial que
invierte en empresas privadas en los países más pobres. "Si miramos la cesta
alimentaria de una familia, estamos más o menos en la misma situación que en
2008", añadió.
El alza de los precios es vertiginosa: tan solo en la segunda mitad del año
pasado, el precio del trigo se disparó un 57 por ciento, el de los aceites y
grasas casi en la misma proporción y el precio del azúcar se incrementó hasta en
un 77 por ciento.
"Los
precios son impulsados al alza por tendencias de largo plazo, a las que se
sobreponen luego efectos meteorológicos de corto plazo", explica Atul Mehta,
director del Departamento de Agricultura, Industria y Servicios de la IFC.
Los motivos son obvios: se calcula que la población mundial alcanzará antes de
2050 la marca de los 9.000 millones. Las clases medias que se expanden en países
emergentes como China y la India se pueden permitir un mayor consumo de carne,
lo que a su vez empuja al alza los precios de los alimentos para animales.
La tendencia a promover el uso de biocombustibles tiene como consecuencia que
una parte de las cosechas de maíz se destina a la producción de gasolina
ecológica.
A la
actual escalada de los precios de las materias primas contribuyen también la
presencia de especuladores en el mercado y la política monetaria flexible de la
Fed, el banco central de EEUU.
Los mercados de petróleo ya venían
alterados desde enero y febrero tras conocerse noticias de disturbios en Irán,
Yemen y Bahréin, esta situación alimentó los temores de que una revuelta como
la de Egipto y Túnez se extiendiese a los países productores de crudo en
Medio Oriente.
"Los problemas en Oriente Próximo
volvieron a la agenda, las protestas en Bahréin y Arabia Saudí han alentado
la tensión política", dijo Rob Montefusco, un operador de petróleo de Sucden
Financial.
La crisis en Egipto, que culminó con la salida del ex presidente Hosni Mubarak,
ayudó al crudo Brent a superar los 100 dólares por barril a finales de enero
y disparó su prima frente a los futuros estadounidenses a niveles récord de más
de 16 dólares por barril.
En un primer capítulo, en el 2008, y
a causa del aumento de los precios del petróleo, hubo una escalada mundial
del precio de los alimentos que incrementó el proceso de hambruna que
padecen habitualmente las poblaciones más desprotegidas de Asia, África y
América Latina.
En un segundo capítulo, con el
desarrollo de la crisis recesiva global, ese proceso se agudizó arrojando a más
población desposeída a la marginalidad y a la carencia de alimentos para
subsistir aunque sólo sea a escala precaria.
Además, y según el Foro Humanitario
Global con sede en Ginebra, el cambio climático afecta seriamente a 325 millones
de personas al año, y el sistema de la alimentación está en el centro.
Controlados
por las corporaciones trasnacionales, y despojados de su condición de "bien
social", los alimentos y el petróleo se convierten en mercancía capitalista
con un valor fijado por la especulación financiera, convirtiéndose en la
causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que se desarrollan por
todo el planeta.
Los precios mundiales de los
alimentos continuaron aumentando fuertemente en los últimos meses, arrastrado a
millones de personas a la pobreza y podrían influir y exacerbar las críticas
condiciones políticas y sociales de Medio Oriente, afirmó el martes el
presidente del Banco Mundial.
El índice de precios de los alimentos del Banco aumentó un 15% entre octubre
de 2010 y enero, un alza de cerca del 30% frente al mismo lapso de un año
antes y sólo un 3% por debajo del máximo de 2008.
Los aumentos, que han incluido
fuertes alzas en el costo del trigo y el maíz, arrastró a un total estimado
de 44 millones de personas a la pobreza desde junio del año pasado, señaló el
Banco Mundial.
El presidente del Banco, Robert Zoellick, dijo a la prensa en una conferencia
telefónica que los precios de los alimentos se encuentran en "niveles
peligrosos" y que hay razones para pensar que esto podría provocar nuevos
disturbios en países como Egipto o Túnez, donde existen conflictos políticos.
Los valores de los alimentos
alcanzaron su nivel más alto en dos años, según la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).
La tendencia indica que en el marco de los conflictos y revueltas en África y
Medio Oriente, la escalada de los precios del petróleo y los alimentos ,
producida por la especulación financiera y por la alta concentración de la
producción y comercialización en manos de un puñado de trasnacionales de la
alimentación, continuará en ascenso.
En este contexto,
la plaga del hambre, de la exclusión social y del desempleo que ya se extienden
como una epidemia por las áreas empobrecidas del planeta están generando las
condiciones para un "Apocalipsis social".
En la realidad, la producción de
alimentos está fuera de la órbita del control estatal de los gobiernos.
Los recursos esenciales para la
supervivencia están supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un
puñado de corporaciones trasnacionales (con capacidad informática,
financiera y tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección
militar-nuclear de EEUU y las superpotencias.
En ese escenario, la producción y
comercialización de alimentos no está supeditada a la lógica del "bien
social", sino a la más cruda lógica de la rentabilidad capitalista.
El segundo actor de este
cóctel explosivo activado por el conflicto en el mundo árabe islámico es el
petróleo
Según algunos analistas
especializados de Wall Street, más de un 60% del precio del petróleo crudo
tiene como causal a la especulación en futuros no regulada, de fondos
"especulativos", bancos y grupos financieros que utilizan las bolsas de futuros
ICE de Londres y NYMEX de Nueva York y el comercio inter-bancos.
La tendencia que afirma que los
precios del petróleo se fijan a partir de la especulación en los mercados
energéticos, se nutre de un informe de un subcomité del Congreso estadounidense
que reveló, en el año 2006, que la especulación financiera representaba cerca
del 70% del precio del crudo, frente a sólo 37% en 2000.
El informe, de junio de 2006, del Subcomité Permanente de Investigaciones del
Senado de los EE UU sobre "El papel del mercado especulativo en los precios
crecientes del petróleo y el gas", indicó que "hay pruebas sustanciales que
apoyan la conclusión de que la gran cantidad de especulación en el mercado ha
aumentado considerablemente los precios".
En este escenario, los precios no se fijan solo por la demanda del consumo, sino
básicamente por las necesidades comerciales y la demanda especulativa en
los mercados financieros agro-energéticos.
Detrás de este fabuloso negocio con los recursos petroleros, esenciales para la
supervivencia humana, se encuentran los principales megabancos y grupos
financieras de Wall Street, que juegan un rol determinante en la especulación en
los mercados energéticos y de materias primas que impulsan la actual escalada de
los precios.
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores
más difundidos y referenciados en la Web.
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