La nueva hipótesis de conflicto
Todos los ejércitos y policías
locales, sin excepción (salvo Cuba), se alinean actualmente en las tres hipótesis de
conflicto diseñadas por el Comando Sur para toda la región: Guerra contra el
"terrorismo", guerra contra las drogas, y guerra contra el "crimen organizado".
Ya desaparecido el "peligro rojo" con la
URSS, y con un creciente proceso de conflictos sociales en varios países del
área, la estrategia militar de Washington busca nivelar a las inteligencias militares y policiales
regionales en la nueva hipótesis de conflicto global: la "guerra contraterrorista"
que sustituye en el tiempo a la "guerra antisubversiva
aplicada por las dictaduras militares de la década del setenta.
Con la desaparición de la
guerra por áreas de influencia con la URSS, las viejas consignas "anticomunistas" de las dictaduras militares formadas en la Escuela de las Américas fueron sustituídas
gradualmente por las banderas de la lucha contra el terrorismo,
las drogas y el crimen organizado
con las que hoy EEUU justifica su injerencia intervencionista en la región
latinoamericana.
Las nuevas hipótesis de conflicto regional y las
coordenadas de control militar-estratégico se trazan a partir de la
estrategia global de la "guerra contra el terrorismo", que reemplaza en
la lógica doctrinaria imperial a la "guerra contra el comunismo" de la década
del setenta y de la era reaganiana en Latinoamérica.
De
la misma manera que su antecesora, la "guerra antisubversiva", equipó y
adiestró a los ejércitos militares dictatoriales latinoamericanos, hoy la
"guerra contra el terrorismo" repite el ciclo en un estadio superior y con
regímenes "democráticos".
Durante la Guerra Fría, las hipótesis
de conflicto y las evaluaciones de la seguridad nacional de los EEUU en
el America Latina fueron casi exclusivamente relacionadas con el avance
de las organizaciones de la izquierda armada en América.
En 1990 el Comando Sur
redefinió su misión de manera que incluyera la defensa en contra de lo que se
definió como amenazas "emergentes" y "no tradicionales", principalmente
el tráfico de drogas.
A partir del Acta de Autorización de Defensa
de 1990,el Departamento de Defensa estadounidense (Pentágono) comenzó a
desarrollar una nueva estrategia de control militar en América Latina.
A partir de la gestión de la
administración Clinton, el Pentágono comenzó a justificar una nueva escalada
militar en la región argumentada en programas de guerra contrainsurgente
contra la "narcoguerrilla".
En 1999, último año del que se dispone de datos oficiales, EEUU entrenó a unos trece mil militares y policías
latinoamericanos. Por lo menos dos tercios de esa cifra fueron formados y
entrenados en
sus propios países por equipos móviles y oficiales de las fuerzas especiales de EEUU, que operaban bajo los programas de las Fuerzas Especiales para Entrenamiento Antidrogas y despliegues de Intercambio Conjunto Combinado para la lucha contra los
narcóticos.
En el 2002, durante la gestión de Bush, el Congreso de EEUU aprobó una "expansión de la misión” para las
operaciones del Comando Sur, y la ayuda militar regional y el entrenamiento que anteriormente
estaba limitado a la lucha "antinarcóticos", comenzó a ser canalizada
masivamente para la "guerra contra el terrorismo".
En marzo de 2005, el entonces
secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, visitó América Latina para imponer
acuerdos concretos contenidos en la nueva estrategia de guerra
contraterrorista global que Washington y el Pentágono ya tenia diseñada para
la región, tal cual como fue expuesta en el Congreso estadounidense por el jefe
de la CIA, Porter Goss, y el entonces comandante del Comando Sur de EEUU,
general Bantz Craddock.
Operativamente, la "guerra
contraterrorista" busca alinear -mediante acuerdos de cooperación militar,
tratados, entrenamiento y operaciones conjuntas- a los servicios de
inteligencia, policías y ejércitos regionales en un plan estratégico de
"combate contra el terrorismo", cuyo eje organizador y operativo se
centraliza en el Comando Sur de Estados Unidos.
Así como los preceptos
doctrinarios de la "doctrina de seguridad nacional" de la decada del setenta
identificaron al "subversivo" como el principal enemigo de la "libertad"
y el "orden", la nueva doctrina sitúa al "narco-terrorista" como la
fuente del "caos" y la "violencia" que amenazan por igual a toda la región.
Detrás del "narco-terrorista" se agazapan el negocio de las drogas, la
prostitución, las mafias y las armas, pero, básicamente en sus entrañas acechan
los viejos fantasmas del "caos" y de la "violencia", cuyo enganche con los
conflictos sociales sintetiza el flamante objetivo neo-represor de la "guerra
contraterrorista" adoptada por todos los gobiernos latinoamericanos (salvo
Cuba).
Entrenamiento y formación doctrinaria
De esta manera, y a partir de la
administración Bush, se produjo la nueva inserción operativa nivelada de las fuerzas armadas, las
policías y los servicios de inteligencia regionales en la estrategia de
"guerra contra el terrorismo", combate contra el "narcotráfico" y
el "crimen organizado", de acuerdo con planes operativos e hipótesis de
conflicto elaborados por el Comando Sur (Pentágono) y la CIA (inteligencia
exterior USA),
instrumentados mediante convenios militares y económicos de los gobiernos con Washington.
Sobre la base de esta nueva hipótesis
de conflicto regional, todos los ejércitos y policías regionales participan (desigual y
combinadamente) de ejercicios militares periódicos con las fuerzas del
Comando Sur, y sus oficiales, tanto de nivel intermedio como de estado
mayor, son entrenados por expertos militares y de inteligencia de EEUU.
De acuerdo con informes del Comando
Sur, oficiales latinoamericanos (tanto militares, como de seguridad e
inteligencia, desarrollan cursos de "especialización" en más de
100 instituciones militares y de inteligencia de EEUU.
El Comando Sur estadounidense provee entrenamiento, en
EEUU y en los países de de origen, a oficiales de 32 naciones a lo largo de la región
latinoamericana.
En el periodo de 1999-2003, oficiales de las fuerzas especiales de EEUU
entrenaron a 72,495 miembros
de las fuerzas armadas latinoamericanas y del Caribe, según informes oficiales. El número de
entrenados saltó de 13,785 en 1999 a 22,831 en 2003.
Según informes del Programa
de Formación
y Entrenamiento Militar Internacional elaborado por
el Comando Sur, solamente en el año 2002, de estos cursos de formación
participaron 2.684
oficiales latinoamericanos.
La región latinoamericana y
la caribeña conforman aproximadamente el 40% de las fuerzas regionales militares y
policiales entrenadas por los EEUU, según informes del Comando Sur.
Colombia es el país con más entrenados (12,947 en el 2003). El otro país que
posee más de mil entrenados es Bolivia (2,045). A lo largo del
contienente latinoamericano, el Comando Sur USA entrena tropas especiales y policía, incluso en las
naciones más pequeñas como la República Dominicana y Antigua.
También México es parte del
programa de entrenamiento, las naciones de América Central, (incluyendo Belice),
y todas las naciones sudamericanas, excepto la Guyana Francesa.
Aunque las leyes
de EEUU prohíben el entrenamiento de tropas extranjeras, el Pentágono no da
informes detallados al Congreso acerca de dónde son entrenadas las tropas o qué
unidades extranjeras están recibiendo formación.
El
objetivo principal de estos cursos de especialización se orienta a
"desnacionalizar" ideológicamente a los militares de los países del continente,
y a formarlos bajo presupuestos operativos y doctrinarios funcionales a los planes
USA de control militar estratégico de América Latina.
De la misma manera que el jefe de
estado mayor de Honduras, el general
golpista Romeo Vázquez, la mayoría de los oficiales superiores que
acceden al comando de las fuerzas armadas regionales han sido formados en la
Escuela de las Américas, hoy rebautizada como Instituto del Hemisferio
Occidental de Cooperación para la Seguridad.
Atento a estos convenios de
"cooperación militar" (en la lucha contra el narcoterrorismo y el crimen
organizado) , el Comando Sur, la CIA, el FBI, la DEA, y otras agencias USA,
mantienen delegaciones en las fuerzas armadas, policías y servicios de
inteligencia de todos los países (salvo Cuba, parcialmente Venezuela).
Desde estos emplazamientos dentro
de los estados mayores de las fuerzas regionales, la agencia nacional de
inteligencia militar (Pentágono), la CIA, el FBI, la DEA, monitorean toda la
actividad militar, policial y de inteligencia de los países alineados en las
políticas de "cooperación militar" con Washington.
A esto se agrega el entrenamiento
mediante diez o doce ejercicios militares multilaterales anuales,
intercambios regulares y cursos para oficiales de estado mayor ofrecidos en un
nuevo Centro de Estudios para la Defensa Hemisférica en Washington.
Ejercicios conjuntos
El Comando Sur tiene una categoría para todas sus operaciones que se llama
“Cooperación para la Seguridad”, cuyas actividades apuntan a “expandir la
influencia de los EEUU, asegurar amigos, y disuadir a los adversarios
políticos”.
Estas operaciones de seguridad van
desde ejercicios militares conjuntos, a ayuda para desastres y programas de
acción cívica. Unas veinte naciones participan, por ejemplo, en los ejercicios
anuales denominados “Fuerzas
Aliadas Humanitarias”, que instruyen a las fuerzas armadas locales como
responder en caso de desastres.
En 2003, los ejercicios incluyeron
31 proyectos de ingeniería y 70 despliegues de tropas en la región. Los
ejercicios militares conjuntos incluyen muchas operaciones navales, con sede en
Uruguay y Perú.
El Comando Sur también patrocina algunos entrenamientos anuales y
ejercicios conjuntos en conservación de la paz, encaminados a “fortalecer las
habilidades de conservación de la paz, la cooperación y capacidades” de las
fuerzas militares de la región.
Además, y encuadrado dentro de la
nueva estrategia de "seguridad regional", el Comando Sur expandió su programa de Asistencia Humanitaria y
Cívica, en el cual escuadrones de EEUU construyen infraestructura o
proporcionan asistencia médica (98 de estos proyectos tuvieron lugar en países
latinoamericanos en el año 2000).
En un reporte conjunto elaborado
por el Centro para la Política Internacional, el American Working Group, y la
Washington Office on Latin América, se advierte que los programas de Ayuda Cívica y
Humanitaria transmiten un mensaje inapropiado que dice: "aliándose a los militares es la
mejor forma de hacer las cosas en tu comunidad”.
En este marco, los nuevos Emplazamientos Operativos Avanzados
(léase bases militares extendidas por toda América Latina), ofrecen renovadas posibilidades
de contacto, al igual que una expansión de los seminarios, conferencias y
otras actividades de Interacción Militar
financiadas con presupuestos del Comando Sur.
De estos
programas de inserción a la estrategia militar de EEUU, no están exentos
-paradojalmente- los propios paísess que hoy (por derecha y por izquierda) critican y rechazan la instalación de nuevas bases militares de EEUU en
Colombia.
Países con
gobiernos de izquierda o de derecha, desde Centroamérica, el Caribe, el Sistema
Andino hasta el Cono Sur, albergan bases militares, mantienen sus fuerzas
armadas alineadas en la "guerra contra el terrorismo", sustentan convenios de
entrenamiento militar y participan de operaciones conjuntas con el Comando Sur
de EEUU.
Nicaragua,
cuyo presidente es Daniel Ortega, uno de los más firmes denunciantes y
acusadores del gobierno de Uribe por la instalación de las bases militares de
EEUU, fue sede, en junio de 2008, de ejercicios auspiciados por el Comando
Sur de Estados Unidos y el Ejército de este país centroamericano con la
participación de más de 500 militares de 22 países (de los 34) de América Latina
Al final
de los ejercicios, el entonces jefe del Comando Sur, almirante James Stavridis,
destacó el trabajo conjunto realizado por el Ejército y la Policía de Nicaragua
"por sus excelentes esfuerzos en el combate al narcoterrorismo".
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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