Se
utiliza la vieja y probada fórmula táctica de "crear un problema, y luego
aportar una solución". En Londres, por ejemplo, el problema son los
"vándalos, depredadores y violentos" que protagonizaron cuatro días de
disturbios con incendios y robos a los comercios y empresas barriales.
La solución (aportada
por el poder), consistió en el despliegue de más fuerzas policiales destinadas a
la represión, y una propuesta del gobierno británico para incluir a las fuerzas
armadas en los dispositivos del control interno dentro de un nuevo marco de
legislación más dura para prevenir y combatir las protestas sociales "violentas".
Desde el punto de vista del impacto
(y uso) mediático y social, los incidentes de Londres sirvieron para
"demonizar" (como delincuentes violentos) a los sectores más marginales de
la periferia, y la a vez permitieron "victimizar" a las fuerzas que
participaron de la represión que causó 4 muertos y centenares de heridos.
De la misma manera como el
"terrorismo islámico" tras el 11-S fue utilizado como justificativo para
invadir países (Irak y Afganistán) y para un redimensionamiento y
reequipamiento de las fuerzas armadas, de inteligencia y seguridad de EEUU y
Europa, el ensayo de "estallido social" en Londres, traza un módulo
experimental para el reforzamiento de los aparatos de represión y control de los
sectores más marginados.
La trama del estallido en Londres
A diferencia de los "indignados"
(estudiantes y clase media) de España, los estallidos de Londres fueron
inicialmente detonados y protagonizados por jóvenes marginales de los
barrios más carenciados, con altos índices de desocupación y pobreza, tras
la muerte de un joven negro por la policía. Un incidente (manipulado por la
policía) que sirvió de clara provocación para incitar la reacción de los
jóvenes.
¿Quienes fueron las
victimas y perjudicados?
Pequeños y medianos comercios y
empresas de clase media (las grandes corporaciones y bancos fueron preservados).
Llamativamente, la city londinese y sus grandes estructuras comerciales y
turísticas no fueron impactadas por los saqueos y disturbios con incendios. El
"daño" (anárquico) de los disturbios fue orientado a perjudicar a
una capa amplia de la clase media, cuya opinión fue utilizada masivamente por
los medios británicos para "demonizar" y calificar de "criminal" la protesta
en consonancia con el gobierno. La pauta lo da un "experto" citado por The
Guardian. "El objeto de deseo cuya ausencia es más violentamente
resentida son variados, y su número y la tentación por tenerlos crece cada día.
Y así crece la ira, la humillación, el desprecio y el rencor que suscita no
tenerlos. Saquear tiendas y prenderles fuego, deriva de ese impulso", señaló el
"especialista" en un justificativo psicologista del "acto criminal".
¿Quienes fueron los
victimarios?
El núcleo detonante de los robos y
disturbios fueron marginales veinteañeros, pero luego se prendieron desocupados
de clase media y estudiantes. O sea que legítimamente hubo causas de
marginalidad y desempleo. Pero las protestas no tuvieron consignas
políticas (estallido de "violencia pura"). Lo que dio argumentos al gobierno y
la policía para calificar a los manifestantes como "criminales y ladrones",
consiguiendo adhesión social masiva para la represión. El experto de
The Guardian, el profesor Pitts (en una clara muestra de "criminalización" de
los incidentes), señaló que los barrios donde se han registrado los peores
disturbios, como Tottenham y Hackney en el norte o Brixton en el sur,
coinciden con los lugares donde la policía ha detectado la presencia de
pandilleros.
¿Quienes fueron los
beneficiarios?
El poder (sistema y gobierno) y
las fuerzas de seguridad que (mediante el tratamiento criminal del conflicto y
sus protagonistas) se "victimizaron" frente a la sociedad británica,
consiguiendo consenso y apoyo para fortalecer el aparato represivo y
conseguir leyes para "criminalizar" las protestas argumentando combatir la
"violencia y la criminalidad". Utilizando necesidades, instintos y
reacciones sociales legitimas, como el desempleo y la frustración social,
los servicios y unidades de "guerra psicológica" británicos, utilizando las
redes de Internet y la telefonía móvil, manipularon y direccionaron la
protesta social hacia la anarquía delincuencial y sin ningún objetivo de
reivindicación social.
La estrategia con el "terrorismo
social"
De esta manera, en Londres, y
así como existen los atentados de "falsa bandera" (contenidos en el
"terrorismo internacional" manipulado por la CIA y la inteligencia occidental)
ahora, y con epicentro inicial en las llamadas "revoluciones árabes", nacieron
las protestas y estallidos sociales de "falsa bandera"
experimentados y luego exportados desde Medio Oriente y África a las grandes
metrópolis centrales europeas.
Probada y estadísticamente, el
sistema imperial dominante utiliza el "terrorismo islámico" para disciplinar el
"nuevo orden" global y conseguir justificación y consenso internacional
para las invasiones militares por conquista de mercados y de recursos
estratégicos como el petróleo, la energía, el agua y la biodiversidad cuyas
reservas se agotan en el planeta.
También probada y estadísticamente
(así quedó demostrado en Londres), el sistema ya utiliza los "estallidos
sociales" o protestas violentas (organizados y manipulados por las redes de
Internet y la comunicación por telefonía celular) con dos objetivos bien
precisos:
A) Desestabilizar gobiernos o
regímenes, como primer paso para justificar una intervención militar o
cambio de régimen. Como primer caso puedee citarse como ejemplos más
emblemáticos las "revueltas populares" de Egipto, y Túnez. Y como segundo, Libia
y Siria (y potencialmente Irán) donde las "protestas populares" van
derivando en una "rebelión armada" contra el régimen, y posteriormente en
una intervención militar (invasión) internacional contra el país.
El objetivo es un cambio de régimen y el apoderamiento del mercado y los
recursos estratégicos del país.
B) Utilización de los "estallidos"
violentos o protestas sociales dentro de las propias potencias centrales
para generar consenso social y justificación para reforzar los aparatos
represivos internos (policiales y militares) e impulsar nuevas legislaciones de
mayor control y criminalización de las protestas sociales.
En este escenario, y siguiendo los
objetivos del poder capitalista del cual forma parte, el aparato mediático
oficial, británico e internacional, coincidió en calificar los incidentes
sociales en Londres como "anárquicos, delincuenciales y carentes de objetivos
de reivindicación social".
En primer lugar, el objetivo (claro y
emergente) apunta a separar las "protestas violentas" (la "violencia
anárquica y delincuencial") de las "protestas civilizadas" (las movilizaciones
con "reivindicación social"), con la finalidad de dividir a la clase
media de las clases bajas y marginales más vulnerables y afectadas por el
desempleo, los ajustes y la suba de los alimentos. O sea, dividir (con
carácter clasista) la protesta social para su mejor represión y control.
En segundo lugar, en Londres se puso
en marcha una estrategia dirigida a dividir la protesta social (entre
"pacifistas" y "violentos") separando a los sectores medios de los estallidos
sociales protagonizados por hambrientos, marginales y desocupados que ponen
al sistema en riesgo de "ingobernabilidad".
En tercer lugar, preparar la batería
doctrinaria y operativa de una "democracia blindada" (sustentadas en la
clase media y alta incluidas) para prevenir y reprimir los levantamientos
sociales masivos que se aproximan como desenlace de la crisis global del sistema
capitalista.
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores
más difundidos y referenciados en la Web.
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