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medio del desempleo crónico y la reducción del gasto social ("ajustes"),
que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión
masiva del mercado laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de
rentabilidad al costo del achicamiento del consumo y más depresión de la
economía real.
Los billonarios fondos públicos
utilizados (desde el estallido de la crisis en 2008) para salvar a los
megaconsorcios bancarios e industriales terminaron generando una nueva escalada
especulativa que vuelve a "apalancar" la economía (pagar con
endeudamiento).
La consecuencia es la generación
de una deuda impagable y un rojo crónico en las cuentas fiscales de las
naciones capitalistas centrales (principalmente EEUU y la UE), que
obliga a los Estados a "recortar el gasto social" por medio de ajustes,
mientras las empresas mantienen su tasa de rentabilidad manteniendo la
tasa de desempleo y reduciendo beneficios y jornada laboral.
El nuevo "récord"
alcanzado por el índice Dow Jones (que reparte la más formidable tajada de
rentabilidad capitalista con la especulación financiera ) lo construyen un
reducido número de empresas transnacionales de dimensiones gigantescas, mayores
que Estados, que controlan la producción, el comercio y las finanzas mundiales.
Entre las primeras treinta mega
empresas imperialistas que controlan el sistema económico productivo mundial y
que conforman el índice Dow Jones se encuentran los grandes pulpos de la
especulación financiera que utilizaron los billonarios fondos estatales de los
"rescates" para producir una "burbuja ganancial" durante la crisis.
El capitalismo industrial o
comercial euro-estadounidense, por su parte, con el argumento de la "catástrofe
económica" reduce "costo laboral" recortando salarios y suprimiendo
beneficios sociales, y "sobreexplotación" de la fuerza que queda ocupada. A su
vez achican otros gastos (e inversiones) de la producción para ganar lo mismo
produciendo y vendiendo menos, lo que agudiza la desaceleración económica y
genera más baja del consumo y despidos laborales.
El Estado norteamericano y los
Estados europeos bajan "costo social" por medio de la reducción del gasto
público (salud, vivienda, educación, etc) para compensar la merma de la
recaudación durante la crisis fiscal que pone a los países del euro al borde de
la quiebra..
De esta manera, el sistema
capitalista USA-europeo (Estado y empresas privadas) descarga el costo del
colapso reconómico (la crisis) sobre el sector asalariado (fuerza laboral
masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad
(población pobre con limitados recursos de supervivencia).
Por medio de los despidos
laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los
niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado
laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo de
más desempleo y depresión de la economía real.
Las
cifras de ganancias de las principales corporaciones de Wall Street ilustra
sobre la nueva "burbuja".
El pulpo financiero Goldman
Sachs registró una ganancia de US$1.090 millones, o US$1,85 por acción,
durante el segundo trimestre, un incremento frente al beneficio de US$613
millones, o 78 centavos por acción, del mismo período del año anterior.
La ganancia de otro gigante, Citigroup Inc., creció un 24% en el segundo
trimestre, al tiempo que las reservas para pérdidas crediticias registraron un
fuerte descenso interanual.
La ganancia del pulpo de las
gaseosas, Coca-Cola Co. aumentó un 18% en el segundo trimestre, luego que
los envíos siguieran creciendo. La multinacional registró una ganancia de
US$2.800 millones, o US$1,20 por acción, durante el segundo trimestre, un
incremento frente al beneficio de US$2.370 millones, o US$1,17 por acción, en el
mismo período del año anterior.
La decisión del gobierno USA
(tanto con Bush como con Obama) de emplear fondos estatales para el rescate de
bancos y empresas quebradas por la crisis, reactivó una nueva "burbuja"
especulativa en los mercados bursátiles y financieros, que luego se
trasladó a los mercados energéticos y de las materias primas, iniciando
nuevamente una escalada en los precios del petróleo y de las materias primas,
que vuelven a ser objeto de la rentabilidad especulativa.
En el actual escenario, la
confluencia de la suba del precio del petróleo y de los alimentos,
combinados con la especulación financiera y los conflictos políticos y militares
en las zonas calientes del planeta (como África y Medio Oriente) alimenta un
cóctel explosivo cuyo desenlace a nivel planetario nadie puede prever o estimar.
Luego de tocar un precio récord de
US$ 140 el barril, en julio de 2008, el petróleo había descendido a la línea de
los US$ 35 en el año 2009.
A modo de emergente más inmediato de
esta nueva escalada especulativa (el petróleo es la fuerza que mueve la economía
mundial), ya comienza a verificarse una nueva cadena inflacionaria que repercute
en primer lugar en una nueva ola alcista en el precio de los alimentos a
escala mundial.
Según analistas especializados
de Wall Street, un 60% del precio del petróleo crudo y de las materias
primas alimentarias tiene como causa la especulación en futuros no
regulada, de fondos precisamente autodenominados "especulativos", bancos y
grupos financieros que utilizan las bolsas de futuros ICE de Londres y NYMEX de
Nueva York y el comercio inter-bancos.
En este frente del negocio
agro-energético financiero (productor directo de la hambruna y la inflación
mundial) se encuentran en primera línea Goldman Sach y Morgan Stanley,
súper-gigantes de la especulación financiera en alta escala del capitalismo
trasnacional sionista con asiento en Wall Street.
El resultado trimestral del Goldman Sachs, el mayor "banco de inversión" de Wall
Street, volvió a ser impulsado por las operaciones especulativas en los
mercados energéticos y de materias primas que le permitió aumentar sus ganancias
a niveles exorbitantes.
Hay una certeza generalizada entre
los especialistas: La no reactivación plena del crédito y del consumo, los
ajustes y la persistencia del desempleo (EEUU y la UE siguen con una tasa
récord) amenaza con terminar con la "fiesta bursatil" y complica todas
las variables de la débil recuperación económica en las potencias centrales.
La percepción generalizada entre los
especialistas es que la debilidad de la demanda consumidora en EEUU y
Europa, impulsada por el alto desempleo, el difícil acceso al crédito y el
estancamiento (o reducción) de los salarios, es la principal amenaza a la
sostenibilidad de una débil recuperación económica.
Como producto de la especulación
bursátil (en desmedro de la inversión productiva) en los últimos meses fue
cobrando forma visible un nuevo actor emergente en la economía mundial: La
"crisis fiscal" (producto de los déficit siderales que aquejan a los Estados
de las economías centrales) que sucede a la "crisis financiera" en la
debacle de la economía capitalista globalizada.
A esto se agrega la sombra de una
insolvencia de pago generalizada en la zona del euro (producida por los
déficit y la baja de recaudación fiscal) que hace temer a los analistas del
sistema un rebrote de la crisis financiera, no ya a nivel de los bancos y
entidades privadas, sino a nivel de los propios Estados capitalistas centrales.
La crisis de las deudas públicas
(producto del déficit comercial y recaudatorio del Estado) se sumó al panorama
de agravamiento del desempleo (principalmente en EEUU y Europa), la no
reactivación del consumo (producida por la desaparición del crédito para la
producción), sumado a los interrogantes que persisten tras las protestas
masivas generadas por los ajustes.
El déficit fiscal (caída
de la recaudación) impide la reactivación del gasto social por parte del Estado,
B) la contracción del crédito (destinado a la producción) impide la
reactivación del consumo, y D) el desempleo (despidos masivos por falta
de ventas) produce el resultante conflictivo social de la no reactivación plena
(pese a un crecimiento débil) de la economía.
La "fiesta" especulativa de Wall
Street y de las bolsas contrasta con la situación de postración que padecen las
economías estructurales de EEUU y las potencias centrales que no consiguen
despegar de lo que especialistas llaman un "principio de crecimiento débil"
que no alcanza para la reactivación.
La mayoría de los analistas (entre
ellos Krugman y Stiglitz) coinciden en que un retiro de los billonarios
subsidios estatales a las macro empresas y gigantes bancarios (que impulsan el
actual récord del Dow Jones) va a producir una recaída de la crisis
financiera.
Y una posible recaída de la crisis
financiera en EEUU, a su vez, no solo terminaría con el ascenso bursátil sino
que además llevaría a los capitales especulativos internacionales a refugiarse
nuevamente en el dólar y en los activos del Tesoro estadounidense,
retroalimentado la "iliquidez" y agravando la crisis del crédito orientado a la
producción y el consumo.
En
suma, un círculo vicioso, que además de terminar nuevamente con la fiesta
especulativa en Wall Street, podría arrastrar a la primera economía imperial (la
locomotora de la economía global) a una recaída de la crisis económica
con efectos letales de arrastre sobre el resto de las potencias centrales,
emergentes y subdesarrolladas.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
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