Según un informe publicado este
miércoles, el número de millonarios en el mundo y la riqueza que estos acumulan
aumentaron en 2010 hasta situarse en niveles no vistos desde el inicio de la
crisis financiera a fines de 2007.
El estudio, elaborado por el banco de inversiones Merrill Lynch y la consultora
Capgemini, indica que el número de personas con grandes fortunas -aquellos con
unos activos financieros de al menos US$1 millón al margen de la vivienda y los
consumibles- aumentó un 8,3% hasta los 10,9 millones de personas, mientras la
riqueza que estos acumulan subió un 9,7%, hasta situarse en la sideral suma de
US$42,7 billones.
Dentro de ese selecto grupo, el
pasado año también aumentó un 10,2% el número de personas con fortunas de más de
US$30 millones, con un incremento de su riqueza del 11,5%.
Asia-Pacífico acaba de superar por
primera vez a Europa en el número de población con grandes fortunas y
patrimonios.
Según el estudio de Merrill Lynch-Capgemini,
a fines de 2010 el 33% de la riqueza de las personas con grandes fortunas estaba
invertida en renta variable, mientras que la parte invertida en renta fija se
situó en el 29%.
Además, prefirieron apostara la especulación en el mercado de las materias
primas -que supusieron el 22% del total de "inversiones alternativas" en 2010- y
por los mercados emergentes, en los que en los 11 primeros meses de 2010 los
especuladores internacionales cosecharon ganancias récord.
Esta realidad estadística muestra como el sistema capitalista se reestructura y
se reconcentra durante las crisis donde el pez más grande se come al chico.
La
crisis hipotecaria en EEUU, primero, la irradiación de la crisis a los
mercados financieros globales, después, la baja de exportaciones e
importaciones con caída del consumo y despidos laborales, luego, y la
actual crisis fiscal con ajustes en Europa y EEUU configuran una
continuidad del proceso de colapso económico-financiero que amenaza con arrasar los cimientos del
modelo de explotación capitalista vigente a escala global.
Desde
que estallara el colapso bancario y bursátil en septiembre de 2008, el
sistema nunca pudo recuperarse, y finalmente la crisis de la "economía de
papel" terminó impactando en la "economía real", primero en las
metrópolis imperiales de EEUU y Europa, extendiéndose luego por toda la
periferia "subdesarrollada" y "emergente" de Asia, África y América Latina.
Los propios datos
oficiales prevén que, con los mercados de crédito paralizados, en los
próximos meses más
empresas ingresen en un proceso de bancarrota y anuncien nuevos despidos
(sumados a los ya existentes), y los consumidores se ajusten aún más el
cinturón, a medida que la ausencia de crédito afecta su capacidad de
endeudamiento.
Pero la llamada "crisis" tiene
claramente dos lecturas paralelas: Por un lado, los pulpos
financieros de Wall Street y las bolsas mundiales, reciclan una nueva "burbuja"
ganancial, no ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino
con fondos públicos (de los impuestos pagados por toda la sociedad), puestos
compulsivamente al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista con la
crisis.
Mientras el
proceso de crisis con ajustes desatado desde las economías centrales (EEUU y
Europa) ya genera hambre, pobreza y devaluación acentuada del poder adquisitivo
de las mayorías a escala planetaria, un selecto grupo de mega-empresas y
multimillonarios multiplican a escala sideral sus activos empresariales y sus
fortunas personales.
Simultáneamente, la economía real del Imperio y de las potencias
centrales colapsa en todas sus variables, y los sectores más desprotegidos ya sufren los
"ajustes" mientras una crisis social, todavía de
efectos imprevisibles, asoma de la mano de los despidos masivos en Europa y EEUU.
Está claro entonces que lo que es
"crisis" para unos (los despedidos y los sectores más desprotegidos de la
sociedad), resulta "burbuja ganancial" para otros (el capitalismo
financiero que desató la crisis con la economía del apalancamiento
especulativo).
Los que se benefician con la crisis
El actual proceso mundial prueba nuevamente que durante las crisis los consorcios
directrices del sistema capitalista descargan ( y trasladan) sus "pérdidas" al conjunto de la
sociedad mientras concentran ganancias privadas dentro de un nuevo ciclo económico.
Desde el desenlace de la crisis
financiera, septiembre de 2008, el sistema capitalista central (EEUU-potencias
del euro) ensayó tres formas combinadas para "trasladar" la crisis al
conjunto de la sociedad:
A)
El capitalismo financiero, con el argumento de la "catástrofe económica" utiliza dinero
público (de toda la sociedad) para salvar al capitalismo privado y
generar un nuevo ciclo financiero de rentabilidad del capital. En este proceso,
el peso del costo lo llevan los sectores sociales menos "diversificados" que
pagan impuestos a través de sus ingresos y salarios.
B) El capitalismo industrial o
comercial, con el argumento de la "catástrofe económica" reduce "costo
laboral"
despidiendo empleados, reduciendo salarios y suprimiendo beneficios sociales, y
"sobreexplotación" de la fuerza que queda ocupada. Achican otros gastos (e
inversiones) de la producción para ganar lo mismo produciendo y vendiendo menos,
lo que
agudiza la recesión y genera más baja del consumo y despidos laborales.
C) Los Estados capitalistas
bajan "costo social" por medio de la reducción del gasto público (salud,
vivienda, educación, etc) para compensar la merma de la recaudación durante la crisis.
Se trata,
en suma, de una
"socialización de las pérdidas" para subsidiar un "nuevo ciclo de ganancias
privadas" con el Estado como herramienta de ejecución, mediante el cual los
megaconsorcios más fuertes (los ganadores de la crisis) se degluten a los más
débiles generando un nuevo proceso de reestructuración y concentración del
sistema capitalista".
De esta manera, el sistema
capitalista (por medio de los Estados y las empresas) descarga el peso
de la crisis sobre el sector más débil de la sociedad: Los pobres y los
sectores más desprotegidos (que siguen sumando población sobrante) y los
asalariados (la fuerza laboral masiva) que sirven como variable de ajuste para
la preservación de la rentabilidad capitalista durante la crisis recesiva.
Como
contrapartida de los "ajustes salvajes" (con módulo experimental en
California) que se avecinan, el Estado USA (con dinero de los impuestos pagados
por toda la sociedad) ya utilizó US$ 4 billones destinados al rescate de las
entidades y bancos quebrados por la crisis financiera recesiva.
En
octubre de 2008, mediante los fondos estatales de "rescate financiero" lanzados
por Bush (hoy continuados por Obama), los Estados imperiales USA-UE reciclaron
una nueva "burbuja" ganancial no ya con dinero especulativo proveniente del
sector privado, sino que ponen compulsivamente los recursos públicos al
servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista al margen de una
ascendente crisis de la economía real que marcha por vía paralela.
Los
gigantescos paquetes de estímulo lanzados por los gobiernos han ido a parar a
los mercados financieros creando una "burbuja" especulativa que
hacen subir las bolsas mientras el resto de la
economía, principalmente en EEUU y Europa, se desploma.
Los que pagan
la crisis
La
primer ley histórica del capitalismo es la preservación de la rentabilidad
(base de la concentración de riqueza en pocas manos), aún durante las crisis.
De
manera tal que, cuando estallan las crisis de "sobreproducción" (por
recesión y achicamiento de demanda) el sistema aplica su clásica fórmula
para preservar la rentabilidad vendiendo y produciendo menos: Achicamiento de
costos.
En esa
receta de "achicar costos" sobresalen claramente, en primera línea, los
laborales (de las empresas) y los sociales (del Estado) para
compensar la falta de ventas y de recaudación fiscal.
En consecuencia
(y como ya está probado históricamente): Las empresas mantienen
sus rentabilidades, sube la recesión, sube la desocupación, cae el consumo,
y se expande la pobreza y la exclusión social.
De
acuerdo a la OIT, en 2009 unas 50 millones de personas en todo el mundo
podrían perder sus trabajos debido a la crisis económica. Multiplicado por
una "familia tipo" (cuatro personas por despedido) esto implica que alrededor de
200 millones de personas serían afectadas por la desocupación en el curso de
este año.
Hay una estimación -alimentada por
números oficiales- que expresa que la presente crisis recesiva global va a arrojar
(como consecuencia de los despidos y del achicamiento del consumo) a más de
1000 millones de personas a la pobreza y a la marginalidad.
Los
analistas y periodistas del sistema se preocupan por las pérdidas
empresariales y por los efectos de la crisis en los países centrales, obviando
que la crisis más aguda del consumo y de la desocupación, tanto en EEUU
como en Europa, la sufren los empleados y obreros de baja calificación que están
conformando un peligroso bolsón masivo de protestas y conflictos sociales.
Las masas asalariadas (la fuerza
laboral mayoritaria) y los sectores más desposeídos de la sociedad (los pobres
estructurales) pagan el grueso de la crisis capitalista por medio de los
ajustes sociales, despidos, suspensiones, reducción de salarios, supresión de
beneficios sociales, abolición de indemnización por despidos, reducción de
aportes patronales, etc.
En este escenario, hay un "costo
laboral" y un "costo social" de la crisis capitalista que pagan los
asalariados y las mayorías más desposeídas.
Refiriéndose al "costo laboral",
señala Jorge Altamira: "La resultante (de la crisis) ha sido una fenomenal
intensificación del trabajo del personal que siguió ocupado. Otro aspecto es
la reducción directa de los salarios, o la reducción de la jornada
laboral acompañada por una reducción mayor de los sueldos".
"La cifra
oficial de desempleo en EEUU -añade Altamira- es de 9,5% de la población activa, unos
veinte millones de trabajadores, pero cuando se añade a las personas que han
dejado de buscar trabajo, a las que están obligadas a trabajar menos (6%) y
a la población carcelaria -el porcentaje se eleva a los veinte puntos, o sea a cuarenta millones de desempleados".
"Otro
elemento fundamental es el recorte en los aportes patronales a la cobertura
de salud, que forma parte del llamado "costo laboral", el número de personas
sin protección médica ha crecido en forma impresionante", concluye.
Pero, al "costo laboral" que señala
Altamira, hay que agregar el "costo social" que pagan los asalariados y
pobres a través de las quitas impositivas al salario y a los impuestos que
gravan el consumo de alimentos y productos esenciales para la supervivencia.
Las masa más desprotegida y los
asalariados "cautivos" pagan la crisis de tres maneras:
1) A través de las
cargas fiscales a los salarios (que se le descuentan compulsivamente de
su sueldo),
2) a través de los impuestos al consumo (que paga en el momento que
compra alimentos o productos gravados para el consumidor),
3) A través de los despidos o reducciones de salarios, o de los
"ajustes" del Estado con reducción de planes sociales y baja de los
aportes patronales.
La masa asalariada
(mayoritaria y peor paga) y los pobres, son a su vez los mayores perjudicados por la
utilización fraudulenta (estafa con el Estado capitalista) de fondos de
impuestos públicos para salvar a empresas privadas, ya que no cuentan con
los recursos (ahorros y medios capitalistas de supervivencia) de las clases
altas o medias altas.
En este cuadro, los ocupados
pagan los "rescates capitalistas" con su salario y con lo que consumen, mientras que los
desocupados y marginados sociales lo hacen a través de los pocos
productos que puedan puedan adquirir para su supervivencia inmediata.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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