En consecuencia, el Apocalipsis ya
no emerge de una "teoría conspirativa" sino de la voz "autorizada" de la
Unión Europea quien acaba de calificar la crisis japonesa como un
"Apocalipsis nuclear".
Y su efecto masivo es notable: La
sociedad mundial (alienada y nivelada por un solo mensaje mediático a
escala global) habla y opina sobre el "Apocalipsis" como si fuera un espectáculo
deportivo o un concierto musical de ídolos de la farándula.
Y como siempre, con Japón el sistema
reduce y atomiza la comprensión totalizada de las catástrofes encadenadas
como emergente de un sistema capitalista irracional que controla el mundo.
No se presenta ni analiza el
potencial "Apocalipsis nuclear" japonés como una suma de factores (la
depredación capitalista irracional
del Planeta) que llevan a un desenlace interactivo y encadenado de destrucción
del mundo con nosotros adentro, sino que se de lo presenta como un "desastre
natural" combinado con "errores humanos".
Japón marca un ejemplo claro de
unidad interactiva de catástrofe medioambiental (terremoto y tsunami) con
catástrofe nuclear (la crisis de las usinas atómicas), que dan como
resultante una catástrofe económica (la crisis de la tercera economía)
cuyo impacto en una economía global todavía en "terapia de recuperación"
del colapso del 2008, es difícil de mensurar.
No se trata de una profecía bíblica
ni de una teoría conspirativa. Se trata de un emergente matemático: El
planeta Tierra regido por el sistema capitalista está en crisis.
Y la crisis (completamente
mensurable y analizable) no es un fenómeno aislado. Es un fenómeno
interactivo y totalizado: Económico, político, social y medio ambiental.
El
clima estalla encadenadamente en diversos frentes, la economía mundial
colapsa y se derrumba el modelo económico financiero a escala planetaria, los
desocupados, marginados y hambrientos ya ascienden a la mitad de la población
humana, y los conflictos intercapitalistas por los mercados y recursos
estratégicos están generando y elevando un clima de tensión militar mundial
alimentado por una carrera armamentista nuclear.
Terremotos,
lluvias de una intensidad inusitada en todo el hemisferio sur, nevadas
históricas en el este norteamericano y el norte europeo, sequías devastadoras en
las mismas regiones donde las inundaciones arrasan a poblaciones enteras.
Aludes,
incendios forestales, crecidas de ríos y océanos, deshielos monumentales,
hambrunas masivas, derrames de petróleo extendiéndose como una mancha asesina de
la vida, como la que ya se instaló en el sur de EEUU.
No se trata de procesos aislados,
sino de un colapso sistémico.
Y de un resultante: La
destrucción y el suicidio colectivo de la humanidad programada solo para
consumir y votar presidentes en la más completa ignorancia del sistema que rige
y ordena su vida.
El sistema capitalista, como acción
y como resultante es irracional, no planificado y (salvo la búsqueda de
rentabilidad y de concentración de riqueza en pocas manos) carece de
lógica estratégica para preservar y proteger racionalmente al planeta de su
propia acción depredadora y destructiva.
Para la mayoría de los científicos
esos fenómenos catastróficos son la consecuencia natural de la contaminación y
la destrucción del planeta. Para otros es una señal mística del "fin del
mundo".
Los científicos y
funcionarios que "alertan" sobre la catástrofe ambiental, no la relacionan con
la propiedad privada capitalista, con la búsqueda de rentabilidad y
concentración de riqueza en pocas manos, con la sociedad de consumo y con las
trasnacionales y bancos que controlan los recursos naturales y los sistemas
económicos productivos sin planificación, y sólo orientados a la ganancia
privada en todo el planeta.
En todas las cumbres sobre "cambio
climático" sólo se habla de "impacto ambiental", de "emisiones
contaminantes" que destruyen el planeta, sin profundizar en las raíces y
causalidades del sistema capitalista que las produce. Esta omisión (cómplice y
conciente) permite hablar de la "víctima" (el planeta y la mayoría de la
humanidad) sin identificar al "criminal" (los grupos y empresas capitalistas que
concentran activos y fortunas personales depredando y destruyendo
irracionalmente el planeta).
La irracionalidad (la no
consideración de emergentes o de efectos colaterales nocivos y/o destructivos)
convierte a las empresas capitalistas en depredadoras del medio ambiente
(ríos, fauna, y animales incluidos) por la sencilla razón de que no actúan
siguiendo intereses sociales generales (la preservación del planeta y de las
especies), sino en la búsqueda de intereses particulares (la preservación de la
rentabilidad y la concentración de riqueza privada).
En este contexto, las cumbres para
hablar del calentamiento global y de los cataclismos en ascenso, siempre
terminan en un fracaso a causa de los intereses enfrentados y las guerras por
los mercados que predominan en el sistema capitalista.
Qué tienen que ver entre sí las
catástrofes medioambientales seriales (entre ellas los terremotos) con la
crisis económica, la crisis social y la crisis nuclear?
En primer lugar, todas ellas se
interrelacionan a partir de su pertenencia y vertebración dentro de un sistema:
El capitalismo.
En resumen, las crisis
(algunas reales y otras potenciales) son la expresión, en distintos escenarios y
niveles, de una sola gran crisis: La del sistema capitalista que rige el
mundo desde hace 500 años concebido como "civilización única".
Y el planeta (con nosotros
sobre él, y en manos de la demencia nivelada del sistema capitalista) solo
acumula Apocalipsis matemático implícito en su naturaleza depredadora y
criminal.
Se trata de reconvertir los
planos bíblicos de la Profecía: Donde dice "Dios", hay que decir "Sistema", y
donde dice "Diablo", hay que decir "Capitalismo. Por todos los caminos se llega
al Apocalipsis.
El sistema capitalista está
fundado sobre las matemáticas (suma, multiplicación y resta) y un axioma
original para construir la plusvalía: Comprar barato, vender caro, y generar
rentabilidad privada con el trabajo social.
Aunque para ello tenga que
condenar al hambre y a la pobreza a una masa mayoritaria (y creciente) de seres
humanos y destruir el planeta que los contiene.
Y los cuatro jinetes del
Apocalipsis que signan los emergentes y la decadencia (todavía controlada)
del sistema dominante también llegan por acumulación matemática.
El Apocalipsis social
llega por acumulación matemática de hambrientos, desocupados y pobres a
escala mundial.
El Apocalipsis
medioambiental llega por acumulación matemática de destrucción medio
ambiental a escala planetaria.
El Apocalipsis nuclear
llega por acumulación matemática de conflictos militares (intercapitalistas)
por la supervivencia de las potencias dentro del sistema.
En su dinámica histórica
concentradora de riqueza en pocas manos (y como producto de la propiedad privada
explotada sin planificación) el capitalismo ha depredado los ríos, la fauna y
los bosques, produciendo las condiciones para un "Apocalipsis medioambiental"
de la mano del calentamiento global y de la extinción de los recursos naturales
esenciales.
En un segundo frente, las guerras
intercapitalistas por la conquista de mercados y el negocio con el armamentismo
han creado las condiciones para un "Apocalipsis nuclear" de la mano de
los arsenales atómicos que las potencias centrales acumulan como "efecto
disuasivo" contra sus rivales, y cuya utilización efectiva nadie puede prever en
el futuro.
Y hay un tercer frente que se suma:
La plaga del hambre, de la exclusión social y del desempleo que ya se extiende
como una epidemia por las áreas empobrecidas del planeta generando las
condiciones para un "Apocalipsis social".
No hace falta mucha imaginación (el
fenómeno ya se verifica en la realidad) para mensurar el factor apocalíptico
masivo que representaría para el sistema el avance de ejércitos de
hambrientos buscando comida para supervivir en las grandes urbes,
enfrentando con la violencia a la represión militar o policial.
En resumen, el Apocalipsis no es una profecía bíblica o una teoría conspirativa,
forma parte de tu propia realidad existencial y planetaria que el sistema
esconde para mantenerte en la ignorancia.
Cuando escuches sobre un nuevo terremoto o una tragedia masiva, solo estarás
viendo una nueva parte descompuesta del Apocalipsis. Hasta que llegue el
desenlace.
Y no será la obra de Dios o del Diablo, sino un emergente (extremo) del sistema.
Pura lógica matemática.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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