(IAR
Noticias)
29-Julio-2011
Tan sólo unos años atrás, una
poderosa ideología –la creencia en los mercados libres y sin restricciones–
llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde
principios de los años 80 hasta el año 2007, el capitalismo desrregulado al
estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en
el país más rico del mundo.
Por Joseph E. Stiglitz (*) - Project Syndicate
De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría
de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año
tras año.
Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue
económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EEUU yendo
destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del
consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda.
Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis
financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección
acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor
equilibrio entre el mercado y el gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el
caso. Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado,
como siempre, por ideologías e intereses especiales, una vez más amenaza a la
economía mundial –o al menos a las economías de Europa y América, donde estas
ideas continúan floreciendo.
En los EEUU, este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios,
evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la
economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el
Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese
déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los
beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los
impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un
pesado martillo –no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que
fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos.
Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad –y si
los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una
moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una
crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e
inevitablemente sólo prolongaría la recesión.
Hace una década, en medio de un auge económico, los EEUU enfrentaba un
superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables
reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes
costos de atención de salud –impulsados en parte por el compromiso de la
administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas
rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en
juego– rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en
tiempos de paz.
Los remedios para el déficit de EEUU surgen inmediatamente de este
diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el
estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido;
controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a
los más ricos. Pero, la derecha no quiere saber nada de esto, y en lugar de
ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las
corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y
protección social que ponen el futuro de la economía de los EEUU en peligro y
que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto, el sector
financiero de EEUU ha estado presionando fuertemente para liberarse de las
regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y
despreocupadas de proceder.
Pero las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países
enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de
austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente
dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables. Esta medicina
fracasó en el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará
también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia
y Grecia.
Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la
Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus
deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal
para más inversiones que propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo
aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales,
como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra
conduce aún a más crecimiento.
Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han
entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad
produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad
socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos
produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la
austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente
se pone en marcha.
¿Realmente necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado
repetidamente? No deberíamos, y sin embargo, parece cada vez más que vamos a
tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para volver
al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos
lugares sería desastroso –incluso si los principales países emergentes
hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente, a menos que
prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al cual el mundo se dirige.
(*)El autor es profesor de la Universidad de Columbia, Premio Nobel de Economía y
autor de “Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy”.
© Project Syndicate
|