Si equiparamos la especulación de los
"derivados financieros" con el futbol asociado, sería algo así: son dueños de la
cancha, del balón y los dos equipos que juegan –después de haber impuesto al
jefe de la policía, al presidente municipal de la ciudad sede, al gobernador del
estado y al presidente de la república– son también propietarios de la
transmisión exclusiva del partido por sus mendaces multimedia ologopólicos (que
también controlan), imponen las reglas del juego y están conectados a un casino
donde apuestan al resultado que también conocen, como acaba de suceder con el
megaespeculador George Soros quien fue avisado por "alguien" (¿por su
correligionario Ben Shalom Bernanke?) de la degradación de la "deuda soberana"
de Estados Unidos por la descalificada "calificadora" S&P y descolgó cómodamente
una "ganancia" descomunal de 10 mil millones de dólares (según The Daily Mail).
Por Alfredo Jalife-Rahme - La Jornada, México
Me referiré a un añejo tema de casi 13 años que se remonta a la
candidatura de Bill Clinton, quien operó un acuerdo "secreto" con las "
manos invisibles" ya muy vistas de la plutocracia oligárquico-oligopólica de
los banqueros de Wall Street (Nicholas D. Kristof y Edward Wyatt, NYT
15, 16, 17 y 18/2/99)
Queda expuesto el secuestro tanto de la "democracia" como de la
actividad de la "política" y la "economía" subyugadas por las fuerzas
del inexistente "mercado financiero", manipuladas por un puñado de
banqueros, quienes maniobran en la opacidad absoluta.
Que conste que nos encontramos a inicios del siglo XXI.
Exhumamos (Bajo la Lupa, 31/8/11) un inquietante artículo de Louise Story en
The New York Times (NYT, 11/12/10) quien revela que "cada tercer
miércoles del mes, nueve miembros de la elite de la sociedad de Wall Street se
reúnen en Manhattan" con el fin de "proteger los intereses de los grandes
bancos en el vasto mercado de los derivados financieros, uno de los más
redituables y controvertidos campos de las finanzas".
Los ocultos nueve banqueros conforman "un poderoso (sic) comité que ayuda
(sic) a vigilar las transacciones de los derivados, instrumentos que, como los
seguros, son usados para cubrir los riesgos" en un gran negocio de "
multibillones".
En realidad, ya rebasaron el millar de billones, en una equivalencia de
varias veces el PIB global y cuyo monto se desconoce debido a su "
desregulación" (carece de vigilancia tanto gubernamental como ciudadana) y su
"contabilidad invisible" (off balance sheet) en los "paraísos
fiscales" (off shore).
Los "derivados financieros" hipertóxicos ("armas financieras de
destrucción masiva", Warren Buffet dixit) constituyen un incurable
cáncer financierista, cuyas metástasis han alcanzado todos los rincones del
planeta donde opera la desregulada globalización, que antes de extinguirse
cobrará muchas víctimas.
Las víctimas, es decir, los ciudadanos del planeta, se encuentran impotentes
para lidiar con tal incurable cáncer financierista, debido a que desconocen su
identidad, cuando ni la clase política, patéticamente más ignara que nunca,
entiende su dinámica.
Louise Story se extravía en nimiedades (en los excesivos "costos") y se
enfoca al rechazo de parte de los nueve banqueros al ingreso de otros marginados
de su meganegocio, como sucede con el discriminado Bank of New York (fundado por
Alexander Hamilton en 1784), que maneja 23 billones de dólares de "dinero
institucional". ¿Los ocultos nueve banqueros practican el racismo y/o la
discriminación financiera?
Anjay Kannambadi, ejecutivo del Bank of New York, fustiga que la razón por la
cual discriminan a su banco de ingresar es "para preservar sus ganancias,
además de que fueron quienes ayudaron a redactar las reglas del ingreso de las
membresías".
Si equiparamos la especulación de los "derivados financieros" con el
futbol asociado, sería algo así: son dueños de la cancha, del balón y los dos
equipos que juegan –después de haber impuesto al jefe de la policía, al
presidente municipal de la ciudad sede, al gobernador del estado y al presidente
de la república– son también propietarios de la transmisión exclusiva del
partido por sus mendaces multimedia ologopólicos (que también controlan),
imponen las reglas del juego y están conectados a un casino donde apuestan al
resultado que también conocen, como acaba de suceder con el megaespeculador
George Soros quien fue avisado por "alguien" (¿por su correligionario Ben
Shalom Bernanke?) de la degradación de la "deuda soberana" de Estados
Unidos por la descalificada "calificadora" S&P y descolgó cómodamente una
"ganancia" descomunal de 10 mil millones de dólares (según The Daily
Mail).
Esto no lo puede decir Louise Story, quien defiende a un grupo de banqueros
locales neoyorquinos marginados de las grandes ganancias por los otros nueve
banqueros cuya identidad ha sido soplada por "alguien": JP Morgan Chase,
Goldman Sachs, Morgan Stanley, Deutsche Bank (del que es asesor el locuaz
Alan Greenspan), UBS (que apuesta contra los interese de Pemex a través de
su empleado, el hijo de un ex director de la paraestatal que funge ahora
como director de la depredadora Schlumberger); la británica Barclays; Credit
Suisse; Bank of America; y Citigroup (accionista de la "calificadora"
Moody’s).
Lo mejor del jueguito financierista: se desconoce la identidad
del "árbitro", cuando el mismo juego es virtual. Lo único real son las
supuestas "ganancias" de los bancos y, sobre todo, sus "pérdidas",
que endosan a los impotentes ciudadanos, que ni vieron ni entienden el
partido.
A juicio de Louise Story resulta que "nadie (¡extra súper sic!) de los
reguladores gubernamentales entiende (sic) completamente el tamaño y la
interconexión del mercado de los derivados financieros, en especial los
Credit Default Swaps (CDS), que aseguran (sic) contra las quiebras de
empresas o bonos hipotecarios".
Los ominosos CDS –que se calcula andan entre 30 y 70 billones de dólares
(¡el equivalente del PIB global!), dependiendo quién imagine su monto–
apuestan a la quiebra de los países (literal) y hoy tienen en agonía –como
dicen– a los PIIGS (por sus siglas en inglés: Portugal, Irlanda, Italia,
Grecia y España).
Todavía está por develarse la lúgubre historia en el noveno círculo
dantesco de los avernos entre la aseguradora AIG y sus contratos, mediante
CDS, con los nueve banqueros de la elite secreta de Wall Street.
La crisis de 2088 llevó a la creación de tres "cámaras de compensación"
(clearinghouse), de quien "nadie conoce la identidad de sus
comités de riesgo", pero que controlan los nueve banqueros de la elite
secreta. ¡Viva la transparencia!
Se recuerda que los bancos insolventes (técnicamente quebrados) fueron
rescatados con el dinero público de los ciudadanos, quienes ni siquiera
tienen derecho a conocer la identidad de sus rescatados. Ahora los
miserables estadunidenses viven el "síndrome Fobaproa/IPAB", que ya
padecimos con “el itamita México neoliberal”, con el mismo
cártel bancario trasnacional (cuya bisagra aquí es Joseph Marie-Cordoba
y su aliado Guillermo Ortiz Martínez, hoy mandamás del Banco Internacional
de Pagos; Zedillo era un simple "ejecutivo").
Resulta que "la misma gente detenta posiciones influyentes (sic) en
otras cámaras de compensación o en sus comités en la poderosa (sic)
Asociación Internacional de Swaps y Derivados que ayudan a gobernar (sic) el
mercado".
Louise Story comenta que "quizá (sic) ningún negocio en las finanzas
sea tan redituable como los derivados" y cuyo "monto preciso (sic) se
ignora": su carácter "secreto (¡súper sic!) constituye el factor
principal que permite a los nueve banqueros obtener tales colosales
ganancias".
La primera auditoría en la historia de la Reserva Federal acaba de
revelar "16 billones de dólares (nota: el equivalente del PIB de Estados
Unidos) de rescates secretos (¡súper sic!)", teledirigidos a los
correligionarios de Ben Shalom Bernanke, que incluye al secreto club selecto
de nueve banqueros (IPS, 29/9/11).
¿Cómo vamos a contrarrestar los ciudadanos del mundo a esta nihilista
bancocracia secreta?
La luz pública es el mejor antídoto para domar a la bancocracia "
secreta" que florece y prospera en los caños y desagües donde predomina
la fétida oscuridad.