(IAR
Noticias)
01-Julio-2011
La foto, sin fecha, del Centro de
Documentación de Camboya, es tan escalofriante como informal: directamente al
lado de un Mercedes negro, altos dirigentes de los Jemeres Rojos –en sus
distintivos pijamas negros, sandalias y krama alrededor del cuello– posan
despreocupadamente.
Por Pepe Escobar (*) - Asia Times Online
V emos
al “Hermano Número Uno” Pol Pot, a su subcomandante Nuon Chea, Ieng Sary, Son
Sen y Vorn Vet. Es lo que quería decir Hannah Arendt cuando denunció “la
banalidad del mal”.
Este lunes, en un complejo especialmente construido en los suburbios de Phnom
Penh, tuvo lugar la audiencia inicial del Tribunal Jemer Rojo, con la presencia
de algunos de los personajes más denigrados en la historia reciente, incluidos
el “Hermano Número Dos” Nuon Chea y el relativamente sofisticado “Ministro de
Exteriores” Ieng.
Sary, quien convenció a bastantes diplomáticos, estadounidenses y europeos
incluidos, de que los Jemeres Rojos solo trataban de construir una nueva
sociedad agraria; y eso incluyó el asesinato ritual de más de dos millones de
camboyanos en un holocausto asiático del Siglo XX.
En realidad Sary había admitido previamente, en reuniones secretas, que los
Jemeres Rojos querían reducir la población de Camboya de 7 millones a 1 millón,
más que suficiente para que floreciera ese sueño agrario conceptualizado por
Khieu Samphan en una tesis en la Sorbona, muy elogiada por los franceses en su
época.
El ángel de la historia intervino cuando Vietnam derrocó a los Jemeres Rojos en
enero de 1979, para gran enojo del Washington de la Guerra Fría, que después
presentó el lamentable espectáculo de su apoyo a los Jemeres Rojos en las
Naciones Unidas.
Camboya está gobernada por un denominado “dictador democrático” –el astuto Hun
Sen– que se ha asegurado de que ninguno de sus antiguos compañeros Jemeres Rojos
tuviera que enfrentar sus crímenes contra la humanidad. Además Hun Sen –con
Camboya como parte de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y objeto de
masivas inversiones chinas– nunca correrá el riesgo de enfrentar una liberación
de la OTAN por medio de una guerra humanitaria. Es uno de “nuestros hijueputas”,
a su manera.
Dos generaciones de jemeres modernos –que en el pasado construyeron uno de los
imperios más sofisticados de Asia– siguen esperando algún tipo de justicia para
los Jemeres Rojos a través de un tribunal respaldado por las Naciones Unidas.
Las perspectivas no son buenas. Hun Sen quiere que éste sea el último juicio de
Jemeres Rojos.
Solo Duch –el tristemente célebre torturador que dirigió la horrenda prisión de
los Jemeres Rojos en Tuol Sleng– fue juzgado y sentenciado en el denominado Caso
OO1. Pol Plot planeó su estrategia de salida al morirse en 1998.
Algunas de las acusaciones contra Nuon Chea, Ieng Sary y su importante esposa,
la ministra de acción social Ieng Thirith, convirtieron en una burla su
genocidio organizado por el Estado: están acusados, entre otras cosas, de
capturar y matar a aficionados a la vela estadounidenses y a pescadores
vietnamitas. Chea, de 84 años, y Sary afirman que están viejos y enfermos. Sary
incluso obtuvo el perdón del rey Norodom Sihanouk en 1996 después de ser
condenado en ausencia por los vietnamitas en 1979. Khieu Samphan se las ha
arreglado siempre para estar demasiado enfermo para enfrentar la justicia.
Las audiencias importantes en el Caso 002 no comenzarán hasta dentro de varios
meses. Hasta ahora lo bueno ha sido que las audiencias de esta semana se
transmitan en directo a todo el Reino. Sin embargo nadie sabe si Chea, Sary u
otros, hablarán durante las audiencias o colaborarán realmente con el tribunal.
Chea ha tenido el descaro de sacarse sus inmensas gafas negras en el tribunal
este lunes para decir: “No me gusta esta audiencia” y dejar luego que su abogado
adjunto entre en detalles.
Haz la guerra, y viaja
Podría ser tentador que una perspectiva histórica se disuelva en el animado
Phnom Penh entre los jóvenes educados y vinculados que toman mojitos en las
terrazas de bares frente al río Tonle Sap y a las sedes deslumbrantes de
compañías comerciales pan-asiáticas.
Pero es imposible no conectar a los Jemeres Rojos con el Imperio Estadounidense.
Fue la guerra ilegal de Richard Nixon en Camboya –llamémosla VietCam, precursora
de la actual AfPak– más el apoyo para otro dictador de pacotilla, Lon Nol, en
lugar del Rey Sihanouk, los que crearon las condiciones para la emergencia de
los Jemeres Rojos y su toma del poder en 1975, justo cuando el último deshonrado
helicóptero estadounidense abandonaba Saigón.
A Washington no le importó mucho el genocidio asiático e incluso gruñó cuando
Vietnam derrocó a los Jemeres Rojos.
Y eso nos lleva a los caminos circulares del Imperio: Los jemeres lo
describirían como un nagá que muerde su propia cola. Pensad en el eterno
guerrero de la Guerra Fría: el secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates,
quien argumentó recientemente que el fracaso en Afganistán es “inaceptable”, no
importa cuáles sean los costes de la guerra (tal como el fracaso en Vietnam era
inaceptable).
Pensad en Gates, cuando dijo a Newsweek: “He pasado toda mi vida adulta con
EE.UU. como superpotencia, que no tenía remordimientos al gastar lo necesario
para sostener esa posición”. Funcionarios del Imperio parodiando “La voz de su
amo” no podían ser más claros. Hay más: “Francamente, no puedo imaginar formar
parte de una nación, parte de un gobierno… al que se le obliga ao a reducir
drasticamente su compromiso con el resto del mundo”.
“Compromiso” que significa extender una guerra, ilegalmente, de Vietnam a
Camboya, y crear las condiciones de un holocausto asiático. “Compromiso” que
significa extender una guerra, ilegalmente, de Afganistán a Pakistán, y sembrar
más caos en Asia del Sur. “Comprometerse” significa extender una guerra ilegal
contra Libia –sembrando más caos en el Norte de África-. “Comprometerse”
significa dejar que la Casa de Saud soborne a todo el mundo en su iniciativa
reaccionaria, contrarrevolucionaria, por todo MENA (Medio Oriente-Norte de
África).
Por lo tanto se podría perdonar si el asesino masivo Nuon Chea pensara: “Yo solo
estaba implementando el sueño de una sociedad agraria igualitaria. El que
debería estar en el banquillo de los acusados por crímenes contra la humanidad
es el Imperio, no yo.” Puede que el verdadero Año Cero todavía no haya
comenzado.
Pepe Escobar es autor de
“Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble
Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su
último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse
con él en: pepeasia@yahoo.com.
(Copyright 2011 Asia Times
Online (derechos reservados.)
|