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(IAR
Noticias)
25-Agosto-2011
El Gran Kadafi apenas ha abandonado
el edificio –el complejo Bab-al-Aziziyah– y los buitres occidentales ya rondan
en lo alto; ha comenzado la rebatiña por apoderarse del “gran premio” – la
riqueza libia de petróleo y gas. [1]
Por Pepe Escobar (*) - Asia Times Online
L ibia
es un peón en un tablero de ajedrez ideológico, geopolítico, geo-económico y
geoestratégico serio en la misma medida en que una obra de teatro de moralidad
pedestre es como un reality show televisivo; los “rebeldes” idealistas ganan
contra el Enemigo Público Número Uno. Otrora el enemigo público fue Sadam
Hussein, luego fue Osama bin Laden, ahora es Muamar Kadafi, mañana será el
presidente Bashar al-Asad en Siria, algún día será el presidente de Irán, Mahmud
Ahmadineyad. El enemigo no será nunca la ultra-reaccionaria Casa de Saud.
Cómo ganó la guerra la OTAN.
A pesar de la espectacular reaparición del hijo de Kadafi, Saif al-Kadafi,
virtualmente la OTAN ganado la guerra civil libia (o “actividad militar
cinética”, según la Casa Blanca). Las masas del “pueblo libio” fueron
espectadoras en el mejor de los casos, o actores secundarios en forma de unos
pocos miles de “rebeldes” con kalashnikovs.
El actor principal fue R2P (“responsabilidad de proteger”). Desde el principio
R2P, dotada de personal por Francia y Gran Bretaña y respaldada por EE.UU., se
convirtió en el cambio de régimen como por arte de magia. Eso llevó a que las
estrellas no debidamente reconocidas en esta producción hayan sido “asesores”
occidentales y árabes monárquicos, como cuando se habla de “contratistas” o
“mercenarios”.
La OTAN comenzó a ganar la guerra al lanzar la Operación Sirena en Iftar –la
ruptura del ayuno de Ramadán– el sábado pasado por la noche, tiempo de Libia.
“Sirena” fue el nombre de código de una invasión de Trípoli. Fue la última –y
desesperada– estratagema de la OTAN, porque los caóticos “rebeldes” no habían
llegado a ninguna parte después de cinco meses de combate contra las fuerzas de
Kadafi.
Hasta entonces, el plan A de la OTAN era intentar matar a Kadafi. Lo que los
porristas de R2P –de izquierdas y derecha– habían bautizado de “permanente
desgaste por la OTAN” terminó por ser una plegaria por tres resultados: Kadafi
muerto, Kadafi se rinde, Kadafi huye.
No significa que nada de esto haya impedido que las bombas de la OTAN cayeran
sobre casas privadas, universidades, hospitales o incluso cerca del Ministerio
de Exteriores. Todo –y todos– eran objetivos.
“Sirena” incluía un pintoresco reparto de “rebeldes de la OTAN”, fanáticos
islamistas, crédulos periodistas empotrados, turbas amigas de la televisión y
jóvenes de Cirenaica manipulados por oportunistas desertores del régimen de
Kadafi a la espera de generosos cheques de los gigantes petroleros Total y BP.
Con “Sirena”, apareció la OTAN a tiro limpio (literalmente). Helicópteros
artillados Apache disparando ininterrumpidamente y cazabombarderos atacando
todo. La OTAN supervisó el desembarco de cientos de soldados de Misrata en la
costa este de Trípoli, mientras un barco de guerra de la OTAN distribuía
armamento pesado.
Solo el domingo pueden haber muerto 1.300 civiles en Trípoli y por lo menos
5.000 heridos. El Ministerio de Salud anunció que los hospitales están
desbordados. Todo el que seguía creyendo que los implacables bombardeos de la
OTAN tenían algo que ver con R2P y la Resolución 1973 de las Naciones Unidas
está viviendo en una unidad de cuidados intensivos.
La OTAN precedió a la “Sirena” con masivos bombardeos de Zawiya –la crucial
ciudad refinadora de petróleo a 50 kilómetros al oeste de Trípoli-. Eso cortó
los suministros de petróleo de Trípoli. Según la propia OTAN, por lo menos la
mitad de las fuerzas armadas de Libia resultaron “degradadas” –jerga del
Pentágono para muertas o gravemente heridas. Eso significa decenas de miles de
muertos. Eso también explica la misteriosa desaparición de los 65.000 soldados a
cargo de la defensa de Trípoli. Y también explica en gran parte por qué el
régimen de Kadafi, en el poder durante 42 años, se ha derrumbado en unas 24
horas.
El llamado de Sirena de la OTAN –después de 20.000 ataques aéreos, y más de
7.500 ataques contra objetivos terrestres– sólo fue posible gracias a una
decisión crucial del gobierno de Barack Obama a principios de julio,
posibilitando, como informó The Washington Post, “el hecho de compartir
materiales más delicados con la OTAN, incluyendo imágenes e interceptaciones de
señales que pueden suministrarse a las fuerzas de operaciones especiales
británicas y francesas en el terreno fuera de los pilotos en el aire”.
Esto significa que, sin los conocimientos de poder de fuego sin igual, satélites
y drones del Pentágono, la OTAN todavía estaría involucrada en la Operación
Cenagal para Siempre –y el gobierno de Obama no podría aprovechar una importante
victoria en este drama “cinético”.
¿Quiénes son éstos?
¿Quiénes son éstos que repentinamente estallaron de alegría en las pantallas de
las televisiones estadounidenses y europeas? Después de las sonrisas ante las
cámaras y los disparos de kalashnikovs hacia el cielo, hay que prepararse para
grandes fuegos artificiales fratricidas.
Es seguro que estallarán problemas étnicos y tribales. Muchos de los bereberes
de las montañas occidentales, quienes entraron Trípoli desde el sur este último
fin de semana son salafistas de la línea dura. Lo mismo en la nebulosa de
Hermandad Musulmana/salafistas de Cirenaica, que han sido instruidos por los
hombres de la CIA. Aunque estos fundamentalistas “utilizaron” a los europeos y
estadounidenses para aproximarse al poder, pueden convertirse en una horrible
fuerza de guerrilla si son marginados por los nuevos amos de la OTAN.
La gran “revolución” con base en Bengasi, presentada a Occidente como si fuera
un movimiento popular, fue siempre un mito. Solo hace dos meses los
“revolucionarios” armados eran apenas 1.000. La solución de la OTAN fue crear un
ejército mercenario –incluyendo todo tipo de sujetos repugnantes, desde ex
miembros de escuadrones de la muerte colombianos a reclutadores de Qatar y de
los Emiratos Árabes Unidos (EAU) quienes buscaron a numerosos tunecinos
desocupados y gente de tribus descontentas con Trípoli. Todos estos, aparte del
escuadrón mercenario de la CIA –salafistas de Bengasi y Derna– y el escuadrón de
la Casa de Saud –la banda de la Hermandad Musulmana.
Cuesta no recordar la pandilla de la droga de UCK en Kosovo –la guerra que
“ganó” la OTAN en los Balcanes. O a los paquistaníes y saudíes, con respaldo de
EE.UU., que armaron a los “combatientes de la libertad” de Afganistán en los
años ochenta.
Y luego está el sospechoso reparto de personajes del Consejo Nacional de la
Transición (TNC, por sus siglas en inglés) basado en Bengasi.
El jefe, Mustafa Abdel-Jalil, ministro de justicia de Kadafi desde 2007 hasta su
renuncia el 26 de febrero, estudió la Sharía y derecho civil en la Universidad
de Libia. Esto le permitirá habérselas retóricamente con los fundamentalistas
islámicos en Bengasi, al-Baida y Delna pero podría utilizar sus conocimientos
para defender sus intereses en un nuevo arreglo para compartir el poder.
En cuanto a Mahmud Jibril, presidente del consejo ejecutivo del TNC, estudió en
la Universidad de El Cairo y luego en la Universidad de Pittsburgh. Es la
conexión qatarí clave, al haber estado involucrado en la administración de
activos para Sheikha Mozah, la esposa ultra influyente del emir de Qatar.
También está el hijo del último monarca de Libia, el rey Idris, depuesto por
Kadafi hace 42 años (sin derramamiento de sangre); a la Casa de Saud le
encantaría una nueva monarquía en el Norte de África. Y el hijo de Omar Mukhtar,
el héroe de la resistencia contra el colonialismo italiano, un personaje más
laico.
¿El nuevo Iraq?
Sin embargo, creer que la OTAN ganaría la guerra y dejaría que los “rebeldes”
controlen el poder es un chiste. Reuters ya ha informado de que una “fuerza de
transición” de unos 1.000 soldados de Qatar, los Emiratos y Jordania llegará a
Trípoli para actuar como policía. Y el Pentágono ya está propagando que los
militares de EE.UU. estarán en el terreno para “ayudar a proteger las armas”. Un
toque hermoso que ya implica quién estará realmente a cargo: los
neocolonialistas “humanitarios” más sus serviles agentes árabes.
Abdel Fatah Younis, el comandante “rebelde” asesinado por los propios rebeldes,
era un agente de los servicios de inteligencia franceses. Fue eliminado por la
facción de la Hermandad Musulmana, precisamente cuando el Gran Liberador Árabe
Sarkozy estaba tratando de negociar una etapa final del juego con Said al-Islam,
el hijo de Kadafi de la London School of Economics que ahora volvió de entre los
muertos.
Por lo tanto los grandes ganadores son finalmente Londres, Washington, la Casa
de Saud y los qataríes (enviaron jets y “asesores”, que ya están manejando las
ventas de petróleo). Con una mención especial al complejo Pentágono/OTAN – ya
que Africom finalmente establecerá su primera base en suelo africano en el
Mediterráneo, y que la OTAN está a un paso de declarar que el Mediterráneo es
“un lago de la OTAN”.
¿Islamismo? ¿Tribalismo? Podrían ser los males menores de Libia en comparación
con una nueva fantasilandia abierta al neoliberalismo. Hay pocas dudas de que
los nuevos amos occidentales no tratarán de resucitar una versión más amistosa
de la corrupta, rapaz, Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) de Iraq,
convirtiendo a Libia en un sueño neoliberal de la línea dura de una propiedad
total de los recursos libios, una repatriación total de beneficios,
corporaciones occidentales con la misma posición legal que las firmas locales,
bancos extranjeros que compran los bancos locales, y muy bajos impuestos a la
renta y a las corporaciones.
Mientras tanto, la profunda fractura entre el centro (Trípoli) y la periferia
por el control de los recursos energéticos se inflamará. BP, Total, Exxon, todos
los gigantes petroleros occidentales serán recompensados con gratitud por el
consejo de transición, en detrimento de las compañías chinas, rusas o indias.
Las tropas de la OTAN en el terreno ayudarán ciertamente a mantener disciplinado
y alineado al Consejo.
Los ejecutivos petroleros estiman que se tardará por lo menos un año hasta que
la producción de petróleo vuelva a los niveles anteriores a la guerra civil de
1,6 millones de barriles por día, pero dicen que los beneficios anuales del
petróleo podrían proveer a los nuevos gobernantes en Trípoli unos 50.000
millones de dólares al año. La mayoría de los cálculos indican reservas de
petróleo de 46.400 millones de barriles, un 3% de las reservas mundiales y con
un valor de unos 3,9 billones de dólares al precio actual del petróleo. Las
reservas de gas conocidas son de unos 5 billones de pies cúbicos.
Por lo tanto R2P termina ganando. El imperialismo humanitario gana. Las
monarquías árabes ganan. La OTAN como gendarme global gana. El Pentágono gana.
Pero incluso eso no es suficiente para los habituales sospechosos imperiales,
que ya llaman a desplegar una “fuerza de estabilización”. Y todo esto mientras
los progresistas perdidos en la trama en una variedad de latitudes siguen
saludando la Santa Alianza del neocolonialismo occidental, de las monarquías
árabes ultra reaccionarias y de salafistas de la línea dura.
No habrá terminado hasta que cante la gorda señora árabe. En todo caso, hasta la
próxima parada: Damasco.
(*) Pepe Escobar es autor de
“ Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War ” (Nimble
Books, 2007) y “ Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge ”. Su
último libro es “ Obama does Globalistan ” (Nimble Books, 2009). Puede
contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com .
(Copyright 2011 Asia Times Online (Holdings) Ltd. Todos los derechos
reservados.) (1) The Big Gaddafi Asia
Times Online, Agosto 20.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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