(IAR
Noticias)
22-Julio-2010
En su
planificación de "guerras futuras", el Pentágono extendió la privatización a más
áreas de la ocupación militar, y las corporaciones militares privadas ya han
comenzado a intercambiar información orientada a fusionar sus servicios en
rubros determinados, a fin de competir con mayor posibilidad en el logro de
próximos contratos.
En la
actualidad la industria de los "ejércitos privados" es un fabuloso negocio
capitalista que mueve más de US$ 100.000 millones al año y cuya órbita de
decisiones se encuentra en el lobby de negocios que controla la Casa Blanca y el
Pentágono. A este proceso privatizador, según un informe de The Washington Post,
se incorpora la estructura de inteligencia de EEUU que ya está pasando a manos
de empresas privadas.
Por
Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
IAR Noticias/
Con
las llamadas "guerras preventivas" iniciadas por los halcones tras el 11-S, no
solamente se conquista militarmente sino que también se abren nuevos ciclos
de expansión y ganancia capitalista en los nuevos mercados sometidos con el
argumento de la "guerra contraterrorista".
Los US$
750.000 millones de gastos militares de EEUU y la expansión geométrica de las
ganancias de los consorcios armamentistas del complejo militar, son la prueba
más irrefutable de la relación simbiótica establecida entre el poder
económico estadounidense con los conflictos armados y las ocupaciones militares.
Las nuevas hipótesis de
conflicto con el "terrorismo" generan facturación
billonaria
a la industria bélica constituida en la pata complementaria de la
rentabilidad capitalista trasnacional.
Las líneas directrices de este
monumental negocio con las guerras de ocupación y el sistema financiero
imperial, nacen y se proyectan desde la Casa Blanca hacia el resto de los
estamentos del Estado norteamericano.
Pero no
solamente los consorcios armamentistas se benefician del megamillonario
presupuesto armamentista estadounidense que equivale a más del 60% de los
gastos militares mundiales.
EEUU (hoy
gerenciado por Obama y el lobby sionista liberal) se ha constituido, junto con
el Reino Unido y Sudáfrica, en el centro mundial de la industria privada
militar, que debe su crecimiento al nuevo orden internacional
lanzado por George Bush padre tras el desplome de la Unión Soviética, y
continuado por su hijo W al comando de la "guerra contra el terrorismo".
Obviamente, y
según apuntan todos los especialistas, sólo los conglomerados trasnacionales
(bancos, petroleras, tecnológicas, armamentistas, ejércitos privados, etc) que
integran la órbita "selecta" del lobby de negocios manejado desde la Casa
Blanca y el Pentágono tienen acceso a los más jugosos contratos en los
países ocupados.
Como producto de la "integración bélica" de
los nuevos ciclos de ganancias y expansión capitalista trasnacional, las
corporaciones de la "seguridad privada", han pasado a ocupar un lugar
clave en los nuevos planes de conquista militar del Pentágono.
Las
corporaciones militares de seguridad privada (PMC, por sus siglas en inglés)
mantienen en secreto sus actividades y carteras de clientes al no estar
reguladas por ninguna normativa internacional, a pesar de su condición de
ejércitos sin fronteras.
Los consorcios
privados ofrecen servicios que van desde el personal de
seguridad y el mantenimiento de armamentos hasta la interrogación de
prisioneros.
A este florec iente
negocio de la "guerra privatizada", según un informe del influyente
diario estadounidense The Washington Post, se sumará la elefansiática estructura
de los servicios de inteligencia estadounidense,
un sector
emplea a 854.000 personas, casi 1.5 veces la población de la ciudad de
Washington.
Los
resultados de una investigación realizada por el Post revelan que, los
servicios secretos y de seguridad estadounidenses están pasando a manos privadas
ya que casi un 30% de los empleados en estas actividades ya no son
funcionarios federeales sino trabajadores en empresas privadas.
Algunas de las conclusiones a las que llega el informe es la gran presencia de
contratistas de personal de empresas privadas, en los servicios de
inteligencia, seguridad y defensa estadounidenses.
Según la investigación del diario estadounidense, unas 1900 empresas están
directamente involucradas en estos servicios dentro de la administración
estadounidense. Aproximadamente estas empresas aportan el 30% del personal que
se dedica a estas actividades en Estados Unidos. De todas esas corporaciones,
110 suministran el 90% de los contratistas.
Las normas federales indican que los servicios (en este caso de inteligencia) atañen a "funciones propias del Gobierno" y sólo pueden ser
realizados por personal leal al país, o sea por funcionarios gubernamentales.
Pero la
realidad, según revela The Washington Post es que la actividad de
inteligencia, la más importante de la administración estadounidense, que
alimenta las decisiones de su política local y global, ha comenzado a pasar a
manos de personal aportado por empresas privadas.
La percepción de que la contratación de empresas privadas resultaba más barata
que la preparación de personal se ha revelado como errónea por este informe, que
confirma que no sólo han resultado más caras sino que han repercutido en un
deterioro de la imagen estadounidense.
Desde
los atentados del 11 de septiembre, la administración Bush aumentó el
presupuesto dedicado a la inteligencia y seguridad, y ello permitió a la CIA y
otras agencias contratar agentes externos evitando el tiempo que insume su entrenamiento y preparación.
La participación de personal "poco comprometido con la causa" de la seguridad
nacional de EEUU desencadenó situaciones como las de Abu Ghraib o Blackwater en
Irak, que han "deteriorado la imagen estadounidense en el exterior", señala el
Post.
El informe concluye que las corporaciones privadas de seguridad e inteligencia
han condicionado la actividad de los servicios de inteligencia y seguridad
estadounidenses, y hoy un tercio de su personal operativo, que realiza misiones
de trascendencia crucial para el país, es provisto por empresa privadas.
El informe de The
Washington Post revela que en EEUU hay 1.271 organizaciones
gubernamentales -y 1.931 compañías privadas- dedicadas a programas
relacionados con el "contra-terrorismo", la seguridad nacional y los servicios
de inteligencia en más de 10.000 puntos del país.
Los administradores de la Casa Blanca y los operadores de negocios del lobby
judío, siempre a tono con "los negocios de la guerra", observaron
la nueva veta comercial que se abría con la contratación de servicios de
ejércitos privados para las áreas ocupadas o bajo influencia del ejército de
EEUU.
La privatización del aparato militar, fue impulsada en 1991,
después de la Primera Guerra del Golfo, por el entonces ministro de
Defensa y actual vicepresidente, Dick Cheney.
Bajo la influencia de Cheney y
Rumsfeld el gobierno de EEUU comenzó a subcontratar con las corporaciones
militares privadas, gran parte de las funciones operativas que tradicionalmente
venían desarrollando las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia.
Si bien el Pentágono ni la Casa
Blanca reconoce que una parte importante de sus soldados y agentes de
inteligencia ya son entrenados por expertos y manuales de guerra privados,
son muchas las fuentes militares que señalan que la legión de contratistas que
inunda los cuarteles y las academias está causando un profundo malestar entre
la oficialidad y los agentes de carrera.
En ese escenario, el informe de
The Washington Post ya ha levantado una ola de críticas en los estamentos
en los mandos de las fuerzas armadas y en en las estructuras directrices de la
inteligencia estadounidense.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
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