(IAR
Noticias) 20-Marzo-2010
En medio de una agudización del conflicto regional, con Israel bombardeando
nuevamente Gaza y Hamás llamando a una Intifada, estalló un conflicto inédito en
el seno del lobby sionista que controla EEUU, cuya proyección ya impacta en una
división de la comunidad judía. En Israel, más un cuarto de la población opina
que Obama es "antisemita".
Informe especial
IAR Noticias/
Dentro
de un escenario de generalizado rechazo a las políticas dialoguistas de Obama
con el "terrorismo islámico", se conoció una encuesta difundida por el diario
judío Haaretz, que revela que más de un cuarto de los israelíes opinan que Obama
es "antisemita".
Esta
calificación para un presidente norteamericano es inédita y no reconoce
parangón histórico, dado que EEUU (considerado una extensión del Estado
judío) es el primer defensor y sostenedor de las políticas expansivas de Israel
en la región.
Aunque un
69% de los israelíes todavía considera que el presidente estadounidense, Barack
Obama, "es justo y amistoso" con su país, un 27% de los israelíes piensa que es
"antisemita", según un sondeo que publica este viernes el periódico
Haaretz.
La encuesta se efectuó el pasado martes y miércoles en medio de la mayor crisis
diplomática en décadas entre ambos países aliados, causados por ópticas
diferentes de la "derecha" (Netanyahu) y de la "izquierda"
sionista (Obama) respecto del tratamiento del conflicto con Irán.
De acuerdo
con el sondeo, Netanyahu ha salido indemne del conflicto en términos de opinión
pública interna, según los resultados del sondeo, que muestra un país dividido
sobre su relación con EEUU y su gobierno de turno.
Según la
medición, un 48% de los encuestados opina que Israel debería seguir
construyendo casas para judíos en Jerusalén del Este, aunque supusiera un
enfrentamiento con la Casa Blanca, frente a un 41% que aboga por detener la
ampliación de los asentamientos en la ciudad.
La "crisis" entre EEUU e Israel generada por el anuncio de la
construcción de 1.600 viviendas en Jerusalén Oriental, realizado durante la
visita del vicepresidente Joe Biden a Tel Aviv, dividió a las organizaciones
judías en Washington y puso al descubierto las posiciones divergentes que
tienen para enfrentar el "problema iraní".
La más poderosa organización sionista a nivel mundial, AIPAC (American Israeli
Public Affairs Committee), criticó y repudió enérgicamente la dura reacción del
gobierno de Obama frente al anuncio de "recolonización" de Netanyahu señalando
que "todo es una distracción para no lidiar con el programa nuclear iraní".
En
un duro comunicado, AIPAC exigió que Obama adopte inmediatamente medidas para
"desactivar la tensión con el Estado Judío". Mientras que el presidente de
la Anti-Difamation League, Abraham Foxman, dijo que estaba "atónito y
sorprendido por el tono del gobierno de Obama".
Por
su parte, "J. Street", una organización judía "progresista", dedicada a promover
el diálogo entre israelíes y palestinos, apoyó a la administración Obama bajo el
argumento de que sus críticas a Netanyahu habían sido "comprensibles" y
adecuadas".
"Uno puede
solo preguntarse cuán lejos está dispuesto EEUU a distanciarse de Israel para
apaciguar a los palestinos con la esperanza de que comprendan que es en el
interés de ellos el volver a la mesa de negociación", dijo. Jeremy Ben Ami,
fundador de "J. Street".
A tal
punto llegó el enfrentamiento que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y Benjamin Netanyahu participarán en Washington, a partir del próximo fin de
semana, de la reunión anual del "lobby" pro-israelí estadounidense, AIPAC
(American Israel Public Affairs Commitee).
Las
críticas del Gobierno estadounidense a su tradicional aliado y protegido impactó
entre los congresistas estadounidenses.
Dos
legisladores, el republicano Mark Kirk y el demócrata Christopher Carney,
enviaron una carta a la Casa Blanca para pedir a la Administración del
presidente Barack Obama que se "abstenga de nuevas críticas públicas" al
Gobierno israelí.
El
principal asesor político de la Casa Blanca, David Axelrod, aseveró que "lo que
pasó allí (el anuncio de las construcciones) fue una afrenta, fue un insulto
pero eso no es lo más importante. Lo que hizo fue hacer más difícil un proceso
muy difícil".
Tras los
duros comentarios de Obama y de la secretaria de Estado, Hillary Clinton,
Netanyahu llamó a dos gobernantes europeos con los que tiene vínculos estrechos
--la canciller de Alemania (jefa de gobierrno), Angela Merkel, y el primer
ministro de Italia, Silvio Berlusconi-- para explicarles por qué creía que EEUU se
equivocaba y fomentaba la crisis.
"El primer
ministro (Netanyahu) llegó al momento de la verdad. Debe elegir, por un lado,
entre sus creencias ideológicas y su alianza política con la coalición de
derecha y, por otro, la necesidad de tener el apoyo de Estados Unidos", señaló
Aluf Benn, corresponsal de Haaretz.
AIPAC, por su parte, expresó su "seria preocupación" acerca de los
recientes comentarios realizados por la administración norteamericana en
relación a sus lazos con Israel.
"Israel es
el aliado más cercano a los EEUU en Oriente Medio. Las bases de la relación
entre ambos tienen sus raíces en los intereses estratégicos fundamentales del
país, los valores compartidos de democracia, y un compromiso de paz en la región
que viene de mucho tiempo atrás".
El
comunicado dice también que "aquellos intereses estratégicos que compartimos con
Israel, se aplican a cada faceta de la vida norteamericana y nuestras relaciones
con el Estado Judío, que goza de un gran apoyo en el Congreso y entre el
pueblo norteamericano".
Por
último, la organización pide a la administración norteamericana "realizar un
esfuerzo consciente para evitar las demandas públicas y los ultimátum directos a
Israel".
La
"dos caras" del lobby judío
Cuando se refieren al lobby judío
(al que llaman lobby pro-israelí) la mayoría de los expertos y analistas hablan
de un grupo de
funcionarios y tecnócratas de la derecha fundamentalista, en cuyas manos
está el diseño y la ejecución de la política militar norteamericana.
A
este lobby judío (de derecha conservadora) se le atribuye el objetivo
estratégico permanente de imponer la agenda militar y los intereses
políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado de Israel
en la política exterior de EEUU.
Como definición, el
lobby es una gigantesca maquinaria de presión económica y política que opera
simultáneamente en todos los estamentos del poder institucional estadounidense:
Casa Blanca, Congreso, Pentágono, Departamento de Estado, CIA y agencias de la
comunidad de inteligencia, entre los mas importantes.
Curiosamente los expertos, tanto de
izquierda como de derecha, (salvo James Petras) sólo se ocupan del lobby
judío neoconservador de la administración Bush, sin ninguna mención de otras
administraciones anteriores, como la del demócrata Clinton, por ejemplo.
El Washington Institute for
Near East Policy (WINEP), creado en 1985 bajo la
responsabilidad del que hasta entonces había sido el director del
AIPAC, Martin Indyk, desempeñó, durante la
administración Clinton el mismo rol de "think tank" del lobby neoconservador que
durante el gobierno de George W. Bush desempeñó
el Instituto Judío para Asuntos de la
Seguridad Nacional (JINSA) en el gobierno de los halcones de Bush.
Ambas son una rama de AIPAC,
la organización de presión sionista más poderosa de EEUU y de todo el planeta
capitalista.
Y como dato relevante indicador de la
función complementaria de ambos lobbys judíos (el de derecha con los
republicanos, y el de izquierda con los demócratas) baste mencionar que el
director fundador de WINEP, Martin Indyk, había sido antes director de
investigación del Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (AIPAC).
El llamado lobby judío (por
"derecha" y por "izquierda) esta conformado por una estructura de estrategas y
tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares,
financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro
puntos cardinales del planeta.
El lobby judío no responde solamente
al Estado de Israel (como afirman los analistas de la "cara derechista" de los
neocons) sino a un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de
Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus
recursos naturales y sistemas económico-productivos.
El lobby no solamente está en la Casa
Blanca sino que abarca todos los niveles de las operaciones del capitalismo
trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los grandes
charmans y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en
el Consenso de Washington y se reparten el planeta como si fuera un pastel.
Este diseño del poder mundial,
interactivo y totalizado, se concreta mediante una red infinita de
asociaciones y vasos comunicantes entre el capital financiero, industrial y
de servicios que convierte a los países y gobiernos en gerencias de enclave.
Ni la izquierda ni la derecha hablan
de este poder "totalizado" por la sencilla razón de que ambas están
fusionadas (a modo de alternativas falsamente enfrentadas) a los programas
y estrategias del capitalismo trasnacional que controla el planeta.
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