na victoria de Brown sería devastadora para Obama, por las siguientes
razones:
- La psicológica: ese escaño ha estado en manos de los
demócratas desde 1952 (diez años antes de que Obama hubiera nacido), cuando John
F. Kennedy se lo arrebató a Henry Cabot Lodge.
- La política: sin ese escaño, los demócratas y sus
dos aliados independientes (Joe Lieberman y Bernie Sanders) quedarán con 59
escaños, es decir, uno menos de los necesarios para impedir que los
republicanos puedan bloquear sus iniciativas. Eso significaría que la reforma
sanitaria que los demócratas están a punto de lograr podría irse a dormir
el sueño de los justos.
- La prospectiva: EEUU celebra elecciones legislativas el 2
de noviembre. En ellas, deberán ser elegidos los 435 miembros de la Cámara de
Representantes y 35 senadores. La derrota en Massachusetts —uno de los
territorios más demócratas del país— es un pésimo augurio para los demócratas.
Algunos analistas creen incluso que el partido del presidente podría perder en
noviembre la mayoría en la Cámara de Representantes.
- La personal: gran parte de las razones de la probable
victoria de Brown se deben tanto a la capacidad de ese candidato como a la
frialdad e incapacidad para conectar con la gente de Coakley. Pero no
hay duda de que también se trata de un voto de castigo a Obama. La
reforma sanitaria cuenta con el rechazo del 51% de la población. El partido del
presidente ya ha cosechado dos duras derrotas electorales en Nueva Jersey y en
Virginia.
¿Qué significa todo esto? A mí esta situación me recuerda la de 1994,
cuando el entonces presidente, Bill Clinton, tras dos años en el poder, vio cómo
su partido era barrido del mapa en el Congreso, en buena medida por su fracasado
intento de reformar la sanidad (paradójicamente, Clinton utilizó la estrategia
contraria a Obama, con un plan teledirigido desde la Casa Blanca, en lugar de
dejar libertad al Congreso para decidir, pero el resultado no ha sido muy
favorable en ninguno de los dos casos).
A partir de 1994, Clinton jugó a la contra, mientras los republicanos
controlaban la vida política de EEUU. Ahora, Obama, un político que,
como todos los vencedores natos, siempre ha tenido a la suerte de cara, puede
empezar a tener que jugar, también él, a la contra.
Veremos si es tan bueno en ese juego como lo fue Bill.