Joe Biden, vicepresidente de EEUU, un
sionista USA no judío (integrante del lobby judeo-cristiano de las armamentistas
del Pentágono) se encuentra en Medio Oriente con una misión: Darle seguridad al
estado mayor israelí de que la Casa Blanca no lo va a dejar solo en la
ofensiva final contra el régimen de los ayatolas.
Esa ofensiva viene marcada por dos
fracasos recientes: A) EEUU y las potencias (con el boicot de China y Rusia)
fracasaron en un nuevo intento para aislar y estrangular a Irán en la ONU y
presionarlo para que detenga la faz "militar" de su proyecto nuclear. B) Israel,
por su parte, no tuvo éxito en su empeño de trazar una cuña de separación
entre Moscú y Teherán que favorezca las nuevas sanciones y el plan de
asilamiento económico.
Estos dos puntos, marcaron una
especie de saturación del frente de negociación diplomática, que ya hace
temer a los expertos algún "hecho consumado" por parte de la potencia
judía en Medio Oriente.
En este escenario,
los pronósticos no son alentadores:
Esta vez, el conflicto parece haber rebalsado los espacios locales avanzando
hacia un desenlace generalizado de un triple conflicto militar entre el
eje Irán-Siria y el bloque USA-Israel, cuyas mechas principales de ignición se
sitúan en Gaza y en Libano.
Con este decorado, Joe biden inició
una agenda por Medio Oriente reuniéndose, en distintas mesas, con los halcones
políticos y militares que manejan las riendas del Estado judío.
En ese plan, el vicepresidente de
EEUU afirmó desde Jerusalén, y ante el primer ministro israelí, Benjamin
Netanyahu, la "determinación" de su país para evitar que Irán desarrolle el
arma nuclear.
"Estamos decididos a impedir que Irán adquiera armamento nuclear y estamos
trabajando con muchos países del mundo para convencer a Teherán de que cumpla
sus obligaciones internacionales", dijo en una ronda de prensa conjunta con
Netanyahu tras la reunión que mantuvieron ayer al mediodía.
De acuerdo con The Washington Post, Biden pretende convencer a Israel de que
"no se lance a una aventura militar" para frenar los planes nucleares de
Irán y dé tiempo a la opción diplomática y a las sanciones.
Israel ya bombardeó un reactor nuclear en Osirak (Irak) en 1981 y otro - aunque
Damasco lo niega- en Siria en 2007, cuando sintió que suponían un riesgo para su
"seguridad", recuerda este miércoles la prensa estadounidense.
Joe Biden (un cristiano
adoptado como propio por Israel y el lobby sionista), comenzó su agenda de
reuniones con altos representantes israelíes, con una charla con el presidente
Shimon Peres, en la residencia presidencial en Jerusalén.
Biden, según la prensa israelí, le dijo a Peres que el régimen iraní se
encuentra más aislado que nunca, tanto a nivel domestico como
internacional, agregando que el pueblo iraní esta imponiendo sanciones morales
contra sus gobernantes.
El presidente israelí dijo, por su parte, volvió a pedir sanciones a Irán,
incluyendo su expulsión de las Naciones Unidas. De acuerdo a Peres, el
presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, no puede ser un miembro de la ONU al tiempo
que llama a la destrucción de Israel y que cuelga gente en las calles (las
ejecuciones de miembros de la oposición prosionista).
La misión de Biden y sus palabras no
son una cuestión menor, y viene determinadas por su peso especifico dentro de
la jerarquía sionista que controla las decisiones de la Casa blanca y el
Pentágono.
La
lógica del poder sionista que controla a Obama se consolida a partir de cuatro
figuras claves: Joshep Biden, Vicepresidente (control del lobby sobre la
Casa Blanca), Rahm Emanuel, jefe de Gabinete (control del lobby sobre el
entorno de Obama), Timothy Geithner, secretario del Tesoro (control de
lobby sobre el Sistema de la Reserva Federal), e Hillary Clinton,
secretaria de Estado (control del lobby sobre la política Exterior).
Este "cuarteto", sintoniza línea
directa con los halcones de Tel Aviv, y procesa tanto las operaciones
diplomáticas como la estrategia enel frente militar, cuyo desenlace -a decir de
los expertos- solo es contenido por un delgado hilo que tiende a romperse.
El máximo nivel de decisión política,
las áreas de ejecución presidencial y el entorno del presidente, el máximo nivel
de decisión económica financiera, y el diseño y la ejecución de la política
exterior (el corazón del Imperio) van se encuentran en manos de operadores del
lobby judío sionista (en versión liberal) de la "gran manzana" bancaria de
Nueva York.
En síntesis, la Casa Blanca (el poder
político), el Tesoro (el poder financiero), el Departamento de Estado (el poder
imperial) y el Pentágono (el poder militar que sigue en manos de otro
integrante del lobby, Robert Gates) responden a los intereses estratégicos del
lobby sionista "liberal" que hoy gobierna EEUU con Obama como la "frutilla de la
torta".
Y la gira de Biden por la zona de
conflicto, tampoco es casualidad.
Desde hace varios meses, Israel sigue
sumando señales y advertencias sobre la posible activación de un desenlace
militar en el escenario conflictivo de Medio Oriente que podría abarcar tres
frentes simultáneos: Irán, Gaza y Líbano, a los que podría incorporarse Siria.
El alto mando israelí y sus servicios
de inteligencia, actualizan constantemente los "fundamentos" de operaciones
planificadas contra Gaza, los búnkeres de Hezbolá y las usinas nucleares de
Teherán.
Estos objetivos (casi explícitos)
marcan la agenda del alto mando militar judío que en mayo pasado realizó
ejercicios militares en gran escala con simulación de una guerra regional y de
una Intifada.
Mientras tanto, y en varios
frentes simultáneos abiertos, se producen crecientes operaciones cruzadas de
acción psicológica intimidatoria entre Tel Aviv, Teherán y Damasco, y reuniones
constantes de alto nivel en Washington y Tel Aviv.
Lo que hace presagiar, según
analistas árabes, judíos y estadounidenses un desenlace militar activado por la
plana mayor israelí que busca -según su propia definición- desactivar la
capacidad nuclear de Irán antes de que consiga la bomba, impedir que Hezbolá
siga incrementando sus arsenales militares en Líbano y que Hamás vuelva a
solidificarse en Gaza.
En ese escenario, la semana pasada,
el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad,y el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah,
mantuvieron una sorpresiva cumbre con el presidente sirio, Bashar Assad, sellada
con una cena en Damasco.
De acuerdo con los trascendidos
oficiales, se trató de una reunión especifica para abordar el tratamiento
conjunto de las "las amenazas de Israel".
Con otro dato adosado: Ahmadineyad se
reunió también con distintos líderes de las facciones palestinas en
Siria, incluyendo al líder político de Hamás, Khaled Meshal, el vicesecretario
general de Jihad Islamico, Ziad Nahla, y con Ahmed Jibril, líder del Frente
Popular por la liberación palestina.
El marco de la presencia de Biden en
el área de conflicto también tiene otro ingrediente: Los tres aliados sionistas
de la ONU, EEUU, Reino Unido y Francia, están dando la puntada final para un
nuevo proceso de aislamiento y estrangulamiento económico de Irán, que los
especialistas interpretan como el primer escalón hacia el desenlace militar del
conflicto.
Esa decisión es altamente
conflictiva, dado que confronta con los intereses de Rusia y China, que
conforman (con Irán como punta d elanza) un eje intercapitalista de
competencia por mercados y recursos estratégicos con el eje USA-UE
En Rusia, la prensa y agencias
moscovitas, aseguran que Moscú está a punto de entregarle a Irán el sistema de
misiles S-300 que volvería casi invulnerable el espacio aéreo iraní.
En las últimas horas, Moscú no
le dio curso al pedido de Israel para que se sume a las sanciones económicas
y suelte la mano de los ayatolas en su conflicto con Occidente.
Si a esta posición se suma China, la
maniobra de presión y estrangulamiento económico de Irán volvería a quedadr en
el tintero del Consejo de Seguridad de la ONU.
Además, la alianza estratégica
comercial y militar de ambas potencias con el régimen de los ayatolas en ningún
momento se alteró. Los chinos y los rusos, más allá de su inteligencia política
sibilina, dependen del "eje del mal" para sobrevivir.
Para EEUU, la aprobación de nuevas
sanciones contra Irán, resulta crucial para contener una acción militar
unilateral por parte de Israel contra las usinas nucleares de Teherán.
El misionero del lobby en Medio
Oriente, Joe Biden, el jueves pronunciará un susgestivo discurso titulado
"La perdurable asociación de Estados Unidos e Israel" en la Universidad
de Tel Aviv, antes de partir hacia Jordania, donde se encontrará esa misma noche
con el rey Abdalah de Jordania, principal aliado de EEUUen la región.
Mientras tanto, la señales y los
hechos se siguen sumando. Y la escalada (que se mantenía entre el juego
diplomático y las amenazas) parece orientarse hacia una resolución militar.
La situación parece rebalsar en todos
los frentes, y son casi nulos los espacios que quedan para una nueva negociación
diplomática distractiva en la ONU.