A dos años del estallido de la crisis financiera, mientras la economía mundial
mezcla datos alentadores con otros sombríos, el desempleo se mantiene en un 10 %
en la UE y amenaza con pegar un salto con la aplicación de los programas de
ajuste en marcha para atenuar el déficit fiscal.
En este escenario, más de 100.000 personas de 24 países europeos se
se movilizaron el miércoles en Bruselas contra los planes de ajuste aprobados en la UE.
Reunidos por la Confederación Europea de Sindicatos, los manifestantes
desfilaron sin incidentes por el centro de la ciudad hasta el barrio europeo.
Decenas de miles de trabajadores belgas, franceses, británicos,
españoles, italianos, metalúrgicos alemanes, profesores griegos, policías
rumanos, polacos llegados en autobús tras un largo viaje y hasta un grupo de
belgas vestidos de negro y portando el lema irónico “Federación de Ricos de
Bélgica”, desembocaron en el Parque del Cincuentenario, donde se
gritó un “no a la austeridad, prioridad al empleo y al crecimiento”.
La Confederación Europea de Sindicatos, que convocó
a esta manifestación, señaló a la cadena
BBC que la estrategia actual de la UE está llevando al fin del modelo
social europeo.
"Queremos un cambio del rumbo económico. El actual programa está aumentando el
desempleo y no contribuye al crecimiento ni a la cohesión social ni a disminuir
el déficit fiscal", dijo a la BBC Juan Mendoza, consejero especial de la
Confederación.
Yves Leterme, primer ministro belga –Bélgica ostenta la presidencia semestral de
la UE– afirmó que la manifestación era “una señal importante a tener en cuenta”.
Leterme, que aseguró también que “Europa debe tomar medidas para evitar que la
crisis económica se convierta en crisis social”, recibió a los representantes de
los principales sindicatos belgas y manifestó que “es importante reforzar la
competitividad sin caer en una austeridad sin perspectivas”.
El presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, por su parte señaló que el
resultante de los
planes de ajuste es el de las "cuentas públicas desequilibradas y las deudas
excesivas".
Durao Barroso no citó a qué se debe la escalada de las deudas
europeas.
El miércoles también hubo grandes
manifestaciones en Grecia, España, Polonia e Irlanda, donde un hombre
bloqueó las puertas del Parlamento con un camión con la inscripción “Banco
Tóxico” pintada en un lateral junto a una petición “para echar a todos los
políticos”.
La crisis social como producto del desempleo se empieza a instalar como una enfermedad incurable en la mayoría de
los países desarrollados.
En la Unión Europea el mercado laboral
tiende a empeorar debido al impacto
de los planes de ajuste.
Se estima que en los últimos tres meses del presente año y, sobre todo, en 2011 se harán
sentir en toda su dimensión los recortes fiscales anunciados por muchos países
para lidiar con el déficit.
En medio del debate en toda la UE sobre qué hacer con el déficit,
hay millones
de desempleados y una advertencia del primer ministro de Noruega Jens
Stoltenberg en un reciente seminario en la OIT:
"Tenemos que evitar que este alto nivel de desempleo se convierta en permanente"
El impacto social ya se empieza a
verificar.
En los 33 países más ricos, agrupados en torno a la OCDE (Organización de la
Cooperación y Desarrollo Económico), la desocupación ha subido al 18,7 por
ciento entre 2007 y 2009 y en Estados Unidos está en 9,5 por ciento.
En Estados Unidos los datos oficiales dados a conocer a mediados de septiembre
señalan que uno de cada siete estadounidenses vive bajo la línea de la pobreza:
unos 45 millones de la población total de 307 millones.
En el Reino Unido, las casas de empeño han experimentado un boom desde la
crisis.
Hace siete años había 800: hoy hay 1300.
Según la Confederación Europea de Sindicatos, hoy, unos 85 millones de personas
de los 501 millones que habitan la UE viven en el umbral de la pobreza.
"Afortundamente todavía tenemos en Europa una red de cohesión importante en
términos de salud, educación y políticas asistenciales. Pero a nivel de ingreso,
hay unos 85 millones que están por debajo del salario mínimo", explicó a la
BBC Juan Mendoza.
A este escenario, según un
informe de la OCDE difundido en mayo pasado (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico), se agrega otro dato central:
El 60% de la población laboral
europea trabaja con contratos de trabajos precarios y sin prestaciones
sociales.
Esta situación -según los
especialistas- va a derivar en un situación en la que ese sector, sin cobertura
ni protección legal, será despedido en masa, cuando la crisis y los ajustes se
profundicen y las empresas decidan "achicar costos laborales" para
preservar su rentabilidad.
El reconocimiento de la
profundidad de la crisis por los propios líderes y autoridades monetarias,
acompañado de anuncios de más ajustes salvajes, se convierte en la
antesala natural de más explosiones sociales y conflictos sindicales
contagiándose por toda la eurozona.
Un primer nivel de respuesta a "los
ajustes salvajes" está conformado por las huelgas y protestas sociales
violentas que amenazan con extenderse de Grecia a España, y desde allí a todos
los países de la región puestos en la mira de los recortes de salarios y
reducción de beneficios sociales como Portugal, Reino Unido e Italia, entre los
más próximos.
Un segundo nivel de respuesta,
todavía potencial, pero proyectado como emergente, es un proceso de "crisis
de "gobernabilidad" política que va sobrevenir como emergente inexorable de
las protestas sociales contra los gobiernos y la clase política.
La bomba social

Con Estados quebrados por la crisis
fiscal, con una recuperación todavía débil de la recesión (con países que siguen
desacelerados), mercados financieros volátiles (vuelta a la desconfianza del
sube y baja), contracción del crédito orientado a la producción, consumo social
sin recuperación, bajas de recaudación y subas siderales del déficit, desempleo
masivo y ajustes salariales en ascenso la "bomba social" (emergente de la
crisis y de los ajustes) ya asoma como el desenlace más lógico en la eurozona.
El sistema de gobernabilidad político
y económico de la eurozona hoy se encuentran en riesgo de disolución a raíz de
la "crisis financiera" que derivó primero en "crisis recesiva",
luego en "crisis fiscal" de los Estados, y que ahora se convirtió en
"crisis social" de la mano de los ajustes, los despidos laborales y el
achicamiento del consumo popular.
Esta dialéctica de acción-reacción
es lo que define, en forma totalizada, un fenómeno que excede la denominación
reduccionisa de "crisis económica" con el que los analistas del sistema
califican el actual colapso económico europeo.
El capitalismo europeo no está en
"crisis económica", sino en "crisis total", y al final del proceso, si
quiere supervivir como bloque, deberá echar mano a lo único que puede preservar
su dominio: La represión militar.
La dinámica histórica de la crisis y
los ajustes pulverizan la columna vertebral del sistema (consumo, voto y
credibilidad social) y obligará al poder central europeo a cambiar la
estrategia para mantener el dominio y reciclar un nuevo proceso de control
político y social.
Esa es la lectura inmediata que surge
del proceso europeo con Estados quebrados y ajustes salvajes, que profundiza el
desempleo en masa y la crisis de credibilidad social en los políticos y las
instituciones.