1)
Halcones en las calles
Una multitud movilizada por el
movimiento ultra conservador del Tea Party, convocados por el presentador de
televisión Glenn Beck, se reunió en Washington el sábado con feroces criticas a
la supuesta condición de "musulmán y de "comunista" del presidente Obama, y
con el lema común de "Devolverle a América su honor", exigiendo un menor
intervencionismo del Estado y proclamando un renacimiento del país en la fe
cristiana.
El encuentro arrancó con una
proclamación por parte de Beck: "Hoy América vuelve a Dios".
Beck, es uno de los garúes mediáticos
más críticos con el presidente Barack Obama, al que acusa de querer convertir
el país en un régimen socialista.
A pesar de que el mitin del Tea Party
se presentaba como un acto apolítico, las consignas señalaban otra cosa.
"Obama debería ser actor, no presidente. Es una marioneta de los poderes
fácticos", denunciaba Carol Hunt, de 67 años, citada por la agencia EFE..
"Los izquierdistas nos controlan. El
Gobierno se adueña de todo. Y con Obama hemos tocado fondo", añadía, citada por
EFE, Elden Eiselen, de 56 años, de Indiana. Marty Katz, de 61 años, residente de
Maryland, se aventuraba a afirmar que Obama es en realidad "un comunista que
está desmantelando el sector privado para regalárselo al Estado".
La demostración de fuerza del
Tea Party, frente a las escalinatas del Monumento a Abraham Lincoln, se produce
a dos meses de las cruciales elecciones parlamentarias de noviembre, donde Obama
y los demócratas podrían perder la mayoría en las dos cámaras del Congreso.
La movilización ultra conservadora
fue analizada por la prensa estadounidense como una operación de aprovechamiento
político en un un momento de extrema debilidad de la gestión política de Obama
en las encuestas.
Los resultados de una encuesta
del Pew Research Centre, que muestran que un 18 por ciento de los
estadounidenses creen que Obama es musulmán, un 7 por ciento más que en marzo de
2009.
Según el citado sondeo del Pew
Centre, sólo un tercio de los estadounidenses señaló a Obama como cristiano,
lo que supone un claro descenso frente al 48 por ciento que así le consideraba
en 2009.
A vez, sondeos de la encuestadora Gallup revelaron
solo un 44 por ciento de aprobación para el jefe de la Casa Blanca,
cifra que representa un nuevo mínimo histórico en el descenso de su popularidad
En el mitin de Beck comparecieron
también numerosos políticos ultraconservadores.
Entre ellos el que ya es oficialmente
el candidato al Senado por el Partido Republicano en Florida, Marco Rubio, que
dijo que vendrá a Washington en noviembre a "luchar contra las carencias del
Gobierno".
También habló por vídeo Rand Paul,
que con el apoyo del Tea Party ganó las primarias en Kentucky. Ambos son parte
de la gran ofensiva de la ultraderecha norteamericana ante las elecciones de
noviembre.
2) El escenario electoral
La puesta en escena del Tea Party
forma parte de un escenario de guerra electoral entre el lobby
sionista liberal y el lobby sionista conservador, expresiones diferenciadas
(pero complementarias) del poder norteamericano en competencia por los
resortes de la Casa Blanca.
La movilización se suma a un
escenario marcado por las dudas que el establishment conservador siembra
sobre la capacidad de Obama para conducir los niveles de decisión de la política
norteamericana, sobre todo en lo atinente a las zonas de ocupación como Irak
o Afganistán.
En una nación imperial donde dos
tercios de la población, según todas las encuestas, apoya un ataque a Irán como
forma de terminar con el "terrorismo islámico", está sucediendo lo previsible:
Un importante sector de la opinión pública estadounidense está comprando el
eslogan electoral de los republicanos que buscan recuperar el Congreso asustando
con la presencia de un "terrorista musulmán en la Casa Blanca".
El lobby sionista militar Washington-Tel
Aviv está convencido de que Obama y el lobby sionista bancario que controla la
Casa Blanca están entregándole a Teherán la decisiva llave de la ojiva
nuclear. O dicho de otra manera, la consumación profética de un Israel
"borrado del mapa" a la medida de los ayatolás y del "terrorismo musulmán".
Por estas horas, la prensa y las
usinas conservadoras de EEUU (a través de versiones y rumores) recrean el
fantasma de un Obama "incapaz e impotente" que a través de su debilidad
negociadora le está entregando la ofensiva militar y la capacidad nuclear al
régimen de Teherán.
Obsesionado por los resultados
electorales de noviembre -da a entender The Washington Post- Obama le
suelta la mano militar a Irak y Afganistán, busca un acuerdo coyuntural con
Teherán, debilita los controles en Gaza, Líbano y Palestina, y rompe las
barreras disuasivas con el "mundo musulmán" en desmedro de la seguridad de
Israel.
El tema
es viejo, pero los republicanos lo reflotaron como su caballito de campaña de
cara a las elecciones parlamentarias de noviembre, donde los demócratas pueden
perder su control sobre las dos cámaras del Congreso.
Obsesionado por los resultados
electorales de noviembre -da a entender The Washington Post- Obama le
suelta la mano militar a Irak y Afganistán, busca un acuerdo coyuntural con
Teherán, debilita los controles en Gaza, Líbano y Palestina, y rompe las
barreras disuasivas con el "mundo musulmán" en desmedro de la seguridad de
Israel.
Según un reciente sondeo del Pew
Center: el 34% de los norteamericanos no le identifican como "cristiano" y el
40% no está seguro. En otro sondeo de la revista Time, el porcentaje de
quienes le consideran "musulmán" es aún mayor (24%) y supera el 35% entre
los republicanos.
Según la ultima enceusta de Gallup,
sólo el 40 por ciento considera positivamente la "habilidad" de Obama "para
gestionar una crisis", once puntos menos que el pasado mes de enero.
Asimismo, ocho de cada diez encuestados se declaran insatisfechos con la
situación económica de EEUU y el 49 por ciento desaprueba las políticas de
empleo realizadas por el presidente norteamericano.
Por encima de Obama figuran el resto
de los presidentes recientes: Jimmy Carter (51 por ciento), Bill Clinton (54 por
ciento), Richard Nixon (63 por ciento), Dwight D. Eisenhower (70 por ciento),
George H. W. Bush (76 por ciento) y John F. Kennedy (79 por ciento). El más
valorado tras su primer año de mandato sigue siendo George W. Bush, quien con un
porcentaje de apoyo del 82 por ciento sobresale por encima del resto.
Barack Obama en un "infiltrado
comunista", protege a Al Qaeda y negocia con los "terroristas islámicos",
es la idea que resume los "dossier" conspirativos que circulan por las usinas de
los republicanos y la ultraderecha conservadora sionista de EEUU.
3) La conspiración "derechista"
Un poco de campaña electoral
demócrata, y otro poco preocupación real, entre los medios y analistas
norteamericanos llama la atención el sesgo de virulencia "extrema" que va
adquiriendo la campaña electoral de los republicanos cargada de consignas
ideológicas y racistas contra Obama.
Para The New York Times, el
auge de la extrema derecha en el Partido Republicano, el resurgimiento de
milicias populares en algunas áreas del país, el crecimiento alarmante de las
ventas de armas y de la liberalización de su uso, contribuye a crear un clima
político "preocupante".
Desde las usinas de los demócratas,
aseguran que más allá de la campaña electoral, los conservadores conspiran para
derrocar a Obama, particularmente desde la cadena Fox y de la revista The
Weekly Standard, la biblia del pensamiento neocon, desde donde surgen las
consignas medulares de la "agitación extremista".
Según una revelación de The
Washington Post, un dossier de 72 páginas fue presentado el pasado 17 de
febrero por dirigentes del Comité Nacional Republicano (CNR, el máximo órgano
del partido) a un grupo selecto de recaudadores de fondos electorales en una
reunión privada en Boca Grande (Florida).
El documento incluye los mensajes que
deben ser repetidos y las políticas que deben ser defendidas entre simpatizantes
y electores a fin de obtener apoyos y dinero.
La parte más destacada del documento
es la que alude a la manera en que debe calificarse al actual Gobierno. La
portada está titulada: "El imperio del mal" y en ella aparecen los
rostros de Obama, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y
el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, caracterizados, respectivamente,
como el Joker de Batman, Cruella DeVille, la malvada de 101 Dálmatas, y Scooby
Doo, el estúpido perro de los dibujos animados.
En el texto figura la pregunta "¿Qué puedes vender para ganar la Casa Blanca y
el Congreso?", a la que se responde: "Salvar al país de la caída hacia el
socialismo".
La foto de Obama, confundido con el
Joker de Batman, es el emblema principal en los actos de los Tea Party, el
movimiento ultraderechista que lleva la iniciativa dentro de la oposición
republicana.
Los demócratas utilizan este ejemplo
para demostrar que esa imagen es una prueba de que el Partido Republicano está
siendo presionado por ese grupo, que tiene recursos y medios para desestabilizar
a Obama y alcanzar el poder.
Pero si bien crece el debate sobre
los verdaderos alcance los ataques de la "derecha" contra Obama, desde las
trincheras conservadoras surgen versiones sobre que el propio Obama está
utilizando esas versiones para "victimizarse".
Hay versiones que sostienen que, a
diferencia de Bush, que inventaba conspiraciones con el "terrorismo islámico"
para perseguir y espiar a sus enemigos internos, Obama prepara el terreno para
la utilización de la conspiración de "derecha" con el objetivo de ganar las
parlamentarias en noviembre.
No bien asumió la presidencia, en
enero de 2009, y como parte de su guerra por el poder con los republicanos
(lobby judío conservador), la administración demócrata de Obama (lobby judío
liberal) decidió lanzar al ruedo el peligro del "extremismo de derecha"
para crear el fantasma de una conspiración interna.
4) La guerra de los lobbys
En medio de una agudización del
conflicto regional, con Israel amenazando nuevamente Gaza y Hamás llamando a una
Intifada, estalló un conflicto inédito en el seno del lobby sionista que
controla EEUU, cuya proyección ya impacta en una división de la comunidad judía.
En Israel, más un cuarto de la población opina que Obama es "antisemita".
Dentro
de un escenario de generalizado rechazo a las políticas dialoguistas de Obama
con el "terrorismo islámico", se conoció una encuesta difundida por el diario
judío Haaretz, que revela que más de un cuarto de los israelíes opinan
que Obama es "antisemita".
Esta calificación para un presidente
norteamericano es inédita y no reconoce parangón histórico, dado que EEUU
(considerado una extensión del Estado judío) es el primer defensor y sostenedor
de las políticas expansivas de Israel en la región.
En marzo
pasado,
la
más poderosa organización sionista a nivel mundial, AIPAC (American Israeli
Public Affairs Committee), criticó y repudió enérgicamente la dura reacción del
gobierno de Obama frente al anuncio de "recolonización" de Netanyahu señalando
que "todo es una distracción para no lidiar con el programa nuclear iraní".
En
un duro comunicado, AIPAC exigió que Obama adopte inmediatamente medidas para
"desactivar la tensión con el Estado Judío". Mientras que el presidente de
la Anti-Difamation League, Abraham Foxman, dijo que estaba "atónito y
sorprendido por el tono del gobierno de Obama".
A tal punto llegó el enfrentamiento
que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y Benjamin Netanyahu participaron
juntos en Washington de la reunión anual del "lobby" pro-israelí estadounidense,
AIPAC (American Israel Public Affairs Commitee) celebrada en marzo.
Barack Obama
es un "infiltrado comunista", protege a Al Qaeda y negocia con los
"terroristas islámicos", es la idea que resume los "dossier" conspirativos
que circulan por las usinas de los republicanos y la ultraderecha conservadora
sionista de EEUU.
Estos mismos
"dossier" nutren el pensamiento y la acción de los halcones israelíes que
cierran filas con el gobierno de Netanyahu.
Las
nuevas mediciones señalan que el gerente imperial, que combina el Premio Nóbel
de la Paz con genocidios militares en masa en Irak, Afganistán y África, ya
ingresó en el ocaso, en el desprestigio, y en la falta de apoyo por parte de
la mayoría de la sociedad imperial.
Barack Obama
es un "infiltrado comunista", protege a Al Qaeda y negocia con los
"terroristas islámicos", es la idea que resume los "dossier" conspirativos
que circulan por las usinas de los republicanos y la ultraderecha conservadora
sionista de EEUU.
Estos mismos
"dossier" nutren el pensamiento y la acción de los halcones israelíes que
cierran filas con el gobierno de Netanyahu.
La lógica del poder sionista que
controla a Obama se consolida a partir de cuatro figuras claves: Joshep Biden,
Vicepresidente (control del lobby sobre la Casa Blanca), Rahm Emanuel,
jefe de Gabinete (control del lobby sobre el entorno de Obama), Timothy
Geithner, secretario del Tesoro (control de lobby sobre el Sistema de la
Reserva Federal), e Hillary Clinton, secretaria de Estado (control del
lobby sobre la política Exterior).
Este "cuarteto", sintoniza línea
directa con los halcones de Tel Aviv, y procesa tanto las operaciones
diplomáticas como la estrategia enel frente militar, cuyo desenlace -a decir de
los expertos- solo es contenido por un delgado hilo que tiende a romperse.
El máximo nivel de decisión
política, las áreas de ejecución presidencial y el entorno del presidente, el
máximo nivel de decisión económica financiera, y el diseño y la ejecución de la
política exterior (el corazón del Imperio) van se encuentran en manos de
operadores del lobby judío sionista (en versión liberal) de la "gran manzana"
bancaria de Nueva York.
En síntesis, la Casa Blanca (el
poder político), el Tesoro (el poder financiero), el Departamento de Estado (el
poder imperial) y el Pentágono (el poder militar que sigue en manos de otro
integrante del lobby, Robert Gates) responden a los intereses estratégicos del
lobby sionista "liberal" que hoy gobierna EEUU con Obama como la "frutilla de la
torta".
5)
El poder convergente
No obstante, y más
allá de su guerra por el control de la Casa Blanca, el lobby liberal y el
conservador con complementarios a la hora de la ejecución de las
políticas estratégicas de Estado imperial.
Como lo fue
Clinton, como lo fue Bush, Barack Obama, más allá de sus discursos
"progresistas", es sólo la pieza ejecutora de intereses estratégicos metidos en
un tablero global (el poder imperial USA ) que excede las voluntades personales
de los eventuales gerentes de turno en la Casa Blanca.
Al contrario de lo que predican los
vendedores de mitos deformantes, no hay un Imperio de Obama, como tampoco lo
hubo de Bush o de los distintos gerentes de turno que lo precedieron.
En segundo lugar, y como ya está
probado en forma histórica y estadística: En EEUU, la potencia locomotora del
capitalismo sionista a escala global, no gobiernan los presidentes o los
partidos, sino la élite económica-financiera (el poder real) que controla
la Reserva Federal, el Tesoro, Wall Street, el Complejo Militar Industrial y
Silicon Valley.
Detrás de cada invasión militar,
llegan las petroleras, las armamentistas, los bancos y las corporaciones de Wall
Street y los ejércitos privados de seguridad, a cobrar el botín de guerra y a
participar del festín capitalista de la "reconstrucción" del país ocupado.
Terminada las luces artificiales de
la campaña electoral, demócratas y republicanos dejan de agredirse y se
complementan en un diseño de política estratégica de Estado en defensa de los
intereses de las grandes corporaciones económicas que marcan el accionar de
las políticas internas y de la conquista de mercados encubierta en las "guerras
preventivas" contra el "terrorismo".
Y en la práctica, esas políticas
imperiales (y su continuidad en el tiempo) no tienen nada que ver con el
discurso y los nuevos preceptos "doctrinarios" expresados por el gerente de
turno en la Casa Blanca.
Como ya está probado en forma
histórica y estadística: La política exterior y la política interna de EEUU (los
niveles de decisión estratégica) no la dirigen los presidentes o los partidos
sino el establishment económico-financiero que controla la Casa Blanca y el
Congreso a través de sus "lobbies" y operadores que actúan sobre los
partidos, los legisladores, los funcionarios y condicionan las decisiones
presidenciales.
Lobby liberal o lobby conservador,
representan los mismos intereses económicos estratégicos. No son nada más que
líneas internas (por "derecha" y por "izquierda") del lobby sionista que
controla el Imperio, pero difieren en la formalidad del discurso político.
Unos
son "conservadores" y otros "progresistas", pero sólo en el discurso político.
Compiten periódicamente por el control de la Casa Blanca y el Congreso, pero se
complementan luego en la defensa y articulación de una misma política imperial
en defensa de los grandes conglomerados económicos-financieros de Wall Street y
el Complejo Militar Industrial.
Debajo de ese paraguas de defensa corporativa
del Estado imperial USA, desarrollan su propia guerra interna
para conseguir votos y posicionarse en la pirámide del poder imperial.
Hoy están
nuevamente en guerra electoral por el control del Congreso, en noviembre, pero
lo que no le queda claro a los expertos es si los sectores ultraderechistas más
extremos no quieren avanzar más allá: Un golpe de Estado institucional contra Obama
que adelante su agenda de control de la Casa Blanca.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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