La
simbiosis "contraterrorista"
Para
la mayoría de los expertos, a la hora de buscar un "alma gemela" de Bush en
la cruzada "contraterrorista" internacional aparece en el escenario
Wladimir Putin, ex presidente de Rusia y ex jefe de la KGB soviética,
que hoy, convertido en primer ministro, sigue controlando el poder de la Rusia
capitalista con mano de hierro.
Tanto Bush como Putin,
construyeron
sus gestiones de gobierno, y superaron sus etapas más críticas y más duras, a
partir de la "guerra contra el terrorismo".
Vladimir Putin, de 59 años,
presidente de Rusia desde el año 2001 hasta el 2008, consolidó su liderazgo y
su gestión presidencial a partir del combate contra el "terrorismo
checheno", y Bush proyectó su administración combatiendo al "eje del mal"
representado por Bin Laden y la red Al Qaeda, y contra todo lo
que se asociara al "terrorismo musulmán" por el planeta.
Curiosamente, en ambas ramas
"terroristas", Al Qaeda y el fundamentalismo checheno, sus principales
líderes, coinciden en una misma génesis. Su fragua común fue la CIA y la
guerra en Afganistán de la época del Imperio Soviético. (Ver:
La conexión Bush-Al Qaeda-terrorismo checheno).
Y las
"coincidencias" adquieren consistencia si se considera que el terrorismo
checheno es el "hermano menor" de la red Al Qaeda, y que ambos se formaron
dentro de una matriz histórica común: la guerra de Afganistán contra el
Imperio Soviético, donde, junto con los talibanes, fueron entrenados por la
CIA para derrocar al gobierno rojo de ese país en la década del ochenta.
Hoy Bush ya no está en el
poder, pero la "guerra contraterrorista" como estrategia del Estado
imperial es conducida por Obama.
Putin, como primer ministro,
y controlando el poder desde las sombras, escudado en su discípulo y hombre de
confianza, el presidente
Medvédev, prepara su regreso
triunfal en las próximas elecciones presidenciales.
Y hay una
coincidencia con el atentado del lunes: Putin viene descendiendo en su
popularidad en las encuestas, y su fuerza política perdió votos y adhesión
en las recientes elecciones.
Como Bush hijo, Vladimir
Putin concentró su administración presidencia de siete años en dos temas
claves: la seguridad y los servicios de inteligencia, a los que asignó,
fuertes presupuestos del Estado.
En julio de 2004 Putin
aprobó la reforma de los servicios secretos que dotó al FSB, el
heredero de la KGB, de más poderes y creó un todopoderoso Ministerio
de Seguridad Estatal en Rusia. La reestructuración consolidó al FSB,
bastión de Putin, en la cúspide de la pirámide del poder ruso.
Con George W. Bush en la
presidencia de EEUU, la alianza "contraterrorista" Bush-Putin continuó
desarrollándose, aunque las relaciones se "enfriaron" en los tramos
preparatorios de la invasión a Irak, país con el cual el gobierno ruso
mantenía fuertes relaciones comerciales.
Como Bush, Putin tuvo su
propio "Bin Laden", pero en versión chechena.
Se trata de Shamil
Basayev, guerrero "independentista" para el periodismo desinformado,
agente infiltrado de la CIA en los grupos islámicos, para los expertos. Bin
Laden y Basayev compartieron destinos y luchas en el eje
Pakistán-Afganistán-Chechenia infiltrado por la CIA.
Así como el 11-S en
EEUU fue la fragua para la "guerra contraterrorista" de Bush, la masacre de
Beslam (con el consecuente exterminio militar de sus ejecutores) consolidó
la imagen de Putin como "presidente de la guerra" ante la sociedad rusa, a
quien la matanza en la escuela la puso en un estado de psicosis,
parecido al que vivían los estadounidenses después de los ataques terroristas
del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Como Bush, Putin tuvo su
propio "Bin Laden", pero en versión chechena.
Se trató del asesinado
Shamil Basayev, guerrero "independentista" para el periodismo
desinformado, agente infiltrado de la CIA en los grupos islámicos. Para los
expertos. Bin Laden y Basayev compartieron destinos y luchas en el eje
Pakistán-Afganistán-Chechenia infiltrado por la CIA.
Como Bin Laden, Basayev
aparecía y desaparecía, durante años (antes de ser asesinado) nunca pudo ser
capturado, y sus cruzadas terroristas, con centenares de muertos en su
historial, siempre tuvieron a Putin como su beneficiario político principal.
Las cíclicas apariciones de
Basayev fueron para Putin lo que las apariciones de Bin Laden representaron
para Bush y EEUU: siempre llegaron en momentos políticos difíciles.
Tras la masacre
del colegio de Beslam, en 2004, atribuida a Basayev, Putin anunció una
guerra sin cuartel contra el "terror internacional".
"Estamos tratando con una
intervención directa del terrorismo internacional contra Rusia, con una
total, cruel y todopoderosa guerra que una y otra vez se cobra las vidas de
nuestros compatriotas", dijo en un discurso televisivo, donde compareció ante
las cámaras vestido de negro.
Así como el 11-S en
EEUU fue la fragua para la "guerra contraterrorista" de Bush, la masacre de
Beslam (con el consecuente exterminio militar de sus ejecutores) consolidó
la imagen de Putin como "presidente de la guerra" ante la sociedad rusa, a
quien la matanza en la escuela la puso en un estado de psicosis,
parecido al que vivían los estadounidenses después de los ataques terroristas
del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Las
coincidencias "contraterroristas"
De alguna manera, y si se trazaran paralelismos, Shamil Basayev y el
"terrorismo" chechenio, después de un largo camino por las intrincadas redes
de conexión de la CIA con el terrorismo islámico, jugaron, para Putin, el
mismo rol que jugó Bin Laden y Al Qaeda para Bush después de los atentados
del 11-S en Nueva York.
Así como la masacre autoadjudicada por Bin Laden le dio a Bush el argumento
para invadir Afganistán, la matanza de 2004 en el colegio de
Beslam,reivindicada por Basayev, le permitió a Putin cumplir su objetivo:
reforzar su aparato de inteligencia y seguridad, consoliadr su poder interno
y lanzar una nueva guerra contra el "terrorismo checheno".
A
Bush, al Pentágono, a los contratistas del Complejo Militar Industrial, a los
financistas de Wall Street, Bin Laden y su "omnipresencia terrorista" les
brindó la justificación para dos guerras de conquista de mercados en
manos del "eje del mal".
A
Putin, al complejo militar ruso, a las petroleras, a la oligarquía financiera
y armamentista, Shamil Basayev y el "terrorismo" chechenio, con su
sombra terrorista macabra, les sirvieron para centralizar el poder de
Moscú en la Federación Rusa y lanzar "guerras preventivas" y de
conquista de mercados "amenazados" por el fundamentalismo
"terrorista".
Para Bush (hoy Obama) tanto como para Putin, la lógica
"contraterrorista" se sustenta en una lógica capitalista de mercado.
Detrás de cada cruzada bélica "antiterrorista" de EEUU, están los
fabricantes de armas que extraen su ganancia capitalista de los hoy US$ 1,4
billones, del presupuesto militar mundial.
Detrás
de la "guerra contraterrorista" USA
están las petroleras y gasíferas que explotan y regulan los mercados
multimillonarios del petróleo y la energía. Están los megabancos y megagrupos
de inversión de Wall Street (Citigroup, Goldman Sachs y J.P.Morgan-Chase) que
embolsan fabulosas sumas "financiando" las "reconstrucciones" de los
países arrasados por los misiles y las bombas "inteligentes".
Putin, un producto reciclado del ex KGB soviético, intenta seguir el mismo
camino. Emergente de las cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría, el
"presidente de la guerra" reconvertido en primer ministro, pilotea una
Rusia que se proyecta hacia la consolidación de un Imperio forjado a partir de
la vieja sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las finanzas.
Para los expertos hay dos razones
centrales (opcionales) que explicarían la reaparición sangrienta del
"terrorismo" en Rusia: A) Que la CIA esté "desestabilizando" a Moscú en
el contexto de la "guerra fría". B) Que los servicios secretos estén
preparando el retorno de Putin al poder total en las próximas elecciones.
Ambas versiones son potables,
cierran lógicamente, y hasta podrían ser complementarias.
El "terrorismo" es la
variable de ajuste que juegan (y van a seguir jugando) Washington y Moscú para
dirimir sus conflictos internos y externos.
Con un detalle: Dentro del cerrado
dispositivo de seguridad e inteligencia ruso, controlado con mano férrea por
Putin, difícilmente el "terrorismo" checheno (vía CIA) podría
infiltrarse en Moscú sin la "luz verde" del FSB ruso.
Putin necesita levantar su imagen y
reconvertirse en el próximo presidente de Rusia. Ese es el principio ordenador
central del atentado del lunes en Moscú.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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