Mientras
amamos, mientras odiamos, mientras pensamos, nuestra cabeza es un campo de
batalla de fuerzas extrañas. Necesitamos respuestas, herramientas para la
acción. Y las herramientas sólo se hacen visibles cuando descubrimos los para
qué.
Por
Manuel Freytas
(*)
manuefreytas@iarnoticias.com
Todo
lo que los humanos pensamos o realizamos, es una herramienta.
El cerebro es una herramienta para pensar (y actuar).
La inteligencia es un herramienta para proyectar (y ejecutar) ideas.
La imaginación es una herramienta para proyectar (o crear) situaciones más allá
de lo racional.
La psicología es una herramienta de nuestros pensamientos más ocultos.
La comunicación es una herramienta para comunicar e incomunicar.
La pareja (hombre-mujer) es una herramienta para convivir y realizarse de a dos
en una sociedad.
El sexo es una herramienta para sentir placer, imaginar, y dejar herencia
reproduciendo la especie.
La sociedad es la herramienta que contiene el cerebro, la inteligencia, la
imaginación, la psicología, la pareja y el sexo.
Funcionalmente, los humanos somos y actuamos como una entidad bio-psico-social
con varias herramientas disponibles de realización a la vez.
Todas todas se alimentan de una, y una se alimenta de todas (en una
interactividad permanente).
Somos un feed back (un ida y vuelta permanente) entre cuerpo, mente, psicología
y medio social.
Constituimos una unidad funcional, dinámica, totalizada, contradictoria, en
perpetuo cambio y transformación, que se comunica y actúa por medio de
herramientas.
Como el
resto de las especies, nacemos, vivimos, nos transformamos y morimos con cada
segundo.
Somos la expresión sintetizada de todos los ciclos que transitamos hasta pegar
el salto cualitativo: La muerte.
Que no es necesariamente la muerte, sino un cambio transformacional de nuestra
materia.
No somos
definitivos, apenas un tránsito hacia algo que desconocemos.
Cuando amamos, cuando lloramos, cuando trabajamos, cuando creamos, cuando
odiamos, cuando pensamos, no somos una conducta en particular.
Siempre expresamos la síntesis, el resumen de nuestra experiencia vivencial
volcada en una herramienta y un contenido.
La vida, no es nada más que una perpetua movilización de contenidos.
Cuando derramo una lágrima, estoy derramando una parte de mi totalidad.
La herramienta es el medio, el humano es el contenido.
Y el mundo, es la "gran herramienta" que expresa y contiene a todas nuestras
herramientas y contenidos.
Soy, porque el mundo se refleja en mi cerebro, en mi inteligencia y en mi
psicología.
El mundo es mi totalidad contenida en conductas y en herramientas de
realización.
Al humano lo programa la sociedad, y a la sociedad la programa el mundo.
¿Y quién programa las herramientas y los contenidos del mundo?
Ese es el punto. La incógnita, la lucha de contrarios, la fuente de la lucha y
los desencuentros, el crisol de las ideologías, el molde de las creencias y los
idealismos, los límites de la utopías y el racionalismo.
¿Quién programa los contenidos y las herramientas del mundo?
Esa es la pregunta clave. La respuesta es una frontera entre la
conciencia y el robot.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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