cinco días del terremoto que
arrasó con Haití, hay coincidencia mayoritaria en un punto: El gobierno,
organizaciones sociales, observadores, corresponsales y analistas
internacionales predicen un desenlace de violencia social generalizada a
corto plazo en las áreas de la catástrofe.
Tres causas principales
abonan ese pronóstico:
A) Ausencia de un plan de ayuda
y de distribución de alimentos, coordinado y masivo, B) Ausencia de una
autoridad (el gobierno) que organice los distintos niveles de la ayuda e
imponga orden en las calles, C) Las bandas armadas que aprovechan la
"tierra de nadie" para saquear las zonas devastadas y los enfrentamientos entre haitianos pobres por la comida.
El resultante se da en tres
dimensiones: 1) Hambre, sed y angustia en crecimiento entre las víctimas
que claman por socorro, 2) Anarquía y focos de violencia social que se
tornan incontrolables para los Cascos Azules de la ONU, C) Guerras entre
grupos armados que se disputan el control de la "zona liberada" de Puerto
Príncipe.
En consecuencia: Lo que se
vislumbra (a partir de una estimación general en Haití) es un tránsito de la
catástrofe natural a una catástrofe social.
Todo se retroalimenta:
El hambre, la sed y la angustia
generan desesperación social y alimentan una "olla a presión" de
violencia generalizada y sin límites.
El caos y la violencia callejera
generan el detonante y las condiciones para un estallido social
inminente.
Los grupos armados (muchos de
ellos politizados) incentivan los levantamientos para conducirlos dentro de un
proceso de "libanización" de Haití (guerra civil con reparto
territorial).
Tampoco se descarta (como ya sucedió
durante el derrocamiento de Arístides) la actuación de agentes operativos de la
CIA en la incentivación de la violencia social y de los asaltos que se
multiplican por todo Puerto Príncipe.
Es una táctica conocida que la CIA y
las agencias estadounidenses aplican en Afganistán, Pakistán e Irak con la
finalidad de crear un conflicto y luego brindar la "solución" por medio
de un mayor despliegue de las fuerzas de ocupación en el terreno.
Algunos analistas ya hablan de "somalización"
de Haití, entendida como la creación de feudos territoriales con "señores de
la guerra" que negocian todo tipo de acuerdos con el poder central, o sea
con las potencias y EEUU.
¿Cómo se corta este circuito
explosivo?
El gobierno (una parásita
gerencia de enclave de las corporaciones que sacan rentabilidad económica del
empobrecido Haití) es completamente inoperante y carece de poder y de
autoridad militar para imponer el orden y organizar una infraestructura de
ayuda multitudinaria para las víctimas (un tercio de la población de Haití,
según la ONU).
La ONU y su Consejo de
Seguridad (integrado por las cinco principales potencias mundiales), en
diversas reuniones la semana pasada, no consiguió acordar un plan global
de coordinación y distribución del rescate y de la ayuda humanitaria en Haití.
Los gobiernos y las
organizaciones internacionales, ante la ausencia de una planificación
organizada, envían ayuda alimentaria y medicamentos en forma individual que, por
ausencia de una autoridad distributiva, permanecen en su mayor
parte concentrados en el aeropuerto y sin llegar a las millones de víctimas que
se encuentran sin agua, sin comida y sin electricidad, en zonas desvastadas y con
principios de epidemia por los cadáveres en descomposición y sin enterrar.
Los Cascos Azules de la
ONU, se ven rebalsados y no pueden controlar el caos y las peleas
(a veces fatales y sangrientas) que se producen entre las víctimas para
apropiarse de la comida y el agua, razón por la cual la mayoría de las veces la
distribución no puede llevarse a cabo.
El intercambio de información y
de datos sobre el escenario de la tragedia (números de muertos, heridos,
daños, víctimas a socorrer, etc) se ve impedido a su vez por la ausencia de
un comando central que reciba y procese la información y la distribuya entre
las organizaciones oficiales y privadas actuantes.
Esto conduce a que nadie (ni el
gobierno haitiano, ni las potencias, ni los gobiernos extranjeros, ni las
organizaciones internacionales) cuente con datos fidedignos sobre lo que está
pasando en las distintas zonas del desastre (estimación numérica de daños,
muertos y víctimas a socorrer) .
En otras palabras, a nadie
(incluidas en primer término la ONU y las potencias centrales) se le ocurrió
elaborar un cuadro global de situación de la catástrofe, como punto de
partida para planificar una acción coordinada y por niveles de rescate, ayuda
humanitaria, y control de la seguridad en la devastada Haití.
En suma, todo lo que está pasando
ahora en la Haití arrasada (caos, hambre, desesperación, guerras callejeras,
enfrentamiento entre las víctimas, etc) es producto de un defecto original: La
ausencia de un cerebro organizador y de una autoridad de aplicación
política y militar.
En consecuencia: Haití,
técnicamente, es una zona de catástrofe (humana, material y social)
fuera de control.
¿Y a quién beneficia este cuadro
de situación?
El Chapulín
colorado
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El portaaviones nuclear Carl Vinson
ya está en las costas haitianas |
Haití, convertida en zona de
catástrofe y fuera de control, tiene un solo beneficiario: EEUU.
La razón: EEUU es la única
superpotencia militar en el área en condiciones (logísticas y operativas) de
imponer de inmediato una autoridad y un dispositivo militar de control
efectivo para contener la explosión social y posibilitar la
distribución masiva del agua y la comida que permanecen en los centros de
acopio.
¿Y porqué (a seis días del
terremoto) EEUU mantuvo una actitud pasiva en la ONU y la Casa Blanca solo se
limitó a anunciar acciones de ayuda humanitaria limitadas?
Respuesta: Washington sigue una
estrategia.
Y los viejos manuales de
estrategia enseñan un principio: La mejor conquista es aquella que se hace en
carácter de "salvador" y no de "invasor". Es la lógica del Chapulín
Colorado.
Las potencias, la ONU, los
gobiernos mundiales, las organizaciones internacionales, están pidiendo el
"orden" y el fin de la violencia social que les permita ayudar y reconstruir
a la devastada Haití.
Pacientemente, Washington (la
potencia imperial hegemónica), esperó que se dieran las condiciones
(profundización de la tragedia) para ingresar a Haití como el "gran salvador"
montado sobre el corcel de una flota nuclear y con suficiente logística militar
y tropas especiales para actuar en las zonas de conflicto del país devastado.
Esta vez, la operación no se llama
"invasión militar" sino "misión humanitaria".
Que, en los hechos, en el teatro
de operaciones, consiste en rodear a Haití con un "anillo nuclear"
(portaviones, barcos, aviones y submarinos con capacidad nuclear) y
desembarcar varios contingentes de tropas especiales (una brigada de la
82 División Aerotransportada de EEUU
ya está en Puerto Príncipe y los marines ya tomaron el control del
aeropuerto).
Desde este lunes, y con el
dispositivo nuclear-militar desplegado y posicionado, Washington
parece emitir un mensaje: Señores, uds. pedían el orden y el control militar,
y nosotros somos los únicos capaces de realizarlo.
Al Imperio solo le falta una
cuestión burocrática: Que las potencias de la ONU (abrumadas por su
incompetencia y por la profundización de la violencia social en Haití) permitan
que las tropas estadounidenses reemplacen a los inoperantes Cascos Azules en el
control militar de todas las áreas estratégicas del país. O sea, una ocupación militar
efectiva de Haití.
Como diría un experto: La tragedia
de Haití, llegó con un pan bajo el brazo para el Imperio yanqui.
Mientras tanto ¿Qué son 200.000
muertos más en la larga historia de exterminio masivo de "población sobrante"
por parte de EEUU y de las potencias centrales del sistema capitalista?
Informe complementario
recomendado: